1859
Whigs decepcionados, gente del “Suelo libre” y políticos descontentos sienten, en 1854, la necesidad de una formación nueva, cuyo programa sea resueltamente antiesclavista, que pueda atacar al Sur en su propio terreno, que sea, en suma, el partido de la grandeza y del progreso industrial y social. Sus fundadores tendrán el tino de adoptar de nuevo el rótulo republicano, el viejo título del partido popular, en nombre del cual los amigos de Jefferson, habían apostado a Hamilton y a los aristócratas en las postrimerías del siglo. Hubo dos reuniones, en febrero y en mayo, que prepararon su nacimiento oficial en Jackson (Michigan). Organizado en Illinois en el mes de octubre, trata de que Lincoln se asocie con él. Pero éste juzga tan prematura comprometerse con la docena de energúmenos que pretenden ser en ese momento los republicanos del Estado, como peligroso indisponerse con ellos. Y, por consejo del fiel Herndon, se abstiene de asistir a la reunión donde se lo espera. Por el momento, sigue siendo whig. (…)
Por lo demás, las circunstancias inmediatas imponen otras actividades. El partido republicano, cuyas posibilidades cree haber preservado al evitar que propiciase la candidatura de Douglas, sólo puede conquistar el poder si persigue como primer objetivo atraer a las masas. Lincoln se preocupa por su programa, que ahora encara más bien con ciertos matices radicales. Aun cuando en el curso de la campaña se ha ido inclinado a veces hacia el conservadorismo, a tono con los sentimientos predominantes en Illinois, nunca atenuó, según lo hace notar, la expresión del juicio moral que tiene sobre la esclavitud. En 1856 le parecía una medida prematura insertar una “ilustración” antiesclavista en el programa republicano; en cambio la juzga necesaria en 1860. En efecto, el tiempo transcurrido desde entonces ha visto afianzarse la armonía del grupo cuyas tendencias esenciales trata de expresar.
La unidad es el segundo imperativo que se impone al partido en la preparación de una acción decisiva, y exige esfuerzos ininterrumpidos. Ningún exceso, aconseja Lincoln el 9 de junio de 1859 al radical Chase, gobernador de Ohio, que quiere hacer abrogar la ley sobre los esclavos fugitivos.
Cualquier proyecto de esta índole que el partido quisiera propugnar en1860, “lo haría explotar”.
Conviene, por último, no sacar nuevamente a relucir la cuestión, planteada anteriormente con tanta vehemencia de una tarifa aduanera protectora, pues engendraría divisiones. “En definitiva, es menester”, escribirá el 6 de julio a un político de Indiana, “no hacer nada que pueda provocar un conflicto, no decir en un lugar nada que pueda inquietar a los republicanos de otras partes”.
Abraham Lincoln, de Jean Daridan (traducción de Christina Souverbielle y Juan Monsegur)
1885
Pasteur concibió la idea de la profilaxis de la rabia en 1880.
A finales de 1883, él y sus asociados de la Escuela Normal de París, lograron producir una raza estable de virus domesticados. A esto siguió dos series de experimentos que establecieron sin lugar a dudas que los virus eran inmunológicamente eficaces en los perros. La primera de dichas series tuvo una brillante conclusión en junio de 1884, con un proceso formal ante un comité de científicos nombrado por el gobierno francés. Para esta prueba definitiva, Pasteur eligió a dos perros previamente vacunados, dos perros sin haber sido tratados, y dos conejos también sin tratamiento. Tras haber sido examinados por el comité, los seis animales fueron anestesiados y trepanados. A cada animal se le inoculó entonces una cierta cantidad de materia extraída del cerebro de un perro completamente rabioso. Cuando terminó la operación, los animales quedaron encerrados por separado, y todos recibieron los mismos cuidados posoperatorios. Dos semanas más tarde, los cuatro animales no vacunados, presentaron síntomas de rabia y murieron. Los perros previamente vacunados siguieron gozando de buena salud. La segunda serie de experimentos, aunque comenzó en la misma época, continuó hasta el año siguiente, y los resultados fueron igualmente satisfactorios.
Demostraron que era posible inmunizara un perro contra la rabia, no sólo antes, sino después de haber contraído la enfermedad; siempre que se procediese a la vacunación a las pocas horas. Pasteur obtuvo con este revolucionario triunfo la visión de algo más revolucionario.
«A lo que ahora aspiro es a la posibilidad de tratar al hombre después de la mordedura sin temor a accidentes ―escribió en la primavera de 1885—. Todavía no me he atrevido a tratar a los seres humanos después de haber sido mordidos por un perro rabioso. Pero el momento no está lejano».
El momento, en realidad, fue muy pocas semanas después.
Pasteur trató a su primer paciente humano el 6 de julio de 1885. Éste, en la actualidad, famoso pionero, era un niño de nueve años llamado Joseph Meister, natural de Alsacia, el cual se hallaba en la carretera que corría cerca de su hogar cuando fue atacado por un perro rabioso y mordido catorce veces.
Cuando Pasteur lo visitó, a requerimientos del doctor de cabecera, el niño estaba más muerto que vivo. En realidad, recordó más tarde Pasteur, fue sólo la aparente imposibilidad del caso lo que le indujo a intentar su tratamiento. El procedimiento que empleó fue una libre adaptación del que había empleado últimamente con los perros y duró diez días. Durante aquel período, inoculó trece veces al niño, con vacunas cada vez más potentes. Su reacción inmediata resultó alentadora, continuando así durante todo el tratamiento. Al finalizar el mes, las heridas se habían cicatrizado y el niño parecía completamente recuperado. Lo estaba. Joseph Meister vivió hasta los sesenta y cuatro años. Falleció en 1940, suicidándose.
La rehabilitación de Joseph Meister que Pasteur describió en un artículo titulado Método para la prevención de la rabia después de la mordedura, y presentado en una asamblea de la Academia de Ciencias el 26 de octubre de 1885, promovió una auténtica conmoción en el mundo.
Heridas Incurables, de Berton Roueché, traducción de Miguel Giménez Sales, Colección Biblioteca Oro – Casos Célebres N° 11, Editorial Molino, págs. 27-29
1971
El 5 y 6 de julio se los pasó Kissinger en Bangkok posando para los fotógrafos en compañía de funcionarios del gobierno y asegurándoles que la guerra de Vietnam terminaría muy pronto. La siguiente etapa fue Nueva Delhi donde no se observaban apenas indicios de la guerra indo-pakistaní que estallaría poco tiempo después. Asistió a un gran banquete en su honor y recorrió tal como está mandado las zonas pobres prometiendo hablar con el presidente Nixon acerca de la necesidad de aumentar los suministros médicos y alimenticios con destino a los hambrientos hindúes. (…)
1974
El 6 de julio el juez de distrito de los Estados Unidos, Gerhard A. Gesell, que presidía el juicio contra Ehrlichman, señaló que Kissinger tendría que estar dispuesto a comparecer. Ello se debió probablemente a la declaración del doctor Bernard Malloy, miembro del equipo médico de la CIA que se encarga de elaborar estudios psiquiátricos de los dirigentes extranjeros.
Las Aventuras de Kissinger, de Charles R. Ashman (traducción de María Antonia Menini)
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