Prueba Pisa: ¿Por qué a los Países de América Latina les va tan mal?
José Joaquín Brunner*
América Latina ocupó algunos de los últimos lugares en la prueba PISA, 
que mide el nivel educativo de adolescentes en 65 países y cuyos 
resultados fueron divulgados esta semana. ¿Cómo resolver la trágica 
deuda pendiente con los niños de la región?  
Los resultados PISA vuelven a animar el debate sobre el estado de la 
educación latinoamericana. En efecto, los ocho países de la región 
participantes en este examen (Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, 
Colombia, México, Perú y Uruguay) califican dentro del 25 por ciento de 
más bajo rendimiento entre los 65 países participantes.
Aunque entre ellos hay significativas diferencias de resultados, 
ninguno muestra niveles satisfactorios de logro. Chile, el más 
aventajado de los países del grupo latinoamericano, exhibe un 
rendimiento promedio que equivale a un año menos de escolarización que 
en España y Portugal, 2 años menos que en Suiza y 3 años menos que en 
Singapur. Son brechas sustanciales que es imprescindible enfrentar.
Para ello lo primero es identificar las causas 
que explican este atraso. Según muestra la evidencia disponible, éstas 
son de dos tipos.
Por un lado, el contexto socioeconómico y 
cultural de los países latinoamericanos es adverso. Hay más pobreza, 
desigualdades y desintegración comunitaria que en las sociedades 
desarrolladas, pero se gasta menos en educación, en el cuidado de los 
niños y en la formación de profesores.
 Hay más violencia en los hogares y los padres tienen un menor nivel 
educacional. Muchos más niños y niñas viven vidas más difíciles en 
América Latina, en entornos hostiles, que sus pares de los países 
europeos. Y, a diferencia de lo que ocurre en un número de países del 
Asia donde la educación tiene un alto valor cultural y goza del apoyo 
absoluto de las familias, en América Latina la educación fue hasta la 
segunda mitad del siglo XX un privilegio de minorías mientras se negaba 
el acceso a las clases pobres del campo y la ciudad. Todavía ocurre así 
en varios países de la región, donde menos de la mitad de los jóvenes 
completa la educación secundaria.
Por otro lado, los sistemas escolares latinoamericanos --las escuelas
 y liceos, los docentes, los ministerios de educación, los directores y 
supervisores-- son débiles. No solo excluyen de las salas de clase a 
varios millones de niños y jóvenes sino que, además, un porcentaje de 
los que ingresan no obtiene una alfabetización a la altura del siglo 
XXI.
La infraestructura y el equipamiento de los 
colegios suelen ser precarios; el uso de tecnologías digitales limitado o
 inexistente; el tiempo dedicado al aprendizaje escaso; la disciplina 
excesivamente autoritaria o ausente, y las políticas educativas de los 
gobiernos son inestables, mal diseñadas a veces y su implementación y 
efectos poco evaluados.
Evidentemente cada uno de los países de la región sigue una trayectoria 
distinta, según muestra PISA. Por ejemplo, durante la última década 
Brasil exhibe una trayectoria moderadamente ascendente en lenguaje, 
matemática y ciencias; por el contrario, Uruguay retrocede en los mismos
 tres dominios. Chile y México avanzan gradualmente al menos en dos de 
estos dominios; Colombia los sigue algo más atrás. Argentina se halla 
estancada. Perú aparece a la cola a pesar de haber mejorado en el 
dominio de comprensión lectora durante la década pasada. Costa Rica 
recién comienza a participar en la prueba PISA de modo que no hay 
todavía un registro de su evolución.
En breve, el cuadro de resultados que ofrecen las pruebas 
internacionales obliga a América Latina a una acción profunda, 
persistente y urgente de cambios en la organización y prácticas de su 
educación.
¿Qué pueden aprender los países latinoamericanos
 de la experiencia de otros países que participan en este examen y de la
 evidencia producida por la investigación educacional?
En primer lugar, que es posible mejorar 
resultados del aprendizaje, pero que para lograrlo se requiere un 
esfuerzo concertado de la nación: del gobierno y los colegios, de las 
familias y autoridades locales, de los empresarios y universidades, de 
la sociedad civil y organizaciones no gubernamentales y, 
prioritariamente, de los docentes y sus alumnos. Se requieren políticas 
de largo plazo, estables, coherentes y dotadas de suficientes recursos.
 Los gobiernos deben contar con una estrategia de desarrollo 
sustentable de la educación que articule las expectativas y los 
intereses de los diversos actores. De no existir una tal estrategia, los
 políticas y medidas de los gobiernos se vuelven erráticas, prima el 
conflicto y al final los sistemas se estancan y la opinión pública 
pierde confianza en el valor de la educación como medio para ensanchar 
las oportunidades de vida y las posibilidades de movilidad social.
En seguida, la experiencia muestra que para 
mejorar la calidad de los aprendizajes América Latina necesita hacer un 
esfuerzo extraordinario de equidad educacional. No hay otro camino. La 
educación debe compensar las desigualdades de la cuna y para esto los 
países necesitan entregar atención temprana y jardines infantiles de 
calidad para la población más vulnerable.
Ningún niño debe quedar fuera de la escuela o abandonarla antes de 
completar la educación obligatoria. Es imperativo que ésta sea de 
similar calidad para todos. En esto reside el mayor desafío para la 
región. Para ello hay que formar profesores y directivos escolares 
capaces de elevar la efectividad de los procesos de enseñanza. Hay que 
evaluar resultados y corregir los bajos desempeños. Hay que premiar a 
los mejores profesores de aula y ofrecer segundas oportunidades de 
capacitación a aquellos menos competentes.
Todo esto obliga a invertir más y mejor en educación. En promedio, 
América Latina ha aumentado el gasto público en relación al PIB durante 
la última década. Pero el gasto por alumno es bajo aun y hay recursos 
que se usan con escasa eficiencia. Evidentemente, no se trata de 
convertir a los colegios en empresas ni puede esperarse que el mero 
hecho de aumentar el gasto traiga consigo mejores resultados.
Debe incrementarse el gasto pero, al mismo tiempo, importa mejorar la
 gestión, elevar los estándares y las exigencias, hacer efectiva la 
rendición de cuentas, generar un más fuerte control por parte de la 
comunidad y crear redes de apoyo para las escuelas, especialmente las 
más rezagadas.
En suma, PISA 2012 debe servir en América Latina
 no solo para construir rankings efímeros y hacer comparaciones 
deprimentes entre países de alto y mediano desarrollo si no para generar
 nueva información y conocimiento que ayude a mejorar el trabajo de los 
profesores en la sala de clase, de los directores en sus escuelas y de 
los políticos y académicos al momento de diseñar reformas e impulsar 
programas de innovación pedagógica".
*José Joaquín Brunner es profesor 
del Centro de Políticas Comparadas de Educación en la Universidad Diego 
Portales, Chile, y es considerado una autoridad mundial en educación.
 Fuente:
Añado:
Mientras los gobiernos sigan con sus estúpidas políticas, continúe creciendo la brecha entre ricos y pobres y subsistan el resto de problemas en la sociedad  no saldremos de esta crisis.
¿Perú ha avanzado en comprensión lectora? 
Con su permiso voy a reventar de risa con esa soberana mentira que dicen las autoridades de educación: cuando le das un texto literario a los alumnos a muchos se les hace un mundo de dificultades (cuesta arriba) el poder entenderlo y menos poder explicarlo con sus propias palabras.
Nos lo van a decir a nosotros que enseñamos Historia, Razonamiento Verbal y Razonamiento Matemático, y tenemos que perder un montón de tiempo repitiendo y explicando cosas tan sencillas que se caen de maduras porque los alumnos no pueden comprender y/o resolver algo tan simple...
Claro, sigan (y seguirán diciendo) que "hemos avanzado"... en el camino dorado... acompañando a Alicia y a Dorothy en el País de las Maravillas y en la Tierra de Oz.
Y con La Antología del Disparate
tal vez un rato la risa nos mate,
pero con la crisis de nunca acabar
después sólo nos echaremos a llorar.
Y volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
pero que los gobiernos cambien sus idiotas políticas
dejando de gastar millones en armamentismo inútil 
y poquísimo en educación y otros temas. 
Eso jamás pasará.