Y seguimos con el Festival de opinar sobre lecturas abandonadas y sacando la espada Excalibur en 5, 4, 3 2, 1, 0... y despegamos.
—Amelia Reynolds Long. Crimen en Tres Tiempos
Ocurre un crimen en cierta casa y llega la policía a investigar pero queda en un misterio quién lo hizo y cuál era su motivación.
A la escritora se le ocurrió dar un salto en el tiempo y contar un suceso ocurrido a otro personaje y de ahí regresa a la casa del inicio y aparecen otros personajes relacionados con el muerto.
Pasa esto y lo otro y nuevamente ocurre otro asesinato en el mismo lugar y nuevamente pues a darle con hablar del otro hecho del pasado pero sin aclarar bien qué relación tiene con los dos crímenes.
Siguen más hechos intrascendentes y cascadas de blablabla y llegué a la página 100 y me despedí de la novela porque ya no tenías ganas de jugar (leer) el segundo tiempo ni el suplementario.
Estuve investigando sobre la autora y encontramos que a ella le desagradaba la novela negra escrita por Hammett, Chandler y demás colegas.
—David Morrell. Primera Sangre
La obra en donde nació el tal Rambo.
Comienza con unas descripciones fantásticas y atractivas que son tan secas como el desierto de Atacama (el desierto más seco del mundo) y sigues por el bosque hasta que aparece el aburrimiento y dejas el libro sin haber avanzado la gran cosa.
Es de esos casos en que la película está mejor que el libro y me refiero a la primera porque el resto sólo fue alargar el chicle.
—Thomas Pynchon. El Arco Iris de la Gravedad
Un experimento en papel para la paciencia en donde el inicio no te cuenta nada especial y el autor se la pasa realizando malabares para hablar de cualquier cosa y no querer ser claro. Llegué a la parte de este pabellón psiquiátrico de papel en donde después de varias páginas completamente vacías de contenido menciona estar sentado en el trono comiendo un plátano... y me despedí de esta chifladura.
—James Joyce. Ulises
Otro experimento con juegos de palabras y sintácticos e invenciones de palabras.
El autor usa el monólogo interior, la conciencia del personaje pero esto de Ulises no hay quien se lo lea sin problemas, porque este sopor irlandés te agarra del cuello desde el comienzo y ya estás pensando en dejarlo.
Vas bostezando y llegas al punto en que con tanta descripción y rollos sobre cada personaje pues ya no te interesa en lo más mínimo lo que les suceda a Stephen Dedalus, a Leopold Bloom y a la antipática Molly, y te vas a leer otra cosa que no sea tan cansina.
—Jane Austen. Orgullo y Prejuicio
Un familiar que había visto las películas basadas en esta obra me dijo que le consiguiera un ejemplar. A mí esas películas basadas en ella no me llamaban la atención. Busqué por ahí y se lo conseguí.
Estuvo metido en el anaquel un buen tiempo y un día se me ocurrió darle una hojeada.
El estilo descriptivo de la autora se me atragantó apenas lo empecé topándome con la dichosa frasecita sobre la esposa, seguí un poco más y no pude continuar porque me desagradaba y abandoné el barco de la novelita georgiana.
—Eduardo Mendoza. La verdad del caso Savolta
Lo revisé, no me dio risa en nada de lo que narraba el autor sobre el juicio, los personajes y la empresa Travolta, digo, Savolta y dejé su lectura.
Fue un caso cerrado rápidamente en el archivo de mi indiferencia.
—Irving Wallace. El Hombre
Al ocurrir un accidente fatal trae como consecuencia que un hombre se convierta en el primer presidente negro de los Estados Unidos.
Uno dice: Aquí lo que cuenta Wallace parece profético con lo que ocurrió luego con Barack Obama y ahí queda la cosa.
Creemos que va a contar algo interesante sobre las intrigas políticas, los grupos de presión, el racismo, la burocracia y demás lacras pero NO.
El autor cae en sus defectos como demasiada descripción hasta de la sopa o cuando se va por las ramas, falta de agilidad, un ritmo más lento que una tortuga, lo que narra es de lo más insulso, aburrido y pedante y con unos diálogos que parecen no tener fin.
Como la historia era tan simplona y nada especial pues la dejé de leer.
Según se cuenta Wallace dijo alguna vez que tenía miedo a resumir porque no quería perder detalles en sus libros.
Claro, en otra obra (Fan Club) nos atiborra con más de 200 páginas con detalles de cada cosa para hablar del secuestro de una actriz, y cuando el secuestro sucede pues suelta otra larga parrafada para hablar de todo lo demás incluidos los horrores, luego aparece un super detective que con un perfume, ropa y unas facturas deduce en dónde está la víctima, ésta para liberarse se convierte en She Hu... She Punisher; y la obra llega a su desinflado final por cortesía del señor Deus Ex Machina.
—Margaret Mitchell. Lo que el Viento se llevó
Si alguna vez has visto la película ésta comienza y escuchas la música de Max Steiner mientras desfilan los créditos y aparece la plantación llamada Tara.
Pasa esto y lo otro hasta que aparece la tal Scarlett O'Hara que hace, deshace y opina pavada y media en donde hallamos que el nombre de la plantación era preciso, porque demostraba que tenía una tara de ser una tipa caprichosa más rayada que una cebra y más loca que una cabra.
¿Y por esta loca voluble, cargante e insoportable se obsesiona Rett Butler hasta el punto de humillarse y tener que leer todo el resto hasta ese final tan decepcionante?
Cuando aparecen en escena esos dos personajes juntos y con las abundantes tonterías que sucedían pues perdí la paciencia y dejé de ver la película.
Luego me topé por ahí con el libro pero la paciencia se me había ido de vacaciones junto con el interés y las ganas de leer la novela.
Ya sé que dirán: No juzgues el libro por la película que hagan de él.
Mira, si has leído algo sobre Abraham Lincoln y lo relacionado con la Guerra Civil, sobre el racismo y la esclavitud en Estados Unidos pues lo que diga la novelita sobre ello no te llama mucho la atención.
Paciencia: Ni creas que voy a regresar de mis vacaciones si alguna vez quieres ponerte a leer ese ladrillo inaguantable.
X: ¿Por qué no lo quieres leer?
Francamente, querida, ese libro me importa un comino.