Millones de personas alrededor 
del mundo están renunciando al gluten. El autor William Kremer es uno de
 ellos. Y tiene sus razones para haber dejado de comprar el pan y los 
pasteles tradicionales. Pero no está seguro de por qué lo hacen los 
demás, como escribe a continuación. 
Esta es la manera en la 
que liberas tu vida del gluten. Primero, retiras el pan, la harina y los
 cereales de trigo del desayuno. Tiras frascos abiertos de mermelada y 
tarrinas de margarina por si tuviesen migas.
Millones de personas 
están haciendo todo esto y probablemente mucho más a medida que van 
convirtiendo sus cuerpos en zonas libres de gluten.
Alrededor de 
70 millones de estadounidenses -el 29% de la población adulta- aseguran 
que están tratando de cortar el consumo de gluten, según la empresa de 
investigación de mercados NDP.
En Reino Unido, por ejemplo, el 60%
 de los adultos han comprado un producto sin gluten, de acuerdo a los 
datos de la encuestadora aYouGov, y un 10% de los hogares tienen algún 
miembro que piensa que el gluten es malo para la salud.
Uno de estos 2,6 millones de hogares es el mío. En febrero, Sam, mi hijo de 21 meses fue diagnosticado de celiaquía.
Dificultades para procesar el gluten 
Los seres humanos generalmente tienen mucho que agradecerle al 
gluten. Convierte el pan en un producto más suave y esponjoso al hacer 
que la masa se eleve durante la cocción.
Pero es la única de las proteínas que no puede ser descompuesta por completo por el cuerpo humano y convertida en aminoácidos.
 Lo más que podemos hacer es dividirla en cadenas de ácidos llamados péptidos.
Estos
 simplemente pasan a través del cuerpo de la mayoría de la gente, pero 
los celíacos están genéticamente predispuestos a alertar sobre ellos al 
sistema inmunológico, el cual cree que está siendo atacado por 
microbios.
Una guerra comienza, y hay daños colaterales: una 
reducción de las vellosidades, filamentos con forma de finos dedos que 
recubren el intestino delgado y absorben los nutrientes hacia el flujo 
sanguíneo.
A medida que se atrofian, su superficie disminuye y no pueden hacer su trabajo apropiadamente.
La
 enfermedad celiaca es bastante común. Afecta a alrededor del 1% de las 
personas del mundo desarrollado, pero no es suficiente para explicar la 
creciente popularidad de la dieta sin gluten.
 Según la empresa de estudios de mercado Mintel, el 7% de los adultos 
de Reino Unido evitan el gluten a causa de una alergia o una 
intolerancia (estrictamente hablando, la enfermedad celiaca no es 
ninguna de las dos cosas), y más de un 8% lo evitan como parte de "un 
estilo de vida saludable".
Dejar el gluten, ¿una moda?
Este
 punto de vista, según el cual el gluten no es sólo malo para celiacos 
como Sam sino para todo el mundo, es apoyado por una corriente de 
blogueros, nutricionistas que venden 
best sellers y famosos. Un informe de Mintel valora en casi US$9.000 millones el mercado estadounidense de productos sin gluten.
Un
 vistazo a las búsquedas en Internet en los últimos años sugiere que el 
aumento de interés en las dietas sin gluten tiene poco que ver con una 
creciente conciencia de la enfermedad celíaca, y mucho que ver con la 
popularidad de las dietas "paleo": el movimiento alimenticio que busca 
que la humanidad vuelva a la Edad de Piedra, al menos en cuanto a la 
dieta se refiere.
La existencia de la sensibilidad al gluten sigue
 en discusión, pero el doctor Alessio Fasano, director del Centro de 
Investigación Celíaca en Estados Unidos, es un firme creyente.
 En 1993, Fasano asumió como director de gastroenterología pediátrica 
en la Universidad de la Escuela de Medicina de Maryland. Era un joven 
médico procedente de Nápoles, Italia, donde había visto al menos 20 ó 30
 niños a la semana con trastorno celíaco.
En Estados Unidos era 
otra historia. "Pasaban los días, las semanas, los meses, y no veía un 
solo caso de celiaquía. Ni uno", recuerda. Posteriormente averiguó que 
era una cuestión de mal diagnóstico.
Aunque sus colegas eran 
escépticos, puso en marcha un gran estudio epidemiológico con 13.000 
personas que ayudó a cambiar las cifras: de una prevalencia calculada en
 una de cada 10.000 personas afectadas por la enfermedad, pasó a una de 
cada 133. Su clínica trata actualmente a más de 1.000 pacientes al año.
A
 diferencia de la alergia al trigo y la celiaquía, la sensibilidad al 
gluten no tiene una serie de biomarcadores conocidos, es decir, los 
médicos no pueden saber si un paciente la sufre con un examen (hay una 
prueba de sangre pero no aporta resultados precisos para muchos 
pacientes).
Así que sólo se puede diagnosticar eliminando otros trastornos y después probando una dieta sin gluten.
Aunque
 el gluten no tiene valor nutritivo en sí mismo, hacer un cambio radical
 en la dieta sin la supervisión de un especialista es una mala idea, 
insiste Fasano.
Diferencias en torno al gluten
            
                            
"Dejar de ingerir gluten te priva de muchos elementos clave en la 
dieta, como vitaminas y fibras que necesitan ser compensadas para 
mantener una nutrición equilibrada", sostiene.
 
Difícil diagnóstico
Parte
 de la controversia en torno a la sensibilidad al gluten nace de la 
dificultad para distinguir los beneficios que cualquiera puede 
experimentar al adoptar una dieta sin gluten del efecto placebo (el 
poder de las expectativas del paciente de que el tratamiento conducirá a
 la cura).
La falta de biomarcadores físicos para la sensibilidad 
al gluten también significa que es difícil saber cuántas personas están 
afectadas.
El cálculo de Fasano, al cual ha llegado estudiando el 
historial de los pacientes, es del 6%, una cifra más alta que el 1% de 
celíacos.
Pero con un 29% de adultos estadounidenses que intentan 
evitar el gluten, hay un 22% -53 millones de personas- que no están en 
el espectro de sufrir enfermedades relacionadas con el gluten pero que 
aun así dicen que quieren eliminarlo de su dieta.
En 2013, se pidieron 200 millones de comidas sin gluten en los restaurantes, según datos del NPD.
"Nos hemos estado rompiendo la cabeza para entender este fenómeno social", explica Fasano.
 "Empezamos esta cruzada, por decirlo así, para sensibilizar a la 
comunidad estadounidense sobre la existencia de la celiaquía. No nos 
dimos cuenta de que este péndulo se iba a descontrolar e iba a ir hasta 
el otro extremo".
Cuando le pregunto si adoptar una dieta sin gluten puede ayudar a alguien a perder peso, Fasano se ríe.
"Si
 empiezas una dieta sin gluten, y tomas o comes sustitutos como cerveza 
sin gluten, o pasta, galletas, etc., lo que harás será subir de peso. 
Una galleta común tiene 70 calorías. La misma galleta, sin gluten, puede
 subir hasta 210 calorías.
"Tienes que sustituir el gluten con 
algo que haga que esa galleta sea comestible, por lo que la cargas con 
grasas y azúcares. Toma en cuenta esto: un gramo de proteína contiene 
cuatro calorías; un gramo de grasa, nueve".
Pero, añade, puede ser
 posible perder peso con una dieta sin gluten si se eligen productos 
naturales como pescado fresco, carne, verduras y fruta.
Académicos enfrentados 
Dos libros muy populares –
Wheat Belly (Panza de trigo) de William Davis, y
 Grain Brain
 (Mente de granos) de David Perlmutter- han sido especialmente 
importantes a la hora de alertar a los estadounidenses sanos sobre los 
"peligros" del trigo y el gluten.
Ambos libros hacen referencia a 
la investigación de Fasano, pero el experto dice que están llenos de 
exageraciones y generalizaciones ("El gluten y los carbohidratos están 
destruyendo tu cerebro", se lee en la contraportada del libro de 
Perlmutter).
Frustrado por esta cobertura sensacionalista, Fasano publicó su propio libro el año pasado: 
Gluten Freedom (Libertad del gluten), escrito con Susie Flaherty.
Dice
 que comer gluten no supone ningún riesgo para las personas que están 
fuera del espectro de enfermedades relacionadas con este elemento, y la 
mayoría de los expertos está de acuerdo con él.
"Cuando tenemos 
algo como el gluten, es muy importante dejar que la ciencia sea lenta y 
humilde", dice otro experto en la materia, Alan Levinovitz.
Académico especializado en religión y literatura, puede parecer 
extraño que Levinovitz se haya involucrado en el debate sobre el gluten.
Pero
 dice que ve la moda contra el gluten como una combinación entre los 
poderosos mitos de un paraíso pasado con una actitud anticorporativa 
hacia la industria alimentaria.
En su nuevo libro, 
The Gluten Lie
 (La mentira del gluten), Levinovitz señala que no es la primera vez que
 un tratamiento para celíacos se pone de moda. Ya ocurrió en las décadas
 de 1920 y 1930.
Muchos de los famosos que han abandonado el 
gluten -una lista que incluye a Gwyneth Paltrow, Miley Cyrus y Victoria 
Beckham- dicen que no han eliminado el gluten de sus dietas por 
diversión, sino porque tienen intolerancia, algo que usualmente se 
detecta con la ayuda de un nutricionista o un gurú de la salud.
En
 su libro, Levinovitz habla también del efecto "nocebo": la idea de que 
creer que algo te puede hacer daño genera de verdad efectos negativos.
¿Puede
 ser que una gran parte de EE.UU. se encuentre bajo lo que los médicos 
llaman una "enfermedad masiva sociogénica" cuando se trata del gluten?
A la gente no le gusta que le digan que su enfermedad está sólo en su mente.
 
Una decisión arriesgada
Levinovitz sabía que iba a recibir fuertes críticas por su libro, 
pero le impactó la cantidad de mensajes cargados de odio que recibió.
"Si
 le dices a alguien, 'Oye, los científicos acaban de descubrir que 
Plutón no es un planeta', a nadie le importa. Sólo dicen '¡oh! ¿es un 
meteorito? ¡Genial!'". Pero, añade, hablarle a la gente sobre mitos de 
la comida es como atacar su identidad.
"Es aterrador pensar que 
podemos no entendernos a nosotros mismos. Que podemos estar equivocados 
sobre nuestros cuerpos y sobre los efectos de lo que ponemos en ellos.
"Mirando hacia atrás, ojalá mi tono hubiera sido menos burlón, un poco más sensible".
Pero Levinovitz cree firmemente que la moda del sin gluten no está libre de peligros.
Muchos pacientes que lidian con desórdenes alimentarios, sostiene, empezaron su declive con dietas de exclusión.
 Hay pruebas que sugieren que una ansiedad extrema sobre lo que 
comemos puede conducir a síntomas que no son diferentes a aquellos de la
 sensibilidad hacia el gluten.
Pero al menos ya no es un tema tabú o desconocido.
Según crece, mi pequeño se beneficiará de un abanico y una calidad sin precedentes de productos alimentarios para su condición.
Es también fantástico que cuando dices en cafés y restaurantes que el niño no come gluten, la gente sabe de qué estás hablando.
Fuente: 
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/07/150718_salud_gluten_dieta_moda_celiacos_finde_jm