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jueves, 24 de abril de 2025

Y me arrodillé a sus pies

Drama de la vida real



Durante 30 años la esposa que me dieron mis padres sólo me había inspirado repugnancia, pero un día supe… y me arrodillé a sus pies.

Por Wang Yang


ESTABA YO en mis cinco sentidos cuando el Dr. Chou Taohsiang me hizo un trasplante de córnea. Los médicos habían anestesiado alrededor del ojo enfermo, pero oía perfectamente el choque metálico de los instrumentos y la voz del Dr. Chou.

Cuando ingresé en el Hospital Militar de Taipeh, llevaba más de tres años con el ojo derecho inflamado. Casi no veía con él, y en el izquierdo padecía una fuerte hipermetropía. Los médicos descubrieron, además, además que tenía queratitis (inflamación de la córnea).

—Tal vez se infectó usted con alguna toalla, o en cualquier piscina —me dijeron.
—Soy instructor de natación en una escuela para oficiales del ejército —repuse.
—Pues probablemente fue allí donde se contagió usted —concluyó el Dr. Chou.

Aproximadamente un año después me enteré de que un trasplante de córnea podría devolverme la vista del ojo derecho del cual ya había cegado por completo. Se lo conté a mi esposa, quien con aire resuelto fue a buscar la libreta de la cuenta de ahorros que guardaba en el banco. Había conseguido ahorrar alrededor de 20.000 dólares de Formosa (suma equivalente a 500 dólares norteamericanos) durante muchos años de trabajo agotador.

—Si con esto no basta, trataremos de conseguir algo más —me dijo,  y añadió—: Tú no eres como yo. Un analfabeto es ciego aunque pueda ver. El que sabe leer necesita los dos ojos.

El Dr. Chou había practicado uno de los primeros trasplantes de córnea lo grados en Formosa, y fui a inscribirme en la lista de sus pacientes. Antes de transcurrido un mes me llamó por teléfono para decirme:
—Un chofer sufrió un grave accidente de automóvil. Antes de morir le dijo a su mujer que procurara reunir cuanto pudiera, con la venta de partes de su cadáver, para ayudar con ello al sostenimiento de sus seis chiquillos. ¿Podría usted pagar 10.000?
La operación y los gastos costarían 8000, poco más o menos. Por tanto, acepté, y recibí instrucciones de presentarme en el hospital al día siguiente.
Verdaderamente había corrido con suerte. Conocía yo algunas personas que debieron esperar varios años una córnea disponible, y agradecí a mi esposa la ayuda que me permitiría operarme.

Cuando me sacaban de la sala de operaciones, mi hija Yung, acercándome los labios al oído, me dijo:
—Todo salió bien. Mamá quería venir, pero tuvo miedo.
—Dile que no venga —le contesté—. Pero explícale que estoy perfectamente, y que no se preocupe.
Mi esposa no había ido a verme la primera vez que estuve en el Hospital Militar, y tampoco en esta ocasión quería yo que acudiera.

Tenía 19 años de edad cuando me casé por voluntad de mis padres*. Mi padre y el de mi esposa eran íntimos amigos (los que nosotros llamamos shih-chiao) y se habían comprometido a que, si las esposas daban varón la una y una mujercita la otra, los casarían al llegar a adultos.

Nunca vi a la muchacha que me habían destinado por esposa hasta que la llevaron a nuestra casa en la litera nupcial. Después de las tradicionales genuflexiones ante el cielo y la tierra, la condujeron a mi habitación.

Cuando por fin levanté el rojo brocado del tocado nupcial de mi esposa, no pude reprimir una exclamación de horror. Tenía el rostro cruelmente cubierto de picaduras de viruela, tan profundas como descoloridas. La nariz era deforme y, bajo las escasas cejas, aprecian unos ojos hinchados por las cicatrices que le cubrían los párpados.  A los 19 años de edad, la joven parecía de 40.

Corrí al aposento de mi madre y pasé la noche sollozando. Ella me dijo que debía resignarme a mi sino. Las jóvenes feas traen buena suerte, me aseguraba; las bonitas sólo dan penas.

Nada de lo que mi madre dijo logró atenuar la angustia que me mordía el corazón.  Me negaba a compartir la misma habitación con mi esposa, a quien ni siquiera dirigía la palabra. Me hospedaba en la escuela, y cuando llegaron las vacaciones del verano, no quise volver a casa y fue necesario que mi padre enviara a uno de mis primos a buscarme.

A mi llegada, mi mujer estaba preparando la cena, alzó la cabeza y, al verme, sonrió. Yo pasé junto a ella sin detenerme. Terminada la comida, mi madre me llamó aparte y me dijo:
—Hijo mío, te comportas cruelmente. Tu esposa no tiene un rostro muy atractivo, pero no puede decirse lo mismo de su corazón.
—No. Debe de tener un corazón muy hermoso, tan bello como el de un ángel —exclamé con violencia—. Si no, ¿cómo me habrían obligado a casarme con ella?
Mi madre palideció.
—Es una chica extraordinariamente buena, comprensiva y considerada —me replicó—. Lleva ya más de seis meses en esta casa, y trabaja de la mañana a la noche, en la cocina y en la fábrica. Ella prepara los alimentos y la ropa de tu padre y mía, y no ha proferido ni una queja por la manera como la tratas. Nunca la he visto derramar una sola lágrima. Pero te aseguro que a solas llora amargamente.
”Por diferentes que seamos, cada uno tenemos una sola vida, continuó mi madre. “Si te atiende solícitamente y cuida tan bien de la casa, si no cabe duda de que sabrá educar a tus hijos como es debido. ¿qué más puedes pedirle? ¿Pretendes que lleve la existencia de una viuda teniendo marido? Ponte en su lugar”.

Mi esposa y yo comenzamos a compartir la misma habitación, pero nada podía cambiar mi repudio. Se mantenía agachada y hablaba en voz baja. Si yo la reconvenía, levantaba la cabeza, me sonreía con aire sumiso, y, en seguida se inclinaba de nuevo. Parece una masa informe de algodón, sin voluntad ni carácter, pensaba yo.

Llevamos más de treinta años de casados, y en ese tiempo es raro que haya sonreído a mi mujer y jamás he salido a pasear con ella. Para ser sincero, muchas veces deseé su muerte.
Y a pesar de todo, mi esposa ha demostrado tener más paciencia y mayor capacidad de amar que ninguna otra persona que yo conozca.

Cuando vinimos por primera vez a Formosa, tenía yo un puesto inferior en el ejército y mi sueldo difícilmente alcanzaba para costearnos el alquiler y la comida. Nuestra hija enfermaba con frecuencia, así que, aparte de todo, teníamos que hacer frente a los gastos médicos. En los ratos que sus quehaceres domésticos le dejaban libres, mi mujer tejía sombreros y esteras de paja para aportar a la casa un poco de dinero.
Cuando nos mudamos a un puerto pesquero en la región oriental del país, se dedicaba a remendar redes; y cuando nos trasladamos al norte, aprendió a pintar piezas de cerámica. A menudo me ausentaba de casa, pero sabía que no tenía por qué preocuparme de los niños y la casa, pues mi esposa estaba pendiente de todo.

Nunca habíamos vivido en las casas del ejército, pues lo cierto es que ambos temíamos que tratara a la gente. Cuando me licenciaron del ejército, nos mudamos a una casa modesta y algo apartada. Nuestra hija Yung había terminado sus estudios y hacía un año que daba lecciones. Su hermano, tres años menor que ella, estudiaba con provecho en la Academia Militar. Yo había recomendado a Yung que no le dijera a su hermano  una sola palabra acerca de la operación hasta que todo hubiera pasado, ya que no quería que nada lo distrajera de sus exámenes de fin de curso.

Yung compró un aparato de radio de transistores para que tuviera con qué entretenerme durante las largas horas que debía pasar con los ojos vendados. Pero me sobraba tiempo para reflexionar, y pensaba con frecuencia en mi mujer. No dejaba de sentir cierta vergüenza por haberle ordenado que no fuera a verme.

Dos semanas después de la operación me comunicaron que pronto me quitarían las vendas. Mi alegría era incontenible. Nunca había estado en reclusión forzada, y me decía que recobrarla libertad sería un gran gozo.
—Cuando me restablezca —confié a Yung—, iré  a visitar la tumba del chofer que me cedió su córnea.
Pero me sentía nervioso, pues no ignoraba la posibilidad de que el trasplante fracasara.  Cuando me quitaron la venda que me cubría el ojo derecho, vacilé en abrirlo.
—¿Puede usted ver la luz? —me preguntó el Dr. Chou.
—Sí, encima de mí —contesté parpadeando.
—En efecto, es la lámpara —me dijo el médico, y me dio una palmada en el hombro—. Todo ha salido bien, amigo mío. Dentro de una semana podrá volver a su casa.

Cada día  en el curso de aquella semana, el Dr. Chou exponía a la luz mi ojo derecho. Primero no veía yo más que sombras; luego distinguí los dedos de las manos del médico. El día que debía volver a casa pude enfocar la ventana, la cama, y aun las tazas de té que estaban en la mesa.
—Mamá está preparando tus platos predilectos para darte la bienvenida —me anunció Yung cuando fue por mí.
—Es una esposa excelente y una madre ejemplar —le respondí.
Nunca me había referido a ella en tales términos.

Mi hija y yo tomamos un taxi.  La muchacha guardó un extraño silencio durante el camino.
Al entrar de nuevo en casa, de donde había salido 21 días antes, mi mujer venía de la cocina con un plato de comida. Apenas me vio, agachó la cabeza instintiva y apresuradamente.
—Ya llegaste —murmuró.
—Gracias por haberme devuelto la vista —le dije.
Era la primera vez que yo le agradecía algo.
Ella pasó junto a mí bruscamente y puso el plato en la mesa. Se apoyó luego contra la pared, volviéndome la espalda, y empezó a sollozar.

Yung entró inopinadamente en la habitación y, bañada en lágrimas, exclamó:
—¡Díselo, mamá! ¡Que mi padre sepa que tú le donaste la córnea! —y sacudía a su madre— ¡Díselo, mamá? ¡Anda!
—No hice más que cumplir con mi deber —replicó mi esposa.
La así por los hombros y la miré a los ojos. El iris del izquierdo estaba tan opaco como había tenido yo el derecho.
—¡Flor de Oro! —era la primera vez que pronunciaba yo su nombre— ¿Por qué?... ¿Por qué lo hiciste? —le reclamé, sacudiéndola con violencia.
—Pues… porque eres mi esposo.
Y Flor de Oro ocultó la cabeza en mi hombro. La estreché fuertemente contra mí… y me arrodillé a sus pies.


*El autor se crió por la época en que los padres debían disponer el matrimonio de los hijos, y éstos tenían que obedecer las órdenes paternas. Tales costumbres, ya rara vez practicada por los días en que se casó el autor, actualmente han desaparecido.



Condensado del “Central Daily News” (10 y 11-VII-1973), de Taipeh, (Formosa, Taiwán)

Revista Selecciones del Reader’s Digest, Tomo LXVII, Número 401, Año 34, Abril de 1974, págs 95-99, Reader’s Digest México S.A. de C.V., México


Nota:
Siempre me gustó este relato que leí hace años porque aconsejaba No dejarse llevar por las apariencias, que significa el no basar los juicios o decisiones únicamente en la apariencia exterior de las personas o las cosas, sino en su esencia, carácter o comportamiento. Reconocer que lo que vemos no siempre refleja la realidad y que es importante investigar más allá de la superficie. Hay que abandonar los prejuicios, buscar la verdad, no ser tan superficiales y valorar el interior de las personas (bueno, las que valgan la pena conocer porque así con todo hay que ser un tanto selectivos con quienes tengamos compañía).

Durante algún tiempo esta sección de la revista se llamó Dramas de la Vida Cotidiana, luego se la renombró como Drama de la Vida Real.
Sobra explicar la temática.

Si nuevamente cito algunos de estos relatos dramáticos pondré si es de la primera o de la segunda época.


Sino: azar, hado, suerte, fatalidad, ventura, acaso, fortuna, estrella, casualidad, eventualidad
Reconvenir: censurar, reprender, criticar, reprochar, recriminar, etc.
Inopinadamente: de modo inesperado, imprevisto, repentino, súbito, insospechado. RAE y otros.


domingo, 23 de marzo de 2025

Un teléfono en nuestro destino

Una increíble casualidad, y precisamente lo que necesitaban

Por Thom Hunter
 

MI ESPOSA LISA y yo publicábamos con grandes trabajos en un pequeño periódico semanal. Yo escribía y ella vendía anuncios.
A menudo trabajábamos hasta pasada la medianoche, mientras el pueblo, incluidos nuestros hijos, dormía. 

Una de esas noches nos metimos en la cama tardísimo, para levantarnos unas horas después. Me comí un plato de cereal y bebí un refresco grande, y luego emprendí el viaje a la capital del estado, pues tenía que ir a la imprenta. Lisa vio que nuestros cinco hijos se vistieran, y mandó a los tres mayores a la escuela con las bolsas del almuerzo. Yo estaba tan cansado que no debí haber conducido, y mi esposa estaba tan cansada que no debía haber hecho nada.

“La temperatura es de 21 grados centígrados, y el sol brilla en todo su esplendor״, dijo alegremente un locutor por la radio. “¡Otro hermoso día!״ No le hice caso.

Pero de lo que sí tuve que hacer caso fue de las consecuencias de beber un refresco grande. Me di cuenta de que no llegaría a tiempo a la ciudad, así que me detuve en una parada de descanso, a unos cuantos kilómetros de la casa.

Mientras tanto, Lisa, molida como estaba, empezó a llamar a las empresas de servicios para explicar nuestro atraso en los pagos y suplicar que se nos diera un día más de agua caliente y aire acondicionado.
Buscó el número de la compañía de luz y lo marcó… o al menos creyó que lo hacía.

Al bajar del auto en la parada de descanso oí sonar el teléfono público. Yo era la única persona que estaba ahí, pero de todos modos miré a todos lados.

Pensé que tenía que ser el más equivocado de todos los números equivocados. Después me escuché a mí mismo decir: ¿Por qué no? Así que caminé hacia el teléfono y levanté el auricular.

ꟷHola ꟷdije. 
Silencio. Luego, un grito:
ꟷ¿Thom? ¿Qué diablos estás haciendo en la compañía de luz?
ꟷ¿Lisa? ¿Por qué llamas a un teléfono de la carretera? 

Pasamos por toda una gama de exclamaciones, desde: “¡No lo puedo creer!״ hasta “¡Esto es algo en verdad sobrenatural!״

Seguimos hablando. A las exclamaciones siguió la conversación; una charla real, sin prisas y sin interrupciones… la primera en mucho tiempo. Hablamos incluso de la cuenta de luz. Le aconsejé a Lisa que durmiera unas horas, y ella me dijo que usara el cinturón de seguridad y que tomara menos refresco.

Aun así, yo no quería cortar la comunicación. Habíamos compartido una experiencia maravillosa. Los números de la compañía de luz y del teléfono público diferían sólo por un dígito, pero el hecho de que yo estuviera allí cuando Lisa llamó había sido tan improbable que se lo atribuimos a Dios. Él sabía que esa mañana cada uno de nosotros necesitaba, más que nada en el mundo, escuchar la voz del otro. Él nos puso en contacto.

Aquel telefonazo fue el principio de un cambio sutil en nuestra familia. Ambos nos preguntamos cómo era posible que nos hubiéramos enfrascado tanto en nuestro trabajo que dejáramos que una desconocida acostara a nuestros hijos. Y cómo había podido yo sentarme a desayunar sin decir siquiera buenos días. 

Dos años después ya habíamos dejado atrás el negocio que dominó a tal grado nuestra vida, y yo tenía un empleo nuevo… en la compañía de teléfonos. Que nadie me diga ahora que Dios no tiene sentido del humor.

 

Condensado de Those No-So-Still Small Voices״, © 1993 por Thom Hunter, Publicado por Navpress, de Colorado Springs, Colorado.

Revista Selecciones del Reader’s Digest, Tomo CIX, Número 653, Año 55, Abril de 1995, págs. 41-42, Reader’s Digest Latinoamérica, S.A., Coral Gables, Florida, Estados Unidos



Nota.- 21 grados centígrados = 69,8 grados Fahrenheit.

domingo, 24 de abril de 2022

Por qué en realidad no es tan cierto eso de que los opuestos se atraen en el amor y el sexo

 

  • Por Jessica Klein
  • BBC Worklife


La gente ha vivido durante mucho tiempo con el dicho de que "los opuestos se atraen".

Se dice que el introvertido se enamorará del extrovertido, o el chico malo de la estudiante sobresaliente. Es una creencia alojada en la cultura popular desde hace mucho tiempo.

Mientras para muchos es una verdad que aceptan rápidamente, e incluso dan ejemplos de su propia vida, varios investigadores han desacreditado la idea a lo largo de los años.

"La investigación es bastante clara: en realidad no es cierto", dice el psicólogo clínico Ramani Durvasula, un experto en relaciones tóxicas.

"Aquellas personas que comparten intereses, carácter y todo eso tienden a ser más propensas a tener citas románticas".

De hecho, varios estudios han demostrado que los amigos y las parejas románticas tienden a compartir creencias, valores y pasatiempos básicos. Que las personas tienden a sentirse atraídas o confiar en aquellas con características físicas similares. Y algunas investigaciones sugieren que las personas se decantan por otras personas con personalidades similares.

También hay evidencia que sugiere que los opuestos se repelen, particularmente en torno a puntos de vista y valores.

Y en un clima social, político y cultural cada vez más dividido en el mundo, es posible que sea todavía menos probable que nos enamoremos de alguien que piensa muy diferente a nosotros.

Factores como las redes sociales indican que se está volviendo mucho más fácil para las personas concertar citas con otras personas con ideas afines, lo que deja la idea de que "los opuestos se atraen" más obsoleta que nunca.

Cara a Cara

Es difícil precisar exactamente el origen del dicho "los opuestos se atraen", pero el sociólogo estadounidense Robert F. Winch lo sugirió en un artículo de 1954 en la American Sociological Review.

Su investigación se centró en las "necesidades complementarias en la selección de pareja": la idea de que las personas buscaban a quienes tuvieran ciertas cualidades de las que carecían (como el introvertido que elige al extrovertido, tal vez como una forma de que el introvertido se beneficie de la influencia del extrovertido).

Sin embargo, inmediatamente después de la investigación de Winch, otros científicos comenzaron a sacar conclusiones diferentes.

Menos de una década después, otro investigador de psicología social de Estados Unidos, Donn Byrne, desafió la hipótesis y planteó que "un extraño que se sabe que tiene actitudes similares a las del sujeto es más querido que un extraño con actitudes diferentes".

"Ese fue el comienzo", dice Angela Bahn, profesora de psicología en Wellesley College, EE.UU. "Desde entonces, ha habido evidencia muy fuerte y generalizada de atracción por similitud".Bahn identificó esto en su propio estudio de 2017, en el que los investigadores conocieron a parejas en espacios públicos estadounidenses. Observaron que la similitud entre los pares fue estadísticamente significativa en "86% de las variables medidas", incluidas actitudes, valores, actividades recreativas y uso de sustancias.

Más específicamente, las parejas de amigos y parejas románticas coincidieron en las actitudes sobre el matrimonio homosexual, el aborto, el papel del gobierno en la vida de los ciudadanos y la importancia de la religión.

Aun así, hay muchas razones por las que puede parecer que los opuestos se atraen, como las diferencias superficiales que hacen que las personas parezcan más opuestas de lo que realmente son.

Un "contador cuadrado" y un "artista desinhibido", por ejemplo, pueden parecer una pareja antitética, sugiere Durvasula, pero "sus valores, ya sea en torno a la familia o la ideología política", probablemente serán similares.

Personalidades

Curiosamente, la personalidad sigue siendo un área donde las conclusiones son menos sencillas.

En el estudio de Bahn, por ejemplo, las parejas mostraron "niveles más bajos de similitud" en la personalidad, específicamente en lo que se conoce como los "cinco grandes": apertura, escrupulosidad, extroversión, amabilidad y neuroticismo.

Bahn explica que, por ejemplo, "dos personas que son muy dominantes no van a trabajar bien juntas, por lo que esa es el área donde la complementariedad, que puede considerarse como 'los opuestos se atraen', es mucho más común".

Pero otro estudio de 2017 realizado por Youyou Wu, profesor de psicología social del University College London, arrojó hallazgos diferentes.

Al observar los perfiles de Facebook de aproximadamente 1.000 parejas y 50.000 pares de amigos, Wu y sus colegas mostraron que "existe una similitud más fuerte que la que se encontró anteriormente... para los cinco rasgos de personalidad" entre los pares: una indicación más de que los opuestos pueden no atraerse.

Las APP de Citas

Lo anterior no quiere decir que las personas con valores y puntos de vista polarizados no encuentren el éxito juntos.

Sucede, por supuesto, y puede haber beneficios en el desacuerdo, o incluso en la oposición fundamental en las parejas.

Ipek Kucuk, de 29 años y radicada en París, experta en citas y tendencias en la aplicación de citas Happn, dice que recientemente pasó de salir con una persona con la que"estaba de acuerdo en todo" a con alguien que tiene perspectivas alternativas sobre temas candentes como la vacunación y la religión.

"Antes de romper con mi ex, no sabía lo aburrida que estaba", dice Kucuk. "Si bien fue una montaña rusa de conversaciones con mi pareja actual, porque me impactó con algunas de sus opiniones, realmente me hizo crecer… ampliar mis perspectivas. Realmente aprecio eso".

Sin embargo, Kucuk dice que tiene ciertas creencias que debe compartir con su pareja, como el feminismo y el apoyo a los derechos LGBTQ. Y muchos otros parecen tener la misma preferencia.

Hoy, compartir puntos de vista políticos ha sido esencial para que las parejas se unan.

En un ejemplo, las menciones de "Black Lives Matter" (BLM) aumentaron 55 veces en 2020 en la aplicación de citas Tinder, lo que indica que las personas no estaban dispuestas a comprometerse con parejas que no compartían sus convicciones más importantes.

Después de que OkCupid lanzó una insignia que los usuarios podían poner en sus perfiles para mostrar su apoyo a BLM, los usuarios que incluían la insignia tenían dos veces más probabilidades de coincidir con otros usuarios que la tenían, le dijo un representante de OkCupid.

La enorme influencia cultural de las redes sociales y sus algoritmos,que conectan a personas con creencias similares, puede estar empujando a las personas aun más hacia aquellos que comparten los mismos puntos de vista y actitudes.

Como explica Wu, varias aplicaciones de citas recomiendan personas en sus redes sociales, o basándose en los "me gusta" compartidos en Facebook o seguidores en Twitter.

"Es fácil conectarse con personas con las que se está de acuerdo en internet", dice Bahn. "Los algoritmos en las plataformas de redes sociales nos muestran cosas con las que creen que ya estaremos de acuerdo".

Los servicios de citas en línea parecen aceptar esto: es una característica, no un error.

Según el portavoz de OkCupid, su aplicación es conocida "por ayudar a las personas a conectarse en temas sociales y políticos" gracias a su algoritmo.

Ahora, las redes y sitios en línea que muchos de nosotros usamos para encontrar amigos, citas y, en última instancia, el amor, nos empujan hacia personas que parecen pensar de manera similar a nosotros.

Eso no es del todo malo: la gran cantidad de datos que muestran el alto porcentaje de parejas que comparten puntos de vista y valores sugiere que es un buen indicador de una relación duradera.

Pero también hay desventajas: si solo salimos con personas que piensan como nosotros, es menos probable que tengamos el tipo de conversaciones que disfruta Kucuk con su pareja, como los debates que desafían nuestras suposiciones y tal vez incluso nos abren los ojos a diferentes visiones del mundo.

Después de todo, dada la prevalencia y el poder de la tecnología, y el hecho de que, para empezar, los opuestos no se atraen exactamente, el dicho bien puede estar en camino a la obsolescencia.

Fuente:

BBC News Mundo

sábado, 21 de mayo de 2016

Cinco señales de que eres víctima de abuso emocional



Humillaciones, aislamiento, amenazas... unas de las herramientas de ese maltrato invisible: el psicológico o emocional.

Tiene mucho en común con el más conocido y evidente maltrato físico, sólo que sin golpes en el cuerpo, lo que lo hace mucho más difícil de reconocer, tanto para quien lo experimenta como para quienes podrían ayudar.

Además, esa caja de herramientas de las que se valen los abusadores es variada; contiene desde ataques verbales y ridiculización, hasta juegos mentales e ironías para confundir y poner en duda la cordura de la víctima.

El tema estuvo haciendo olas en las redes sociales recientemente cuando una escritora dominicana-estadounidense Zahira Kelly lanzó el hashtag#MaybeHeDoesntHitYou, que en español sería #QuizásÉlNoTePegue, y empezaron a acumularse respuestas de miles de mujeres y unos hombres que aprovecharon la oportunidad para discutir sus experiencias.

"A menudo el abuso es visto como algo muy claramente definido, y sólo físico. Durante varios años he estado escribiendo en las redes sociales sobre las diferentes formas de abuso y la manera en las que se manifiestan", le dijo Kelly a la BBC.

Añadió que creó el hashtag para permitirle a la gente "se diera cuenta de situaciones perjudiciales".

 Y los psicólogos concuerdan con que hay señales que sirven para identificar el abuso emocional, muchas.
Pero uno de los problemas es que en algunas culturas pueden estar disfrazadas como expresiones de amor -como no permitir que la persona trabaje o que tenga amigos y vea a su familia "porque la quiere sólo para él"-, o de desilusión - amenazas repetidas de divorcio o abandono, porque ella "no es como se lo soñó"- de manera que le atribuye la responsabilidad absoluta a la víctima de los episodios de maltrato.

No obstante, entre las miles de respuestas a Kelly, encontramos 5 que pueden ayudarte a identificar si tú o alguna persona que conoces está siendo maltratada emocionalmente.


 La gente piensa que son encantadores

Quizas no te pegue...
"Pero pretende de manera muy convincente ante el resto del mundo que es una persona responsable, atenta y virtuosa". Saraswati
"A las personas que agreden emocionalmente les preocupa mucho su imagen pública", le explica a la BBC la psicoterapeuta Amanda Perl.

"A menudo son extremadamente encantadores con el resto de la gente para desestimar cualquier cosa que tú puedas decir para desacreditarlos o llamar la atención a su conducta".

 Burlas

Quizás no te pegue...
"Pero se burla de tus inseguridades y se enfurece cuando te duele porque 'era sólo un chiste'"

"Te ridiculizan, rebajan o humillan públicamente. Hoy en día, lo pueden hacer también por medio de las redes sociales, donde revelan anécdotas diseñadas para que la gente se ría de ti", expande Perl.

"Si a ti no te parece gracioso y continúan haciéndolo, esa es una forma de maltrato psicológico", advierte.

No se pone en mi lugar

Quizás no te pegue...
"Pero si tratas de explicarle cuánto y cómo te ha herido, dirá que lo que realmente es dañino es que critiques lo que hizo"
"Esta es una forma de bloqueo", señala Perl.

"Cuando tu pareja se rehúsa a conversar o evita hablar de asuntos que te conciernen y te manipula para que creas que tu punto de vista no es válido, se trata de otra forma de control".

 Usa cosas que le he dicho en mi contra

Quizás no te pegue...
"Pero usa tus secretos más íntimos en tu contra y te manipula para que actues contra tu voluntad"

"Esos secretos pueden ir desde cuántas parejas sexuales le dijiste que has tenido hasta cualquier otra intimidad que no quisieras que nadie supiera", confirma la psicoterapeuta Perl.

Te compara, desfavorablemente

Quizás no te pegue...
"Pero te compara con parejas anteriores y otras personas frecuentemente para hacerte sentir insuficiente intencionalmente".Richie
"Hay una diferencia entre la gente que es física y emocionalmente abusada", dice Perl.
"Los abusadores a menudo sufren de una ansiedad inmanejable, por lo que buscan una pareja que pueda compensar esa deficiencia", explica.

"Los que son abusados emocionalmente generalmente son personas seguras e inteligentes. No son débiles. No obstante, generalmente son colaboradores, facilitadores y pueden ser complacientes por naturaleza", contrasta.

Zahira Kelly, por su parte, le dijo a la BBC que quería que la gente supiera que "no se están imaginando los terribles efectos emocionales y psicológicos que experimentan".

"Incluso si no califica como abuso según las nociones comunes que sólo validan el abuso físico, es real y tu dolor es real", subraya.

Y concluye: "Te mereces una relación mucho mejor. Todos nos la merecemos".

Fuente:

http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/05/160516_violencia_emocional_signos_finde_dv