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miércoles, 18 de septiembre de 2024

Cómo entrenar tu cerebro para recordar nombres, fechas y otros datos de memoria

 Por Claudia Poch y Jorge González Alonso*

 The Conversation


Solemos referirnos a la memoria como si de una entidad unitaria se tratara.

Sin embargo, tenemos claro que algunas personas son nefastas para reconocer rostros familiares, pero en cambio tienen una capacidad sobresaliente para adquirir una lengua.

O que hay personas con una habilidad extraordinaria para recordar acontecimientos del pasado, a pesar de que no son capaces de retener un número de teléfono durante un breve periodo.

Estas aparentes contradicciones en las manifestaciones de la memoria se deben a que esta no es unidimensional, sino que existen distintos sistemas de memoria, apoyados por sustratos y mecanismos neurobiológicos parcialmente diferentes.

 

Tipos de Memoria para Tipos de Conocimientos

En la escuela, los conocimientos y habilidades que han de adquirirse son de distinto tipo y, por tanto, son sustentados por distintos sistemas de memoria

La adquisición de una nueva lengua, por ejemplo, no requiere los mismos mecanismos ni procesos que la adquisición del conocimiento semántico necesario en ciencias naturales.

Aprender diferentes materias o destrezas utiliza distintos sistemas de memoria.

Como el aprendizaje de distintas materias y destrezas no hace uso de la memoria de la misma manera, es difícil generalizar sobre qué hace más o menos eficaz una estrategia de memoria en el entorno educativo.

En este artículo nos centraremos sólo en la adquisición de conocimiento declarativo, sustentado por un tipo de memoria que es explícita, y a la que podemos acceder conscientemente.

Datos, fechas, nombres, hechos pasados, conceptos, y otros elementos similares son el contenido habitual de la memoria declarativa.

 

Estrategias Memorísticas y Mnemotecnia 

Por los estudios con expertos memoristas (personas capaces de recordar cantidades ingentes de información) sabemos que, aunque la genética explica gran parte de nuestras diferencias a la hora de ser mejores o peores recordando datos, hay personas que desarrollan una capacidad excepcional para recordar mediante el uso de estrategias que han practicado durante largos periodos.

Las técnicas mnemotécnicas más empleadas están basadas en la creación de imágenes mentales o en estrategias verbales que normalmente requieren de mucho entrenamiento.

El método de los lugares, por ejemplo, consiste en asociar a lugares concretos los elementos que se quiere recordar.

Por ejemplo, a la hora de recordar la lista de la compra, podemos trazar mentalmente el recorrido al trabajo dejando los elementos de la lista en distintos lugares del camino.

De esta manera, cuando queramos recordarlos sólo tendríamos que recorrer mentalmente nuestro camino al trabajo.

Este método es empleado habitualmente por memoristas expertos, y los datos de neuroimagen muestran que, durante las tareas de memorización, los expertos tienen mayor activación en las áreas cerebrales encargadas de procesar nuestro entorno visoespacial.

 

Relación, Ruta y Práctica 

La eficacia de las distintas estrategias mnemotécnicas está basada en tres principios fundamentales:

  • Es necesario relacionar la información que queremos aprender con nuestro conocimiento previo.
  • Para que el proceso de recuperación de la información sea eficaz debemos almacenar la ruta de acceso a la información junto con la información que queremos aprender.
  • La eficacia y la agilidad con las que realicemos los dos procesos anteriores va a depender de la práctica repetida de la estrategia. 

 

Uso limitado en la Escuela 

Las investigaciones con expertos memoristas hacen suponer que, si alguien puede entrenar estrategias de memoria para llegar a recordar 67.890 dígitos del número Pi, será posible también desarrollar estrategias más eficaces que incrementen la adquisición de conocimientos en la escuela.

Aunque se ha demostrado la elevada eficacia de las técnicas mnemotécnicas basadas en la creación de imágenes mentales o las mnemotecnias verbales, el uso real que podemos hacer de ellas en la vida cotidiana es limitado.

En la escuela, es posible utilizar estos métodos para el aprendizaje de listas, como los planetas o los elementos químicos, pero es muy difícil hacerlo con materiales o conocimientos más complejos.

Es más fácil aprender algo cuando lo asociamos a un conocimiento previo.

 

Codificación y redes de conocimientos

Debido a estas limitaciones, parece más razonable intentar mejorar la memoria por otros medios, centrándose en trabajar algunos de los elementos que participan en los procesos de memoria.

Aplicando los mismos principios que determinan la eficacia de las estrategias mnemotécnicas, podemos influir en la forma de crear conocimiento nuevo en el entorno escolar.

La creación de una huella de memoria se inicia con la codificación de la información, que sería su registro de entrada.

Sabemos que el factor más importante para aprender información nueva, mucho más que la intención de aprender en sí misma, es qué hacemos con el contenido que queremos aprender.

La elaboración profunda de la información, relacionándola con conocimiento previo, es la mejor manera de facilitar su memorización.

Por lo tanto, al repasar un contenido con intención de memorizarlo es mucho más eficaz relacionarlo con cosas que ya sabemos en lugar de limitarnos a repetir esa información mentalmente.

Es fundamental, por tanto, crear redes ricas de conocimiento en las que integrar y organizar el conocimiento nuevo.

De este modo, recordar el año en que fue escogido el primer presidente estadounidense resultará mucho más fácil si lo integramos y organizamos en torno al conocimiento que ya poseemos sobre la revolución francesa, generando de este modo lo que los investigadores denominan una codificación significativa.

 

La Importancia de la Ruta de Acceso

Tan importante como el proceso de la codificación es el proceso de la recuperación.

Muchas veces tenemos almacenada información a la que no podemos acceder, por ejemplo, cuando sabemos que conocemos el nombre de una persona, pero se nos queda en la punta de la lengua sin poder recuperarlo.

Por esto, para que la memoria sea eficaz, debemos almacenar, junto con la información que queremos aprender, las claves con las que vamos a acceder posteriormente a ella.

Su ruta de acceso, su estructura de recuperación.

Por último, la práctica repetida de estas estrategias es imprescindible para que la memorización se produzca de manera más eficiente y rápida.

 

Conocer la Propia Memoria

La intervención más eficaz en la escuela no es aquella que se limita a enseñar técnicas de memorización, sino la que ayuda a los alumnos a conocer cómo funciona su propia memoria.

Como regla general, cuántos más conocimientos tengamos y más tiempo practiquemos estrategias efectivas de memorización, menos nos costará adquirir nuevos conocimientos.

Es fundamental enseñar a los escolares cuáles son las estrategias de estudio más eficaces para cada tipo de contenido y de evaluación, y marcarse como principal objetivo que sean capaces de aplicarlas flexiblemente.

*Claudia Poch es coordinadora del Doctorado en Educación y Procesos Cognitivos en la Universidad Nebrija, en España, y Jorge González Alonso es investigador sénior en el Centro de Investigación Nebrija en Cognición (CINC) de la Facultad de Lenguas y Educación de la Universidad Nebrija.

Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la publicación original.

 

Fuente:Cómo entrenar tu cerebro

sábado, 29 de octubre de 2016

Anímese a Vencer la Timidez y... Descubra un Mundo Nuevo


Por Carolyn Kitch

La mujer de 43 años vivía en un temor constante de los desconocidos, ya fuera en las fiestas las que asistía con su esposo o en las funciones escolares de sus hijos. “Soportaba esas ocasiones”, recuerda, “manteniéndome lo más callada posible, sin ver a nadie a los ojos y contando los minutos que faltaban para volver a casa. Sentía la mirada de todo el mundo sobre mí”.

Hoy, esta mujer y aprendió a dominar su timidez con técnicas que han dado resultado en muchos casos. Tiene un círculo de amigos y participa activamente en la asociación  de padres y maestros de la escuela. Además, sabe que no es la única persona que carga con este problema.

La TIMIDEZ, que a menudo se considera erróneamente una etapa de la niñez que luego se supera, es un trastorno muy común. Philip Zimbardo, psicólogo y codirector del Instituto de Estudios sobre la Timidez y autor de Shyness:  What It Is, What to Do About It  (La Timidez Qué es y Cómo Vencerla”), entrevistó a más de 10,000 personas durante los años 70 y 80, y concluyó que cerca de 40 por ciento de ellas de ellas se tenías por tímidas.

En otro estudio de 1,600 personas, dirigido por el psicólogo Bernardo Carducci, esa cifra sube a 48 por ciento. Según Zimbardo, otro 15 por ciento de la población está constituida “por individuos que son tímidos sólo en ciertas situaciones de tensión, como hablar en público”. Las investigaciones indican que hombres y mujeres son igualmente tímidos.

Tal vez no exista una cura para este mal, pero los estudiosos están descubriendo algunas formas de superarlo, con la esperanza de que no sea motivo de tanta infelicidad. Aquí presentamos sus mejores consejos:

1. Lleve un diario para llegar a la raíz de sus temores. “Un registro escrito constituye una terapia barata y eficaz”, afirma el psicoterapeuta Christopher McCullough, autor de Always at Ease: Overcoming Anxiety and Shyness in Every Situation ("Siempre Serenos: Como  Vencer la Ansiedad y la Timidez en todas las Situaciones"). “Nos conocemos mejor de lo que creemos, y muchas veces resulta sorprendente lo que sale cuando ponemos por escrito nuestros pensamientos y temores”.

Cierta soltera de unos 35 años a la que hace tiempo trató McCullough, era extremadamente tímida con los hombres. “Entonces anotó todo lo que ocurría durante una cita”, recuerda el especialista: “la llamada telefónica, los arreglos para salir, lo que decían los dos, lo que ella pensaba mientras sucedía todo esto…” Poco a poco la mujer advirtió un tema recurrente: “Temía gustarle a un hombre y que él no le gustara a ella; no sabría entonces qué hacer para zafarse de la relación”.

McCullough y ella conversaron sobre lo que podría decir a los hombres que no deseaba volver a ver. “En cuando se supo en posesión de esas herramientas, las citas le produjeron mucha menos tensión”.

Aunque la mujer sólo era tímida en ese aspecto de su vida -las citas amorosas-, el diario puede ser también útil para aquellos que son cortos de ánimo. De acuerdo con el psicólogo Jonathan Cheek, autor de Conquering Shyness: A Personalized Approach (“Venciendo la Timidez: Un Enfoque Personalizado”), dos terceras partes de la gente  tímida puede identificar sucesos específicos de su vida que dieron lugar al problema. Una vez identificadas las cusas, afirma, ”se puede lidiar con ellas de manera constructiva”


2. Invente un Personaje  -una versión extrovertida de sí mismo- y Ensaye sus propias escenas. Zimbardo cuenta la historia de una mujer de 50 años que encontró la solución a su timidez en la actuación: “Noté que la vergüenza se me quitaba cuando interpretaba un papel en una pieza teatral”, le escribió. ”Después de todo no era yo quien estaba en el escenario, sino un personaje”.

Esta división del yo en “el yo real y el yo que actúa”, agrega Zimbardo, también es común entre los “tímidos extrovertidos”: personas que parecen muy desenvueltas en público, pero que son apocadas en privado. “Algo así como el 15 por ciento de la gente tímida encaja en esta descripción”.

Muchos animadores famosos son tímidos cuando se encuentran en el escenario o frente a las cámaras, dice Zimbardo. Por esta razón, a algunas personas cortas de ánimo les gusta actuar, participar en debates o hacer las veces de maestros de ceremonias. Durante tales actividades pueden “ser” temporalmente el otro, la persona desenvuelta.

Se puede escribir guiones y representar papeles para ensayar cualquier escena de la vida: desde pedir un aumento de sueldo al jefe hasta entrevistarse con los maestros de los hijos. Cuando ensaya usted esos encuentros, sabe lo que va a decir y se siente más seguro.

“Con frecuencia a los tímidos les preocupa que su actuación no refleje su verdadero ser interior”, señala Zimbardo. “Al igual que un actor, tiene usted que aprender a borrar la frontera entre el verdadero yo y el papel que interpreta. Deje usted que sus actuaciones hablen por sí mismas y, a la postre, hablarán por usted”.

3. Haga su Tarea. Bernardo Carducci llama a esta técnica “reconocimiento social”. Si va a ir a una fiesta”, propone,  “averigüe quiénes asistirán, a qué se dedican, qué intereses tienen”. Si va a hacer una presentación de trabajo ante personas que o conoce, entérese de quiénes son y cuál es su campo de actividad. “Tendrá mayor dominio de sí mismo cuando llegue la hora de conversar”, agrega.

Otra cosa que puede hacer es buscar un grupo que comparta intereses con usted. Marjorie Coburn, directora del Centro para el Tratamiento de las Fobias y la Ansiedad, en La Jolla, California, ayudó a una mujer de 43 años que se sentía incómoda en compañía de desconocidos. Coburn se enteró de que la mujer siempre había querido aprender a confeccionar cobertores acolchados, así que le sugirió que se inscribiera en un curso. Allí, la dama pudo charlar con otras personas sobre algo que le interesaba, pese a que le eran desconocidas. Gracias a ello logró trabar algunas amistades y tener vida social fuera del curso. “Por primera vez”, señala Coburn, “disfrutó de la compañía de la gente. Incluso se volvió menos tímida”.

4. Modifique su Lenguaje Corporal. “El tímido envía señales de frialdad o retraimiento, a menudo sin darse cuenta”, dice el psicólogo Arthur Wassmer, autor de Making Contact: A Guide to Overcoming Shyness ("Establezca Contacto: Guía para Superar la Timidez"). “Lo que transmite todo el tiempo es: ‘estoy asustado, tengo miedo, me siento intimidado’”. Por desgracia, los demás no captan esos mensajes. Antes bien, interpretan su lenguaje corporal como indiferencia o desdén y se apartan, con el consiguiente aumento de la inseguridad del tímido.

“De todas las técnicas, prosigue Wassmer, “ésta del lenguaje corporal es la que más sorprende por lo rápido de los resultados. Los pacientes me decían: ‘¡Tuve más conversaciones en la última semana que en todo el año anterior!’”

Wassmer  afirma que son seis las señales corporales que proyectan calidez y simpatía: sonrisa, cuerpo abierto (no cruzar los brazos o las piernas), inclinación hacia delante, contacto físico (estrechar una mano, por ejemplo), contacto visual y asentimiento con la cabeza (confirmación de que se está escuchando y entendiendo). “Al ofrecer al mundo una imagen con todos estos elementos, se gana uno la amabilidad y las respuestas positivas que vuelven menos intimidantes a los desconocidos” asegura Wassmer.

A los tímidos les cuesta trabajo iniciar una conversación; casi nunca hablan porque se pasan el tiempo preocupándose por la impresión que están causando. Los investigadores han observado que, para mantener la fluidez de una charla, las personas desenvueltas utilizan a cada rato, y casi por instinto, frases como “Sí, claro” o “¡Qué interesante!”

Cuando una conversación se apague, haga preguntas que permitan respuestas inesperadas; por ejemplo: “¿Qué la impulsó a dedicarse a la crítica de arte (o  a la organización de congresos o la decoración de interiores)?”. Dice Jonathan Berent, psicoterapeuta y autor de Beyond Shyness: How to Conquer Social Anxieties (“Más Allá de la Timidez: Cómo Vencer la Ansiedad en el Contexto Social”): “Las preguntas que invitan a explayarse mantienen el centro de la atención en la otra persona, no en usted”.

5. Confíe a Alguien su Secreto. En cierta ocasión, Christopher McCullough dio orientación a un hombre a quien le agradaba su trabajo pero le aterraban las reuniones mensuales en las que debía participar. Le preocupaba decir alguna tontería o sufrir un ataque de pánico y tener que salir corriendo de la sala… y, en consecuencia perder su empleo. Por fin confió sus temores a su jefe, quien le aseguró que podía abandonar el recinto si sentía la necesidad de hacerlo, y su puesto no peligraría. “Eso lo tranquilizó”, cuenta McCullough, “y pudo asistir a las reuniones y hasta  participar en ellas”.

Una de las quejas de los tímidos es que su familia, sus amigos e incluso sus médicos no toman en serio el problema. Marjorie  Coburn aconseja buscar gente que pueda aceptar su timidez; no alguien que les diga que deben salir de su caparazón. “Necesitan un amigo a quien confiar sus temores y que no los  enjuicie”, subraya.

6. Póngase en el Peor de los Casos. El doctor Paul Bohn, ex director de la Clínica para el Tratamiento de la Ansiedad Social y de Desempeño, de la Universidad de California en Los Ángeles, pide a sus pacientes que hablen de sus mayores temores frente a otros tímidos.

Por ejemplo, si a alguien le aterra pronunciar un discurso, el grupo podría preguntarle:

-¿A qué se debe su temor?

-La gente se rió de mí cuando era niño.

-¿Cuántas veces ha sucedido esto después?

-Ninguna

-¿Qué es lo peor que podría pasar?

-Que se rieran de mí.

-¿Y qué sucedería entonces?

-O me reiría con ellos, o jamás volvería a hablar ante ese grupo.

Así pues, ni siquiera el peor desenlace representa la catástrofe que la persona había imaginado.

Un temor común que sí suele hacerse realidad es la aparición de los síntomas físicos que en ocasiones acompañan a la timidez: sudoración, temblor de voz, sonrojo… No obstante, las investigaciones demuestran que tales síntomas no son tan notables para los demás como el tímido cree.

7. Avance Poco a Poco.  Así lo hizo Marjorie Coburn para ayudar a una tenedora de libros de 35 años. La mujer deseaba obtener un título de contadora, pero era demasiado tímida para asistir a la universidad. “Le aterrorizaba que le pidieran exponer algún punto”, explica. “Juntas, poco a poco alcanzamos su meta.

Primero se limitó a pasear por el campus universitario. Luego se inscribió en un seminario, se sentó en la última fila del salón y no habló con nadie. En otro seminario conversó con la persona que tenía a su lado.

“Más adelante”, refiere la doctora, “se inscribió en un curso de teneduría de libros”. Cuando el maestro le hacía alguna pregunta, podía responder con facilidad gracias a su dominio de la materia.

Al final se matriculó en contabilidad y se desempeñó tan airosamente que le pidieron que diera clases particulares a otros estudiantes. “Allí terminó de desaparecer su timidez”, observó Coburn.

Si pone todo su empeño, dice Jonathan Cheek, la mayoría de los tímidos consigue superar su problema. “Es un trabajo arduo”, agrega, “pero la batalla puede ganarse”.

“No espere despertar un día transformado en el alma de la fiesta”, sigue diciendo Cheek, “De hecho, quizá siempre lleve la timidez por dentro. Pero de todas maneras se lanzará y establecerá contacto con los demás. Y al hacerlo, dejará de ser tan sólo un espectador de la vida. Ésa es la verdadera victoria”.


Revista Selecciones del Reader’s Digest, Tomo CXIII, Número 675, Año 57, Febrero de 1997, págs. 39-43, Reader’s Digest Latinoamérica, S.A., Coral Gables, Florida, Estados Unidos