jueves, 18 de septiembre de 2025

¿Quién no cumplió la cita?

  


 

Por Robert Zacks

 

El amigo de cuyos labios oí esta historia ya murió;  por eso me consideró en libertad de relatarla.

 

Estaba yo, en compañía de mi padre haciendo un viaje mixto de negocios y recreo por Dinamarca y naturalmente, aprovechábamos todas nuestras horas libres para divertirnos. Ocurrió que un día entramos a echar un vaso de cerveza en una de esas pintorescas fondas danesas frecuentadas por los turistas.
―Es una lástima que no haya podido venir tu madre ―dijo papá― Hubiera sido encantador enseñarle todo esto.
En su juventud mi padre había visitado a Dinamarca.
―¿Cuánto tiempo hace que anduviste por aquí? ―le pregunté.
―Oh, cerca de 30 años… Y si mal no recuerdo estuve en esta misma fonda.
Miró en derredor como queriendo refrescar su memoria:
―Hermosos tiempos aquellos cuando…
Se detuvo súbitamente y observé que palidecía. Seguí la dirección de su mirada y vi que tenía los ojos clavados en una mujer que al otro lado del salón estaba sirviendo a un grupo de clientes. 
Debió de haber sido bella en otro tiempo pero ahora estaba muy metida en carnes y el desaliño del cabello le hacía poco favor.
―¿La conoces? —pregunté a mi padre.
—La conocí hace mucho…
La mujer se acercó a nuestra mesa y preguntó con brusquedad:
—¿Qué van a beber?
—Tomaremos cerveza —contesté.
La mujer hizo un gesto de asentimiento y volvió la espalda.
—¡Cómo ha cambiado! ¡Gracias a Dios no me reconoció! —dijo mi padre en voz baja enjugándose la frente con el pañuelo― La conocí antes de conocer a tu madre ―prosiguió― Yo hacía entonces una excursión de estudiante. Era una muchacha adorable, llena de gracia. Me enamoré de ella como un loco y ella de mí.
―¿Y mamá lo sabe? —interrumpí sorprendido.
—Naturalmente —repuso con afable expresión mi padre.
Noté que me miraba con cierta turbación y temí haber sido indiscreto.
—Papá —le dije— no es necesario que me expliques…
―Al contrario, hijo. Quiero contártelo todo para no dejar nada a tu imaginación.
El padre de la muchacha se opuso a nuestro noviazgo. Yo era un extranjero, no tenía carrera y dependía por completo de mi padre. Cuando escribí a éste que deseaba contraer matrimonio, me cortó la pensión. Tuve que regresar a casa. Pero me entrevisté con la muchacha una vez más y le dije que iba a volverme a América, pedir prestado bastante dinero para casarnos y regresar en su busca al cabo de unos meses.
—Sabíamos ―continuó― que su padre podía interceptar una carta y por lo tanto convinimos que yo me limitaría a enviarle por el correo un trozo de papel con una fecha escrita. En esa fecha ella me encontraría en determinado lugar y luego nos casaríamos. Bueno,  regresé a casa, obtuve el préstamo y le envié el papel con la fecha.
―¿Y qué pasó? ―pregunté.
―Ella recibió el papel y me contestó: «Estaré allá». Pero no estuvo. Entonces me enteré de que se había casado dos semanas antes con un mesonero de la localidad. No había esperado.
Hizo una breve pausa y añadió:
―Gracias a Dios que no esperó. Volví a la patria, conocí a tu madre y hemos sido verdaderamente dichosos. Con frecuencia bromeamos sobre aquel tonto amorío de mi juventud.
La mujer trajo la cerveza.
―¿Usted es norteamericano? —me preguntó.
—Sí.
—¡Hermosa tierra Norteamérica! —dijo con alegre expresión.
—Sí, muchos compatriotas suyos han ido allí. ¿Ha pensado usted en ir alguna vez?
—No. Digo, ahora no. Pensé ir hace muchos años. Pero me quedé aquí. Estoy mejor aquí.
Bebimos la cerveza y nos marchamos.

Una vez en la calle pregunté a mi padre:
―¿Cómo escribiste la fecha?
―Así ―me dijo― 12/11/13 que por supuesto era diciembre 11 de 1913.
―¡No! ―exclamé— ¡No en Dinamarca ni en ningún otro país europeo! Aquí se escribe en primer término el día. ¡Por consiguiente la fecha que tú escribiste no fue el 11 de diciembre sino el 12 de noviembre!
Mi padre se pasó la mano por la frente.
―¡De modo que estuvo esperándome ―exclamó― y se casó porque no acudí a la cita…
Guardó silencio como si aquella súbita revelación lo hubiera anonadado momentáneamente. Luego comentó:
―Bueno… deseo que sea feliz. Parece serlo.
Cuando reanudamos el paseo exclamé:
―Fue suerte que ocurriera así. De otro modo no hubieras conocido a mamá.
Me echó el brazo sobre el hombro y me dijo sonriendo cariñosamente:
―La suerte fue doble, muchacho, porque de otro modo tampoco te hubiera conocido a ti.

 

Revista Selecciones del Reader’s Digest, Tomo XV, N° 91, Junio de 1948, págs. 51-52, Selecciones del Reader’Digest S.A, La Habana, Cuba

 

Notas

La foto de la ilustración en la página 51 es mía.

 

Pintoresca/co.- Dicho de algo como un país, una escena, un tipo o una costumbre: Que presenta una imagen peculiar.
Sinónimos: típico, característico.


Enjugar.-
Quitar la humedad superficial de algo absorbiéndola con un paño, una esponja, etc.
Sinónimos: secar, escurrir, enjutar.
Limpiar la humedad que echa de sí el cuerpo, o la que recibe mojándose. Sinónimo: Limpiar. DLE RAE

Metida/o en carnes.- Dicho de una persona: Algo gruesa, sin llegar a la obesidad. Diccionario Abierto de Español. significadode.org


Turbación: intranquilidad, desconcierto, aturdimiento, perplejidad, desasosiego, etc.

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