miércoles, 6 de abril de 2022

Publicidad Radial

Por Francisco Candel

Otro conserje ―u ordenanza —, éste de azul, botonadura de plata,  recoge las invitaciones, papelillos rosa, a la puerta de los estudios. La cola va desapareciendo en ellos —en los estudios—, como engullida. Se amontonan  

—¡No empujen, no empujen! Y empujan. Gritan:

—¡No colarse, no colarse!

Y se cuelan.

Comentan:

—A mí, las invitaciones, me las ha dado el locutor Fanlo. Yo le conozco.

―Yo soy socio de la Emisora, de los primeros socios que hubo. ―Se golpea el pecho— Tengo el número de carnet de los más antiguos, El doce, el doce. —Se golpea.

—A mí me las ha dado la casa «Pavoexprés». Sí, sí.

—A mí, también. Cien envolturas que tuve que recoger.

―A mí, igual

—Y a mí.

La ola junto con el ordenanza, es una aglomeración. Luego, una verdadera fila. Es como un núcleo y un rabo.

Los estudios, el estudio es rectangular. Las butacas, grises, ocho filas, están colocadas a lo ancho, una veinte cada ringlera. Al sentarse en ellas, rechinan. ¡Ñigoñic!

―¡Ssssss!

El escenario es «acinemascopado». En la parte superior del estudio, frente a este escenario, hay una especie de enormes ventanales inclinados hacia delante. Detrás de sus cristales unos hombres, en mangas de camisa, trajinan. Ponen discos, los quitan. Pulsan botones. Colocan rollos de cintas magnetofónicas. Hay un reloj grande en una de las paredes del estudio. La aguja corta está en el número 10 y la larga en el 4. ¿Qué hora es? Los que entran se van sentando. En la primera fila se han sentado unos a quienes en la puerta cogieron unas papeletas verdes. Han sido acompañados por otro ordenanza.

—Ustedes aquí.

Entre estos están B. de Roldán, Lucky, el maestro Gafas Amor, Sebastíán, su mujer, dos de los hijos, los tres vecinos, ¿más?, ¡no! Lucky habla al oído de B. de Roldán. Luego lo hace al del maestro Gafas Amor. Ambos mueven la cabeza maquinalmente, cli, cla, cli, cla, sí, sí, no, no.

Entra algún otro con papeleta verde.

En el muy larguísimo y poco ancho escenario hay varios micros, uno en el centro, dos a un lado, otro… Hay un atril junto al micro del centro y otro junto a los otros dos. Hay un piano. Y una mesita arrinconada con un teléfono encima. Y…

En el centro-fondo del escenario, una especie de cuadro de mandos. Arriba, dos bombillas, una verde y una roja. Está encendida la verde. En el local resuena la voz de la radio. «¡Clang! En un minuto diez noticias de última hora… »  

—Se oye igual que en casa —bisbisea alguien.

«Los comunistas del Berlín Oriental…»

—Claro. ¡Pues vaya!

«Un avión norteamericano que volaba sobre territorio ruso…»

—¿Son las noticias de Madrid, verdad? ― pregunta Sebastián al maestro.

«Franco visita la presa del pantano de… »

—Sí

«Importantes manifestaciones del Ministro de Industria y Comercio…»

—Fíjate qué bien se oye —le dice Sebastián a su mujer.

Por un lateral del escenario entra un ordenanza con una enorme mano cerrada, el dedo índice extendido, de madera o de cartón. La deja encima de la mesa.

Ahora está sonando el combinado «Por Dios, por la Patria y el Rey», «Cara al sol», y el «Himno Nacional». El ordenanza entra con un grandísimo corazón rojo recortado en contraplacado. Lo deja en el suelo. Extiende la pata que hay detrás del armatoste y el gigantesco corazón permanece enhiesto. A su lado coloca otro micro: una varilla con una bolita en la punta. La voz de la radio ahora dice

«Babalí, babalá, su ropa lavará…»

«No diga Blancaflor, diga membrillo Dolç..»

«Aaatchís. Para resfriados…»

B. de Roldán susurra a Lucky:

—Qué hatajo de majaderías. A que son capaces de darle un sueldo fabuloso al elemento que suda todo eso ¿no?

«Dijo Salomón: Muebles Calderón.»

«Flan La Oposición: Sin Huevos»

―Hombre, hay un departamento de publicidad, me parece a mí…


Francisco Candel, Los Importantes: Élite, Colección Libros Reno n° 358, Editorial Plaza Janés, 1970, págs 20-22