miércoles, 15 de abril de 2020

Los errores históricos imperdonables del cine bélico: de la «vergüenza» de Eisenhower a «1917»

Por Luisa M.Cabanelas
Redactora Madrid

El coronel José Manuel Fernández López, uno de los mayores expertos en el género, desgrana en el libro «Con las botas puestas. La historia del soldado a través del cine» un sinfín de anécdotas surgidas en la recreación de estas guerras.


El Cid de Charlton Heston hizo frente a las intrigas del conde García Ordóñez, al desafío del rey Ramiro de Aragón y a una épica rivalidad con Alfonso VI, pero los extras españoles que le ayudaron en su gesta en 1961 apenas cobraron cien pesetas y un bocadillo de chorizo. Al Máximo Décimo de Russell Crowe le costó unos cuantos puntos de sutura en la mejilla enfrentarse a los germanos de «Gladiator», en una escena de batalla que asustó a su caballo y empotró al actor contra las ramas de un árbol. Pero peor lo tuvo Elizabeth Taylor, que casi pierde la vida de una neumonía al convertirse en Reina del Nilo... muy lejos de Egipto. 

Carros de combate, ametralladoras y hasta bombas nucleares han desfilado a través del celuloide retratando el horror de miles de batallas en los 129 años que lleva de vida el cine, casi tantos como anécdotas y errores surgidos en la recreación de estos conflictos bélicos que ahora disecciona el coronel José Manuel Fernández López en el libro «Con las botas puestas. La historia del soldado a través del cine» (Edaf, 2020), el primer análisis de la historia del combatiente desde el punto de vista cinematográfico. Grandes dosis de sangre, sudor e incluso bajas. Porque nadie dijo que rodar una guerra, o tantas, fuera fácil. 

En el currículum del cine bélico, abundan los tópicos, artificios imposibles y licencias creativas. La munición de los cargadores es infinita, a no ser que el protagonista se encuentre en peligro, en cuyo caso, para mayor tensión dramática, se le acaban los cartuchos o se le encasquilla el arma. Mochilas que parecen ligeras pero que en realidad son muy pesadas, abrir el seguro de las granadas con los dientes... Y basta una fotografía de un ser querido para sentenciar a muerte a un soldado. «"El desafío de las águilas" recrea una operación en la que van a salvar a un coronel a un castillo y nunca se les acaban los cargadores, uno de los grandes tópicos: uno dispara y nunca se agota la munición. Todos sabemos que cuando pegas dos rafagazos el cargador suena el click que avisa de que está vacío», desgrana el escritor, uno de los mayores experto en el género a nivel nacional.

Entre los errores más absurdos, los de «La batalla de las Árdenas» (1965) se llevan la palma. Protagonizada por Henry Fonda, la película, una de las peores del cine bélico para Fernández López, es un despropósito tal que, a pesar de tratarse de una ofensiva alemana realizada en diciembre en una zona nevada, el director Ken Annakin recrea el ataque germano en una zona desértica, con un sol radiante y sin nada de nieve. «El propio general Eisenhower dijo que era una vergüenza cómo habían hecho esa película», cuenta en una entrevista con ABC el también escritor. 

Maniqueísmo 

Como la mayoría de los filmes del género, cae en el maniqueísmo, reduciendo la realidad del conflicto a una oposición radical entre los buenos, casi siempre los aliados, y los malos, las potencias del eje. Ni siquiera Sam Mendes y su reciente «1917» se libran de estas banalidades, más bien todo lo contrario. «Es imposible que cuando el piloto germano aterriza apuñale al que le ayuda, porque los aviadores, tanto alemanes como británicos y franceses, tenían unos códigos de honor por ser caballeros del aire que les impedían ensañarse con alguien. Es muy difícil pensar que un piloto alemán hubiese obrado así porque eran gente que venía de cierta estirpe, de cierta "realeza". Es la visión maniquea que nos han vuelto a meter: los alemanes son los malos, los feos y los tontos y los ingleses, los buenos, listos y guapos. En el caso de la Primera Guerra Mundial ser piloto no era algo mundano, plebeyo, era algo aristócrata», explica el autor de «Con las botas puestas».  

«El cine bélico está jalonado de errores y faltas de rigor», proclama el escritor. Licencias creativas para vender entradas que, en algunos casos, se entregan a exageraciones o juicios que nada tuvieron que ver con la realidad de los acontecimientos. Y ni el genio de Billy Wilder se libra de ello. «En "Cinco tumbas al Cairo" aparece un mariscal Rommel que es como un hombre déspota, casi sádico, cuando la realidad es que era tan impresionante que hasta los propios británicos le hicieron una película a él antes que a Montgomery ["Rommel, el zorro del desierto"]», aclara el autor de este análisis sobre el estamento militar desde el punto de vista del cine bélico, con 400 páginas y más de 400 fotografías reales, fotogramas y carteles.

 No sale mejor parada «Dunkerque», de Christopher Nolan, que más allá de su impecable ficha técnica comete grandes fallos, como recrear en color las octavillas que uno de los soldados «se guarda para limpiarse el trasero, básicamente porque se imprimía en blanco y negro». Y aunque el cine internacional no tiene mucho interés por la Historia de España –«Me gustaría que alguien tuviera las narices de coger la hebra de lo que fueron los Tercios españoles, que no fueron cuatro con una espada por Bélgica asustando a niños»–, los escasos capítulos patrios que se han adaptado lo han hecho descuidando algunos aspectos. «En "Los últimos de Filipinas" ponen a un capitán más o menos amanerado, con un perrito de lana. En la realidad, el capitán mandaba el fuerte de Baler y le tenían tanto respeto que cuando este murió no mataron al perro aunque se morían de hambre, hasta que fue inevitable. Lo mismo con el cura que se fuma porros... lo hacía para usos medicinales. Son licencias para vender más», afirma contundente el coronel, al que le disgusta especialmente cuando en un descuido del doblaje nombran a un comandante como mayor, rango militar que no existe.

No todo son errores 

Puestos a ser puntillosos, rara es la película, bélica o de cualquier género, que no cometa algún desliz en su metraje. Objetos modernos en decorados antiguos, fallos de raccord y heridas mortales que se curan solas. Sin embargo, conviene alabar cuidadas producciones como «Salvar al soldado Ryan» o la serie «Hermanos de sangre», por su esfuerzo a la hora de plasmar ese agónico error de los combatientes con cierto rigor e interés histórico. «Una escena que me parece fantástica en "Objetivo: Birmania" cuando aparece Errol Flynn como el Capitán Nelson y en menos de un minuto dice lo que es la misión, lo que sería en un momento militar una operación, pero él sale ante sus hombres y dice textualmente: "El radar tiene que ser destruido. Nos han elegido a nosotros. Y lo vamos a hacer". Eso es puro cine bélico (la información, la elección y la decisión)», recrea José Manuel Fernández López, admirador también de la nobleza del sargento York de Gary Cooper al rechazar el dinero («Muchos hicieron lo mismo que yo y no han vuelto para contarlo»). «Me gustan más este tipo de escenas que las de tiro y metralletas», concluye José Manuel Fernández López. 

Fuente:

https://www.abc.es/play/cine/noticias/abci-errores-historicos-imperdonables-cine-belico-verguenza-eisenhower-1917-202004060042_noticia.html#vca=rot-ed-10&vmc=r17-msuizo-play-abc&vso=noticia-historia&vli=1-los-errores-historicos-imperdonables-del-cine-belico-de-la-verguenza-de-eisenhower-a-1917