Anotación en 1982, en el diario del crítico y ensayista John Bailey:
Bruce Richmond acaba de contarme un hermoso relato sobre Walter de la Mare, quien por fin está recuperándose rápidamente de la prolongada enfermedad que durante tres semanas lo tuvo a las puertas de la muerte. Un día, mientras estaba grave, su hija más pequeña, al marcharse, le ofreció:
—¿Puedo traerte alguna cosa?, ¿frutas o flores?
A lo que el enfermo pudo apenas contestar, con voz débil, pero de manera característica en él:
—No, no, querida; para frutas es demasiado tarde; y para flores, demasiado pronto.
El compositor Rudolf Friml encendió su radio un día y se estremeció al oírla la melodía de su más grande éxito musical, Rose-Marie, como fondo de un anuncio de cerveza. Furioso, llamó a su representante y le gritó:
—¿Has oído que están usando mi canción para vender cerveza?
—Maestro, estaba esperando para darle la sorpresa —le dijo el representante—. Hice un trato y te pagarán cincuenta mil dólares anuales por los derechos.
Luego de un instante de silencio Friml murmuró complacido:
—Tiene una deliciosa melodía comercial, ¿verdad?
Durante mi primer año en la universidad trabajé en un restaurante especializado en carnes. Un día llegó un cliente de edad madura y mostró un notorio interés en mí. Cuando terminó su café, le pregunté si quería que le llenara otra vez la taza; me miró de pies a cabeza y contestó:
—No, ¡pero cómo me gustaría lo que acompaña al café!
—Aquí tiene. ¡Que lo disfrute! — y le di dos sobres de crema sintética para café.
Eran escasos los buenos programas en la televisión, y mi marido optó al fin por ver un documental. Presenciamos que dos grillos libraban una feroz batalla para obtener los favores de una hembra. Luego, el macho victorioso se apareó con la cortejada.
—Así es la televisión —comentó mi esposo—. ¡En todo lo que se ve, no hay más que sexo y violencia!
¿Por qué?
Cuando le preguntaron al industrial norteamericano Henry Ford por qué iba a las oficinas de los ejecutivos de su empresa en vez de hacerlos venir a la de él, confesó: “He descubierto que puedo salir de sus oficinas con más rapidez que la que puedo conseguir para que salgan de la mía”
-“Uno de mis motivos para no beber”, decía la extinta política inglesa lady Astor, “es que me gusta saber cuando estoy pasando un buen rato”.
Un productor de Hollywood explica por qué tiene en su escritorio una pecera: “Me encanta ver que alguien abra la boca y no pida aumento”.
Definiciones que no están en el diccionario
Banquero: Persona que presta su paraguas cuando el sol está brillando, y quiere que se lo devuelvan en cuanto empieza a llover —Mark Twain
Coqueta: Muchacha que después de conocernos a nosotros prefiere a otro.
Hospital: Lugar de reunión de los amigos del paciente, donde comentan con él sus propios malestares.
Pesimista: Persona que por fin llega a la tierra que mana leche y miel, y sólo ve calorías y colesterol.
Burócrata: Hombre que transforma en problema cada solución.
¿Cuán burócrata puede llegar a ser la gente?
El vigilante de un templo impidió la entrada a un fiel descalzo, arguyendo que sólo podían entrar quienes se quitaran el calzado a la entrada del templo. El pobre fiel tuvo que pedirle prestado sus zapatos a un amigo para quitárselos ante el vigilante, que sólo así le permitió entrar. —The Hindu (Madrás, India)
Comedia Estudiantil
Nosotros tomábamos notas mientras el profesor de anatomía disertaba sobre la transmisión de estímulos entre las células nerviosas. De pronto, preguntó:
—¿Podrían decirme como se comunican estas células entre sí?
Luego se quedó esperando a que alguien explicara el fenómeno de la neurotransmisión. Se oyeron algunos murmullos, y al fin un estudiante aventuró:
—¿Con teléfonos celulares?
Un amigo y yo asistimos a la exhibición de la película Hamlet en la universidad. A mí me encantó la belleza del lenguaje, y me dio gusto comprobar que las obras de Shakespeare seguían conservando su fuerza y su verdad.
Mientras salíamos del cine, me pregunté si el resto del público habría apreciado la película tanto como yo. En eso oí que un muchacho se volvía hacia su amigo y le decía:
—¡Cuántas frases famosas dijeron en la película!, ¿verdad?
Mis amigas siempre están bromeando por mi falta de habilidades culinarias y domésticas. Una tarde, al volver a casa luego de trabajar, percibí un leve olor a gas y llamé enseguida a la compañía gasera. Poco después llegó un reparador y comenzó a revisar la cocina.
Le informé que no había usado mi horno en dos años y medio. Con expresión de enorme sorpresa, el hombre abrió la puerta del horno e iluminó el interior con su linterna de mano. Luego dijo:
—En más de 26 años que llevo trabajando en la compañía, ¡jamás había visto telarañas en un horno!
“EJERCICIO” es una palabra tan ofensiva en mi familia, que tan sólo de pensarla corro a lavarme la boca con chocolate —Leonore Fleischer
Hay dos
... cosas que preocupan a la gente: una es que la situación nunca vuelva a la normalidad; la otra, que haya vuelto. — Funnny, Funny World
... tipos de personas: los ilusos que arrojan monedas a la fuente, y los realistas que las sacan — George Ludcke
... clases de secretos: los que no vale la pena callar, y los que valen tanto la pena que no se pueden callar — Ron Dentinger
... tipos de estadísticas: las que se investigan y las que se inventan —Rex Stout
Complaciente
Mis amigos George y Louise se jubilaron y se fueron a vivir a un pueblecito de Arizona. El cumpleaños de Louise se acercaba y George le preguntó qué quería de regalo.
—Bueno—respondió ella en broma —, no estaría mal un Rolls-Royce.
Muy de mañana, el día de su cumpleaños, Louise oyó ruidos extraños en su jardín. Se dirigió de puntillas a la puerta, se asomó y vio dos burros atados a la verja, cada uno con un letrero colgado del pescuezo. Uno decía “Rolls”, y el otro “Royce”.
Durante una lección de gramática el maestro, colega mío, escribió esta oración en el pizarrón: “El bote de basura huele mal”. Como iba a seguir usando el mismo ejemplo en otras clases, no lo borró. Al tercer día, el conserje lo abordó y le dijo:
—Ya hice todo lo posible por limpiar su bote de basura. Y a mí no me parece que huela mal.
Esa tarde, mi amigo dejó escrita otra oración en el pizarrón: “La camioneta azul que está en el estacionamiento necesita una lavada”.
Gajes del Oficio
En mis días de estudiante, tuve un empleo de medio tiempo en una librería. Cierta vez llegó una clienta que deseaba devolver un libro. Le pregunté su nombre, su dirección y otros datos que debía asentar en la nota de reembolso. Por fin llegamos a la última pregunta:
—¿Motivo de la devolución?
Su respuesta fue contundente:
—No me gustó el desenlace.
Dulce y Romántico
Después de 30 años de matrimonio, me asombré cuando mi esposo dijo:
—Me gustaría ver el álbum fotográfico de nuestra boda.
¡Qué dulce y romántico!, pensé, mientras sacaba el álbum.
—Gracias —dijo—. Quiero mostrarles a los muchachos el Studebaker Hawk rojo que conducía yo en aquel tiempo.
Buenos son los viejos libros, pues solamente los buenos llegan a viejos. — Constancio C. Vigil
Urgencia sobre Ruedas
Una mujer dio a luz en un taxi, de camino al hospital donde trabajo. Le pregunté al asustado taxista cuánto había tardado el niño en llorar.
—Como dos cuadras —me contestó.
Algunos tormentos son físicos; otros, mentales; pero lo más completos son los dentales — Ogden Nash
Con toda razón
El siguiente diálogo tuvo lugar en un juzgado de lo familiar:
Pregunta: “¿Qué fue lo primero que le dijo su esposo al despertar esa mañana?”
Respuesta: “Me dijo: ‘¿Dónde estoy, Cathy?’”
Pregunta: “¿Y por qué le molestó eso a usted?”
Respuesta: “¡Porque me llamo Susan!”
Trabajaba yo como enfermera en un hospital de Los Ángeles. Un día trajeron en ambulancia a un hombre que venía acompañado de su esposa y una vecina.
—Estoy preocupada por mi esposo —oí decir a la mujer —. Acabamos de mudarnos aquí y no sé nada acerca de este hospital.
—No te preocupes —le dijo la vecina—. Los médicos y enfermeras son excelentes. ¡Si lo sabré yo! Aquí es donde murió mi esposo.
Modestia Aparte
Estaba yo hojeando un libro en la sección de psicología en una importante librería. A poca distancia de mí, dos hombres discutían sobre los diversos títulos expuestos, y sus comentarios acerca de la mayoría eran muy críticos. Lleno de curiosidad, les pedí su opinión sobre el libro que tenía en mis manos.
—Es una síntesis excelente —dijo uno.
—¿De veras? —repuse—. ¿Ya lo leyó?
—No, señor. Yo lo escribí.
Expertos en Árboles
Preocupado porque un árbol de mi jardín rezumaba savia, acudí a la oficina del Servicio Forestal. Después de explicar el problema a un empleado, se fue al fondo de la oficina y preguntó en voz alta:
—¿Alguien sabe de árboles?
Cierto día, en la tienda de víveres donde yo trabajaba, llegó hasta el local un cliente asiduo en una flamante camioneta de carga. Cuando entró a hacer sus compras, lo felicité por su adquisición.
—Gracias —repuso—. Es el regalo de aniversario que le compré a mi esposa.
—¡Qué marido tan considerado es usted! —le dije—. Y ella ¿le compró algo también?
—Sí —respondió el hombre—. Una sala nueva.
Un hombre no recordaba la contraseña en su PC. Desesperado daba vueltas y más vueltas hasta que el fin la recordó.
La contraseña era: Idiota.
Nota: En próximos artículos pondré la bibliografía básica porque en los primeros con anécdotas olvidé colocar ese detalle.
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