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domingo, 11 de mayo de 2025

5 recomendaciones que un libro de 400 años de antigüedad ofrece sobre la melancolía

 

Redacción
BBC News Mundo

 

En 1621, Robert Burton publicó "Anatomía de la Melancolía", el primer intento en el mundo occidental moderno por comprender y categorizar las causas, los síntomas y los tratamientos de esta experiencia humana universal.

Burton, quien era erudito y profesor de la Universidad de Oxford, Inglaterra, se inspiró en los escritos de otros y también en sus propias experiencias.

Pero ¿cuánto de esta obra fundamental de Burton se sostiene hoy en día con lo que sabemos de la depresión y los trastornos del estado de ánimo?

Para encontrar la respuesta, la escritora británica Amy Liptrop analiza a continuación 5 de las teorías de Burton.

 

1. Identificación de patrones

Para quien la padece, la depresión puede parecer inconexa, pero nuestros estados de ánimo a menudo siguen patrones bastante similares. Burton teorizó que la melancolía era una "enfermedad hereditaria" y buscó patrones de enfermedad mental en familias y entre generaciones.

Puede que no estuviera tan equivocado: hoy en día se ha descubierto que la depresión tiene un componente tanto genético como ambiental.

La doctora Frances Rice, que trabaja con familias para abordar los trastornos depresivos, explica: "Cuando un padre o madre padece depresión grave, me gustaría ver un servicio de salud donde tanto el niño como su familia puedan participar juntos y la familia también pueda recibir esa atención".

Los patrones genéticos no sólo son útiles para predecir enfermedades mentales; también podemos estudiar patrones en nuestro comportamiento.

El estudio de Robert Burton sobre la melancolía no se centra solo en los momentos más bajos, sino que también lleva al lector a las vertiginosas alturas de sus propias emociones.

Con los avances en nuestra comprensión de los trastornos del estado de ánimo, académicos contemporáneos han sugerido que los altibajos extremos de Burton podrían haber sido, de hecho, síntomas de trastorno bipolar.

Burton tenía una comprensión sorprendente de su propio estado de ánimo en constante cambio y de las circunstancias que lo afectaban.

Hoy en día, esta conciencia puede considerarse una herramienta vital para el manejo de una enfermedad mental.

Si podemos observar patrones en nuestros estados de ánimo y comportamientos, podemos empezar a gestionar los factores externos que contribuyen a ellos.

 

2. Los beneficios de un baño frío

En su libro, Burton recopiló una amplia gama de ideas y textos escritos por otros. El beneficio de bañarse al aire libre "en ríos frescos y agua fría" fue una de las teorías que incluyó, ya que se decía que era recomendable para cualquiera que deseara vivir una larga vida. Puede que tuviera razón.

400 años después, el doctor Mike Tipton, director de investigación del Laboratorio de Entornos Extremos de la Universidad de Portsmouth, Inglaterra, respalda esta idea.

La atribuye a algo llamado adaptación cruzada: "A medida que uno se acostumbra al estrés del agua fría y logra gestionarlo mejor a nivel fisiológico y celular, también reduce la respuesta inflamatoria a otros tipos de estrés que pueden provocar trastornos como la depresión".

 

3. Estar en contacto con la naturaleza

Para Burton, la naturaleza era clave para aliviar los síntomas de la melancolía. Ensalzaba las virtudes de hierbas y flores como la borraja y el eléboro para despejar la mente, purificar las venas de la melancolía y alegrar el corazón.

Según el profesor Simon Hiscock, director del Jardín Botánico de Oxford, plantas como la borraja se han utilizado para tratar la melancolía, la ansiedad y la depresión desde la época clásica.

No solo se creía que esta modesta hierba traía alegría, también se dice que se administraba a los soldados romanos con vino para infundir valor en la batalla.

Burton señaló que los efectos "regocijantes" de la naturaleza no se limitaban a las plantas comestibles.

También era un ferviente defensor de la jardinería, cavando y arando para revitalizar el cuerpo.

Para Monty Don, jardinero y locutor británico, esto sigue siendo cierto hoy en día. Don describe la "poderosa medicina" que surge al conectarse físicamente con las plantas, manipular la tierra y sentir el crecimiento del follaje que se ha plantado.

Monty Don ha experimentado los beneficios del ejercicio en sus propias experiencias con la depresión: "Suelo pensar que el mejor ejercicio es cuando se combina con algún tipo de función", afirma.

Pasear al perro, por ejemplo, proporciona ejercicio, propósito y una conexión con la naturaleza.

Las creencias de Burton sobre el poder de salir al aire libre ya han sido reconocidas formalmente e incluso se han incorporado en los tratamientos del Servicio Nacional de Salud de Reino Unido.

 

4. Un problema compartido

"La mejor manera de encontrar consuelo es compartir nuestra tristeza con un amigo, no reprimirla en nuestro propio pecho", escribió Burton hace 400 años.

La introspección y el aislamiento son comportamientos comunes entre quienes sufren depresión. Si bien esto rara vez mejora la situación, contrarrestar estos impulsos socializando puede parecer casi imposible.

La doctora Rice sugiere programar actividades placenteras como parte del plan de tratamiento.

Programar actividades proporciona un impulso para llevarlas a cabo, aumentando las posibilidades de que el paciente obtenga sus beneficios, incluso si esto es lo contrario de lo que siente que desea hacer.

Al acudir al médico de cabecera por bajo estado de ánimo, es probable que le receten antidepresivos, pero los médicos ahora también pueden recetar medicamentos sociales, como clases de arte o grupos de caminata.

 
"La mejor manera de encontrar consuelo es compartir nuestra tristeza con un amigo, no reprimirla en nuestro propio pecho", escribió Burton
 

Si la soledad, en lugar de una enfermedad mental grave, está causando anhedonia (la pérdida del gozo con las actividades que eran placenteras), una receta social podría ser mucho más útil que la medicación.

La comunidad es clave. Burton, por lo tanto, tenía razón cuando sugirió "recurre a amigos... cuyas bromas y alegrías pueden alegrarte".

 

5. Equilibrio entre vida laboral y personal

Bueno, "equilibrio entre vida laboral y personal" no es la terminología exacta que Burton habría usado.

El escritor optó por el término mucho más poético de "amor por aprender" en lugar de "estudiar excesivamente".

Su teoría era que pasar demasiado tiempo encorvado leyendo y escribiendo significaba no dedicar suficiente tiempo a otras prácticas que sabemos que son buenas para la salud mental, como el ejercicio, el sueño y la socialización.

Aquí es donde entra en juego el equilibrio: cuando nuestras mentes están inquietas y agitadas, estudiar nos proporciona una distracción bienvenida, un enfoque positivo y un sentido de propósito.

Sin embargo, estudiar demasiado nos hace sedentarios y solitarios, descuidando las demás actividades que nutren una mente sana.

Puede que Burton escribiera su obra hace 400 años, pero su colección de teorías sobre las causas, los síntomas y los tratamientos de la melancolía sigue siendo útil y relevante hoy en día.

Es claro que su comprensión de la fisiología está hoy completamente desactualizada, pero Burton, y aquellos a quienes estudió, tenían un entendimiento innato de cómo aliviar mejor nuestros síntomas melancólicos.

Si la autoconciencia, la natación, la naturaleza, la comunidad y la lectura funcionaron para ellos, ¿por qué no para nosotros?

 

Fuente: Anatomía de la Melancolía

lunes, 9 de septiembre de 2024

Cómo la "peligrosa" idea de que extraterrestres visitaron la Tierra está cada vez más extendida y hasta ha influido en la política

La creencia de la visita de seres extraterrestres a la Tierra podría ser un problema generalizado ante el hecho de que no hay pruebas científicas concretas sobre ello. 

 

Por Tony Milligan

The Conversation*

 

La idea de que los extraterrestres pueden haber visitado la Tierra se está volviendo cada vez más popular.

Alrededor de una quinta parte de los ciudadanos del Reino Unido cree que el planeta ha sido visitado por estos supuestos seres, y se estima que el 7% cree haber visto un ovni.

Las cifras son aún más altas en Estados Unidos y están aumentando.

El número de personas que creen que los avistamientos de ovnis ofrecen una prueba probable de vida extraterrestre aumentó del 20% en 1996 al 34% en 2022. Mientras que alrededor del 24% de los estadounidenses dicen haber visto un ovni.

 Esta creencia es ligeramente paradójica, ya que no tenemos ninguna evidencia de que existan extraterrestres. Es más, dadas las enormes distancias entre los sistemas estelares, parece extraño que solo nos enteremos de ellos a través de una visita. 

Es más probable que la evidencia de la presencia de extraterrestres provenga de señales de planetas lejanos.

En un artículo de mi autoría que fue aceptado para publicación en la revista Proceedings of the International Astronomical Union, sostengo que la creencia en visitantes extraterrestres ya no es una rareza, sino un problema social generalizado.

La creencia está aumentando hasta el punto de que los políticos, al menos en EE. UU., sienten que tienen que responder.

La divulgación de información sobre supuestos Fenómenos Anómalos No Identificados (FANI en lugar de OVNIs) por parte del Pentágono ha recibido mucha atención bipartidista en el país.

Gran parte de ella se basa en tropos anti-élite conocidos que ambos partidos han estado dispuestos a utilizar, como la idea de que los militares y una camarilla secreta de intereses comerciales privados están manteniendo oculta la profunda verdad sobre las visitas extraterrestres.

Se cree que esa verdad involucra avistamientos, secuestros y tecnología alienígena de ingeniería inversa.

 

La idea del encubrimiento 

La creencia en un encubrimiento es incluso mayor que la creencia en las visitas extraterrestres. En 2019, una encuesta de Gallop encontró que un 68% de los estadounidenses creía que "el gobierno de EE.UU. sabe más sobre los OVNIs de lo que dice".

Esta tendencia se ha estado gestando durante décadas.

Jimmy Carter prometió la divulgación de documentos durante su campaña presidencial en 1976, varios años después de que él mismo reportara haber visto un ovni. Como sucede con tantos otros avistamientos, la explicación más simple es que vio a Venus (eso sucede muy a menudo).

Hillary Clinton también sugirió que quería “abrir archivos [del Pentágono] tanto como pudiera” durante su campaña presidencial contra Donald Trump.

Mientras que Trump sugirió que tendría que “pensar” si era posible desclasificar la llamada documentación de Roswell (relacionada con el famoso supuesto choque de un ovni y la recuperación de cuerpos extraterrestres).

El expresidente Bill Clinton afirmó haber enviado a su jefe de gabinete, John Podesta, al Área 51, una instalación altamente clasificada de la Fuerza Aérea de los EE.UU., por si alguno de los rumores sobre tecnología extraterrestre en el lugar fuera cierto.

Vale la pena mencionar que Podesta es un entusiasta desde hace mucho tiempo de todo lo relacionado con los ovnis.

En el Congreso de EE.UU. se han presentado proyectos para que el Pentágono revele supuesta información relacionada a fenómenos anómalos no identificados.

El defensor actual más destacado de la divulgación de documentos es el líder demócrata del Senado Chuck Schumer. Su proyecto de ley de divulgación de fenómenos anómalos no identificados (UAP, en inglés) de 2023 fue copatrocinado por tres senadores republicanos.

La divulgación del Pentágono finalmente comenzó durante las primeras etapas del mandato de Joe Biden, pero hasta ahora no ha habido nada.

No hay encuentros. No hay nada cercano. Aun así, el ruido de fondo no desaparece.

 

Problemas para la sociedad 

Todo esto, en última instancia, está alentando teorías de conspiración, que podrían socavar la confianza en las instituciones democráticas.

Ha habido llamamientos humorísticos para asaltar el Área 51. Y después del asalto al Capitolio en 2021, ahora esto parece una posibilidad peligrosa.

Demasiado ruido de fondo sobre ovnis y UAP también puede interferir en la comunicación científica legítima sobre la posibilidad de encontrar vida extraterrestre microbiana.

La astrobiología, la ciencia que se ocupa de estos asuntos, tiene una máquina publicitaria mucho menos efectiva que la ufología.

History, un canal de YouTube en parte propiedad de Disney, ofrece regularmente programas sobre "alienígenas ancestrales". El programa está ahora en su vigésima temporada y el canal tiene 13,8 millones de suscriptores.

 El canal de astrobiología de la NASA tiene 20.000 suscriptores ganados con esfuerzo. La ciencia real se ve superada en número por el entretenimiento empaquetado como factual.

 

La amenaza para los pueblos indígenas

Las narrativas de visitas extraterrestres también han intentado repetidamente secuestrar y sobrescribir la historia y la mitología de los pueblos indígenas.

Los primeros pasos en esta dirección se remontan al cuento de ciencia ficción “Explosión: la historia de una hipótesis” escrito por Alexander Kazantsev en 1946.

El escrito presenta el evento del impacto del meteorito de Tunguska de 1908 como una explosión similar a la de Nagasaki del motor de una nave espacial extraterrestre.

En el relato de Kazantsev, una superviviente negra gigante ha quedado abandonada, dotada de poderes curativos especiales, lo que la ha llevado a ser adoptada como chamán por el pueblo indígena evenki.

La NASA y la comunidad científica espacial apoyan iniciativas como la Native Skywatchers, creada por las comunidades indígenas ojibwa y lakota, para garantizar la supervivencia de las historias sobre las estrellas. Existe una red real y extensa de estudios indígenas sobre estos temas.

Pero los ufólogos suelen combinar relatos indígenas genuinos sobre la vida que llega de los cielos con cuentos ficticios sobre ovnis, empaquetados como historia suprimida.

Pero la narrativa moderna de las visitas extraterrestres no ha surgido de las comunidades indígenas. Todo lo contrario. Surgió en parte como una forma para que los difusores de teorías conspirativas de una Europa desgarrada por el racismo “explicaran” cómo existieron civilizaciones urbanas complejas en lugares como Sudamérica antes de la colonización europea.

Al pasar por el filtro de la contracultura de la nueva era de los años 60, la narrativa se invirtió para valorar a los pueblos indígenas como poseedores de tecnología avanzada.

Hubo un tiempo en que, según esta visión, cada civilización indígena era Wakanda, un país ficticio que aparece en los cómics estadounidenses publicados por Marvel.

Si todo esto se quedara en su propia categoría, como ficción entretenida, entonces las cosas estarían bien. Pero no es así.

Las narraciones de visitas tienden a sobrescribir las historias indígenas sobre el cielo y la tierra.

Este es un problema para todos, no solo para los pueblos indígenas que luchan por continuar con las tradiciones auténticas.

Amenaza nuestra comprensión del pasado. Cuando se trata de conocer a nuestros antepasados ​​remotos, los restos de la narración prehistórica son pocos y valiosos, como en la narración indígena sobre las estrellas.

Tomemos como ejemplo los cuentos de las Pléyades, que en sus formas estándar datan de hace al menos 50.000 años.

Quizá por eso estos cuentos en particular son objeto de una intensa crítica por parte de los entusiastas de las visitas extraterrestres, algunos de los cuales incluso afirman ser “pleyadianos”.

No es de extrañar que los pleyadianos no se parezcan a los lakota o a los ojibwa, sino que son sorprendentemente rubios, de ojos azules y nórdicos.

Cada vez resulta más evidente que la creencia en las visitas extraterrestres ya no es sólo una especulación divertida, sino algo que tiene consecuencias reales y perjudiciales.

 

Puedes leer la versión orginal de este artículo publicada en inglés por The Conversation.*

Tony Milligan investiga sobre filosofía de la ética en el King´s College de Londres.*

 

Fuente: Extraterrestres 

viernes, 27 de enero de 2023

¿Ya vio el árbol?

Yo deseaba que nadie dejara de disfrutar de esa maravilla 

Por Robert Kyff 

 

Mi vecina, la señora Gargan, fue la primera en señalármelo.

—¿Ya vio usted el árbol?— me preguntó un día en que estaba sentado en el jardín trasero de mi casa, disfrutando plácidamente de un crepúsculo de octubre—. El de la esquina. Se ve hermoso con tantos colores. Debería usted verlo.

Le dije que lo haría, pero pronto lo olvidé. Tres días después iba trotando por la calle con la mente llena de preocupaciones triviales, cuando un estallido de color naranja brillante atrajo mi mirada. Por un instante creí que se estaba incendiando una casa. Luego me acordé del árbol.

Cuando me hallé más cerca, aminoré el paso hasta caminar. En la forma del árbol no había nada de particular, se trataba de un arce de tamaño mediano. Pero la señora Gargan tenía razón: sus colores eran fascinantes. Como remolino de manchas en la paleta de un pintor, el árbol despedía un resplandor carmesí en las ramas bajas, ardía con vívidos amarillos y naranjas en el centro y alcanzaba un borgoña oscuro en lo alto. Entre esos colores ardientes descendían en cascada arroyuelos de hojas verde pálido y manchones de hojas verde oscuro, no tocadas aún por el otoño.

Me acerqué con la veneración con que un peregrino se acerca a un santuario, y advertí la presencia de varias ramas desnudas cerca de la punta; las varitas negras que salían de ellas arañaban el aire como garras. Las hojas muertas tapizaban de color escarlata el suelo próximo al tronco.

El árbol parecía un globo terráqueo que abarcara en sus amplias ramas todas las estaciones y todos los continentes: la primavera y el verano del Hemisferios Sur en los verdes pálidos y oscuros, el otoño y el invierno del norte en los amarillos refulgentes y las ramas desnudas. El planeta entero parecía suspendido en el eje de este pastiche.

Mientras me deleitaba con su belleza, me vino a la mente lo que comentó el poeta Ralph Waldo Emerson acerca de las estrellas. Sil as constelaciones aparecieran sólo una vez cada mil años, observó, ¿qué acontecimiento tan emocionante sería? Per o apenas si les prestamos atención porque podemos verlas todas las noches.
Pensé lo mismo con respecto al árbol. Como su majestuosidad dura tan sólo una semana, deberíamos apreciarla en lo que vale. Y yo por poco me la pierdo.

En cierta ocasión, el padre de la poetisa Emily Dickinson vio un espléndido despliegue de luces boreales en los cielos de Massachusetts, y echó al vuelo la campana de la iglesia para avisar a la gente del pueblo. Sentí ganas de hacer lo mismo. Deseaba que nadie dejara de disfrutar de esa maravilla. 

No habiendo a la mano una campana, a cuanto vecino me encontré en el camino de regreso a casa le hice la misma pregunta —sencilla pero trascendental— que me había hecho la señora Gargan: “¿Ya vio el árbol?”
 

© 1990 por Robert S. Kyff. Condensado de “Hartford Courant” (21-X-1990), de Hartford, Connecticut.

Revista Selecciones del Reader’s Digest, Tomo CVII, Número 638, Año 54, Enero de 1994, páginas 89-90, Reader’s Digest Latinoamérica, S.A., Coral Gables, Florida, Estados Unidos