―!Ojalá que pierdan esta noche! ―rugió una voz que el hombre conocía muy bien.
—Que se den por satisfechos de que no tengo un caballo —decía.
―Para mí fue una cuestión de amor propio ―le explicó Piniella a un reportero.
Las personas groseras (aquellas que ofenden a los demás con sus palabras o con sus actos) se encuentran en todas partes. Pueden ser jefes, compañeros de trabajo, dependientes de tiendas, vecinos y hasta familiares. Casi todos cometemos alguna falta de consideración cuando pasamos por momentos de estrés, pero la gente verdaderamente grosera es muy distinta. “Cuando se muestran insolentes, lo hacen con el ánimo de causar dolor”, afirma el psicoterapeuta Alan Loy McGinnis, autor de Bringing Out the Best in People (Como hacer que aflore lo mejor de los demás).
Sin embargo, pocas personas saben cómo hacerlo. He aquí cinco estrategias que le ayudarán a salir airoso de sus encuentros con gente grosera:
Woody Godbold, presidente de una empresa de cajas metálicas y equipo de refrigeración para aparatos electrónicos, tenía un cliente muy importante que era muy desconsiderado. Solía acosar a los empleados por teléfono para exigirles rebajas en precios que ya había aceptado, o para que hicieran caso omiso de los planes de producción con tal de surtir sus pedidos antes que los otros.
Si lo contrariaban, los insultaba y los amenazaba con hacer que los despidieran. En consecuencia, la moral del personal empezó a decaer.
―Dígale que nos agrada tenerlo entre nuestros clientes, pero que no vamos a tolerar sus desplantes. Seguiremos ofreciéndole los mejores precios y el mejor servicio que podamos. Si eso no le basta, tendrá que buscarse otro proveedor.
La táctica dio resultado. Al combinar la deferencia (designando a un vicepresidente para atender al comprador) con la firmeza, Godbold hizo que el cliente se sintiera seguro de su importancia, y a la vez le señaló los límites de su conducta a los que debía atenerse.
Godbold recomienda que se asegure uno de que el comportamiento descortés es una costumbre y no un hecho aislado. Después hable francamente con el agresor: explíquele en qué falta ha incurrido, las consecuencias que sus actos le han acarreado a usted, y los cambios que espera de él.
Si estas medidas fallan, puede usted llevar el asunto más lejos. Casi todo el mundo tiene un jefe; si la persona grosera no corrige su actitud, acuda al superior.
La confrontación directa es un recurso valioso, pero existen estrategias más útiles. La esencia de la diplomacia consiste en brindar al adversario la oportunidad de transigir sin que se sienta humillado.
Judith Martin ofrece el siguiente ejemplo: “Supongamos que aguardo mi turno en la caja de un supermercado, y un cliente se mete delante de mí. Podría quedarme como si nada, pero eso me produciría resentimiento. Podría poner el grito en el cielo, pero la otra persona quizá reaccione de igual manera. Así pues, la mejor opción es decirle: ‛Disculpe: el final de la cola está allá atrás’”.
Esta amable reconvención indicará que usted está molesto y la vez dará pie para que el desconsiderado rectifique su actitud sin sentirse avergonzado. No obstante, si el individuo persiste en su conducta, más vale olvidar el asunto.
A veces la persona agresiva no pretende hacer daño, pero aun si tiene malas intenciones la diplomacia puede ser de utilidad, afirma el asesor psicológico Jay Carter, autor de Nasty People (Gente Desagradable). Dice Carter: “Por ejemplo, si me entero de que un compañero de trabajo ha hecho algún comentario desfavorable con respecto a mí, me dirijo a él de inmediato y le pregunto: ‛¿Hice algo que te molestara , o es sólo que hoy estás de mal humor?’
Mi objetivo es darle la oportunidad de recapacitar sobre las consecuencias de su actitud”.
―¿Sabe su madre qué tipo de lenguaje usa usted?
El hombre, de unos 60 años de edad, se quedó callado, y la riña terminó. “Hasta esbozó una sonrisa”, añade Gilda, quien se quedó con el lugar de estacionamiento.
El sarcasmo siempre es contraproducente (no hace más que acalorar los ánimos), pero un comentario gracioso a propósito de la situación puede dar magníficos resultados.
—¡Es usted un cretino! Esto no es lo que yo quería. ¿Ni siquiera se acuerda de lo que le pedí? ―le decía.
La víctima era distinta en cada ocasión pero siempre había una.
Finalmente le llegó el turno a Lynne. Al enviar un fax, borró por accidente una lista de los números a los que se había llamado ese día.
Cuando el presidente se dio cuenta, perdió los estribos y empezó a lanzarle una diatriba a la mujer. Entonces Lynne dio media vuelta y se metió en su despacho. Después de respirar profundamente, comprendió lo que tenía que hacer. Volvió a donde estaba su jefe y le dijo:
—No me agrada que me hablen de ese modo…
—¡Pues si no le gusta, puede irse! —la interrumpió él.
—Muy bien, renuncio.
“Para conservar mi dignidad, no me quedaba más que marcharme”.
“Si todos los recursos le han fallado, sálgase de la situación”, aconseja el psicólogo Robert Bramson. Renunciar a un empleo (o salirse de una tienda sin haber comprado lo que se deseaba) es una medida extrema, pero no hay que descartarla.
Al rabino Harold Kushner, autor de When Bad Things Happen To Good People (Cuando a la gente buena le pasan cosas malas), las parejas que van a casarse le preguntan si deben invitar a la boda a hermanos o padres desconsiderados. “Yo les digo que en alguien tiene que caber la bondad, y que les abran la puerta.
Los otros podrán optar por cerrarla o trasponer el umbral. A veces lo único que necesitan es que se les tienda un puente”.
Armado de paciencia y de una estrategia, usted triunfará sobre sus adversarios insolentes, dondequiera que los encuentre.
Revista Selecciones del Reader’s Digest, Julio de 1994, Tomo CVIII, N° 644, págs. 117-120, Reader’s Digest Latinoamérica, S.A., Coral Gables, Florida, Estados Unidos
La multa no fue de 25,000 como dice el texto sino de 250,000 dólares en 1993 (aproximadamente unos 558 mil dólares en 2025).
Meter a alguien en cintura.- Someterlo a unas normas de conducta acordes con lo que se considera correcto. DLE RAE
Diatriba.- Discurso o escrito acre y violento contra alguien o algo. Sinónimos: invectiva, filípica, libelo, sátira, ataque, brulote. DLE RAE