martes, 9 de agosto de 2011

Lecturas Abandonadas VII

Continuamos con el abandono:


-Virginia Woolf. Las Olas
El personaje está con una depresión en donde la autora parece transmitir su propio malestar emocional, y todo es pintado de lo más gris y triste como para que sólo los más tercos puedan terminar esto.

Woolf parecía creer que se debían leer sus escritos tan depresivos.


-Carmen Laforet. Nada
Otro libro grisáceo.

La historia tan cargante no me gustó, los personajes tan descoloridos no eran interesantes y la descripción no era atrayente en lo absoluto.

¿Y esto ganó el premio Nadal?... ah, con razón:

Porque las obras con premios no garantizan Nada.


-Pearl S. Buck. La Madre
Una mujer con un carácter de lo más absorbente y dictatorial que influye sobre la vida de otros. La autora no le pone nombre a los personajes sean la madre, el hijo, la esposa de éste y los demás (si los dice en algún lado ya no tuve ganas de averiguarlos).
Hay además el maternalismo pesado presente en sus otras obras bestesellerescas pero que así con todo se dejan leer.

El ritmo es muy cansino para hablar de las vicisitudes de la madre y sus parientes, de los conflictos, en los diálogos, con una atmósfera de lo más cargante como para decidirse a abandonar el barco -la lectura- porque las ratas ya se habían largado desde el inicio.


Veré qué sucede con su novelón Peonía.


-Knut Hamsun. Victoria
Una novela que me mató el ánimo de leerla desde el principio.
Ya me había pasado lo mismo antes con Hambre y otras novelas del autor. Sólo me gustaron dos relatos que encontré en una antología.

El ser Nóbel no es una gran recomendación porque es la misma obra la que se defiende sola o cae.


-Nicholas Freeling. Cañones y Manteca
Un hombre es asesinado y se le encarga investigar el caso a un inspector de policía belga. Suceden una serie de hechos con respecto a una mujer con la que se había topado el investigador que son narrados de la manera más tediosa en gran parte del libro y no llegas al final tan desilusionante.


-Patrick Quentin o Quentin Patrick. El Buscador y El Esqueleto de la Familia
Aquí parece que en estas dos novelas que el autor está contando dos veces la misma historia odiosa del fulano estúpido que de golpe se casa con una mujer sin saber que ella guarda muchas cosas ocultas que provocarán un infierno.

El autor es de lo más cansino una y otra vez en varias de sus novelas con el rollo del matrimonio en crisis como en Enigma para Divorciadas y de nuevo en Enigma para Peregrinos.


-Sidney Fowler. Crimen en la Buhardilla
Hammerton huye de la policía y se refugia en un edificio. En la noche escucha pasos de alguien que camina en la buhardilla y después encuentra el cadáver de un tipo llamado William Rabone. Está bien el suspenso hasta que aparece la figura de un abogadito, mr. Jellipot, unas largas parrafadas sobre derecho inglés, diálogos y más diálogos y la novela se desploma con Hammerton pasándose de baboso con sus secretitos, el abogado mr. Jalea que es tan ahorcable y ese final con un deus ex machina inaceptable en una novela policial. Qué casualidad...



-Henry Rider Haggard. La Hija de MoctezumaUn inglés llega a las costas del imperio azteca en el siglo XVI, por ser blanco lo creen un dios y recibe una serie de privilegios de parte del pueblo azteca que hasta lo casan con Miss México, digo, con una mujer bellísima.

El tono del libro es de lo más lacrimógeno, el inglés nos machaca con la insoportable nostalgia -oh, mi Inglaterra que lejos estás- durante casi todo el libro, habla del desembarco de los españoles, de la Noche Triste, de la desgracia de Moctezuma II y el resto de hechos conocidos. Todo el melodrama odioso arruina la lectura sobre hechos históricos porque le coges una ojeriza al protagonista y a la miss México que deseas que se los lleven de una vez a la pirámide de los sacrificios y los desaparezcan.

Parece uno de esos libros en donde los ingleses soltaban sus prejuicios sobre el descubrimiento y posterior colonización de América como si ellos hubieran sido unas joyas buenísimas que no mataron ni una mosca después que llegaron a los territorios que luego se llamarían Canadá y Estados Unidos.

Qué diferencia es leer del mismo autor Las Minas del rey Salomón y Las Aventuras de Allan Quatermain al compararlas con este libro insoportable.

El inicio hace recordar a una serie de leyendas precolombinas y a la novela Shogun de James Clavell con el inglés que sí fue un personaje real.


-Curzio Malaparte. La Piel
Narra sobre el desembarco aliado en Italia en 1943 y pasa a describir lo peor de lo peor en la forma en como reaccionaron los italianos ante la presencia de los ejércitos aliados: orgías, pleitos, el aumento de la prostitución femenina e infantil, contrabando, espectáculos de lo más grotescos, los prejuicios y la ignorancia supina de los norteamericanos, la creencia de éstos en que su patria es el ombligo del mundo y que todos lo demás eran un desastre, unos salvajes.

La forma es que lo describe todo es como una sarta de patadas en el estómago desde el comienzo del libro, no hay descanso para el lector y Malaparte sigue y sigue contando detalles revuelve tripas de la inmundicia, de la hez, del fango, del vómito, de la mugre, de la porquería y de la degradación moral en Nápoles.

No dosifica tanta cosa chocante en el relato que por ratos ni parece una novela sino un ajuste de cuentas que hace que en determinado momento ya no se puede aguantar más y dejas el libro.

Que sucedieron las cosas así en Italia durante la guerra lo cuenta, por ejemplo, Moravia en La Campesina - las violaciones hechas por los aliados-, Hans Ruesch en Como ser Pobres y en su (aburrido) Policía Militar, y Susanna Agnelli en su autobiografía Vestíamos de Marinero.