domingo, 19 de mayo de 2024

Un Día como Hoy en un Libro

Ross y Parry formaban parte de la expedición del año 1818. (…)

Esta expedición demostró la posibilidad de alcanzar el polo a pie o en trineo, lo cual despertaba el interés de los exploradores, que tenían la esperanza de descubrir un paso hacia el Oriente por el noroeste. La expedición  de Franklin, que había partido en busca de un paso en el noroeste y finalizó trágicamente, estimuló las exploraciones árticas que llevaron a la conquista del polo.

John Franklin había tomado parte en la expedición del año 1818, con el grado de teniente y como segundo al mando del Trent.
Contaba 58 años cuando se le confió el mando de la expedición (1845); antes había desempeñado durante siete años el cargo de gobernador de Tasmania. La expedición que ahora se le confiaba se componía del Erebus y el Terror, que ya había utilizado James Ross en sus tres memorables viajes a las regiones antárticas.
Reparados y convenientemente reforzados, dotados cada uno de una máquina de vapor y una hélice para ser utilizadas en tiempo de calma, fueron los primeros vapores de hélice que navegaron por el Ártico. Zarparon de Londres el 19 de mayo de 1845 con instrucciones de dirigirse hacia el oeste, atravesar el estrecho de Lancaster y alcanzar el de Bering.

La Conquista de la Tierra, de Juan Maluquer de Motes et al)

 

 

En la primavera de 1973, Kissinger se trasladó a Moscú para preparar el viaje de Breznev a Washington, pero en su ausencia dejó una nube de incertidumbre cerniéndose sobre el Consejo Nacional de Seguridad.
El 6 de abril había anunciado que se producirían ciertos cambios que afectarían a unos 132 miembros del equipo.
Al parecer Kissinger estaba preparando al CNS para su partida. Por aquellos días (19 de mayo de 1973) se creía que Henry sólo seguiría ocupando aquel cargo un par de años más y que no llegaría al término de la Administración Nixon. Circulaban un par de teorías según las cuales el presidente había perdido la confianza en él y el secretario de Estado William Rogers sería sustituido por alguien como Connally, una persona que «no toleraría la ascendencia de Kissinger»; sin embargo, no parecía probable por aquel entonces que le alcanzaran las consecuencias del escándalo Watergate obligándole a dimitir. Tampoco parecía probable que Kissinger abandonara al presidente como señal de desconfianza en él. (Tal vez Kissinger ya estaba preparando con antelación su acceso al cargo de secretario de Estado).


Las Aventuras de Kissinger, de Charles R. Ashman (traducción de María Antonia Menini)

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