Más leída que cualquier otro escritor inglés, confundió al mundo con sus magistrales novelas policíacas Y ella misma fue siempre un enigma.
Por Virginia Kelly
Advertencia: El artículo da algunos detalles importantes de alguna de las novelas de Agatha Christie, pero si no te importa leer eso, entonces adelante, vas por tu cuenta y riesgo.
EN OCTUBRE DE 1976 los conocedores de la literatura policíaca volvían ansiosamente las páginas de una nueva novela que despertaba en ellos un interés especial y cierta aprensión. No sólo era el último libro de Agatha Christie que veía la luz (la novela de misterio titulada Sleeping Murder)*; también corrían rumores de que en ella la inquisitiva Miss Marple, uno de los detectives más admirados de toda la historia de la novelística policíaca, encontraba la horma de su zapato y perdía la vida.
Afortunadamente, como notaron con alivio los críticos, esta pista de Agatha Christie en particular (como tantas otras entretejidas ingeniosamente en la trama de sus novelas) resultó falsa. La autora que en Curtain*(obra publicada en 1975) no había vacilado en matar a Hércules Poirot, el detective inventado también por ella y tan famoso como Miss Marple, permite que esta supere todos los peligros y salga triunfante y con vida de su nueva aventura.
H.R. Keating, crítico del Times de Londres, comentó con alegría la supervivencia de Miss Marple y, refiriéndose a la novela de que tratamos, escribió entusiasmado: “es de la mejor cepa de Christie, de lectura maravillosamente fácil y que no deja de intrigar un instante al lector. ¿Cómo consigue la autora tal cosa? Sabiendo escoger siempre el momento justo para producir el efecto deseado. Algo en el que nunca yerra”.
Pero Agatha Christie, que en 1971 recibió el título de Dama de la Orden del Imperio Británico, nunca dejó de ser modesta al considerar sus éxitos. Incluso quiso restar valor a su prodigiosa producción, llamándose a sí misma “máquina de hacer embutidos”.
Al morir, el 12 de enero de 1976, a la edad de 85 años, la suma sacerdotisa de la literatura policíaca tenía en su haber 110 títulos (66 de ellos novelas policíacas), de los cuales se estima que se han vendido más de 350 millones de ejemplares. Su obra se ha traducido a 157 idiomas.
Sus cuentos y novelas han inspirado 15 películas y se han representado 17 de sus piezas teatrales. The Mousetrap (“La Ratonera”) es la obra de teatro que ha permanecido en cartel más tiempo que ninguna otra en el mundo, pues habiéndose estrenado en Londres hace más de 24 años, todavía se sigue representando allí con gran éxito.
La película Murder on the Orient Express (“Asesinato en el Expreso de Oriente”), basada en una novela de Christie, constituyó una de las diez atracciones de taquilla de 1975. Y en la semana en que murió la escritora, su novela Curtain encabezaba las listas de los libros más vendidos en ambos lados del Atlántico.
Se calcula que Agatha Christie ganó con sus novelas unos 10 millones de libras esterlinas en total*. Según opinión común, ganó más dinero que cualquier otro escritor de lengua inglesa, y cualquier otro idioma en la historia. Antes de que publicara Sleeping Murder, los derechos para su edición en rústica en Estados Unidos se vendieron por la cantidad sin precedentes de 500.000 libras esterlinas.
Agatha Miller nació en Torquay (en el condado inglés de Devon) y creció en un hogar acomodado, de padre norteamericano y madre inglesa, cuya original opinión era que asistir a la escuela no era conveniente para los ojos y el cerebro de los niños.
Los padres asumieron su instrucción y la niña leía mucho, especialmente novelas románticas y las aventuras de Sherlock Holmes, que influyeron en sus obras, como ella lo reconocía francamente.
Un día, hallándose enferma la niña, su madre le aconsejó que se entretuviera escribiendo un cuento.
Así comenzó a componer una serie de narraciones de “persistente melancolía, en las cuales la mayoría de los personajes moría”.
En 1915, durante la Primera Guerra Mundial, su hermana mayor le apostó a que no era capaz de “escribir una buena novela policíaca”. Agatha aceptó el reto. Por entonces estaba casada con Archibald Christie, oficial de la Real Fuerza Aérea, y trabajaba como voluntaria de la Cruz Roja en un hospital de Torquay. Varios refugiados belgas estaban alojados en la ciudad y lo que observó en ellos le inspiró el prototipo de Hércules Poirot, con su cabeza oval, mostacho engomado y relucientes zapatos de charol. Poirot solucionó el acertijo en la primera novela de la futura Dama Agatha: The Mysterious Affair of Styles (“El Misterioso Caso de Styles”).
Por espacio de tres años los editores rechazaron el libro. Por fin se publicó en 1920, se vendieron menos de 2500 ejemplares y la autora ganó 25 libras esterlinas. Sólo después de la aparición, en 1926, de su séptimo libro The Murder of Roger Ackroyd (“El asesinato de Roger Ackroyd”) llegó Agatha a la fama.
Por esos días vivía con su esposo y su hija Rosalind en Berkshire. Poco después su tranquila existencia comenzó a derrumbarse. Su madre murió y su esposo se enamoró de otra mujer.
Agatha desapareció. Localizaron su auto, abandonado, en un camino rural de la región, y durante diez días, miles de agentes policíacos y voluntarios la buscaron por toda Inglaterra. Guiándose por una información anónima recibida por teléfono, la policía encontró a la escritora en un hotel de Harrogate, donde se había registrado, inexplicablemente, con el nombre de la mujer con quien su esposo se casaría después. El suceso se comentó con grandes titulares y algunos escépticos dijeron que se trataba de un escándalo publicitario para vender The Murder of Roger Ackroyd.
Aunque confirmaron que había sufrido amnesia, Agatha Christie quedó hipersensible ante el asunto durante el resto de su vida. Sin embargo, aquel hecho dio a conocer su nombre en todo el país, y a la postre, se vendieron más de un millón de ejemplares del libro.
Agatha se divorció del coronel Christie dos años después, pero continuó usando este apellido como autora de novelas policíacas. En 1930 se casó con Max Mallowan, eminente arqueólogo que fue ennoblecido en 1968. Durante algunos años lo acompañó en sus expediciones arqueológicas por el Oriente Medio y le ayudó a fotografiar y clasificar utensilios. En un libro que publicó con el nombre de Agatha Christie Mallowan, Come, Tell Me How You Live (“Ven y dime cómo vives”) hizo un alegre relato de sus expediciones. También escribió cuentos y un libro de versos, y publicó varias novelas románticas con el seudónimo de Mary Westmacott.
Pero lo que ganó la celebridad a Agatha Christie fue el haber cultivado el arte de asesinar como tema de sus entretenidas historias.
En su preparación practicaba minuciosos estudios e investigaciones. Su trabajo como enfermera le permitió adquirir un conocimiento directo de los venenos. A veces las actividades arqueológicas de su esposo le proporcionaban el ambiente de sus novelas (Murder in Mesopotamia, Death on the Nile), e incluso localizó la acción de una (Death Comes as the End)* en Egipto en el año 2000 a. de J.C., para la cual hizo “inacabables indagaciones en torno a los pormenores de la vida diaria de la época”
Cierto lector escéptico viajó en el Expreso de Oriente, a través de Europa, sin otro fin que comprobar si Agatha Christie estaba en lo justo al referirse a los cambios de vía en Murder on the Orient Express. Y en efecto lo estaba.
Sus novelas de trama sólidamente construida (ideó algunas mientras estaba en el baño, mordisqueando una manzana, otras cuando limpiaba o cocinaba), le valieron el título de “Reina del laberinto”. Le gustaba desconcertar al lector, pero sostenía que nunca lo despistaba deliberadamente; sólo dejaba que perdiera la pista por sí mismo.
Por ejemplo, piden a un sospechoso de asesinato que ratifique una fecha. El hombre atraviesa la habitación para mirar de cerca un calendario. Al lector se le induce a pesan erróneamente que la fecha citada por el sospechoso es importante, pero la clave consiste en que el presunto culpable es demasiado miope para ver de un lado a otro del aposento.
Otra treta de Agatha Christie es la mirada sobre el hombro. Alguien mira al frente, por encima del hombro de otra persona, y lo que ve lo deja atónito. La escena se nos describe con todo detalle, de modo que sabemos exactamente qué personas y cosas se encuentran en el campo visual del personaje.
La clave reveladora se nos ofrece con tal llaneza que la perdemos en un mar de pistas falsas.
En una de sus tramas más ingeniosas, Dama Agatha desenmascara a una de las víctimas como el asesino. En otro caso, hace de su detective un homicida.
Tan magistral presdigitación literaria le conquistó la aprobación real. Cuanado la BBC le preguntó a la difunta reina María qué programa deseaba para su cumpleaños pidió un “radiodrama” de Agatha Christie. La autora lo escribió, le dio luego forma de cuento y, finalmente la de obra teatral de extensión corriente. Tituló a su obra The Mousetrap (“La ratonera”), por el “drama dentro de un drama” que hallamos en Hamlet de Shakespeare.
Dama Agatha nunca imaginó que esta obra tendría tanto éxito, pero los derechos de autor correspondientes, que ella había cedido a su nieto, han hecho rico a este.
Lo cierto es que la escritora cedió en vida sus derechos sobre otras muchas obras, con lo que evitó el pago de enormes impuestos sobre la herencia e hizo que su patrimonio, al morir ella, quedara reducido a unas 100.000 libras esterlinas.
Siendo ya de edad avanzada, anunció que escribía sólo un libro al año (que entregaba a su editor a tiempo para asegurar al público “a Christie for Christmas”) porque si escribía más, la mayor parte de las utilidades iría a parar al fisco.
Mujer tímida y retraída, que adoraba su jardín, dama Agatha, según la describía su representante literario, era “una señora aristocrática chapada a la antigua”. Vivía como los asesinos de su imaginación, en un mundo de grandes casas de campo, donde las personas visten de etiqueta para la cena y lamentan la desaparición de los buenos sirvientes de antes; donde la plata siempre está bien bruñida (de manera que muestre huellas digitales) y donde las jóvenes jamás pasean, sino que “corren con ligereza” por el césped, que está invariablemente segado (para mostrar huelas de pies).
En las páginas de Agatha Christie no encontrará el lector palabras obscenas ni implicaciones freudianas, y el erotismo en ellas no pasa de un casto beso. “No me gustan las muertes sucias. Ni me agrada tampoco la violencia”, insistía la escritora, aunque se comentaba que obtenía más provecho del asesinato que cualquier otra mujer desde Lucrecia Borgia*. “No sé nada de pistolas y revólveres, por lo cual suelo matar a mis personajes con un instrumento romo… o, mejor todavía, con venenos”.
Como despreciaba a los personajes que “andan golpeándose unos a otros por mero gusto”, hizo que su detective Hércules Poirot, hombre pulcro y de corta estatura, resolviera sus casos con ayuda de “las pequeñas células grises” de su cerebro. Poirot, impecablemente atildado, supremamente seguro de sí, que vivía sacudiéndose con un capirotazo alguna mota de polvo de la manga e intercalando en sus frases dos o tres palabras en un francés escolar, es probablemente el detective más famoso de la literatura policíaca desde Sherlock Holmes.
Cuando Dama Agatha lo lanzó, lo describió como un famoso inquisidor belga que se había jubilado antes de la Primera Guerra Mundial. Según esto, tendría unos 120 años, cuando murió, en 1975, suceso literario que informó el diario Times de Nueva York, publicando una nota necrológica en primera plana.
La escritora reconocía que la popularidad de Poirot la tenía asombrada, puesto que no era “el tipo de detective privado que uno contrataría actualmente”. Pero no es difícil entender la atracción universal que ejerce Poirot,o, por ejemplo, la anciana detective Miss Marple personaje para el cual Dama Agatha se inspiró en su abuela y su tía abuela y apareció por primera vez en 1930, cuando solucionó el caso de Murder at the Vicarage (“Asesinato en la Vicaría”)*. Poirot y Miss Marple representan la lógica en un mundo ilógico. La virtud siempre triunfa; la maldad queda al descubierto.
La novela policíaca es profundamente moral. Agatha Christie tejió sus relatos durante más de medio siglo, enseñando una lección de responsabilidad moral: “Somos felices o desdichados por lo que llevamos dentro de nosotros mismos”.
Cuando murió la escritora, había vivido ya bastante tiempo para ver la frase “un Agatha Christie” convertida en sinónimo de novela policíaca. De todos los continentes se recibieron homenajes en abundancia. Se dijo que era una leyenda, que su nombre sobreviviría a la gran mayoría de sus contemporáneos, que era una magnífica fuente de entretenimiento.
Quizá la mejor expresión de este homenaje fue el editorial de un periódico que terminaba así: “Agatha Christie proporcionó más placer que la mayoría de los restantes autores de libros”.
Y eso no es un logro cualquiera.
Revista Selecciones del Reader’s Digest, Tomo LXXIII, Año 37 Número 438, Mayo de 1977, págs. 63-68, Reader’s Digest México, S.A. de C.V., Ciudad de México, México
Fuente de la foto: Agatha Christie
Notas
*Publicada como Un Crimen Dormido, en español
*Publicada como Telón, en español.
*Un aproximado de más de 63 millones de libras esterlina para 2024.
*Murder in Mesopotamia: Asesinato en Mesopotamia; Death on the Nile: Muerte en el Nilo (o Poirot en Egipto); Death Comes as the End: La venganza de Nofret, en español.
*Lucrecia Borgia: Hija de Rodrigo Borgia (más adelante papa Alejandro VI) y de Vannozza Cattanei. Hermana de César, juan y Jofré. (…) su familia representó como ninguna las políticas del maquiavelismo y la corrupción sexual comúnmente asociadas a los papados renacentistas. Wikipedia
Atildado: Pulcro, impecable, elegante, minucioso, arreglado, etc. DLE RAE
Capirotazo: Golpe que se da haciendo resbalar sobre el pulgar la uña de otro dedo. DLE RAE
Inquisidor: Investigador, detective, indagador, averiguador, examinador, inspector, etc. wordreference.com
*Murder at the Vicarage: Muerte en la Vicaría, en español.
La advertencia y las notas son mías
Comentario: Iba a poner este título en enero cuando se conmemoraban los 49 años de la muerte de la autora pero por razones x no se pudo en ese mes..
Iré rescatando artículos interesantes sobre escritores, inventores, artistas, etc. y ponerlos en el blog mientras sea posible.