Una clásica defensa criminal
Por Fulton Oursler
Por Fulton Oursler
HACE 41 años, un tahúr de Omaha fue sometido a juicio por haber tratado de volar en pedazos a su peor enemigo. Ello fue causa de un inusitado revuelo en el tribunal y constituyó un ejemplo clásico de defensa criminal y de ingeniosidad para salvar el caso cuando ya parecía perdido.
El lunes 23 de mayo de 1910, John O. Yeiser, abogado de Omaha, leyó en el periódico de la mañana la noticia de un atentado contra la vida de uno de los más poderosos políticos de la población. Llamémosle Jack Plenister. Antiguo empresario de juegos en la frontera, ahora era el amo de una camarilla política, y se decía que cobraba un porcentaje de las utilidades a todo juego de suerte y azar que funcionaba a 800 kilómetros a la redonda de Omaha.
Precisamente a las 2 y 50 minutos de la tarde anterior, Jack Plenister, que regresaba de dar un paseo, vio una maleta en el porche principal de su casa. Ya iba a recogerla cuando descubrió una cuerda que iba desde la cerradura de la maleta hasta la baranda del porche. Plenister telefoneó a la policía.
Los detectives cortaron la tapa de la maleta y pusieron a la vista un revólver con la cuerda amarrada al gatillo y colocado sobre un nido de tacos de dinamita.
Los detectives cortaron la tapa de la maleta y pusieron a la vista un revólver con la cuerda amarrada al gatillo y colocado sobre un nido de tacos de dinamita.
Aquella información no acababa de satisfacer a John Yeiser. ¿Por qué un artificio tan fácil de descubrir como una cuerda blanca extendida a través del porche? Las dudas del abogado aumentaron cuando vio en los diarios de la tarde que ya había un sospechoso detenido.
¿Quién era el autor de la criminal maquinación y qué causas lo movían? El prisionero era Frank Erdman, un insignificante tipo pegadizo del grupo de jugadores del pueblo.
Hacía poco, había reñido con Plenister lo cual fue causa de que la pandilla lo sacara a puntapiés.
«Un compinche enfurecido en busca de venganza», fue la teoría policial del crimen.
¿Quién era el autor de la criminal maquinación y qué causas lo movían? El prisionero era Frank Erdman, un insignificante tipo pegadizo del grupo de jugadores del pueblo.
Hacía poco, había reñido con Plenister lo cual fue causa de que la pandilla lo sacara a puntapiés.
«Un compinche enfurecido en busca de venganza», fue la teoría policial del crimen.
Aquella noche John Yeiser se presentó en la cárcel y ofreció a Erdman sus servicios gratuitos de abogado. Pero Erdman sacudió malhumorado la cabeza.
―No hay para qué. Todo está contra mí. Claro, yo odio a Plenister. Y, peor todavía, no puedo probar la coartada; permanecí en mi cuarto hasta las últimas horas de la tarde de ayer, pero nadie me vio allí.
No tengo amigos, no tengo testigos, no tengo dinero para dar fianza de excarcelación. Esto es todo un plan para sacarme de en medio. Mejor es que no pierda su tiempo conmigo.
A pesar de todo Yeiser se convirtió en el abogado de Erdman, y cuando el caso llegó altribunal dijo a su cliente que estaba seguro de poder, por lo menos, poner en desacuerdo al jurado.
―No tienen las pruebas suficientes para declararlo a usted culpable «sin sombra de duda».
―No hay para qué. Todo está contra mí. Claro, yo odio a Plenister. Y, peor todavía, no puedo probar la coartada; permanecí en mi cuarto hasta las últimas horas de la tarde de ayer, pero nadie me vio allí.
No tengo amigos, no tengo testigos, no tengo dinero para dar fianza de excarcelación. Esto es todo un plan para sacarme de en medio. Mejor es que no pierda su tiempo conmigo.
A pesar de todo Yeiser se convirtió en el abogado de Erdman, y cuando el caso llegó altribunal dijo a su cliente que estaba seguro de poder, por lo menos, poner en desacuerdo al jurado.
―No tienen las pruebas suficientes para declararlo a usted culpable «sin sombra de duda».
No perdió la confianza ni aun después que siete testigos, uno tras otro, juraron a haber visto a Erdman cerca de la casa de Plenister poco antes que la maleta de viaje fuese encontrada. Al repreguntarles, Yeiser obligó a cada uno de los siete testigos a reconocer que tenía relaciones con el sindicato de tahúres, y que por consiguiente tenían intereses directos en el caso.
El fiscal llamó entones a sus dos testigos principales: dos jóvenes hermanas.
Todo el mudo en la sala había estado haciendo conjeturas sobre esas chicas, porque los siete testigos decían haberlas visto, vestidas de blanco, pasar frente a la casa de Plenister. Y la declaración de las hermanitas fue sencilla, directa y especialmente dañina.
Todo el mudo en la sala había estado haciendo conjeturas sobre esas chicas, porque los siete testigos decían haberlas visto, vestidas de blanco, pasar frente a la casa de Plenister. Y la declaración de las hermanitas fue sencilla, directa y especialmente dañina.
El domingo 22 de mayo las habían confirmado. Después de los servicios religiosos en la iglesia, regresaron a pie a su hogar, pasando por el frente de la casa de Plenister a las 2 y 15 de la tarde. Eran precisas en la hora y enfáticas en sus declaraciones. Habían visto a Erdman entrar por una callejuela situada detrás de la casa, y recordaban su cojera, su traje a cuadros y su gorra.
Al otro lado de la sala estaba el prisionero, con un vestido a cuadros. Cuando se le ordenó que se acercara al jurado, caminó cojeando. Cuando le pusieron en la cabeza una gorra a cuadros, reconoció que era la suya.
Al otro lado de la sala estaba el prisionero, con un vestido a cuadros. Cuando se le ordenó que se acercara al jurado, caminó cojeando. Cuando le pusieron en la cabeza una gorra a cuadros, reconoció que era la suya.
Un tanto alicaído, Yeiser se enfrentó con la chica mayor. Lo más que un defensor podía hacer con un testigo tan notoriamente veraz era explorar en busca de contradicciones con la esperanza de hacer vacilar la fe del jurado en su testimonio.
—¿Qué hicieron usted y su hermana cuando salieron de la iglesia?
―Nos hicimos retratar.
―¿Y a dónde fueron con tal objeto?
―A ninguna parte. Una amiga tomó la fotografía; nosotras no hicimos sino pararnos en las gradas de la iglesia.
―¿Tiene usted la fotografía?
― Sí, señor Yeiser. Aquí mismo en mi bolso.
—¿Qué hicieron usted y su hermana cuando salieron de la iglesia?
―Nos hicimos retratar.
―¿Y a dónde fueron con tal objeto?
―A ninguna parte. Una amiga tomó la fotografía; nosotras no hicimos sino pararnos en las gradas de la iglesia.
―¿Tiene usted la fotografía?
― Sí, señor Yeiser. Aquí mismo en mi bolso.
En ese momento el juez declaró un receso de dos horas. Con la instantánea en el bolsillo, John Yeiser se dirigió a un restaurante vecino.
Solo en una mesa estuvo cavilando mientras almorzaba. El testimonio de las muchachas había hecho casi invulnerable la tesis del fiscal.
Ahí estaba la instantánea que mostraba las gradas de la iglesia y de pie en ellas, con sus largos trajes blancos de confirmación, a las dos pequeñas testigos. Nada había que pudiera darle esperanza alguna.
¿O quizás sí…? Un indefinible presentimiento surgió de pronto en la subsconciencia de Yeiser. ¿Qué era lo que estaba empezando a bullir en su mente? ¿Alguna pista no observada antes? ¿Algún detalle que pasó inadvertido? ¿Podría ser la sombra?
Había una sombra en la instantánea. Una sombra que cubría un amplio sector a la derecha, una mancha de forma irregular. ¡Qué exasperante tener algo que le revoloteaba en la mente sin que pudiera atraparlo!
Solo en una mesa estuvo cavilando mientras almorzaba. El testimonio de las muchachas había hecho casi invulnerable la tesis del fiscal.
Ahí estaba la instantánea que mostraba las gradas de la iglesia y de pie en ellas, con sus largos trajes blancos de confirmación, a las dos pequeñas testigos. Nada había que pudiera darle esperanza alguna.
¿O quizás sí…? Un indefinible presentimiento surgió de pronto en la subsconciencia de Yeiser. ¿Qué era lo que estaba empezando a bullir en su mente? ¿Alguna pista no observada antes? ¿Algún detalle que pasó inadvertido? ¿Podría ser la sombra?
Había una sombra en la instantánea. Una sombra que cubría un amplio sector a la derecha, una mancha de forma irregular. ¡Qué exasperante tener algo que le revoloteaba en la mente sin que pudiera atraparlo!
De pronto le asaltó una idea.
Dejó sin concluir el almuerzo, y pocos minutos después estaba en las gradas de la iglesia. Frente a él se alzaba la torre del campanario, cuyo reloj en ese momento dio una nota metálica. Rápidamente tomó un taxi, y 15 minutos después se bajaba frente al observatorio de la Universidad de Creighton. Golpeó a la puerta y dijo a quien salió a recibirlo: «Quisiera ver al astrónomo».
Dejó sin concluir el almuerzo, y pocos minutos después estaba en las gradas de la iglesia. Frente a él se alzaba la torre del campanario, cuyo reloj en ese momento dio una nota metálica. Rápidamente tomó un taxi, y 15 minutos después se bajaba frente al observatorio de la Universidad de Creighton. Golpeó a la puerta y dijo a quien salió a recibirlo: «Quisiera ver al astrónomo».
A LA mañana siguiente la sala del tribunal estaba repleta. Había volado la noticia de que John Yeiser iba a presentar una sorpresa. La tarde anterior había obtenido el aplazamiento del proceso, alegando que acababa de descubrir nuevas pruebas.
El primer testigo llamado fue un hombre bajito con sotana de sacerdote jesuita, el reverendo William Ridge, quien ocupó su asiento en el estrado manteniendo el sombrero eclesiástico sobre las rodillas.
—¿Es usted el profesor de astronomía de Creighton?
—Sí, señor.
—Voy a enseñarle una instantánea. ¿Es posible, mirándola, que usted nos diga a qué hora fue tomada?
―Sí —contestó el sacerdote—. Puedo decirles la hora con aproximación de un minuto.
―¿Y cómo puede estar seguro?
—Por el ángulo que arroja la sombra del campanario sobre la fotografía.
—¿A qué hora fue tomada?
—A las 3 y 20 de la tarde, si fue tomada el 22 de mayo.
—¿Es usted el profesor de astronomía de Creighton?
—Sí, señor.
—Voy a enseñarle una instantánea. ¿Es posible, mirándola, que usted nos diga a qué hora fue tomada?
―Sí —contestó el sacerdote—. Puedo decirles la hora con aproximación de un minuto.
―¿Y cómo puede estar seguro?
—Por el ángulo que arroja la sombra del campanario sobre la fotografía.
—¿A qué hora fue tomada?
—A las 3 y 20 de la tarde, si fue tomada el 22 de mayo.
El significado de esta declaración asombró al juez y a los jurados y confundió al fiscal del distrito. Ahí tenían la declaración de un experto que arrojaba duda sobre las aseveraciones de siete testigos, y la memoria de dos niñas de blanco. Si realmente habían visto a Erdman, entonces tenía que haber sido media hora después de encontrada la maleta.
Inmediatamente se derrumbó toda la acusación contra Erdman. El fiscal con sus preguntas no pudo hacer vacilar los cálculos del astrónomo. Durante toda la noche había estado entregado a hacer números, y por la mañana había trabajado con inspectores especiales en el sitio de la fotografía, entusiasmado con la idea de salvar del presidio a un hombre inocente.
Aunque el jurado declaró libre a Erdman, todavía quedaban gentes dudosas. Nadie, sostenían los escépticos, puede señalar la hora simplemente por la sombra de una instantánea. Pero un año después, y luego al cumplirse los dos años, el mismo día y a la misma hora, el jefe de detectives, el astrónomo y otros interesados en el caso, se reunieron en el atrio de la iglesia y se hicieron fotografiar allí. Y cuando se imprimió el negativo la sobra de la torre del campanario caía sobre ellos exactamente en el mismo ángulo de la instantánea original.
Condensado de «True Detective»
Revista Selecciones del Reader’s Digest, Noviembre de 1951, Tomo XXII, N° 132, págs. 38-41, Selecciones del Reader’s Digest, S.A., La Habana, Cuba
Charles Fulton Oursler (1893-1952) periodista, dramaturgo, editor y novelista estadounidense. Escribió novelas policíacas usando el seudónimo de Anthony Abbot.
Charles Fulton Oursler (1893-1952) periodista, dramaturgo, editor y novelista estadounidense. Escribió novelas policíacas usando el seudónimo de Anthony Abbot.
Notas
Me he tomado la libertad con algunos pequeños detalles como la tildación o la conjugación para que el texto citado se vea más apegado a las reglas gramaticales actuales y se entienda mejor.
Defensa Penal o Criminal.- Es una rama del derecho penal que se centra en proteger los derechos de las personas acusadas de cometer un delito. Este proceso busca garantizar que todo acusado tenga un juicio justo y una representación legal adecuada, conforme a lo establecido en la Constitución y las leyes aplicables.
Ya sea que una persona enfrente cargos menores o graves, la defensa criminal desempeña un papel crucial en el sistema de justicia, equilibrando el poder entre el acusado y el Estado, que generalmente cuenta con recursos significativos para procesar los casos.
Implica una serie de pasos y estrategias legales diseñadas para refutar o mitigar las acusaciones presentadas contra una persona. Su objetivo principal es garantizar que los derechos del acusado no sean violados y que reciba un tratamiento justo durante el proceso legal. alejolugolaw.com
Ya sea que una persona enfrente cargos menores o graves, la defensa criminal desempeña un papel crucial en el sistema de justicia, equilibrando el poder entre el acusado y el Estado, que generalmente cuenta con recursos significativos para procesar los casos.
Implica una serie de pasos y estrategias legales diseñadas para refutar o mitigar las acusaciones presentadas contra una persona. Su objetivo principal es garantizar que los derechos del acusado no sean violados y que reciba un tratamiento justo durante el proceso legal. alejolugolaw.com
Tahúr.- Jugador, ludópata. Fullero, tramposo, trilero, ventajista, cubiletero, etc.
Camarilla.- Conjunto de personas que influyen subrepticiamente en los asuntos de Estado o en las decisiones de alguna autoridad superior. Pandilla, banda, conciliábulo, conventículo, argolla, piña, rosca, etc.
Porche.- Espacio cubierto adosado a la fachada de un edificio.
Coartada.- Argumento de inculpabilidad de un reo por hallarse en el momento del crimen en otro lugar. Pretexto, disculpa, estratagema, excusa, justificación, pretexto, subterfugio, etc.
Fianza.- Cantidad de dinero o bien material que se entrega como garantía del cumplimiento de una obligación. Aval, garantía, prenda, depósito. DLE RAE
Fianza (Estados Unidos).- La fianza es el dinero que paga el acusado como garantía de su comparecencia ante el tribunal en una fecha posterior . Si no se presenta, se activa la obligación de fianza y el tribunal puede retener el dinero entregado como garantía. law.cornell.edu
Coartada.- Argumento de inculpabilidad de un reo por hallarse en el momento del crimen en otro lugar. Pretexto, disculpa, estratagema, excusa, justificación, pretexto, subterfugio, etc.
Fianza.- Cantidad de dinero o bien material que se entrega como garantía del cumplimiento de una obligación. Aval, garantía, prenda, depósito. DLE RAE
Fianza (Estados Unidos).- La fianza es el dinero que paga el acusado como garantía de su comparecencia ante el tribunal en una fecha posterior . Si no se presenta, se activa la obligación de fianza y el tribunal puede retener el dinero entregado como garantía. law.cornell.edu
Receso.- Pausa, descanso, suspensión, interrupción. RAE
Universidad de Creighton .- Universidad privada, católica, de la Compañía de Jesús, situada en Omaha, Nebraska.
Universidad de Creighton .- Universidad privada, católica, de la Compañía de Jesús, situada en Omaha, Nebraska.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No ponga datos personales porque Internet no es tan confiable y por seguridad tendremos que borrarlos. No conteste en temas muy viejos salvo en los de las colecciones y en los más recientes. No se preocupe: Algunos títulos no faltan sólo que por razones X no estarán en los listados.