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martes, 29 de abril de 2025

El reloj robado que le cambió la vida a los antiguos romanos (y otras curiosidades sobre la medición del tiempo)

 Serie "You're Dead to Me"

 BBC Radio 4

 

Retrocedamos en el tiempo, unos 2.300 años, para recordar el día en el que un objeto de un botín de guerra le cambió la vida a los antiguos romanos para siempre.

El año era 263 a.C., y Manio Valerio Máximo Mesala estaba sobre una tribuna frente a una multitud jubilosa que lo vitoreaba.

Por liderar sus legiones en una campaña triunfal, era el héroe de la Primera Guerra Púnica, lidiada entre Cartago y Roma, le contó a la BBC el experto en medición del tiempo David Rooney.

Más de 60 de las ciudades sicilianas habían reconocido la supremacía de Roma, y Valerio personalmente había negociado el tratado en Siracusa, que resultaría ser la alianza estratégica más importante en la historia romana.

Y, como era costumbre, regresó con más que la victoria.

Trajó tesoros de las tierras conquistadas, entre ellos uno que no parecía muy especial: un reloj de sol hemisférico, o hemiciclo, saqueado de la capturada colonia griega de Catania en la isla de Sicilia.

Era un gran bloque de mármol con una cavidad hemisférica y líneas talladas para marcar el tiempo según la sombra proyectada por un gnomon, que estaba en la parte superior.

Como una muestra tangible del triunfo, fue eregido sobre una columna nada menos que en el Forum Magnum, el núcleo de la vida diaria de Roma, centro comercial y escenario de procesiones y elecciones, de discursos, juicios penales y combates de gladiadores. 

Los hemiciclos fueron creados por el astrónomo griego Aristarco de Samos alrededor del 280 a.C. (Aquí, uno romano del siglo I, al que le falta el gnomon arriba).

Era el primer reloj de sol público de Roma, y el que estuviera calibrado para la hora y el calendario de Sicilia, que eran un tanto distintos, no pareció importar.

Pero lo que empezó siendo un símbolo de victoria pronto se convirtió en una herramienta de control.

Los romanos se obsesionaron con esos artilugios, y empezaron a aparecer por toda la República, injiriendo en la vida cotidiana al regular las actividades de los ciudadanos.

Ante la intromisión de esa nueva tecnología no tardaron en alzarse voces de protesta, como la que este dramaturgo exasperado puso en boca de un personaje:

"Maldito sea el hombre que descubrió las horas y, sí, el que instaló aquí un reloj de sol, que ha hecho trizas el día, ¡pobre de mí!

"Cuando era niño, mi estómago era el único reloj de sol, de lejos el mejor y más auténtico comparado con todos estos.

"Solía ​​advertirme que comiera, donquiera que estuviera.

"Pero ahora no se come a menos que lo diga el Sol. De hecho, la ciudad está tan llena de relojes de sol que la mayoría de la gente se arrastra, marchitada de hambre".

Ese lamento desesperado fue escrito por Plautus, y no fue el único.

Otro escritor calificó los relojes de sol de "odiosos" y llamó a derribarlos con palancas, señaló Rooney.

 

Contando las horas

El uso de relojes públicos, no obstante, era extendido desde mucho antes en otras ciudades del mundo.

Y maneras de medir el tiempo existían desde al menos la Edad de Bronce.

El primer dispositivo fue probablemente el gnomon, que data de alrededor del 3500 a.C. Era sencillamente un palo o pilar vertical, y la longitud de la sombra que proyectaba indicaba la hora del día.

En el siglo VIII a.C. los egípcios tenían relojes de sombra, con una base plana, que tenía inscritas divisiones horarias, y un travesaño elevado en un extremo.

Requerían, eso sí, atención pues, para que dieran bien la hora, por la mañana tenían que mirar hacia el este y al mediodía había que darles la vuelta hacia el oeste. 

 
Esta es una réplica de un reloj de sombras egipcio de los siglos X-VIII a.C. El paso del tiempo se medía por el movimiento de la sombra proyectada por el travesaño.
 
 
De esos antiguos egipcios y de los sumerios heredamos aquello de dividir el día en torno al número 12, pues a ambas civilizaciones les gustaban las matemáticas duodecimales.

Los romanos también tenían 12 horas de día y 12 horas de noche... muy sencillo, excepto que cuánto duraba cada hora dependía de la estación.

Como la luz solar fluctúa a lo largo del año -hay más en verano, menos en invierno-, esas 12 horas del día se estiraban o encogían en conformidad, así que una hora veraniega podía durar 75 minutos, y una invernal, 45.

¡Imáginate cuánto tenía que esperar el personaje de Plautus para que llegara la hora de almuerzo en verano!

No obstante, él y sus contemporáneos en Roma aún eran libres de la tiranía de los relojes en las noches.

Ni los de sombra al estilo de lo egipcios ni los más modernos hemiciclos, como el que los romanos robaron en Sicilia, podían rastrear el paso del tiempo durante la noche.

Para eso, no obstante, ya existía un artilugio aún más antiguo, y una muestra estaba a poco más de 1.000 kms de Roma, en una extraordinaria edificación de la antigua Atenas con un nombre encantador.

 

La Torre de los Vientos

Nadie sabe con precisión cuándo fue construida, pero se cree que alrededor del año 140 a.C.

Conocida también como Horologion, sigue siendo magnífica pero en su época debió ser asombrosa... imagínatela:

Construida en mármol y de forma octagonal, cada uno de los lados mira hacia un punto de la brújula y están decorados con relieves que representan los ocho vientos y solían ser de colores brillantes.

En la parte inferior, hay líneas de un reloj solar.

Estaba coronada por una veleta en forma de tritón de bronce, de ahí el nombre Torre de los Vientos. 

Los dioses de los vientos están esculpidos en los paneles decorativos cerca del techo.

Cuenta Rooney en su libro "A tiempo: una historia de la civilización en 12 relojes" que adentro, el techo estaba "pintado de un impresionante color azul cubierto de estrellas doradas".

Y en el centro del imponente recinto había un artilugio que "se alimentaba de una fuente sagrada en lo alto de la colina de la Acrópolis llamada Clepsidra".

Desde esa época, se adoptó el nombre de esa fuente para llamar a esos artilugios, que eran relojes de agua y ya tenían una larga historia.

"Fue una tecnología muy importante en el mundo antiguo. Medían el tiempo regulando el flujo de agua de un recipiente a otro", explica Rooney.

En su forma más simple, los relojes de agua eran cuencos con aperturas, y existieron en Babilonia, Persia y Egipto, con ejemplares de este último lugar que datan del siglo XIV a.C.

Las clepsidras se usaron para muchos propósitos, incluido el cronometraje de los discursos de oradores, y por mucho tiempo: en el siglo XVI, Galileo usó una de mercurio para cronometrar sus cuerpos en caída experimentales.

"Ahora bien, no solo se usaban en el Mediterráneo antiguo", precisa el experto

Diseño para el Reloj de Agua de los Pavos Reales, de "El Libro del Conocimiento de Ingeniosos Dispositivos Mecánicos" de Badi' al-Zaman b. al Razzaz al-Jazari (1136-1206)
 

Los indígenas norteamericanos y algunos pueblos africanos tenían una versión con una pequeña embarcación a la que le entraba agua a través de un agujero hasta que se hundía.

"En la antigua China imperial o en el Japón medieval, cada ciudad importante tenía una clepsidra en una torre alta equipada con tambores o campanas desde donde se marcaba la hora al público".

El erudito chino del siglo II Cai Yong explicó: "Cuando se acaba la clepsidra nocturna, se toca el tambor y la gente se levanta. Cuando se acaba la clepsidra diurna, se toca la campana y la gente se va a descansar".

Así que, para marcar el paso del tiempo, luz y sombra, agua y... ¿fuego?

 

Oliendo las horas

Efectivamente, ha habido relojes de fuego.

Las velas o lámparas de aceite, con las marcas apropiadas, pueden dar la hora al arder.

Pero eso no es tan fascinante como otras formas de medir el tiempo basadas en la combustión, como los relojes de incienso que, según el historiador Andrew B. Liu, se usaron desde al menos el siglo VI en el Lejano Oriente.

He aquí uno como los de la China medieval.

En el cuerpo del dragón hay un canal para poner varillas de incienso calibradas para arder durante períodos de tiempo específicos. 

 

A medida que el incienso se consume, el calor rompe los hilos de los que penden pequeñas bolas de metal bajo el vientre del dragón, y estas caen sobre un plato de metal.

El tintineo sirve de alerta.

Otros de estos relojes sensoriales permitían oler el tiempo.

Eran laberintos de incienso, cuyas brasas ardían lentamente en el interior.

Reloj de incienso desarmado: de izq a der: base, dos plantillas y tapa. En el centro, regulador. 

 

Eran cubos divididos horizontalmente en bandejas que contenían lo necesario para hacerlos funcionar: desde cenizas de madera hasta distintas plantillas para usar según la estación (caminos más largos para, por ejemplo, los días veraniegos).

Lo que hacían era aplanar las cenizas de madera y luego hacer una ranura siguiendo el patrón de una plantilla. Esta se rellenaba con incienso y se cubría con la tapa de encaje que dejaba salir el humo y entrar el oxígeno.

Algunas tapas tenían pequeñas chimeneas, así sabías la hora al ver por cual salía el humo.

Pero si ponías incienso de diferentes perfumes para que ardieran en distintos momentos del día, al entrar en la habitación el aroma te diría qué hora era. 

 

El inexorable paso del tiempo

Cuando se trata no tanto de marcar las horas sino de representar el paso del tiempo, y su inevitable fin, no hay reloj más icónico que el de arena.

"No sabemos cuándo se inventó", apuntó Rooney, y agregó: "Algunas personas argumentan a favor de la antigua Grecia, pero parece más probable que existían alrededor del siglo XI o XII, ya sea hechos por fabricantes islámicos o europeos".

Podían medir cualquier lapso de tiempo, desde 24 horas hasta unos pocos segundos.

Eran fiables, reutilizables, razonablemente precisos y fáciles de fabricar, pero quizás lo más fascinante es su profunda huella en historia del pensamiento occidental.

Ya en la representación más antigua conocida, que data de 1338 y aparece en un fresco del Palazzo Publico de Siena, Italia, el reloj de arena está en manos de la virtud de la templanza, que lo mira con preocupación.

 

En la serie de frescos llamados "La Alegoría del buen y del mal gobierno", el artista sienés AmbrogioLorenzetti pintó la representación más antigua de un reloj de arena, sostenido por la Templanza. 

 

Pronto, su significado se extendió a los temas tan importantes como la vida y la muerte, el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto.

"En el siglo XV apareció la figura del Padre Tiempo, un anciano alado y barbudo que llevaba un reloj de arena como símbolo del paso del tiempo y sus efectos destructivos, que se difundió en el arte y la cultura europea", relata Rooney.

"Luego, a partir del siglo XVI, las cosas se pusieron un poco más oscuras con la figura esquelética y sonriente de la muerte que, cargando un reloj de arena, extendía su mano para llevarnos a la tumba.

"En lápidas de toda Europa, el reloj de arena aparecía como una advertencia. Era el memento mori: recuerda que morirás".

Se tornó en símbolo de virtud poderoso y profundo, cuya idea es que "debemos vivir una buena vida en la Tierra para asegurarnos una mejor eternidad", señala Rooney. 

El Padre Tiempo, en este autorretrato de Michiel van Musscher de 1685.

 

De las torres al espacio

Entretanto, y desde 1275, había empezado a aparecer en Europa un tipo de reloj completamente distinto: el mecánico.

Los primeros no tenían "cara" visible pues su objetivo era mecanizar el repicar de las campanas en las torres.

"No fue hasta después que se añadió una esfera y una manecilla de las horas; y más tarde, la de los minutos".

Los relojes pequeños y portátiles se inventaron en el siglo XV, y los de pie llegaron a los hogares a partir de la década de 1670... el tiempo cada vez se volvía más cercano y personal.

Los relojes de pulsera "han existido durante algunos siglos, pero en realidad eran joyas usadas por mujeres adineradas", cuenta Rooney.

Famosamente, en 1571, Robert Dudley, conde de Leicester, le regaló a la reina Isabel I de Inglaterra un reloj de diamantes que podía usarse como brazalete.

"En el siglo XIX, eran muy populares entre las mujeres que practicaban ciclismo y equitación, pero no era algo que los hombres usaban tradicionalmente". 

Para ellos había relojes de bolsillo... aunque no se llamaban así pues esos relojes fueron inventados antes que los bolsillos.

"Los llevaban colgados del cuello o prendidos a su ropa, pues el reloj de pulsera estaba muy marcado por el género, hasta que en la Guerra de los Bóers, del siglo XIX, los soldados empezaron a atarse sus relojes de bolsillo a las muñecas", comenta el experto.

Para cuando el artista Peter Paul Rubens pintó este retrato, en 1597, ya estaban empezando a aparecer bolsillos como pequeñas bolsas cosidas a la ropa masculina.
 

"Por su practicidad, se popularizaron muy rápidamente después de la Primera Guerra Mundial, al punto de que el reloj de bolsillo quedó obsoleto en pocos años".

Por esa época, en la década de 1920, se dio un gran salto tecnológico de la mano del cristal de cuarzo, que garantizó "alta precisión por una fracción de dólar, es decir, al alcance de todos".

Aún más precisos son los relojes atómicos, con cesio, que se inventaron en la década de 1950.

Volando sobre nuestras cabezas están los más sofisticados del mundo, brindando todo lo necesario para la tecnología moderna, incluido el GPS... que es un reloj.

"Exactamente", confirma Rooney. "Los satélites GPS son básicamente vehículos para hacer volar relojes".

"Y esos relojes son fundamentales para que funcione el mundo moderno.

"No se trata solo del sistema de navegación para llevarte a donde quieres ir. Todo funciona gracias a la hora que marcan esos relojes: comunicaciones globales, sistemas informáticos, transporte, logística, banca...".

A lo largo de la historia, hemos marcado las horas con sombras, arena, agua, fuego, resortes, ruedas y cristales oscilantes.

Hasta hemos intentado plantar jardines que sirvan de relojes, llenos de flores que se abren y se cierran a diferentes horas del día.

Y, al menos en lo que respecta al ingenio, al parecer no hemos perdido el tiempo.


 Fuente: El reloj robado

 

 

lunes, 3 de junio de 2024

Cómo prepararte mejor para un examen si sólo tienes tiempo de estudiar en el último momento

 Por Jonathan Firth Role,

 The Conversation*

 

Si estás en la escuela o la universidad y te ha llegado el momento de prepararte para los exámenes, es posible que te encuentres tratando de memorizar información que aprendiste hace mucho tiempo y que has olvidado por completo, o que no aprendiste en primer lugar de manera efectiva.

Desafortunadamente, tratar de absorber mucha información en poco tiempo es una forma muy ineficiente de aprender adecuadamente.

Pero, a veces, es necesario para aprobar un examen.

Por eso puedes incorporar lo que sabemos sobre cómo funciona el aprendizaje al repasar, para que sea más efectivo.

Una gran cantidad de evidencia de investigaciones sobre cómo funciona la memoria a lo largo del tiempo muestra que al principio olvidamos nueva información muy rápidamente, y después el proceso de olvido se ralentiza.

En la práctica esto significa que los tiempos de estudio muy comprimidos causan una cantidad catastrófica de olvidos.

Una mejor opción es espaciar el aprendizaje de un tema en particular de manera más gradual y durante un período más largo. Esto se denomina "efecto de memoria espaciada" o "repetición espaciada" y hace que las habilidades y los conocimientos se retengan mejor y durante más tiempo.

Investigaciones han descubierto que recordamos mejor la información cuando dejamos un espacio de tiempo entre estudiar algo por primera vez y volver a visitarlo, en lugar de hacerlo de inmediato.

Esto funciona incluso en períodos de tiempo cortos: un retraso de unos segundos cuando se intenta aprender una cantidad pequeña de información, como un par de palabras, por ejemplo. Y también funciona cuando el retraso entre sesiones de estudio es mucho mayor.

En el aula, espaciar la práctica podría significar revisar y practicar el material al día siguiente, o retrasar la tarea un par de semanas, en lugar de repasarla lo antes posible.

Como regla general, los psicólogos han sugerido que el mejor momento para reestudiar el material es cuando está a punto de ser olvidado: no antes, pero tampoco después.

Pero no es así como se aprenden las cosas durante el año escolar. Cuando los estudiantes llegan a la época de exámenes, han olvidado gran parte de lo que han estudiado antes.

 

Cómo maximizar tu tiempo 

Cuando se trata de aprender realmente -ser capaz de recordar información a largo plazo y aplicarla a situaciones nuevas-, tratar de estudiar mucho en un plazo corto no funciona.

Difícilmente podamos llamarlo "aprendizaje" si la información se olvida un mes después.

Pero si necesitas aprobar un examen, estudiar en poco tiempo puede generar un aumento temporal en el rendimiento.

Es más, puedes incorporar el efecto de repetición espaciada en tu preparación para hacerla más eficiente.

Es mejor espaciar la práctica del conocimiento de un tema a lo largo de las semanas, por lo que si tienes algo de tiempo antes de un examen clave, planifica tu cronograma de repaso para cubrir los temas más de una vez.

En lugar de asignar un bloque de dos horas a un tema en particular, estúdialo durante una hora esta semana y luego otra hora dentro de una semana aproximadamente.

Si no tienes tanto tiempo, vale la pena incorporar intervalos más pequeños entre las sesiones de práctica.

Si tu examen es mañana, practica los temas clave hoy por la mañana y luego nuevamente por la noche.

El aprendizaje también es más eficaz si recuperas activamente información de tu memoria, en lugar de volver a leer o subrayar tus notas.

Una buena forma de hacerlo, incorporando el efecto de memoria espaciada, es haciendo pruebas prácticas. Revisa un tema de tus apuntes o libro de texto, tómate un descanso de media hora y luego haz un examen de práctica sin la ayuda de tus libros.

Una técnica aún más sencilla es la llamada brain dump en inglés, que consiste en estudiar y tomar un descanso, y luego escribir todo lo que puedas recordar sobre el tema en una hoja de papel en blanco sin revisar tus apuntes.

 

Cambiar la forma en que enseñamos

Quizás sea necesario un cambio en las prácticas docentes para evitar que los alumnos tengan que estudiar material que sólo recuerdan a medias antes de los exámenes.

Pero mi investigación sugiere que los profesores tienden a estar de acuerdo con la idea de que la consolidación de un tema debería ocurrir lo antes posible, en vez de espaciar la práctica de maneras que en realidad son más efectivas.

Los profesores están sobrecargados y hacen esfuerzos heroicos con el tiempo que tienen. Pero incorporar el efecto de memoria espaciada en la enseñanza no requiere necesariamente cambios radicales en la forma en que se manejan los docentes.

A menudo, es tan sencillo como hacer lo mismo en un horario diferente.

Las investigaciones han demostrado que la forma más eficaz de combinar las pruebas de práctica y el efecto de memoria espaciada es realizar estas pruebas en la clase inicial, seguidas de al menos tres oportunidades de práctica en intervalos ampliamente espaciados.

Y esto es muy factible dentro del patrón típico del año escolar.

Por ejemplo, después de la primera clase, la práctica adicional podría realizarse con una tarea después de unos días, y luego algún tipo de prueba o examen simulado después de un intervalo de tiempo adicional.

El período de repaso antes de los exámenes sería entonces la tercera oportunidad de consolidación.

Incorporar a la educación la autoevaluación efectiva y la práctica retrasada significaría menos estrés y también tener que estudiar menos material a última hora, lo cual resulta ineficiente.

La época de exámenes sería para consolidar, en lugar de volver a aprender cosas que se han olvidado.

El resultado sería una mejor retención de conocimientos y habilidades importantes a largo plazo.

Como ventaja adicional, los estudiantes también obtendrían una mejor comprensión de cómo estudiar de forma eficaz.

 

*Jonathan Firth es Profesor titular de Educación, Universidad de Strathclyde, Reino Unido

*Este artículo fue publicado en The Conversation.
 
Fuente:
 
 
 

miércoles, 18 de enero de 2023

¿Por qué hay personas que siempre llegan tarde?

Por Redacción

BBC News Mundo

 

¿Eres esa persona que siempre llega tarde?

En un mundo como el actual, en el que todos estamos tratando de hacer cada vez más cosas, pareciera que todos estuviéramos corriendo contra el reloj.

Pero aunque todos estemos compartiendo la misma carrera contra el tiempo, hay un tipo de personas a las que pareciera que, simplemente, no les importa llegar tarde.

Según un estudio del sitio YouGov de 2014, al menos 1 de cada 5 estadounidenses llega tarde al trabajo al menos un día a la semana y pareciera que la generación de los "millennials" es la que más sufre con la puntualidad. 

¿Qué está ocurriendo? ¿Existen ciertas personas que están programadas naturalmente para llegar tarde? 

 La autora británica Grace Pacie decidió investigar por qué ella misma siempre llegaba tarde a los sitios y documentar sus descubrimientos en el libro Late!: A Timebender's Guide to Why We Are Late and How We Can Change (Tarde! Una guía para los flexores del tiempo sobre por qué siempre llegamos tarde y cómo podemos cambiar).

"En cuestión de personalidades, hay una curva de campana. En un extremo de la escala, están los que yo llamo 'protectores del tiempo', que están ansiosos por llegar temprano", cuenta la autora.

Al otro lado del extremo, están los que Pacie llama "los flexores del tiempo" (timebenders, en inglés).

  

"Flexando" el tiempo

 "A los timebenders no nos gusta la rutina. No nos gustan las tareas que nos son conocidas, y nos aburrimos fácilmente", le explicó Pacie a la BBC.

"Nos podemos enfocar muy bien cuando tenemos interés en algo, y si el tiempo es corto, podemos trabajar de una manera muy efectiva".

Pacie explica que para identificar a los timebendersen una oficina, lo único que hay que hacer es buscar los escritorios más desordenados.

"No hemos terminado algo, cuando ya estamos empezando otra cosa".

Pero, ¿por qué pareciera que ciertas personas tienen esta característica más marcada que otras?

La respuesta podría estar en un elemento muy específico de la personalidad, le explica a la BBC el autor del libro "El Efecto de las expectativas", David Robson.

 

"Ser consciente"

Para Robson, el llegar siempre tarde está relacionado con el rasgo de la personalidad de la consciencia.

"Puedes medir este rasgo a través de preguntas como ¿qué tan organizados y ordenados son? o ¿es la persona puntual?".

Además, Pacie cree que los timebenders experimentan el tiempo de una manera diferente.

"Tenemos una percepción distinta del tiempo a la mayoría de la gente", dice la autora, quien se considera a sí misma como una timebender. "No todos los minutos tienen la misma duración para nosotros."

 "El tiempo puede acelerarse o desacelerarse; podemos perdernos totalmente en algo y perder completamente la noción del tiempo. Por otro lado, si tenemos una hora de entrega, podemos trabajar de manera muy efectiva". 

 

Qué dice la ciencia

Un estudio hecho por psicólogos de la Universidad de Washington en 2016 se enfocó precisamente en analizar la percepción del tiempo que tienen las personas.

En uno de los experimentos, los sujetos tenían un tiempo determinado para terminar una tarea. Incluso se les permitía revisar el reloj.

Pero las tareas estaban diseñadas para que fueran fascinantes y que distrajeran a los sujetos para que no miraran el reloj.

Los resultados fueron claros: algunos eran naturalmente mejores que otros estimando el paso del tiempo, y usaban esa aptitud para planear de manera efectiva en el futuro.

 

Consecuencias 

 Pacie dice que uno de los hallazgos más sorprendentes (y posiblemente útiles) fue descubrir que los timebenders no siempre llegan tarde a todo. 

"Podemos llegar a tiempo cuando nos importa, y eso quiere decir que nos importa cuando existen consecuencias para nosotros por llegar tarde", dice la autora.

"Los momentos en los que más estiramos el tiempo es cuando no hay fechas u horas límite y no hay consecuencias, lo que muchas veces coincide con eventos sociales".

La autora dice que esto puede llevar a los timebenders a tener problemas con sus seres queridos, pues están dando la impresión de que hay poco interés por quedar bien con ellos.

"Creo que es muy útil reconocer el poder de las horas y fechas límite, y que sean reales, externas a nosotros y que tengan consecuencias", agrega.

 

Hay soluciones 

Uno de los problemas más grandes que ha encontrado Robson a la hora de mejorar la puntualidad de las personas es que creen que la impuntualidad es parte intrínseca de su personalidad.

"Simplemente asumen que es algo tan intrínseco a sus genes y sus características, que ni siquiera hacen el intento de corregir el comportamiento", dice."Es así como las narrativas que tenemos de nosotros mismos pueden convertirse en una profecía que se cumple sola".

Y la idea de que los rasgos de la personalidad no son permanentes - ni marcados desde el nacimiento - sino que pueden moldearse, es uno de los desarrollos más emocionantes de la psicología actual.

Robson dice que, si alguien lo quisiera, a través de simples cambios, podría volverse una persona más consciente.

"Pueden hacer cosas como un horario detallado todos los días o reservar tiempo para organizar su escritorio o su habitación si están desordenados. Cosas que sabemos que hacen personas muy conscientes".

 

Fuente: 

Llegar tarde 

martes, 31 de agosto de 2021

"Ahora", "ahorita", "ahoritita", "ahoritica": ¿por qué es tan difícil definir el tiempo (y ponerse de acuerdo) entre los hablantes del español?

 Analía Llorente

HayFestivalQuerétaro@BBCMundo
 
 
"Ahorita le envío el correo", me dijo del otro lado del teléfono con su inconfundible acento mexicano.

Pero pasaban las horas y el correo con la información solicitada no llegaba.

¿Será que el tiempo transcurre de diferente manera entre los hablantes del español de América Latina?, pensé.

Claramente, el adverbio de frecuencia "ahora" está en el centro de este debate.

Según el Diccionario de la lengua de la Real Academia Española, "ahora" significa "en este momento" o "en el tiempo actual". 

Pero la definición no termina ahí porque "ahora" abarca un tiempo muy amplio.

Puede significar "hace poco tiempo", como en "ahora me lo han dicho". O "dentro de poco tiempo", como en "ahora te lo diré".

"El 'ahora' de toda la vida en el español ya tenía los tres significados desde el latín. Increíble ¿no?, señala María José Rincón, filóloga y miembro de Academia Dominicana de la Lengua.

"Quizás ese propio germen de significado hace que esa extensión hacia el futuro o hacia el pasado sea más fácil de manejar dependiendo de la idiosincrasia de la costumbre del país", añade a BBC Mundo.

Y la cuestión de la referencia temporal se complica aún más cuando algunos hablantes de las distintas variantes del español de América Latina le agregan diminutivos como: "ahorita", "ahoritica", "ahoritita" y hasta "ahorititita".

"Parece que estamos hablando otro idioma", dice Rincón. 

 

¿Y Ahora? 

Los deícticos, que son las palabras que marcan el tiempo o el espacio en el idioma, pueden provocar bastantes problemas en la comunicación de los hablantes de una lengua.

"Si para ti 'ahora' es 'ahora' (es decir, en este momento), que una persona te diga: 'te lo mando ahora' pero en realidad quiere decir 'más adelante'; o te diga: 'te lo mandé ahora', que quiere decir que 'ya te lo mandó hace tiempo' te descoloca completamente porque te cambia la percepción temporal", ejemplifica la filóloga.

En América Latina también es frecuente la convivencia de "ahora", "ahorita" y "ahoritita".

Y cada una de ellas puede tener un matiz diferente en cada región o país.

Según datos del Diccionario de americanismos, en México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Perú y Bolivia conviven "ahora" (con el significado de "hoy, en el día presente"), "ahorita" (que es "dentro de un momento, más tarde") y "ahoritita" (que significa "ahora mismo").

Incluso en algunos sitios también se escucha el "ahorititita", (para dar más énfasis a la comunicación) recopila el trabajo "La lengua española en América: normas y usos actuales", de la Universidad de Valencia. 

En Puerto Rico y República Dominicana se distingue entre "ahora" (que significa "en este momento") y "ahorita" (que es "dentro de un rato").

En otros lugares, puede pasar que el "ahoritita" expresa una inmediatez superior a la de "ahorita". Y "ahora" termina siendo la menos inmediata. 

 

¿Por Qué Pasa Esto? 

El tiempo nos permite medir la duración o separación de acontecimientos. Y la palabra "ahora" nos ayuda a ordenar sucesos.

En general "el tiempo es una magnitud que es muy difícil de atrapar y el lenguaje trata de hacerlo con palabras aunque a veces se ve completamente superado", analiza Rincón que también dirige el Instituto Guzmán Ariza de Lexicografía en República Dominicana.

Sin embargo, "el español es un idioma que atrapa muy bien el tiempo porque tiene una riqueza extraordinaria de tiempos verbales combinados con modos verbales", agrega la filóloga.

Y en el caso de "ahora", "ahorita" o "ahoritica", no hay que ser tan rígidos con el significado.

Cada variedad fija un significado concreto. Por ejemplo, la comunidad en Colombia decidió que "ahoritica", el adverbio con dos diminutivos (-ti y -ca) va a significar "ahora mismo" como en "se estrelló un carro, pasó ahoritica mismo".

Mientras que en Cuba el "ahoritica" puede referirse también a "un futuro muy próximo", como en "dijo que ahoritica llegaba".

Es decir, muchas veces el significado sólo con la palabra sin conocer el contexto es muy difícil determinar.

"No tienes que pensar que en la lengua todas las piezas que se ponen significa lo mismo, lo que hacen es darle más expresividad", define Rincón. 

 


 

 -Mesera ¿me trae más pan?

 -Sí señora, ahorita

 

 

 

"Ahorita sirve para no obedecer"

El "ahorita" en México necesita una explicación más detallada.

Para el lingüista mexicano Luis Fernando Lara, en la mayoría de los casos donde se usa "ahorita" y todas sus variantes, las expresiones van relacionadas con el sentido del mandato y los códigos de cortesía de cada comunidad.

"Para un mexicano, cuyas normas de cortesía son muy barrocas, expresiones como 'hazlo ahora' y 'ya' son rudas, pues necesitamos dulcificarlas con oraciones como 'por favor, haz esto ahora', 'si no te es molesto, hazlo ahora', etc.", dice.

Y la respuesta típica mexicana a esos mandatos suele ser "ahorita". ¿Pero cuándo es eso?

"Ese ahorita se interpreta erróneamente como 'en un momento inmediato', pero cuando uno lo estudia, llega a la conclusión de que significa 'se hará cuando se pueda o en el momento oportuno'", analiza Lara que es Director del Diccionario del español de México.

"Esto desconcierta a los extranjeros. Por eso a veces, el interlocutor responde: 'Bueno, pero ahoritita, ahorititita', para exhortar a una acción inmediata", ejemplifica. 

 

 


 -¡Hija lava los trastes!

-Sí mamá, ahorita
 
 
 
 
 
 
 

Pero para el psicólogo social Pablo Fernández Christlieb, el significado de ese "ahorita" es mucho más profundo y está directamente vinculado a la identidad mexicana en respuesta a la opresión de la conquista española.

"Así como la Ñ es para el español, el 'ahorita' es para el español de México y para toda nuestra idiosincrasia porque concentra la historia completa y el orgullo de este país", le dice a BBC Mundo.

"Yo creo que básicamente podría decirse que el 'ahorita' sirve para no obedecer. ¿Cómo le respondía uno con un 'no' a los españoles que daban órdenes? Pues se le decía 'ahorita', por supuesto", analiza el académico de la Universidad Nacional Autónoma de México.

En resumen, ese "ahorita" nunca iba a pasar.

Y el uso de diminutivos es una manera de apropiarse del lenguaje que se le fue impuesto.

"Cuando le pones un diminutivo a algo que es grande, que está encima de ti, de repente se vuelve chiquito y lo puedes controlar y manipular y ya no es algo que te oprima. Uno tiene el permiso de desobedecer el lenguaje, por lo tanto de desobedecer las órdenes", opina Fernández Christlieb.

 
 

 -¿A qué hora vamos a la fiesta? 
-Ahorita
 
 
 
 






"Luego",  "luego luego, "luego lueguito"
 
 Si bien las confusiones más comunes -si de tiempo estamos hablando- entre los hablantes de las distintas variantes del español de América Latina se dan con la palabra "ahora", no son las únicas.

"Luego" puede expresar sentido de posterioridad temporal como sinónimo de "después".

Aunque en El Salvador "luego" puede significar "temprano", "en las primeras horas del día" y "rápidamente", en Honduras, "ahora mismo" y en Paraguay, "de antemano", según recoge una publicación de la Academia Mexicana de la Lengua.

"El uso mexicano de 'luego' (…) es una posposición de la acción como: 'luego lo hago', y de ahí la respuesta: 'pero luego luego'", para dar más énfasis que la acción se hará de inmediato.

 
 

-¿Cuándo llegó el electricista?

-Luego, luego de que te fuiste.

 
 
 
 
Es decir que la expresión "luego luego" sería más cerca en el tiempo que sólo "luego".

"Increíble, pero sí", dice Rincón sobre esta expresión que también se usa en Guatemala, por ejemplo.

"Si te pones a verlo matemáticamente es una cosa incomprensible. Pero la lengua es así, tiene muchos factores humanos que nos descolocan porque no tiene mucha explicación, o si la tiene es más bien sentimental", opina.

También en el español de América Latina aparecen las expresiones como "luego, lueguito" para decir que algo sucedió inmediatamente después. O también para dar una idea de cercanía geográfica: "El pueblo está cerquita, aquí lueguito"
 
 
Interferencias
 
Lo cierto es que estas confusiones entre los propios hablantes de las distintas variantes del español es algo relativamente nuevo en la historia de nuestro idioma.

Gracias a la fluidez en las comunicaciones y básicamente a internet, en la actualidad tenemos la posibilidad de interactuar con los distintos usuarios del español de todo el mundo y sorprendernos con las diferencias, aunque más de una vez no nos entendamos.

"Quizá nadie nunca pensó que iba a haber un idioma materno hablado por casi 600 millones de personas y que todos pudiéramos hablar con todos al mismo tiempo. Creo que eso tiene mucho que ver con lo que nos está pasando ahora", analiza Rincón.

Entonces por estas interferencias que se producen en la comunicación necesitamos usar cada vez más palabras para evitar ambigüedades.

"Esas diferencias enriquecen. A veces pueden ser peligrosas, pero es bonito que nos demos cuenta que el español es un idioma múltiple, que no hay una cosa mejor dicha que la otra. No hay nadie que hable mejor que yo", dice la filóloga.

Lara coincide: "Nunca habrá un 'acuerdo', pues estos temas que relacionan el significado con la cortesía son tan íntimos de cada sociedad, de cada tradición, de cada cultura, que no se pueden 'corregir'. Más bien es lo que da idea de la diversidad y riqueza de las culturas hispánicas".

 
Este artículo es parte del Hay Festival Querétaro digital, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza del 1 al 5 de septiembre de 2021.
 
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