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sábado, 23 de agosto de 2025

El intenso asedio al que Alejandro Magno sometió a Gaza y su cruel venganza contra el comandante enemigo

 
Hace 2.355 años, Alejandro Magno sitió la ciudad de Gaza.
 
Por Dalia Ventura
BBC News Mundo
 
 
En 332 a.C, Alejandro III de Macedonia tenía su mirada de conquistador puesta en Egipto.

Pero en su camino se interponía "Gaza, una ciudad de importancia considerable", como la describió el grecorromano Flavio Arriano en su "Anábasis de Alejandro Magno", en el siglo II d.C.

Y es que ciertamente Gaza ha sido muy importante durante gran parte de su larga historia, a menudo por razones muy distintas a las que hoy mantienen la atención en esa franja que Israel invadió tras los ataques de Hamas del 7 de octubre de 2023, punto de partida de un conflicto que ha cobrado al menos 62.000 vidas, según el Ministerio de Salud del territorio.

En esa época, como apunta Arriano, no sólo estaba en un valle que era un oasis de vida rodeado de desiertos, sino que era "la última ciudad construida según se va de Fenicia a Egipto".

Es decir que era el primer o último lugar acogedor antes o después de internarse en el inhospitable desierto del Sinaí, dependiendo de la dirección de viaje entre Asia y África por los imperios del Levante Mediterráneo.

Por su valor estratégico, cambiaba de manos constantemente.

Cuando, por ejemplo, en el siglo XII a.C. los filisteos se la quitaron a los egipcios tras 300 años de ocupación, se convirtió en un importante centro de la Pentápolis filistea (liga de cinco ciudades).

Fue ahí donde estuvo preso el bíblico héroe Sansón después de que Dalila, sobornada por los líderes filisteos, le cortara el pelo, y donde murió al derribar el templo del dios Dagón.

"¡Muera yo junto con los filisteos!": últimas palabras de Sansón en Gaza. (Obra de Cornelis Massys, 1549).

 

Después de los filisteos, estuvo bajo el dominio del rey israelita David y de los asirios, egipcios y babilonios, hasta que, en el siglo VI a.C., fue capturada por Ciro el Grande, fundador del primer Imperio persa.

Y ese era el imperio que Alejandro Magno se había propuesto derrotar desde su ascensión al trono en 336 a.C.

 

"Imposible"

Cuando Alejandro Magno se encontró frente al elevado montículo en el que descansaba Gaza y se enfrentó al reto de burlar el seguro muro que protegía todo su perímetro, ya llevaba más de dos años en su conquista de Asia.

Había cruzado el Helesponto en 334 a.C. comandando un ejército de unos 30.000 soldados de infantería y más de 5.000 jinetes, y desde entonces había acumulado una cadena de victorias.

La más reciente había sido espectacular: en julio de 332 a.C. bloqueó y asedió a Tiro, la ciudad-estado fenicia más importante y base naval persa, durante siete meses, hasta que logró doblegarla, a pesar de que se encontraba en una isla y sus murallas llegaban hasta el mar.

Noticias de la dureza del castigo tras esa batalla le allanó el camino al rey macedonio hacia Egipto, en el que no encontró oposición... hasta que llegó a Gaza.

Estaba gobernada por un eunuco llamado Betis (o Batis), comandante del Imperio persa, quien, en vez de rendirse ante el invencible Alejandro, requirió "los servicios de unos mercenarios árabes, y se abasteció abundantemente de trigo para un largo asedio", relata Arriano, "confiando en que (Gaza) no podía nunca ser tomada por la fuerza".

Esa fue también la opinión de aquellos a los que Alejandro les encargó construir lo necesario para asaltar la ciudad, quienes le dijeron que "resultaba imposible tomar aquellos muros por la fuerza, debido a la gran altura del montículo".

Sin embargo, para Alejandro, "un éxito contra todo pronóstico tendría un enorme impacto disuasorio sobre sus enemigos".

Además, "el no conquistarla sería motivo de vergonzoso descrédito ante los griegos y el propio (rey persa) Darío".

 

Presagio

 

Asedio de Gaza por Alejandro Magno. Grabado de 1899, coloreado.

 

Decidido, Alejandro mandó levantar un terraplén para poder poner las máquinas de asalto a la altura de las murallas, y mandó a traer los equipos que había usado en Tiro.

Pero cuando estaba por ofrecer un sacrificio a los dioses, "un pájaro carroñero que revoloteaba por encima del altar dejó caer sobre su cabeza una piedra que entre su par de garras llevaba".

Consultó a su adivino predilecto sobre qué presagiaba tal acontecimiento, y la respuesta fue: "conseguirás tomar la ciudad, pero tú deberás tener una extrema precaución en el día de hoy".

Obedeció... por un rato.

Apenas los enemigos atacaron a los macedonios desde su privilegiada posición en la altura, salió a defenderlos, con éxito, pero fue herido en un hombro.

A pesar de que la herida era grave, se alegró pensando que si esa parte del presagio se había cumplido, ocurriría lo mismo con la otra: la ciudad caería.

Así fue. Esa misión juzgada imposible resultó no serlo.

Las murallas de la ciudad finalmente cedieron; partes fueron destrozadas a golpes, otras se hundieron luego de que la tierra que las sostenía fuera extraída.

Tras unos 100 días de lucha, batallón tras batallón de conquistadores entraron en la ciudad y fueron abriéndole el paso a todo el ejército.

"Los de Gaza, incluso cuando ya su ciudad estaba en manos del enemigo, continuaron resistiendo hasta morir todos, luchando cada uno en el puesto que les había sido asignado", relata Arriano.

Las pérdidas humanas fueron grandes, de lado y lado.

"En aquel combate perecieron cerca de 10.000 persas y árabes, pero tampoco para los macedonios la victoria fue incruenta", señaló, en su "Historiae Alexandri Magni" (Historia de Alejandro Magno) el autor romano Quintus Curtius Rufus.

 

Furia

Página iluminada de "Historiae Alexandri Magni" (Historia de Alejandro Magno de Macedonia), de Quintus Curtius Rufus, manuscrito en latín.

 

Quien sí sobrevivió a la batalla fue el comandante de Gaza, según Curtius, cuya obra es una fuente importante sobre la vida de Alejandro Magno, aunque varios estudiosos la consideran más como una novela histórica basada en algunas fuentes fidedignas.

Cuenta que "Betis combatió valientemente y, acribillado de heridas, fue abandonado por los suyos; no por ello, sin embargo, luchó con menos ardor a pesar de que las armas se le resbalaban de las manos, tintas como estaban en su propia sangre y en la sangre del enemigo".

Pero su fin fue cruento.

"Cuando lo trajeron, Alejandro, joven como era, se dejó llevar de una alegría insolente, él que en otras ocasiones había admirado el valor incluso en el enemigo.

"'No morirás como has querido', dijo, 'sino que vas a tener que padecer todo lo que puede inventarse contra un enemigo'.

"Betis, mirando al rey con rostro no sólo impertérrito sino incluso altivo, no despegó los labios ante sus amenazas.

"A la vista de ello, Alejandro dijo: '¿No ves cómo persiste, terco, en no hablar? ¿Acaso se arrodilló? ¿Acaso pronunció una palabra de súplica?

"'Yo doblegaré, sin embargo, su silencio y, si no puedo hacer otra cosa, al menos quebrantaré su mutismo con sus gemidos'.

"Después su ira se trocó en rabia, pues ya por entonces su nueva fortuna se veía influida por las costumbres extranjeras.

"A Betis se le atravesó con unas correas los talones cuando todavía respiraba y, atado a un carro, fue arrastrado por unos caballos alrededor de la ciudad, vanagloriándose el rey de que, al infligir al enemigo un tal castigo, había imitado a Aquiles del que él descendía".

 

¿Y después?

Alejandro Magno creó un imperio que se extendía por tres continentes y cubría alrededor de dos millones de kilómetros cuadrados. 

 

Pues el biógrafo y filósofo griego del siglo I, Plutarco, quien al principio de su "Vida de Alejandro" señaló que "muchas veces un hecho de un momento, un dicho agudo y una niñería sirven más para pintar un carácter que batallas en que mueren millares de hombres, numerosos ejércitos y sitios de ciudades".

Tras esa victoria en Gaza, además de enviarle grandes cantidades del botín "a Olimpíade, a Cleopatra y a sus amigos", Alejandro despachó también un regalo a Leónidas, quien había sido su tutor cuando era adolescente.

En esa época, un día Leónidas lo había visto arrojando olíbano (o franquincienso) al fuego del altar a manos llenas, y le había dicho:

"Cuando conquistes las tierras que producen esos aromas, podrás quemarlos en tal abundancia; por ahora, usa con moderación lo que tienes".

Alejandro no lo olvidó, así que ese regalo que le mandó desde Gaza iba con una nota:

"Te envío mirra e olíbano en abundancia, para que dejes de ser tacaño con los dioses".

En Gaza, relata Arriano, "Alejandro tomó como esclavos a las mujeres y sus hijos, repobló la ciudad con gente de los pueblos vecinos y se sirvió de ella como fortaleza para la guerra".

Y siguió su camino a Egipto, donde fue recibido con los brazos abiertos.

A los 25 años de edad, el ya rey de Macedonia, hegemón de Grecia y faraón de Egipto se convirtió en Gran rey de Media y Persia.

 

El intenso asedio al que Alejandro Magno sometió a Gaza 

 

viernes, 21 de marzo de 2025

Un Día como Hoy en un Libro

1806

Benito Juárez

El político mexicano Benito Pablo Juárez García nació el 21 de marzo de 1806 en San Pablo Guelatao cerca de Oaxaca. Sus padres, indios zapotecas, murieron cuando tenía tres años de edad.
Después de ingresar en el seminario de Oaxaca, en 1829 trocó los estudios eclesiásticos al entrar en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca donde estudió Derecho y Ciencias,
En 1834 se inició en el ejercicio de la abogacía, convirtiéndose en el defensor de las causas de los indios pobres. Rápidamente mejoró su posición, tanto personal ―en 1843 casó con Margarita Maza, perteneciente a distinguida familia—como profesional y política, actividad ésta en el que se había iniciado el año 1832.

En 1842 fue nombrado juez y en 1846 formó parte del triunvirato legislativo de su Estado natal, del cual fue designado gobernador en 1847, cargo en el que permaneció hasta la llegada al poder de Antonio de Santa Anna en 1853. Desterrado por éste, marchó a los Estados Unidos de donde regresó en 1855 al triunfar el movimiento encabezado por Juan Álvarez e Ignacio Comonfort, quienes le confiaron la cartera de Justicia. México vivió durante este período bajo el influjo benéfico de una política liberal, basada en el establecimiento de un gobierno constitucional y de un desarrollo económico entre cuyas medidas figuraban la abolición de viejos privilegios de clase. El futuro “padre de la patria” participó en este movimiento reformista en la “Ley Juárez”, promulgada en 1855, que provocó la oposición de las clases conservadoras. (…)

Informatodo 1972



1972
Marzo
21. Asume el primer ministro de Grecia Georgios Papadópoulos, el cargo de regente.
― El Generalísimo Chiang Kai-shek es reelegido presidente de China Nacionalista (Taiwán).

Almanaque Mundial 1973

domingo, 20 de agosto de 2017

Qué es “la trampa de Tucídides” por la que se teme que estalle una guerra entre EE.UU. y China

BBC Mundo


Quienes no conocen el pasado están condenados a repetirlo, advirtió el filósofo estadounidense nacido en España, George Santayana.
Por ello historiadores, políticos, diplomáticos, especialistas en relaciones internacionales y periodistas expertos citan cada vez con más frecuencia la llamada "Trampa de Tucídides".
Se refieren a la tensión estructural letal que se produce cuando una potencia nueva reta a otra establecida, que crea las condiciones para que estalle una guerra.
El primero en describir este fenómeno fue el padre de la "historiografía científica" y de la escuela del realismo político, el ateniense Tucídedes en su narración de la Guerra del Peloponeso (siglo V a.C.).
En nuestros tiempos, el temor es que China se convierta en esa Atenas ante una Esparta en la forma de Estados Unidos.

Ajustes necesarios

"La cuestión definitoria del orden mundial para esta generación es si China y Estados Unidos pueden evitar caer en la Trampa de Tucídides", señala Graham Allison, director del Centro Belfer de Ciencias y Asuntos Internacionales en la Kennedy School de Harvard y autor del libro "Con destino a la guerra: ¿es posible que EE.UU. y China escapen de la trampa de Tucídides?".
En el pasado, subraya, "cuando las partes evitaron la guerra, se requirió de ajustes enormes y dolorosos en las actitudes y acciones no sólo del retador sino también del retado".
Tucídides se enfocó en la inexorable tensión causada por el rápido cambio en el balance del poder entre dos potencias rivales.
Y en ese sentido, nunca antes hubo un cambio tan veloz y trascendental como el ascenso de China.

Si Estados Unidos fuera una empresa...

  • Después de la Segunda Guerra Mundial facturaba 50% del mercado económico mundial
  • En 1980 bajó al 22%
  • 3 décadas de crecimiento de China redujeron al 16% la cuota de EE.UU.
  • China pasó de representar el2% de la economía mundial en 1980 al 18% en 2016
Patrón fatal de eventos
A lo largo de la historia, los roles de Atenas y Esparta han sido interpretados por poderes emergentes, como en el caso de la Casa de Habsburgo, que desafió la preeminencia francesa en Europa en la primera mitad del siglo XVI y que luego, en los siglos XVI y XVII, pasó a ser el poder dominante retado por el Imperio Otomano.
En esas ocasiones, la rivalidad entre el poderoso y el recién llegado culminó en conflictos bélicos.
La dinámica que produce ese duelo por el poder puede explicar, dicen esos expertos, situaciones aparentemente absurdas como que el asesinato de un archiduque fuera la chispa de la catastrófica Primera Guerra Mundial.
En esa ocasión, Reino Unido, apoyado por Francia y Rusia, era Atenas y Alemania era Esparta.
Y, como Atenas y Esparta hace casi 2.500 años, después de una Segunda Guerra Mundial, todos quedaron debilitados.

Más que alarma, lección

A pesar de que en esas situaciones de alta tensión una conflagración es altamente probable, no es inevitable.
Quizás hasta aquí no lo parece, pero tener presente la trampa de Tucídides no es fatalista: lo bueno de la historia es que sirve para aprender.
Y, gracias a un proyecto de historia aplicada realizado en la Universidad de Harvard, las lecciones de 16 casos de los últimos 500 años en los que el ascenso de una nación perturbó la posición del país dominante, están más a la mano.
El final de 12 de esos casos fue la guerra, avalando el pronóstico de la trampa de Tucídides.
Pero las otras cuatro excepciones demuestran que el destino no está trazado.
¿Cuáles son?

1. Portugal vs. España, finales del siglo XV

Durante la mayor parte del siglo XV, Portugal eclipsó a su tradicional rival y vecino, la Corona Española de Castilla, liderando el mundo en la exploración y el comercio internacional.
En la década de 1490, una España unida y rejuvenecida comenzó a desafiar el dominio de Portugal y reclamar la supremacía colonial en el Nuevo Mundo, poniendo a las dos potencias ibéricas al borde de la guerra.
Una intervención del Papa y el Tratado de Tordesillas de 1494 evitaron un conflicto devastador.

2. Reino Unido vs. Estados Unidos, principios del siglo XX

En las últimas décadas del siglo XIX, el poder económico estadounidense superó el del imperio más importante del mundo, Reino Unido.
La creciente flota estadounidense era un rival potencialmente preocupante para la Real Fuerza Naval del imperio británico.
Cuando EE.UU. comenzó a afirmar la supremacía en su propio hemisferio, Reino Unido lidiaba con otros retos de amenazas más cercanas que ponían en riesgo su imperio colonial, así que se acomodó al ascenso de su antigua colonia en América.
Las concesiones de Reino Unido evitaron enfrentamientos con EE.UU., que se aseguró el dominio en el hemisferio occidental.
Este gran acercamiento sentó las bases para las alianzas entre Estados Unidos y Reino Unido en dos guerras mundiales y la permanente "relación especial" que ambas naciones siguen dando por sentado.

3. Estados Unidos vs. Unión Soviética, 1940s-1980s

Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos emergió como la superpotencia indiscutible del mundo.
Controlaba la mitad del PIB mundial, tenía formidables fuerzas militares convencionales y un monopolio del arma más destructiva que la humanidad había producido jamás: la bomba nuclear.
La hegemonía estadounidense, sin embargo, pronto fue desafiada por su aliada de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética.
Aunque a menudo tensa, la Guerra Fría fue uno de los mayores éxitos de la historia en términos de escapar de la trampa de Tucídides.
Mediante el desarrollo de formas de competencia fuera del conflicto armado, las dos potencias manejaron pacíficamente la pugna por poderío de más alto riesgo de la historia.

4. Reino Unido y Francia vs. Alemania, 1990s-presente

Al concluir la Guerra Fría, muchos temieron que una Alemania reunificada volviera a sus viejas ambiciones hegemónicas, amenazando a Francia y Reino Unido.
Si bien tenían razón en que Alemania estaba destinada retornar al poder político y económico en Europa, su ascenso ha sido en gran medida benigno.
Conscientes de haber caído en la trampa de Tucídides en el pasado, los líderes alemanes encontraron una nueva forma de ejercer poder e influencia: liderando un orden económico integrado en vez de aspirar al dominio militar.

Fuente:
http://www.bbc.com/mundo/noticias-40974871