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domingo, 24 de agosto de 2025

Joseph Lister, el cirujano que tuvo la brillante idea de desinfectarse las manos (e inspiró a los creadores de Listerine y Johnson & Johnson)

 
La cirugía no era una cuestión de precisión delicada, sino cruda, sangrienta, a menudo caótica... y antihigiénica.
 
 
Por Dalia Ventura
BBC News Mundo*
 
 
Era absolutamente insultante pretender que los doctores se lavaran las manos. Después de todo, eso era insinuar que las tenían sucias y, como dejó claro un obstetra del siglo XIX, "los médicos son caballeros y las manos de un caballero siempre están limpias".

Ya el médico húngaro Ignaz Semmelweis se había dado un duro golpe contra esa pared en la década de 1840 tras implementar un sistema de lavado de manos para reducir la mortalidad en las salas de maternidad.

Esto último lo logró de una manera espectacular.

En abril de 1847 instaló una cuenca llena de solución de cal clorada en una salas obstétricas del Hospital General de Viena, Austria, y comenzó a salvar vidas de mujeres con tres simples palabras: "lávese las manos".

En cuestión de un mes, las tasas de mortalidad se redujeron de un 18,3% a 2%.

Si los resultados de esa experiencia y las que siguieron hubieran convencido a todos sus colegas de los méritos de su teoría, quizás aquello de lavarse las manos se habría extendido más allá del campo de la obstetricia.

Pero no fue así.

Semmelweis terminó confinado en un manicomio pues sus pares pensaron que su obsesiva insistencia en el lavado de las manos era una locura.

La ciencia tendría que avanzar más antes de que la higiene se empezara a considerar indispensable para la salud, dentro y fuera de los hospitales.

 

Peligro de muerte

Ese mismo abril de 1847, en el University College Hospital de Londres, John Phillips Potter, un joven experto en Anatomía, se arañó un nudillo durante la disección de un cadáver infectado.

No le prestó mucha atención, pero la infección se propagó inexorablemente y, tres semanas después, murió de septicemia.

"Las víctimas de la disección deben ocupar un lugar distinguido entre los mártires de la ciencia y el conocimiento", comentó la revista médica The Lancet.

"Podemos salvar a nuestros artesanos de las minas y los telares y las ruedas de muchos de los peligros incidentes a sus llamamientos, pero nuestro arte no ha podido, hasta ahora, liberar a nuestros propios trabajadores de este veneno destructivo".

Entre la multitud que asistió al entierro estaba Joseph Lister, uno de los estudiantes de Medicina a los que Potter había instruido.

En 1847 Lister tenía 20 años, una licenciatura en Arte, y estaba estudiando Medicina. Pero tuvo que suspender sus estudios por un año pues, tras enfermarse de viruela, cayó en una depresión.

 

Lister había crecido en un ambiente en el que la vida de los organismos más pequeños estaba muy presente.

Su padre, Joseph Jackson, además de ser un próspero mercader de vino, dedicaba su tiempo libre a la investigación y había inventado la lente acromática, que transformó al microscopio de ser un juguete científico a herramienta de descubrimiento.

Algunos de esos organismos pequeños que los microscopios estaban poniendo en evidencia habían matado a su instructor, y también, como confirmaría luego, a millones de personas en los hospitales de todo el mundo.

La situación era tan desesperada que llevó al doctor James Y. Simpson, uno de los cirujanos que contribuyó a la introducción de la anestesia, a afirmar que "un hombre acostado en la mesa de operaciones en uno de nuestros hospitales quirúrgicos está expuesto a más posibilidades de muerte que un soldado inglés en el campo de batalla de Waterloo".

 

Ese Waterloo

Efectivamente, en las salas quirúrgicas y de recuperación, las infecciones se propagaban de paciente a paciente como incendios forestales.

Ningún cirujano podía estar seguro de que su paciente sobreviviría tras una intervención.

La tasa de mortalidad por operaciones quirúrgicas mayores o amputación de extremidades llegaba a rondar el 40%, y a alcanzar el 60% en hospitales franceses.

Incluso las operaciones más simples conllevaban un alto riesgo de muerte por infección.

De hecho, las infecciones en los hospitales eran tan comunes que el fenómeno llegó a tener dos nombres: fiebre de sala y hospitalismo (este último aún se usa, pero para describir otro problema).

Se culpó a los hospitales por esto, y se habló mucho de cerrarlos y de que los pacientes fueran atendidos en casa.

Pero aunque hubiera algo de razón en ello, sin encontrar la causa no se podía encontrar una solución realmente efectiva.

Y esa causa era todo un misterio: había teorías pero la ciencia médica seguía desconcertada por las infecciones persistentes que mantenían las tasas de mortalidad obstinadamente altas.

 

Escudo contra microbios

Lister, quien tras graduarse de médico se enamoró de la cirugía y se fue a trabajar a Edimburgo, Escocia, sufría al ver cómo muchos de sus pacientes desarrollaban complicaciones posoperatorias serias o incluso fatales.

En 1855, le mostró una herida que se estaba curando sin supurarse a Batty Tuke, en ese entonces el psiquiatra más influyente de Escocia, y le dijo: "El objetivo principal de mi vida es descubrir cómo conseguir este resultado en todas las heridas".

Más tarde, como Profesor Regius de Cirugía y a cargo de las salas de operaciones en la Universidad de Glasgow, el problema estaba constantemente presente, en su día a día y en su mente.

Desde hacía años había notado una marcada diferencia en el resultado entre fracturas simples, cuando la piel quedaba intacta, y fracturas compuestas, en las que la superficie de la piel se rompía y a menudo terminaban en "gangrena hospitalaria" y amputación.

Pasteur aportó la teoría para lo que Lister puso en práctica. Ambos eran venerados por reducir enfermedades e infecciones. Aquí Lister (subiendo los escalones) felicita a Pasteur en su 70º cumpleaños, París, 1892. 

 

Un día estaba charlando con un colega, el profesor Thomas Anderson, y este mencionó que en Francia el famoso químico Louis Pasteur había demostrado que si fluidos susceptibles a la fermentación y la putrefacción se mantenían libres de contacto con el aire, se mantenían frescos.

Más relevante aún, el biólogo francés había revelado que la leche se agriaba y el jugo de uva se fermentaba debido al crecimiento y la acción de diminutas partículas vivas (microbios) que podían transportarse en el aire.

A Lister se le ocurrió de inmediato probar si al interponer un escudo antiséptico entre una herida -como las que quedaban tras una operación- y el entorno, se podían prevenir las complicaciones sépticas.

Era 1865 y poco después de esa afortunada conversación, un niño de Glasgow de 11 años de edad contribuyó involuntariamente a hacer historia.

 

El nacimiento del método

Se llamaba James Greenlees y lo había atropellado un carruaje en la calle, así que lo llevaron a la sala de emergencias de la Glasgow Royal Infirmary.

El niño tenía una fractura compuesta -la pesadilla de los cirujanos- en la pierna izquierda.

Lister decidió experimentar.

Había pensado que para matar a los microbios podía usar un químico; después de todo, las sustancias "antisépticas" habían sido utilizadas desde tiempos inmemoriales.

Optó por una sustancia que solía usarse para limpiar el alcantarillado en la ciudad de Carlisle y estaba disponible como una solución de ácido carbólico al 5%.

Dispuso que las manos, la ropa, los instrumentos quirúrgicos y las heridas debían lavarse con ese químico.

Al terminar la operación, aplicó un vendaje bañado en ácido carbólico y, crucialmente, ordenó que el apósito fuera renovado varias veces a medida que pasaban los días.

Joseph Lister dirigiendo el uso de ácido carbólico en aerosol en una de sus primeras intervenciones quirúrgicas antisépticas, circa 1865.

 

La herida comenzó a formar costras y sanar. Después de seis semanas, Greenlees fue dado de alta, completamente recuperado.

Fue el primer éxito de Lister con esta técnica.

 

Un olor nauseabundo

Quizás te sorprenda que algo tan sencillo -y hoy en día obvio- fuera tan revolucionario.

Pero es que hasta entonces los cirujanos reutilizaban vendajes o dejaban las heridas sin protección.

De hecho, la higiene en los hospitales era deplorable.

Había trapos viejos, esponjas e instrumentos sucios esparcidos por la sala de operaciones.

Los doctores, practicantes y auxiliares circulaban libremente entre los pacientes vivos que trataban y los muertos que diseccionaban o a los que les hacían la autopsia.

En el aire flotaba siempre un inquietante olor ligeramente nauseabundo de putrefacción que se aferraba a la ropa del personal y los pacientes.

Los cirujanos rara vez limpiaban el equipo quirúrgico ni se lavaban las manos antes de las operaciones.

Lister durante su ronda de pacientes en el Hospital Real de Glasgow, circa 1867 cuando anunció que sus pacientes llevaban 9 meses sin sepsis.

 

A pesar de sus incontrovertibles pruebas, las observaciones de Semmelweiss no habían tenido ningún impacto en las autoridades médicas conservadoras de la época.

Trágicamente, el día después de que Lister probó con éxito el tratamiento antiséptico en el niño en Glasgow, Semmelweis murió, precisamente de una infección quirúrgica en Budapest, Hungría.

Lister no supo del trabajo de Semmelweis hasta 1883; cuando se enteró de los detalles lo declaró su precursor.

Para ese entonces, la esterilización de instrumentos y el lavado de manos se practicaban ampliamente, a pesar de la resistencia inicial de muchos eminentes cirujanos.

 

Un antes y un después

Tras tratar 11 casos como el de Greenlees, de los cuales nueve se curaron sin infección, el 16 de marzo de 1867 Lister publicó en The Lancet un artículo titulado "Un nuevo método para tratar fracturas compuestas".

Marcó el nacimiento de la cirugía moderna, según el eminente doctor e historiador Zachary Cope (1881-1974).

Lister describió los resultados positivos para sus pacientes: extremidades "que sin duda habrían estado condenadas a amputación" debido a la probabilidad de infección "pueden conservarse con la confianza de obtener los mejores resultados".

Y eso, que ya de por sí era invaluable, apenas era el principio.

Por temor a las infecciones y sus estragos, los cirujanos casi nunca se arriesgaban a hacer operaciones que involucraran hacer incisiones, ni siquiera a drenar abscesos.

Con su método, los abscesos podían drenarse; las incisiones, sanarse, y los hospitales, tornarse en lugares más saludables.

"Como parece no haber dudas sobre la causa de este cambio, la importancia del hecho difícilmente puede exagerarse", escribió Cope.

El primer barón Lister, pionero de la cirugía antiséptica, retratado en 1900, marcó una enorme diferencia estableciendo un hábito que ahora nos parece obvio.

 

Con todo y eso, al principio, el enfoque antiséptico de Lister tuvo una recepción mixta que iba desde la aclamación hasta la feroz oposición, esta última particularmente en Reino Unido y Estados Unidos.

Pero Lister se mantuvo firme, perfeccionando su método constantemente, y para 1871 su régimen antiséptico había ganado tal aceptación que la reina Victoria lo convocó para extirparle un tumor del brazo.

Con el tiempo, fue nombrado cirujano personal de la reina y honrado con un título nobiliario.

Su método se extendió por toda Europa a lo largo de la década de 1870.

En 1876, el infatigable Lister cruzó el océano para llevar sus técnicas pioneras a Estados Unidos, logrando no sólo que las adoptaran sino inspirando a otros a crear productos que siguen siendo familiares.

Uno de los asistentes a una de sus conferencias en EE.UU. fue el doctor Joseph Joshua Lawrence, quien desarrollaría una fórmula de un antiséptico para múltiples usos.

Lo nombró en honor al hombre que lo inspiró: Listerine.

Otro asistente a la misma conferencia, Robert Wood Johnson, se sintió igualmente inspirado y con sus dos hermanos creó una empresa para fabricar los primeros apósitos y suturas quirúrgicas estériles producidos en masa según los métodos de Lister.

Esa empresa era Johnson & Johnson.

Para 1890, el mundo entero había aceptado la gran innovación de Lister, y los microbios que causaban la sepsis habían sido identificados y cultivados.

A fines de esa década, los métodos antisépticos de Lister llevaron a una cirugía aséptica y a la introducción de instrumentos estériles en quirófanos.

En 1898 el uso de guantes de goma y el lavado de manos del cirujano eran de rigor.

A finales de siglo, los cirujanos realizaban regularmente más tipos y cantidades de operaciones internas exitosas.

Además de haber sido el primero en aplicar los principios de Pasteur a los humanos, Lister hizo varias otras contribuciones a la ciencia médica, desde aislar por primera vez bacterias en cultivo puro (Bacillus lactis) hasta ser pionero en el uso de catgut y tubos de goma para el drenaje de heridas, entre otras.

Sin embargo, es recordado primordialmente como el innovador que revolucionó la historia de la cirugía, dividiéndola en dos eras: la que vino antes y la que vino después de él.

 

* Este artículo fue publicado originalmente en BBC Mundo en 2020.

Fuente: Joseph Lister el cirujano  

 

 

 

 

viernes, 6 de junio de 2025

¿Cuál es el mínimo de ejercicio que podemos hacer para mejorar nuestra salud?

 

 

Por James Gallagher
Presentador de BBC Radio 4

 

¿Cuánto ejercicio puedo lograr hacer realmente?

Esa fue la pregunta que se hizo el periodista James Gallagher, presentador del programa Inside Health (Salud Interior) de BBC Radio 4. Para responderla se sometió a una serie de pruebas científicas y habló con varios expertos.

El resultado de su experimento resultó esperanzador, sobre todo para quienes, como él, no tienen mucho tiempo y quizás muchas ganas de hacer ejercicio de manera formal cada semana.

Lo que sigue es su testimonio en primera persona.

En un universo paralelo: prácticamente vivo en la piscina, voy en bicicleta a todas partes y participo en carreras de 10 km solo por diversión.

Pero en el mundo real: trabajo, tengo familia y soy cuidador, así que mi visita semanal a la piscina se siente como todo un logro.

Aunque es recomendable hacer casi dos horas y media (150 minutos) de ejercicio con intensidad moderada cada semana, alrededor de una cuarta parte de la población ni siquiera se ejercita durante media hora.

Entonces, ¿hay algo más fácil a lo que podamos aspirar? ¿Cuál es la menor cantidad de ejercicio que podría mejorar nuestra salud?

Si hay alguien que desea que los consejos sobre ejercicio sean menos intimidantes, esa es la doctora Zoe Saynor, profesora asistente de fisiología clínica del ejercicio en la Universidad de Portsmouth, quien además es jugadora de rugby de élite retirada.

Ella me va a ayudar a buscar una respuesta. Para lograrlo acepté usar un rastreador de actividad durante una semana.

La doctora Zoe Saynor me invitó a su laboratorio en la Universidad de Portsmouth.

Los resultados fueron aterradores. Logré solo un minuto de ejercicio vigoroso (equivalente a correr) todos los días y 16 minutos de ejercicio moderado (algo así como una caminata rápida)

"Esa es una imagen que vemos una y otra vez en muchas personas que viven en la sociedad moderna", dice Saynor.

Así que cualquiera que sea el estado en el que se encuentre mi cuerpo, va a depender en buena parte de esa única hora de natación que hago la mayoría de los fines de semana.

 

¿Andar más rápido o ir más lejos?

Si deseo pasar menos tiempo haciendo ejercicio, pero aún así lograr altos resultados, entonces la única opción es trabajar más duro.

"Existe evidencia clara de que si desea hacer sesiones de ejercicio más cortas, deben ser de mayor intensidad",explica Saynor.

En la guía oficial, la alternativa a hacer 150 minutos de actividad moderada es hacer 75 minutos de forma intensa.

El entrenamiento en intervalos de alta intensidad (HIIT por sus siglas en inglés), que implica episodios de actividad cortos pero de alta intensidad, llama mucho la atención.

Sin embargo, la doctora Saynor dice que la mayoría de las personas no pueden apegarse a él porque el HIIT requiere ejercicio a niveles muy vigorosos.

 
Mi cara habla por si sola, luego de correr en una caminadora.
 
 
 ¿Cuál es el mínimo aceptable?

Cuando se trata de la cantidad mínima de ejercicio que las personas debemos hacer, la doctora Saynor cree firmemente que de 5.000 a 6.000 pasos por día.

Y aunque es fácil burlarse de consejos como: bajarse del autobús una parada antes o dar un paseo durante la hora del almuerzo, parece que estos pueden marcar la diferencia.

Un estudio de casi 80.000 personas publicado en la revista especializada JAMA Internal Medicine (JAMA medicina interna) mostró que caminar un poco más todos los días reducía el riesgo de cáncer, enfermedades cardiovasculares o una muerte prematura.

Ese patrón continúa hasta llegar a unos 10.000 pasos al día, pero, de nuevo, los pasos más rápidos valen más que los lentos.

"Si no tiene tiempo para hacer de repente 10.000 pasos diarios, ¿puede entonces hacer 5.000 más rápido? Eso mostraría una mejora en su salud", dice Saynor.

Ni siquiera es necesario hacer ejercicio formal como salir a correr, ir al gimnasio o nadar para ver un beneficio notable en la salud.

Un estudio publicado en la revista Nature Medicine (Medicina Natural), analizó a 25.000 personas que no "hacen ejercicio" formalmente, pero realizan pequeños episodios intensos de actividad en la vida cotidiana.

Son actividades que podrían parecer poco extraordinarias: correr hacia un tren, empujar la aspiradora, jugar con los niños o los perros, cargar las compras pesadas o subir las escaleras.

 

La investigación mostró que hacer entre tres y cuatro minutos de actividad intensa corta en ráfagas, durante el día, tuvo un profundo beneficio para la salud.

"Las personas que realizan esa actividad intermitente pueden reducir el riesgo de enfermedades importantes como fallas cardíacas y cáncer, hasta en un 50%", me dice Mark Hamer, profesor de medicina del deporte y el ejercicio en la Universidad College London.

"Durante la última década, las pautas se han alejado lentamente del mensaje de 30 minutos más al día hacia el mensaje de 'cualquier cosa cuenta', y creo que estos resultados respaldan ese mensaje", agrega.

 

¿Sumergirse en el agua y ponerse en forma?

Si el tiempo sigue siendo escaso para lograrlo, puede haber otra manera que además suena mucho más agradable.

¿Qué tal un baño, un jacuzzi o una sauna?

Me puse mis shorts de baño favoritos y me sumergí en una especie de piscina de agua muy caliente.

 

Este es un experimento controlado con precisión, por lo que no pude simplemente saltar al agua. El investigador Thomas James tuvo que arrastrarme a una piscina de agua a 40 grados centígrados para que solo mi cabeza y mi cuello quedaran fuera del agua.

Lo clave es que los 40 grados son más altos que la temperatura central de mi cuerpo (37 grados centígrados), así que todo el tiempo que estuve ahí mi cuerpo estaba trabajando duro para perder calor.

Muy rápidamente pude sentir el sudor cayendo sobre mi frente, pero el resto de mi cuerpo simplemente estaba mojado y no era refrescante.

"El agua caliente es particularmente letal en este sentido", explica James.

Si pasaba demasiado tiempo ahí metido, me sobrecalentaría y moriría de un golpe de calor. Mi corazón bombeaba con más fuerza y rapidez mientras trataba de perder calor acercando la sangre a la superficie de mi piel.

"Tu corazón trabajará duro, similar a lo que verías con un ejercicio de intensidad ligera", dice.

"Estamos viendo reducciones en la presión arterial, incluso en personas sanas".

 La gran idea es mejorar el ejercicio.

"Esta es una muy buena manera de imitar algunos de los beneficios que obtienes del ejercicio, pero la evidencia es bastante clara en mostrar que el ejercicio es lo mejor y que los dos juntos obtienen mayores beneficios para la salud", dice James, y agrega: "Creo que esto realmente jugará un papel importante en el futuro".

Entonces, si vas al gimnasio y luego vas a la sauna o al jacuzzi, es posible que obtengas un gran resultado.

Sin embargo, el equipo de Portsmouth advierte a las personas que sigan las recomendaciones.

"No digas, 'Me quedaré aquí todo el tiempo que pueda'". Hazlo para disfrutarlo", dice James.

La recomendación suele ser entre 10 y 20 minutos, dependiendo del tipo de instalaciones, así que es muy importante verificar antes.

Obviamente, todos deberíamos tratar de hacer la cantidad recomendada de ejercicio pero, dado que a muchos de nosotros nos resulta imposible, es muy reconfortante saber que se pueden obtener beneficios significativos simplemente haciendo un poco más de lo que ya estamos haciendo.

El programa Inside Health es producido por Erika Wright. 

 

Fuente: Ejercicio y Mejora de la Salud 

 


viernes, 6 de diciembre de 2024

"Quería probar que los seres humanos son capaces de algo más grande que la guerra, los prejuicios y el odio": Abraham Maslow, el hombre que revolucionó la psicología


 

Por Margarita Rodríguez

BBC News Mundo

 

Abraham Maslow tuvo una visión cuando conducía su automóvil.

Vio a unas personas, sentadas alrededor de una mesa, que hablaban sobre “la naturaleza humana y el odio, la guerra y la paz, y la hermandad”.

Sucedió después del ataque a Pearl Harbor, en 1941, cuando Japón bombardeó la base naval estadounidense en Hawái.

“Yo era demasiado mayor para entrar en el ejército. Fue en ese momento que me di cuenta de que el resto de mi vida debía dedicarse a descubrir una psicología para la mesa de la paz. Ese momento cambió toda mi vida”.

De repente, el psicólogo estadounidense sintió que “debía intentar salvar al mundo y evitar las guerras horribles”.

“Quería demostrar que los humanos son capaces de algo más grande que la guerra, los prejuicios y el odio”.

Esa visión se la contó, en 1968, a Mary Harrington Hall de la revista Psychology Today.

Dos años después, a los 62 años, Maslow moriría tras sufrir un ataque cardiaco.

Su legado, aseguran los estudiosos de su obra, no solo ha perdurado, sino que en tiempos convulsos es una fuente de esperanza.

 

El Innovador 

Maslow nació en 1908 en Nueva York. Sus padres, judíos, tuvieron que huir de Rusia y emigraron a Estados Unidos.

“Con la infancia que tuve, es un milagro que no sea un psicótico. Era el pequeño niño judío en un vecindario no judío”, contó en la entrevista con Psychology Today.

 

 
 Maslow vivió la Gran Depresión, la crisis económica que desató el desplome de la bolsa de Nueva York, el 29 de octubre de 1929.
 
 
Decía que había crecido sin amigos, en bibliotecas, entre libros, y encontró en la psicología su pasión.

Desarrolló su carrera en ese campo, le intrigaba entender cómo alguien capaz de ser un ángel, podía ser un asesino.

Para Edward Hoffman, autor de “Abraham Maslow: Vida y enseñanzas del creador de la psicología humanista”, Maslow estuvo adelantado a su época.

“En muchos sentidos, sigue adelantado a nuestro tiempo”, le indica a BBC Mundo el profesor de psicología de la Universidad Yeshiva.

Y es que sus ideas fueron novedosas.

Aunque es más conocido por su teoría sobre la jerarquía de las necesidades, de la cual surgió la famosa pirámide de Maslow, hay aspectos de su trabajo que “realmente fueron revolucionarios”, le dice a BBC Mundo Margie Lachman, profesora de la Universidad Brandeis, en Massachusetts.

Allí, precisamente, Maslow fundó el departamento de Psicología.

 

Otro Camino

Maslow siguió una dirección diferente a las corrientes que existían en psicología, principalmente la psicoanalítica (de Sigmund Freud) y la conductual.

Freud teníauna visión muy pesimista de la naturaleza humana”, dice Hoffman.

El enfoque freudiano nos habla del peso de los impulsos inconscientes, incontrolables, en nuestras vidas, mientras que desde la tradición conductual se refuerza la idea de que respondemos a factores externos.

Recordemos que muchos de los estudios de los conductistas se hicieron con animales en laboratorios.

“La psicología en el tiempo de Maslow era muy determinista”, le indica a BBC Mundo David Baker, director emérito del Centro Cummings para la historia de la psicología y profesor emérito de psicología de la Universidad de Akron, en Estados Unidos.

“Te comportas como resultado de todas las fuerzas que te afectan y no hay mucho que puedas hacer al respecto”.

Pero “la originalidad” de Maslow fue ver “cosas que no estaban ahí”.

“Y eso fue algo bastante increíble en la psicología estadounidense del siglo XX”.

“Maslow vivió dos guerras mundiales, tiempos de migración masiva, opresión terrible, pobreza aplastante, pero logró trascender eso y ver algo más”.

Y lo que vio fue el potencial humano.

“Ante el conflicto, el odio, la violencia, hizo una evaluación realista y dijo: ‘Hay algo más. Hay cosas que todos están pasando por alto, tanto la psicología como la sociedad, y es que podemos ser mejores personas’”.

“Fue un punto de vista optimista, una nueva dirección”.

Maslow apostó por un enfoque humanista, que, señala Lachman, hizo énfasis en la capacidad de las personas para “hacer cosas buenas en el mundo”.

"Creía que los seres humanos son, por naturaleza, buenos y bien intencionados".

 

Toda la Vida 

A diferencia de las otras corrientes, Maslow afirmó que las personas actuaban en función de sus necesidades y motivaciones y que tenían el potencial de crecer y desarrollarse a lo largo de toda la vida.

“Y es que teóricos anteriores, especialmente Freud y algunos de sus contemporáneos, pensaban que el desarrollo (de la personalidad) básicamente terminaba cuando se llegaba a la adolescencia”, dice Lachman.

La académica aclara que, aunque algunos psicoanalistas como Carl Jung o Erik Erikson también creían en el desarrollo en el transcurso de la vida, Maslow realmente enfatizó “la importancia de pensar en el potencial para crecer a lo largo de la vida”.

Además, señala la experta, mientras algunos de los primeros teóricos se centraron más en individuos con, por ejemplo, neurosis o problemas psicológicos, lo cual fue muy importante, Maslow se interesó en “las personas a las que les iba bien”.

Y que al irles mejor, al darse cuenta de su creatividad, de su potencial, promovían no solo su propio crecimiento, sino que eso les permitía “hacer bien en el mundo”.

Centrarse en personas saludables como una manera de entender el comportamiento y optimizar el bienestar, fue un cambio muy significativo en la disciplina.

“Maslow defendió el valor de enfocarse en lo que está bien en la persona en lugar de concentrarse en lo que está mal”, escribió la profesora en un artículo de la Universidad Brandeis.

 

La Motivación

En 1954, Maslow publicó el libro “Motivación y personalidad”, en el que planteó su teoría de la jerarquía de las necesidades, que ya había explorado, en 1943, en el ensayo "Una teoría para la motivación humana".

El psicólogo explicó que cuando nuestras necesidades más básicas -fisiológicas y de seguridad- están satisfechas, desarrollamos otras necesidades y deseos que, al estar motivados, buscamos cubrir, como el aprecio y el reconocimiento.

En su trabajo original sobre la jerarquía de las necesidades, Maslow no incluyó pirámides ni triángulos. Sin embargo, otros investigadores llevaron a que su teoría se ilustrara en forma de pirámide.



En la cúspide está la autorrealización, algo que él sabía era muy difícil de lograr.

“Todos tenemos la capacidad de conseguirla, pero tenemos que ser capaces de trascender nuestra situación y esforzarnos por alcanzar nuestro potencial”, indica Baker.

Para Maslow se trataba de un proceso continuo, que dura toda la vida, en el que era importante generar situaciones que fuesen meaningful, significativas para nosotros.

“En su visión optimista, si alcanzamos la autorrealización, seremos más felices y, por ende, haremos más cosas buenas en el mundo”.

Pero a Maslow realmente no le preocupaba el tema de la felicidad, su interés estaba enfocado en el crecimiento personal y en su conexión con nuestra capacidad para hacer buenas cosas.

Hoffman nos habla de la eupsiquia, un término que Maslow acuñó para describir “la mejor sociedad posible”, una orientada en potenciar el crecimiento de sus miembros.

“Maslow era realista, sabía que ningún ser humano puede ser perfecto, que todos tenemos defectos”, sin embargo vio la posibilidad de esa sociedad ideal, la eupsiquia.

“Es un concepto muy importante porque creo que los jóvenes, en parte por la obsesión con las redes sociales, con internet, están atrapados en el momento. Pero Maslow era el pensador del largo plazo, de lo que los seres humanos son capaces de lograr a largo plazo”.

 

El Legado

Maslow siempre estuvo abierto a la investigación científica, sin embargo hay quienes cuestionan que no ofreció evidencia empírica para sustentar su teoría.

De hecho, hubo científicos que criticaron que en sus últimos años se convirtió más en un filósofo.

Pero lo cierto es que dejó un importante legado en su disciplina.

“Muchos de los esfuerzos más recientes en psicología se han basado en el trabajo de Maslow: él sentó las bases de lo que llamamos la psicología positiva”, señala Lachman.

Ese movimiento se centra en cómo las personas pueden vivir una vida positiva y encontrar un propósito.

“Y, al usar su propia creatividad y sabiduría, pueden ayudar a otras personas y marcar una diferencia en el mundo”.


El Mensaje

En ese proceso continuo de crecimiento que Maslow planteaba hay un punto de partida:

“Mirar dentro de nosotros y descubrir qué nos da una sensación de alegría, incluso en momentos pequeños. ¿Qué comidas nos gustan? ¿De qué temas nos gusta hablar? ¿Qué música nos hace sentir con más energía o felices? El punto de partida debe venir de comprendernos y conocernos a nosotros mismos”, indica Hoffman.

Para Baker, gran parte del legado de Maslow es “ver lo que está ahí y también lo que no está”.

“Todavía hay bondad, decencia, gente que se esfuerza por hacer lo correcto y eso es fácil de olvidar, como también es fácil sentirse abrumado por las noticias negativas, de odio, de violencia”.

“Pero era lo mismo en el tiempo de Maslow, la gente sentía el mismo nivel de miedo, desesperanza, ansiedad, depresión, pero ahí está su legado: ver más allá de eso y decir que hay algo mejor”.

Siempre he sentido que es un mensaje de esperanza”.

 

 Fuente: Abraham Maslow

 

 

jueves, 21 de noviembre de 2024

Qué hacer cuando una amistad termina (y por qué no es necesariamente malo)

Por Molly Gorman

BBC Future

 

En la primavera de 2019 rompí por primera vez una amistad. Terminó con una discusión amarga, lágrimas, frustración y no hemos vuelto a hablarnos desde entonces. Durante mucho tiempo lamenté la pérdida de esa amistad. Incluso ahora, más de cinco años después, a veces me descubro soñando con ella y me pregunto si alguna vez volveremos a conectarnos. Sin embargo, también he hecho las paces con la ambigüedad: fue una gran amistad durante el tiempo que duró.

Por coincidencia, mi primera relación romántica terminó cinco meses después. Me resultó mucho más fácil hablar de ello: años de música, películas y libros sobre el desamor me habían preparado bien.

Desde entonces, he descubierto que la disolución de una amistad es un tema menos discutido que el fin de una relación romántica.

Históricamente, las amistades han recibido menos atención de los investigadores que otros tipos de relaciones, a pesar de estar asociadas con beneficios a largo plazo para la salud , el bienestar y la satisfacción vital.

Grace Vieth, investigadora en psicología social de la Universidad de Minnesota, estudia la disolución de la amistad .

"La gente quizá se sorprenda de que los investigadores recién comencemos a considerar cómo pueden terminar las amistades. El trabajo de campo sobre esto realmente recién está comenzando", dice.

Al ser un tema menos comentado, Vieth apunta que la gente puede sentirse más insegura en las rupturas de amistades, no saben cómo manejarlas, ni las emociones que generan.

"No hay guiones normativos sobre cómo terminar una amistad".

 

¿Amigos para siempre? 

Nuestro primer vínculo son nuestros padres o las personas que nos crían, pero, al entrar en la adolescencia, son nuestros iguales, dando mayor prioridad a la aceptación social y a la posición social, dice Kaitlin Flannery, profesora adjunta de psicología en el State University of New York College, Cortland.

"Los amigos nos ayudan a dar forma a nuestra identidad a lo largo de nuestra vida. Son una suerte de espejo y de guía. A la vez, queremos su validación. Y ahí es donde las amistades empiezan a convertirse en fuentes esenciales de apoyo social, pero también de diversión y compañerismo", apunta.

Vieth señala que en sus etapas iniciales, la amistad se construye sobre la similitud y la proximidad.

Gran parte de la investigación sobre la ruptura de amistades se ha centrado en niños y adolescentes, una edad en la que es bastante común que las amistades se rompan.

En la investigación de Flannery, que analizó una muestra de 354 estudiantes de secundaria (normalmente de entre 11 y 14 años), el 86% dijo que recientemente habían terminado una amistad.

La mayoría lo atribuyó a un conflicto o una traición a la confianza. Otros, a la falta de apoyo de los amigos, o que sentían que no estaban recibiendo lo que necesitaban de sus amigos, por ejemplo, compañía, o que ya no se divertían juntos.

Según se informa, las rupturas de amistades provocaron emociones complejas en los estudiantes de secundaria, incluida la tristeza, pero también la felicidad y el alivio, dependiendo de por qué se produjo la disolución, cómo terminó y quién "rompió".

En algunos casos, las amistades simplemente se "degradan" de la condición de mejores amigos a "buenos" amigos.

"Creo que es importante reconocer que las rupturas de amistades son parte de la vida y algo muy natural", dice Vieth. "No se trata de la cantidad de amigos que tengas, sino de la cercanía y la receptividad de esos amigos".

No todas las rupturas de amistades son dolorosas y dramáticas. A veces, el vínculo puede simplemente desvanecerse.

En un estudio de la década de 1980 sobre 90 adultos de entre 20 y 28 años, las cinco razones más comunes citadas para el final de una amistad del mismo sexo fueron: menor proximidad física; ya no gustarle el amigo; menor interacción; interferencia de otras relaciones, como una cita o un matrimonio; y amistades que se esfuman de forma natural.

La proximidad afectó más a las amistades casuales, mientras que las amistades cercanas y las mejores amistades tenían más probabilidades de terminar por una menor interacción o interferencia de otras relaciones.

Pero las amistades sólidas pueden sobrevivir y adaptarse a esos cambios de la vida, según muestran las investigaciones.

"Siempre que analizo la disolución de una amistad, lo que saco en claro es que hay ciertos aspectos de la vida que pueden afectar a las amistades, pero también hay muchos ejemplos de amistades que han podido soportar esos cambios de la vida y volverse más cercanas", afirma Vieth.

 

La desventaja de los mejores amigos para siempre 

El género también influye en lo que esperamos de nuestras amistades y por qué pueden terminar.

Las encuestas realizadas a adultos estadounidenses revelan que la mayoría (66%) dice que todos o la mayoría de sus amigos cercanos son del mismo género que ellos, aunque las mujeres son más propensas a decir esto que los hombres (71% frente a 61%).

En la escuela secundaria, la amistad entre chicas tiende a intensificarse en torno al apoyo psicológico y la cercanía, mientras que las amistades entre chicos tienden a basarse en aspectos recreativos.

Otra gran diferencia de género es el contexto en que se forman las amistades: en parejas o en grupos.

Las mujeres suelen tener múltiples amistades íntimas, individuales. Los amigos hombres tienden a tener una red más densa, donde todos sus amigos son amigos entre sí. Las amistades masculinas tienden a formarse como parte de grupos.

Por ello, el mantenimiento de la amistad puede variar entre los hombres, mientras que a las mujeres les cuesta más energía mantener amistades individuales, dice Flannery.

Esto también genera que los conflictos en amistades entre mujeres puedan ser más problemáticos.

"Tienden a exigir a sus amigas estándares más altos en términos de lealtad y apoyo emocional... Y suelen decir que se sienten más tristes, más solas, reflexionaban más y estaban más estresadas después de la disolución de una amistad que los niños", dice Flannery.

Las investigaciones sobre resolución de conflictos sugieren que las mujeres tardan más que los hombres en reconciliarse con sus amigos después de una discusión y que el enojo que sienten tarda más en disiparse.

Las razones por las que terminan las amistades también pueden ser diferentes para hombres y mujeres.

En un estudio de estudiantes de la Universidad del Medio Oeste de Estados Unidos, la separación física tenía más probabilidades de provocar la disolución de las amistades de los hombres, mientras que las citas o el matrimonio tenían más probabilidades de interferir en las amistades de las mujeres.


Cuando terminar una amistad puede ser algo bueno

Entonces, ¿debemos aferrarnos a nuestros viejos amigos, confiando en que algún día volveremos a ser cercanos a ellos? No necesariamente, dicen Vieth y Flannery.

A veces, puede ser mejor dejar ir.

Por ejemplo, terminar una amistad tóxica puede mejorar nuestro bienestar.

"A veces, realmente idealizamos demasiado las amistades y no todas ayudan de manera positiva. La mayoría tienen grandes beneficios, pero debemos elegir amigos que nos ayuden”, explica Flannery.

Hay amistades que pueden hacernos sentir bien; otras nos dejan cansados y agotados.

Pero terminar una amistad de modo consciente puede traer otro desafío: cómo dejarla ir sin lastimarla.

Un método controvertido pero común es el ghosting, ya conocido en el mundo de las citas y que consiste en desaparecer para evitar la confrontación. Ahora se ha convertido en una herramienta común para terminar amistades.

En un estudio realizado con jóvenes de entre 18 y 25 años se preguntó a la gente los motivos para dejar de lado a un amigo.

Las motivaciones fueron: amistad tóxica, pérdida de interés, encontrarlo molesto, autoconservación y haber sobrepasado unos límites.

A pesar de que la duración de la amistad era importante en muchos casos, esto nos les impedía convertirse en una suerte de "fantasmas graduales", es decir, se alejaban poco a poco de esta amistad, en lugar de tener un final abrupto.

La táctica dejó a los amigos rechazados con una sensación de "tristeza, frustración y dolor".

Sin embargo, quienes la llevaron a cabo, lo sintieron como un mecanismo de defensa contra una mala amistad y no sintieron que una confrontación pudiera ayudar.

Vieth sugiere otro camino, quizás mejor, a seguir: aprender lo que se necesita para mantener y mejorar una amistad, y cómo lidiar con los conflictos y la confrontación.

"Creo que muchas personas tienen la mentalidad de estar dispuestas a resolver los conflictos en las relaciones románticas, porque es algo que todos reconocemos que es inevitable", afirma.

Pero cuando se trata de amistades, queremos que todo se resuelva de modo natural y nos damos por vencidos si no es así.

"Mucha gente piensa que las relaciones deberían ser fáciles y aportar mucha alegría, diversión y risas. Y eso es cierto, pero esto tal vez lleve a la idea de que a veces no vale la pena resolver los conflictos".

Relaciones románticas y amistades comparten beneficios emocionales similares, como la calidez y la alegría. Pero también una diferencia clave: la relación romántica tiene a una expectativa de monogamia, si bien esto difiere en culturas y personas.

En las amistades "no existe esa expectativa de monogamia, lo que en algunos casos lo hace más complicado porque vemos celos en la amistad", remarca Flannery.

Las amistades no siempre son mutuamente excluyentes. Y puede hacernos sentir incómodos que un amigo muy cercano tenga otra amistad cercana.

Aquí, puede ser útil recordar que se puede tener otros amigos y que eso no tiene que amenazar nuestra amistad.

Aunque la investigación sobre la psicología de la amistad es aún incipiente, estas relaciones ocupan mucha atención y energía en nuestra vida cotidiana.

Según una reciente encuesta del Pew Research Center, el 61% de los adultos estadounidenses participantes afirmaron que tener amigos íntimos es extremadamente o muy importante para vivir una vida plena.

Durante gran parte de nuestra vida, los amigos pueden brindarnos la estabilidad y el apoyo que antes nos brindaba el matrimonio.

En las relaciones románticas no es raro que las parejas se separen y luego, después de reflexionar un poco, vuelvan a estar juntas.

¿Deberíamos considerar también eso con nuestros examigos: una reconciliación y un segundo intento? Una vez más, depende de la naturaleza de la amistad, dice Flannery.

"Creo que habrá situaciones diferentes en las que esa amistad se recupere y otras en las que tal vez sea mejor dejar que se produzca la disolución", apunta.

"Y, de nuevo, puede depender de varias cosas. ¿Te sientes aliviado de que la amistad haya terminado? ¿Esa amistad agregó beneficios positivos a tu vida? Si todavía sientes que realmente la extrañas, tal vez valga la pena repararla".

 

Fuente: Cuando una amistad termina

sábado, 6 de julio de 2024

Un Día como Hoy en un Libro

1859

Whigs decepcionados, gente del “Suelo libre” y políticos descontentos sienten, en 1854, la necesidad de una formación nueva, cuyo programa sea resueltamente antiesclavista, que pueda atacar al Sur en su propio terreno, que sea, en suma, el partido de la grandeza y del progreso industrial y social. Sus fundadores tendrán el tino de adoptar de nuevo el rótulo republicano, el viejo título del partido popular, en nombre del cual los amigos de Jefferson, habían apostado a Hamilton y a los  aristócratas en las postrimerías del siglo. Hubo dos reuniones, en febrero y en mayo, que prepararon su nacimiento oficial en Jackson (Michigan). Organizado en Illinois en el mes de octubre, trata de que Lincoln se asocie con él. Pero éste juzga tan prematura comprometerse con la docena de energúmenos que pretenden ser en ese momento los republicanos del Estado, como peligroso indisponerse con ellos. Y, por consejo del fiel Herndon, se abstiene de asistir a la reunión donde se lo espera. Por el momento, sigue siendo whig. (…)

Por lo demás, las circunstancias inmediatas imponen otras actividades. El partido republicano, cuyas posibilidades cree haber preservado al evitar que propiciase la candidatura de Douglas, sólo puede conquistar el poder si persigue como primer objetivo atraer a las masas. Lincoln se preocupa por su programa, que ahora encara más bien con ciertos matices radicales. Aun cuando en el curso de la campaña se ha ido inclinado a veces hacia el conservadorismo, a tono con los sentimientos predominantes en Illinois, nunca atenuó, según lo hace notar, la expresión del juicio moral que tiene sobre la esclavitud. En 1856 le parecía una medida prematura insertar una “ilustración” antiesclavista en el programa republicano; en cambio la juzga necesaria en 1860. En efecto, el tiempo transcurrido desde entonces ha visto afianzarse la armonía del grupo cuyas tendencias esenciales trata de expresar.
La unidad es el segundo imperativo que se impone al partido en la preparación de una acción decisiva, y exige esfuerzos ininterrumpidos. Ningún exceso, aconseja Lincoln el 9 de junio de 1859 al radical Chase, gobernador de Ohio, que quiere hacer abrogar la ley sobre los esclavos fugitivos.
Cualquier proyecto de esta índole que el partido quisiera propugnar en1860, “lo haría explotar”.
Conviene, por último, no sacar nuevamente a relucir la cuestión, planteada anteriormente con tanta vehemencia de una tarifa aduanera protectora, pues engendraría divisiones. “En definitiva, es menester”, escribirá el 6 de julio a un político de Indiana, “no hacer nada que pueda provocar un conflicto, no decir en un lugar nada que pueda inquietar a los republicanos de otras partes”.

Abraham Lincoln, de Jean Daridan (traducción de Christina Souverbielle y Juan Monsegur)
 

 

 

1885

Pasteur concibió la idea de la profilaxis de la rabia en 1880.
A finales de 1883, él y sus asociados de la Escuela Normal de París, lograron producir una raza estable de virus domesticados. A esto siguió dos series de experimentos que establecieron sin lugar a dudas que los virus eran inmunológicamente eficaces en los perros. La primera de dichas series tuvo una brillante conclusión en junio de 1884, con un proceso formal ante un comité de científicos nombrado por el gobierno francés. Para esta prueba definitiva, Pasteur eligió a dos perros previamente vacunados, dos perros sin haber sido tratados, y dos conejos también sin tratamiento. Tras haber sido examinados por el comité, los seis animales fueron anestesiados y trepanados. A cada animal se le inoculó entonces una cierta cantidad de materia extraída del cerebro de un perro completamente rabioso. Cuando terminó la operación, los animales quedaron encerrados por separado, y todos recibieron los mismos cuidados posoperatorios. Dos semanas más tarde, los cuatro animales no vacunados, presentaron síntomas de rabia y murieron. Los perros previamente vacunados siguieron gozando de buena salud. La segunda serie de experimentos, aunque comenzó en la misma época, continuó hasta el año siguiente, y los resultados fueron igualmente satisfactorios.
Demostraron que era posible inmunizara un perro contra la rabia, no sólo antes, sino después de haber contraído la enfermedad; siempre que se procediese a la vacunación a las pocas horas. Pasteur obtuvo con este revolucionario triunfo la visión de algo más revolucionario.
«A lo que ahora aspiro es a la posibilidad de tratar al hombre después de la mordedura sin temor a accidentes ―escribió en la primavera de 1885—. Todavía no me he atrevido a tratar a los seres humanos después de haber sido mordidos por un perro rabioso. Pero el momento no está lejano».
El momento, en realidad, fue muy pocas semanas después.
Pasteur trató a su primer paciente humano el 6 de julio de 1885. Éste, en la actualidad, famoso pionero, era un niño de nueve años llamado Joseph Meister, natural de Alsacia, el cual se hallaba en la carretera que corría cerca de su hogar cuando fue atacado por un perro rabioso y mordido catorce veces.
Cuando Pasteur lo visitó, a requerimientos del doctor de cabecera, el niño estaba más muerto que vivo. En realidad, recordó más tarde Pasteur, fue sólo la aparente imposibilidad del caso lo que le indujo a intentar su tratamiento. El procedimiento que empleó fue una libre adaptación del que había empleado últimamente con los perros y duró diez días. Durante aquel período, inoculó trece veces al niño, con vacunas cada vez más potentes. Su reacción inmediata resultó alentadora, continuando así durante todo el tratamiento. Al finalizar el mes, las heridas se habían cicatrizado y el niño parecía completamente recuperado. Lo estaba. Joseph Meister vivió hasta los sesenta y cuatro años. Falleció en 1940, suicidándose.
La rehabilitación de Joseph Meister que Pasteur describió en un artículo titulado Método para la prevención de la rabia después de la mordedura, y presentado en una asamblea de la Academia de Ciencias el 26 de octubre de 1885, promovió una auténtica conmoción en el mundo.

Heridas Incurables, de Berton Roueché, traducción de Miguel Giménez Sales, Colección Biblioteca Oro – Casos Célebres N° 11, Editorial Molino, págs. 27-29 

 

 

1971

El 5 y 6 de julio se los pasó Kissinger en Bangkok posando para los fotógrafos en compañía de funcionarios del gobierno y asegurándoles que la guerra de Vietnam terminaría muy pronto. La siguiente etapa fue Nueva Delhi donde no se observaban apenas indicios de la guerra indo-pakistaní que estallaría poco tiempo después. Asistió a un gran banquete en su honor y recorrió tal como está mandado las zonas pobres prometiendo hablar con el presidente Nixon acerca de la necesidad de aumentar los suministros médicos y alimenticios con destino a los hambrientos hindúes. (…)

 

1974

El 6 de julio el juez de distrito de los Estados Unidos, Gerhard A. Gesell, que presidía el juicio contra Ehrlichman, señaló que Kissinger tendría que estar dispuesto a comparecer. Ello se debió probablemente a la declaración del doctor Bernard Malloy, miembro del equipo médico de la CIA que se encarga de elaborar estudios psiquiátricos de los dirigentes extranjeros.

Las Aventuras de Kissinger, de Charles R. Ashman (traducción de María Antonia Menini)