Mostrando las entradas con la etiqueta Exámenes. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Exámenes. Mostrar todas las entradas

martes, 10 de diciembre de 2024

¿Y si en lugar de hacer una prueba, hablamos?: cómo la conversación puede convertirse en una nueva clase de examen

 Por Luis Ángel Campillos Morón

 The Conversation*

 

Llega el día del examen y los nervios acechan. ¿Por qué? Podríamos encontrar numerosos motivos.

Hay quien piensa que el examen no vale para nada, porque todo lo que ha estudiado se olvida más temprano que tarde.

O para “casi nada”, porque tampoco es posible continuar con los estudios y conseguir el ansiado título sin pasar por ellos.

Como ciudadanos adultos, todos hemos “sufrido” un sistema educativo en ocasiones asfixiante

¿Por qué no examinamos al propio examen?

 

Limitar la capacidad creativa

Según Jesús Ibáñez, un sociólogo que fue considerado como "el padre" de la materia en España, el examen merma la capacidad imaginativa y crítica de los estudiantes, quienes deben limitarse a contestar de acuerdo con el catálogo de respuestas que les ha sido proporcionado de antemano.

Recordemos la escena de la película "El club de los poetas muertos" (1989, Peter Weir) en la que el profesor (interpretado por Robin Williams) anima a sus alumnos a expresar sus modos específicos de caminar contra el marcial ritmo unísono y ortodoxo al que estaban acostumbrados.

En el patio, en lugar de desfilar, de seguir un solo camino predeterminado, de acomodarse a un modo específico de ser, los alumnos comienzan a expresarse con mayor libertad, evitando tapujos, corsés y estereotipos.

Recordemos que la palabra poesía viene del griego poiesis, que significa ‘creación’.

El objetivo final del profesor (de Literatura, en el caso de El club de los poetas muertos) es luchar contra la uniformización, contra la homogeneización de la sociedad que provoca que la riqueza diferencial sea asimilada por un modelo que se impone.

Como afirma Ibáñez en la obra citada, “el examen les hace hablar convenientemente, marcando el paso, ordenada y disciplinadamente”.

 

¿Todos los exámenes son iguales

Hay muchos tipos de exámenes, desde los comentarios de texto a los problemas matemáticos. Pero ¿son todos igual de “uniformadores”?

Hay modelos de exámenes que ofrecen a los alumnos la posibilidad de contestar a su manera.

De hecho, muchos docentes animan a sus alumnos y alumnas a buscar otras formas de expresar lo aprendido.

Sin embargo, el margen de creatividad es pequeño: el examen no nos permite repreguntar o reformular las preguntas o generar nuevas preguntas.

Estas disponen ya de sus soluciones, y los estudiantes simplemente han de encontrar la opción correcta siguiendo casi al pie de la letra un libro de instrucciones.

La reflexión, la crítica y la problematización brillan por su ausencia en estos modelos.

Y no debemos olvidar que, no solo en el ámbito educativo, problematizar –es decir, poner en cuestión lo que se afirma, las verdades que se nos presentan como tales– es muy importante, pues “implica una lucha contra la estupidez”.


El antagonista del examen: la conversación
 
Frente a la “prohibición del uso poético”, podemos recurrir a un potente antagonista del examen: la conversación.

Esta es siempre abierta, inútil a priori, como la filosofía que, como decía Castoriadis, sirve para mucho más que el hecho de servir para algo determinado (en el mismo sentido que Nuccio Ordine).

En palabras de Kant: la conversación no es un medio para… sino un fin en sí mismo.

Sin guiones ni finales previstos, en la conversación los temas varían, surgen, se transforman… Una conversación es como el baile de los estorninos, conjugando caos y cosmos.

No hay jerarquía. Al conversante no se le exige ningún requisito: simplemente ha de participar… si quiere.

Al contrario que el examen, más bien cerrado y autoritario, el carácter de la conversación es abierto y democrático.

Y mientras, desde el punto de vista de la Lógica, el examen opera con disyuntores (o): o es una solución o es otra, es decir, excluyendo opciones; la conversación lo hace con conjuntores (y), incluyendo: y esto, y lo otro, ¿y quién más?, ¿y qué más?

 

Aplicaciones prácticas en un aula a través de un pódcast

Conservamos o eliminamos el examen? Hay otra opción: convertir el examen en conversación.

A pesar de su carácter indefinido y abierto, ¿es posible llevar la conversación a las aulas y convertirla en un instrumento de evaluación?

Una de las principales ventajas de implementar la conversación es que aporta ciertos valores transversales a todas las asignaturas: respetar los turnos de palabra, escucha activa, usar un lenguaje comprensible por todas y todos, etc.

Otro punto a favor es que la conversación, al no partir de un tema en concreto ni tener un objetivo final, fomenta la interdisciplinariedad y recoge los intereses de los estudiantes y las estudiantes, que hablan de lo que quieren hablar.

Sin embargo, si queremos usar la conversación como instrumento de evaluación no solo en asignaturas como Oratoria o Educación en Valores Cívicos y Éticos, hemos de fijar algunos criterios, aún a riesgo de limitar en cierto modo su carácter.

Propongamos un modelo basado en el pódcast, desde donde de paso aprovechamos también para trabajar las Tecnologías de la Información y la Comunicación. 

El proceso sería el siguiente:

  • El profesor ofrece un listado de temas (basado en los contenidos que se estudien en la asignatura).
  • Se forman grupos de trabajo, que eligen uno de los temas propuestos.
  • A lo largo de la conversación (que será grabada en formato pódcast) se trabajará el tema académico elegido, procurando explicarlo de un modo claro y conectándolo con otros temas que escojan libremente los estudiantes.

Los criterios de evaluación integrarán tanto los aspectos transversales (claridad en el lenguaje, participación de todo el alumnado) como los académicos (explicación del tema elegido). Los diferentes pódcast serán escuchados en el aula y serán autoevaluados (por los creadores del pódcast) y coevaluados (por los otros grupos de estudiantes), que ponderarán junto a la calificación del docente.

De este modo, como muestran algunos estudios al respecto, la conversación usada como herramienta educativa fomenta una participación mucho más activa y creativa del alumnado.

 

*Luis Ángel Campillos Morón es profesor de filosofía, Universidad de La Rioja.

Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versión original.

 

Fuente: Exámenes y Conversación

lunes, 3 de junio de 2024

Cómo prepararte mejor para un examen si sólo tienes tiempo de estudiar en el último momento

 Por Jonathan Firth Role,

 The Conversation*

 

Si estás en la escuela o la universidad y te ha llegado el momento de prepararte para los exámenes, es posible que te encuentres tratando de memorizar información que aprendiste hace mucho tiempo y que has olvidado por completo, o que no aprendiste en primer lugar de manera efectiva.

Desafortunadamente, tratar de absorber mucha información en poco tiempo es una forma muy ineficiente de aprender adecuadamente.

Pero, a veces, es necesario para aprobar un examen.

Por eso puedes incorporar lo que sabemos sobre cómo funciona el aprendizaje al repasar, para que sea más efectivo.

Una gran cantidad de evidencia de investigaciones sobre cómo funciona la memoria a lo largo del tiempo muestra que al principio olvidamos nueva información muy rápidamente, y después el proceso de olvido se ralentiza.

En la práctica esto significa que los tiempos de estudio muy comprimidos causan una cantidad catastrófica de olvidos.

Una mejor opción es espaciar el aprendizaje de un tema en particular de manera más gradual y durante un período más largo. Esto se denomina "efecto de memoria espaciada" o "repetición espaciada" y hace que las habilidades y los conocimientos se retengan mejor y durante más tiempo.

Investigaciones han descubierto que recordamos mejor la información cuando dejamos un espacio de tiempo entre estudiar algo por primera vez y volver a visitarlo, en lugar de hacerlo de inmediato.

Esto funciona incluso en períodos de tiempo cortos: un retraso de unos segundos cuando se intenta aprender una cantidad pequeña de información, como un par de palabras, por ejemplo. Y también funciona cuando el retraso entre sesiones de estudio es mucho mayor.

En el aula, espaciar la práctica podría significar revisar y practicar el material al día siguiente, o retrasar la tarea un par de semanas, en lugar de repasarla lo antes posible.

Como regla general, los psicólogos han sugerido que el mejor momento para reestudiar el material es cuando está a punto de ser olvidado: no antes, pero tampoco después.

Pero no es así como se aprenden las cosas durante el año escolar. Cuando los estudiantes llegan a la época de exámenes, han olvidado gran parte de lo que han estudiado antes.

 

Cómo maximizar tu tiempo 

Cuando se trata de aprender realmente -ser capaz de recordar información a largo plazo y aplicarla a situaciones nuevas-, tratar de estudiar mucho en un plazo corto no funciona.

Difícilmente podamos llamarlo "aprendizaje" si la información se olvida un mes después.

Pero si necesitas aprobar un examen, estudiar en poco tiempo puede generar un aumento temporal en el rendimiento.

Es más, puedes incorporar el efecto de repetición espaciada en tu preparación para hacerla más eficiente.

Es mejor espaciar la práctica del conocimiento de un tema a lo largo de las semanas, por lo que si tienes algo de tiempo antes de un examen clave, planifica tu cronograma de repaso para cubrir los temas más de una vez.

En lugar de asignar un bloque de dos horas a un tema en particular, estúdialo durante una hora esta semana y luego otra hora dentro de una semana aproximadamente.

Si no tienes tanto tiempo, vale la pena incorporar intervalos más pequeños entre las sesiones de práctica.

Si tu examen es mañana, practica los temas clave hoy por la mañana y luego nuevamente por la noche.

El aprendizaje también es más eficaz si recuperas activamente información de tu memoria, en lugar de volver a leer o subrayar tus notas.

Una buena forma de hacerlo, incorporando el efecto de memoria espaciada, es haciendo pruebas prácticas. Revisa un tema de tus apuntes o libro de texto, tómate un descanso de media hora y luego haz un examen de práctica sin la ayuda de tus libros.

Una técnica aún más sencilla es la llamada brain dump en inglés, que consiste en estudiar y tomar un descanso, y luego escribir todo lo que puedas recordar sobre el tema en una hoja de papel en blanco sin revisar tus apuntes.

 

Cambiar la forma en que enseñamos

Quizás sea necesario un cambio en las prácticas docentes para evitar que los alumnos tengan que estudiar material que sólo recuerdan a medias antes de los exámenes.

Pero mi investigación sugiere que los profesores tienden a estar de acuerdo con la idea de que la consolidación de un tema debería ocurrir lo antes posible, en vez de espaciar la práctica de maneras que en realidad son más efectivas.

Los profesores están sobrecargados y hacen esfuerzos heroicos con el tiempo que tienen. Pero incorporar el efecto de memoria espaciada en la enseñanza no requiere necesariamente cambios radicales en la forma en que se manejan los docentes.

A menudo, es tan sencillo como hacer lo mismo en un horario diferente.

Las investigaciones han demostrado que la forma más eficaz de combinar las pruebas de práctica y el efecto de memoria espaciada es realizar estas pruebas en la clase inicial, seguidas de al menos tres oportunidades de práctica en intervalos ampliamente espaciados.

Y esto es muy factible dentro del patrón típico del año escolar.

Por ejemplo, después de la primera clase, la práctica adicional podría realizarse con una tarea después de unos días, y luego algún tipo de prueba o examen simulado después de un intervalo de tiempo adicional.

El período de repaso antes de los exámenes sería entonces la tercera oportunidad de consolidación.

Incorporar a la educación la autoevaluación efectiva y la práctica retrasada significaría menos estrés y también tener que estudiar menos material a última hora, lo cual resulta ineficiente.

La época de exámenes sería para consolidar, en lugar de volver a aprender cosas que se han olvidado.

El resultado sería una mejor retención de conocimientos y habilidades importantes a largo plazo.

Como ventaja adicional, los estudiantes también obtendrían una mejor comprensión de cómo estudiar de forma eficaz.

 

*Jonathan Firth es Profesor titular de Educación, Universidad de Strathclyde, Reino Unido

*Este artículo fue publicado en The Conversation.
 
Fuente: