Revisando mi biblio/hemeroteca sale esto:
-Volviendo a Tierra
Haciendo un vuelo desde Roma, un avión que llevaba, entre otros, al cómico de cine Red Skelton, sufrió graves averías en uno de los motores al pasar sobre los Alpes. Se arrojaron 12.000 litros de combustible para aminorar el peligro de explosión al aterrizar.
Red Skelton ocupaba un asiento al lado de un sacerdote, quien comenzó a decir sus más fervorosas oraciones. El actor se volvió hacia los pasajeros y con chistes y humoradas hizo cuanto pudo para distraer a sus compañeros de viaje. Por fin el aparato efectuó un aterrizaje de urgencia. Skelton les dijo entonces a los pasajeros, que aún no habían salido del susto: “Ahora, damas y caballeros, ya pueden ustedes volver a los vicios a que habían renunciado hace apenas veinte minutos”.
-Régimen Estricto
Una pasajera telefoneaba muy airada a una agencia de viajes para reclamar un equipaje que se había extraviado: “No me importa lo demás”, bufaba, “lo que me interesaba es el libro dietético que iba en una de las valijas. Si pierdo la línea, voy a demandarlos”.
-Una profesora regañaba así a un muchacho: “Si no aprendes a escribir, nadie podrá entender lo que diga tu cartelón cuando hagas una huelga”.
-Cuando invitan a algún cirujano a una comida, a menudo lo ponen a cortar la carne... lo que es peor aun, lo hacen presenciar cómo la corta el anfitrión mientras este hace comentarios alusivos a la ocupación del especialista
—¿Qué le parece mi estilo, doctor? ¿Qué opina usted de mi técnica? ¿No cree que yo sería un buen cirujano? —decía en una fiesta el dueño de casa, mientras el cirujano observaba.
Cuando toda la carne estuvo cortada en lonjas y primorosamente arreglada en la fuente, habló el facultativo:
—Cualquiera puede cortar. Ahora quisiera ver cómo se las arregla para volver a dejar la pieza como estaba.
-En cierta ocasión el novelista William Faulkner recibió la visita de un viejo amigo, al que no veía desde hacía 30 años. El amigo le preguntó:
—¿A qué te dedicas ahora?
—Estoy retirado.
—¿Quiere decir esto que ya dejaste de escribir?
—¡No! por supuesto que sigo escribiendo.
—Entonces, ¿qué significa?
—Que ya no visito a nadie, ni contesto a quienes me escriben.
—¡Vamos, Bill!, tú jamás visitaste a nadie, ni contestaste cartas.
—Ya lo sé —replicó Faulkner—; lo que pasa es que ahora ya no me remuerde la conciencia.
—¿A qué te dedicas ahora?
—Estoy retirado.
—¿Quiere decir esto que ya dejaste de escribir?
—¡No! por supuesto que sigo escribiendo.
—Entonces, ¿qué significa?
—Que ya no visito a nadie, ni contesto a quienes me escriben.
—¡Vamos, Bill!, tú jamás visitaste a nadie, ni contestaste cartas.
—Ya lo sé —replicó Faulkner—; lo que pasa es que ahora ya no me remuerde la conciencia.
-Einstein bromeó en alguna ocasión acerca de los profesores nazis que se habian reunido en número de cien para condenar en un libro la Teoría de la Relatividad.
—Si yo no tuviera razón —decía Einstein— un profesor habría bastado.
—Si yo no tuviera razón —decía Einstein— un profesor habría bastado.
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