1855
Heinrich Barth fue el explorador más famoso del Sáhara, y quien en el año 1845 atravesó toda África del Norte, partiendo de Tánger, y logró llegar a Egipto.
Cinco años después, invitado por el gobierno británico, el cual le pagó su colaboración con 200 libras esterlinas, partió, junto con James Richardson y el hamburgués Adolf Overweg ―quien se unió a ellos en el último momento—, con la misión de establecer relaciones comerciales con los jefes locales del Sudán occidental y central.
Salieron de Trípoli en marzo de 1850, camino del Sudán; en las proximidades de Ghat se perdió Barth y sus compañeros lo encontraron veintisiete horas después a punto de perecer de sed.
La expedición se fue complicando debido al comportamiento delos camelleros y la escolta, que tras haberle jurado fidelidad ayudaban abiertamente a los tuareg, quienes habían asaltado la caravana y exigido dinero a cambio de dejar con vida a los «infieles». Después de haber recorrido 1.600 kilómetros, llegó el grupo a Agades.
En enero de 1851 se les acabó el dinero y decidieron entonces separarse y arreglarse como pudieran.
Overweg permaneció en Kula en tanto que Barth seguía hacia el Sur. En marzo de 1851 Richardson cayó víctima del clima, y el 31 de agosto de 1852 Overweg moría víctima de las fiebres a orillas del Chad. Barth se dirigió entonces solo a Sokoto, descubriendo el reino de Gando, y alcanzó el Níger. Continuó su camino por lugares que nunca había pisado blanco alguno y llegó por fin a Timbuktú, en noviembre de 1853, vestido de árabe y disimulando su condición.
En principio, la intención de Barth era quedarse sólo unos días en Timbuktú; no obstante permaneció allí hasta el mes de marzo de 1854. (…)
Transcurrían los meses y Heinrich Barth temía tener que pasar el verano en aquella ciudad tan peligrosa para él, pero el 16 de marzo de 1854 pudo ponerse en camino y, a través de Kano y Kuka, se dirigió hacia Trípoli. Veamos lo que escribió en su «diario»:
«Después de una noche agradable, la del viernes, 27 de julio de 1855, emprendí a la mañana siguiente, mi última etapa por tierras africanas, para hacer mi entrada triunfal en Trípoli. A medida que nos acercábamos a la ciudad que había abandonado cinco años y medio antes, y que se parecía ahora cual puerta de acceso a la paz y la seguridad, mi corazón saltaba de júbilo. Tras un viaje tan prolongado a través de tierras desiertas, era extraordinaria la impresión que me producía la rica vegetación de los jardines que rodean la ciudad…»
La Conquista de la Tierra, de Juan Maluquer de Motes et al
1920
A comienzos de 1920, consiguiendo liberarse de nuevo mediante dinamita, Amundsen se hace nuevamente a la mar y esta vez con dirección al noroeste. El 27 de julio llegan a Nome, dos años y once días después de salir de Oslo. Dos años perdidos.
En ese puerto de Alaska embarcan víveres frescos, combustible y material diverso. Amundsen querría continuar en seguida, antes de que el invierno se abata una vez más sobre el Ártico, pero es necesario revisar el Maud que ha sufrido un poco con la dura navegación a través de los hielos.
Sin esperar, el mismo Amundsen se pone a la obra con un equipo de carpinteros. No quedan con él más que sus más antiguos compañeros, Svedrup, Hanssen y Wisting.
Los otros han desembarcado, incapaces de soportar la idea de nuevos inviernos.
Grandes Aventuras de los Tiempos Modernos. Del Polo a la Luna. Tomo 1. Amundsen/Scott/Charcot, de varios autores, Círculo de Amigos de la Historia
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