Por Gerardo Lissardy 
BBC News Mundo, Nueva York
Estatuas de Cristóbal Colón han sido
 derribadas en Estados Unidos. Lo mismo ocurrió con monumentos de 
líderes confederados. Y en Portland llegaron a tirar estatuas de padres 
fundadores de este país, como George Washington y Thomas Jefferson. 
La
 reciente ola de protestas contra la brutalidad policial y el racismo 
que se desató tras la muerte del afroestadounidense George Floyd a manos
 de la policía en Minneapolis ha incluido una serie de ataques a 
monumentos que manifestantes vinculan con la esclavitud y el 
colonialismo.
El movimiento alcanzó a Europa. En Reino Unido, los
 manifestantes derribaron una estatua del esclavista británico Edward 
Colston en la ciudad inglesa de Bristol, y en Bélgica dañaron y 
removieron monumentos a Leopoldo II, el rey del siglo XIX cuyo régimen 
contribuyó a la muerte de millones de personas en África.
Pero a 
medida que esto ocurre, surgen de modo inevitable preguntas sobre cuál 
es el límite entre lo aceptable e inaceptable como obras en memoria 
pública de alguien, o cuánto se puede lograr con este movimiento.
"Puedes
 derribar todos los monumentos del mundo, pero eso no cambia 
necesariamente lo que ocurrió. Aún estamos obligados a aprender ese 
pasado", advierte David Blight, profesor de Historia en la Universidad 
de Yale experto en la Guerra Civil, la Reconstrucción y estudios 
afroamericanos, durante una entrevista con BBC Mundo.
Blight se lanzó al debate al apoyar la remoción de monumentos a los 
confederados en EE.UU., por entender que intentaron destruir el país al 
lanzar una guerra de secesión en 1861 para mantener la esclavitud en el 
sur, pero se opuso al retiro de un monumento a la Emancipación que él 
mismo dice que proyecta una imagen racista.
Lo que sigue es una 
síntesis del diálogo telefónico con Blight, quien en 2019 ganó el premio
 Pulitzer en Historia  por su biografía del abolicionista 
afroestadounidense Frederick Douglass y la semana pasada firmó una carta
 abierta junto a unos 150 intelectuales y artistas advirtiendo sobre un 
debilitamiento del "libre intercambio de información e ideas".
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Surgió
 en el momento inmediato de la resistencia y la protesta contra la 
brutalidad policial y los asesinatos policiales en las calles 
estadounidenses.
Estas protestas han sido tan grandes que gente en
 nuestro país, e incluso el extranjero, ha decidido que los símbolos del
 pasado que de alguna manera representan la esclavitud y el racismo en 
el caso de EE.UU. deberían derribarse.
Esa es una categoría muy amplia.
Pero debe entenderse que este gran debate y lucha en EE.UU. sobre los
 monumentos confederados y toda la ideología confederada de la causa 
perdida transcurre desde hace cinco años.
Comenzó con la masacre 
de nueve afroestadounidenses en una iglesia negra de Charleston, en 
junio de 2015. Fue a raíz de eso que en Carolina del Sur se bajó 
oficialmente la bandera confederada.
Después hubo muchos intentos de cuestionar o eliminar monumentos confederados en todo el país. Algunos comenzaron a concretarse.
Y
 en 2017 hubo esa marcha de supremacistas blancos en Charlottesville, 
Virginia, supuestamente por la amenaza de derribar otra estatua de 
Robert E. Lee.
Este debate ha tenido lugar durante cinco años. 
Pero nada tan raudo y agresivo como lo que estamos experimentando ahora y
 básicamente en el último mes.
Al referirse recientemente sobre este debate, usted advirtió que "no podemos purificar la historia". ¿Puede explicar esta idea?
Lo
 que quiero decir es que a veces tenemos que tener cuidado con nuestras 
creencias, nuestras actitudes y nuestros sentimientos de hoy sobre el 
pasado.
Yo no estoy a favor de preservar los monumentos confederados. 
Hay algunos monumentos que habré defendido, como el Memorial de 
Freedmen, una estatua de Lincoln de pie y un esclavo arrodillado en 
Washington D.C.
Pero no podemos purificar el pasado. Y lo que 
quiero decir con eso es que no puedes volver atrás y simplemente hacer 
del pasado algo que sea más aceptable y que se ajuste mejor a nuestros 
deseos de hoy.
Ni siquiera puedes purificar la memoria pública de eso.
Los seres humanos siguen siendo seres humanos. La condición humana todavía existe.
Y nuestra historia, como la historia de todos los demás, está llena de tragedia y buenos finales.
Ya
 sea aquí o en cualquier otro lugar del mundo, tenemos derecho a debatir
 cómo queremos que nos represente nuestro paisaje conmemorativo público.
Esas decisiones siempre se toman en un tiempo presente, a menudo relacionado con la política.
 Pero quienes creen que pueden tener una mejor historia o un mejor 
sentido de la memoria por abolir ciertos tipos de monumentos y, con 
suerte, imaginar nuevos, eso no va a purificar el pasado.
Puedes derribar todos los monumentos del mundo, pero eso no cambia necesariamente lo que ocurrió. 
Aún estamos obligados a aprender ese pasado.
¿Ve un riesgo acerca de este movimiento por la remoción de estatuas históricas?
Hay
 riesgos. Nuestra propia indignación justificada contra la brutalidad 
policial, o contra el poder que la trata de esclavos representó con el 
tiempo... Podemos deshacernos justificadamente de algunos de esos 
símbolos. Pero la justificación sola no es suficiente.
Tenemos 
que aprender esa historia y estar preparados para imaginar un nuevo 
paisaje conmemorativo. Tal vez no serán estatuas, sino otras 
representaciones.
Sí, creo que hay un riesgo.
Las personas pueden derribar 100 
monumentos en un mes. ¿Pero qué haces después? ¿Qué planeas ahora como 
forma de decir, "eso no es lo que somos"? Bueno, ¿quiénes somos 
entonces?
Ese es un proceso desordenado.
Mi recomendación 
es que una comisión podría comenzar imaginando formas de conmemorar la 
Emancipación de los esclavos en EE.UU., reemplazando la conmemoración 
confederada.
¿Existe una frontera clara entre lo que debe ser aceptado y removido como monumentos en nuestras sociedades de hoy?
Es una gran pregunta y depende de a quién la formules.
A
 veces las personas reaccionan a un monumento en un nivel de moralidad. A
 veces en un nivel de estética. A veces reaccionan con emoción: se 
conmueven u ofenden. Y luego está la política.
En otras palabras, hay muchas fronteras diferentes.
Pero necesitas un proceso deliberativo. No podemos simplemente dejar que las turbas derriben monumentos.
Va a suceder y ha sucedido a lo largo de la historia: cuando los regímenes caen, generalmente sus monumentos caerán con ellos.
Turbas, multitudes o protestas: como sea que queramos llamarlos, hemos derribado muchos monumentos en las últimas semanas.
Pero
 es mucho mejor tener algún tipo de proceso deliberativo, ya sea en la 
legislatura, un consejo municipal, un grupo de trabajo.
Y debería 
haber algunos principios aplicados según los cuales decidimos eliminar, 
mantener, contextualizar, o cualquiera que sea la decisión final.
Pero,
 por ejemplo, en EE.UU. algunos monumentos a George Washington y Thomas 
Jefferson se volvieron parte de la controversia, porque esos 
expresidentes eran dueños de esclavos. ¿Deberían también ser eliminados o
 esto sería una afrenta a la historia, como señalan otros?
Estos
 son algunos de los más difíciles. Washington y Jefferson, o incluso 
James Madison, fueron personas que literalmente fundaron el país, la 
república, el gobierno que salió de la revolución.
Eran 
esclavistas, virginianos, y eso no se puede separar. Ambas cosas son 
ciertas. Estos hombres, a través de su coraje y su experiencia 
filosófica, lograron crear una república americana. Y también escribir 
esa Constitución que era cómplice con la esclavitud.
Ahora, la 
diferencia entre esos fundadores y los líderes de la Confederación unos 
80 años después, es que estos intentaron derrocar a esa república, 
destruirla, dividirla y entablar una guerra civil para ello. 
Eran criticados aún en los comienzos del 
abolicionismo. Pero este es un caso en el que no se puede separar la 
historia en partes que nos gustan y que no nos gustan.
Sin 
Washington, Jefferson, Madison y otros, no habría habido un EE.UU. 
Fundaron el gobierno y, por lo tanto, son honrados de la manera más 
grande posible.
Personalmente, no creo que los monumentos de 
Jefferson y Washington de alguna manera deban ser derribados o sacados 
de nuestro paisaje conmemorativo.
Lo que hemos hecho es escribir historias profundas, fascinantes y serias de estas personas.
Podemos aprender acerca de ellas, tanto su genio como sus terribles defectos, sin dejar de recordarlos.
Otro ejemplo que viene de Europa: Cristóbal Colón…
 ¿Alguien ha contado cuántas estatuas de Cristóbal Colón hay en EE.UU.? Debe haber una en cada estado al menos…
En toda América…
Bueno,
 esa es otra difícil en cierto sentido. Esto no tiene casi nada que ver 
con el hombre en sí mismo, pero el símbolo de Colón obviamente se ha 
asociado con la conquista de los pueblos indígenas de América.
Por lo tanto, toda celebración de Colón es resentida por los americanos nativos y muchos otros.
Es
 posible que hayamos exagerado al celebrar a Colón, pero eso tiene más 
que ver con los italoamericanos y sus afirmaciones de ser 
estadounidenses a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
Por lo que entiendo, muchos de esos monumentos de Colón fueron 
promovidos por italoamericanos que intentaban declarar cuán 
estadounidenses eran en comparación con los anglosajones.
No estaban conmemorando la conquista de los americanos nativos, ese fue un resultado de Colón y todos esos otros exploradores.
Otra
 cosa que se pierde en este debate es que cualquier navegante que navegó
 en el Atlántico en el siglo XV para tratar de descubrir nuevos lugares 
lo hacía para explotar esos lugares. Eso es lo que hacen los imperios.
Y
 el hecho de que él vino y encontró las islas del Caribe, y por lo tanto
 las Américas, lo supiera o no, fue un resultado natural de la 
exploración.
Ahora, ¿deberíamos estar hablando del heroísmo de un 
explorador? No, deberíamos estar hablando de sus consecuencias a lo 
largo del tiempo, a qué condujo.
Pero es imposible ir atrás e incluso sugerir que de alguna manera los europeos no debería haber salido.
Todos los pueblos se aventuraron si tuvieron la oportunidad y eso conduce a violencia, conflictos.
Por lo tanto, no culpo a algunas personas por estar molestos con tantos monumentos de Colón.
Pero culpar a Cristóbal Colón por la explotación de las Américas por parte de los europeos es un poco ridículo.
Es todo el proyecto del imperio que terminó conduciendo a esta conquista.
Entonces, tal vez sea el imperio en sí mismo del que debes tener cuidado al conmemorar de alguna manera.
Usted ha escrito sobre el monumento a la Emancipación
 en Washington (que representa al expresidente Lincoln parado y a un 
hombre negro arrodillado con las cadenas rotas), concordando en que es 
una imagen racista, pero argumentó en contra de su remoción. ¿No es 
contradictorio?
Parece que sí, pero no creo que lo sea.
Sí,
 esa para mí es una imagen racista. El esclavo arrodillado al lado del 
Lincoln casi divino, visualmente, sin ningún contexto, es una imagen 
racista. Lo acepto.
Pero para mí, el monumento en sí es lo 
suficientemente importante como para preservar y mantener su ubicación, 
debido a quién lo creó, y las circunstancias en las que fue creado y se 
inauguró (en 1876).
El dinero para construir un monumento, 20.000 
dólares, fue recaudado casi en su totalidad entre estadounidenses 
negros, exesclavos.
El evento de inauguración de ese monumento fue liderado y promulgado por afroamericanos.
El día comenzó con un gran desfile de personas negras en el Distrito de Columbia.
Frederick
 Douglass fue el orador y ese discurso es una obra maestra de honestidad
 por la forma en que describió cómo los afroamericanos habían visto a 
Lincoln durante el comienzo de la Guerra Civil.
Douglass dice: sin embargo, los métodos y la forma en que nos 
liberamos tuvieron mucho que ver con el liderazgo de Lincoln, la 
precaución, el proceso paso a paso para llegar a la Emancipación...
Así que digo que el monumento debería permanecer allí representando el tiempo, que es la Reconstrucción.
Al
 inaugurarse en abril de 1876, Douglass tenía a todo el gobierno sentado
 a su frente: el presidente, el gabinete, los jueces de la Corte Suprema
 y miembros del Congreso.
Lo que he defendido es que debería haber
 un monumento adicional construido junto a ese, conmemorando ese día y 
también la historia de la Emancipación de forma creativa.
Otras personas pueden estar en desacuerdo. Para eso tenemos democracia.
Quienes
 promueven la eliminación de este tipo de monumentos argumentan que 
fueron creados para proyectar una imagen de supremacía blanca, son 
símbolos actuales de colonialismo y racismo, y es precisamente por eso 
que deben eliminarse como forma de opresión continua. ¿Cuál es su 
respuesta?
Entiendo el argumento.
Por otro lado, ese argumento evita totalmente la comprensión de las personas que lo crearon.
Sí, la mayoría de los negros de la época probablemente no hubieran preferido la imagen del esclavo arrodillado.
Pero en el siglo XIX ese era el símbolo más extendido de la abolición, de la antiesclavitud.
Viene de un contexto que no debe ser olvidado.
Y
 no debe olvidarse que, a pesar de lo que piensen de esa imagen ahora, 
las personas que la crearon estaban orgullosas de lo que Douglass llamó 
el primer monumento nacional en cuya creación realmente participaron 
estadounidenses negros.
Si lo quitamos y lo dejamos en la esquina de un museo como curiosidad, no creo que la gente se entere de eso.
Los monumentos fueron destinados a estar al aire libre.
Y
 ese sigue siendo un monumento a la libertad negra que, incluso si nos 
ofende hoy, deberíamos mantenerlo donde está por la forma en que lo 
crearon.
Voy a perder ese argumento, probablemente porque hay mucho sentimiento para eliminarlo.
Quién sabe. Estoy a favor de derribar los monumentos confederados. Pero no ese.
Fuente:
https://www.bbc.com/mundo/