domingo, 13 de julio de 2008

El Dilema Educativo- Primera Parte

No siento esa necesidad de escribir todos los días
Escribo cuando me parece que puedo hacerlo. Porque si vamos a hablar de lo que todos hablan o miran ¿qué gracia tiene esto?

Ahora voy al tema:

En el 2003 estaba dando clases y me dí cuenta de un detalle:
Era una sensación tan fuerte como de sentirse fuera de lugar, de pensar qué diablos hago yo enseñando acá a alumnos de secundaria, cuando veo y siento que mi nivel es superior y que debería estar enseñando a gente que va a postular a las universidades o a estudiantes universitarios.
Esta sensación no se me fue el resto del año hasta que terminó éste.
Juro que encontré enseñar en un colegio como lo más aburrido, tedioso y rutinario del mundo:alumnos apáticos en su mayoría, padres indiferentes o que actúan por obligación- como si pensaran: lo reprodujimos, lo parimos y hay que aguantarse con la criatura-, dictar, hacer actividades, llenar registros, etc.
Pero enseñar no es lo malo, lo odioso es que no dejan que uno se salga de la maldita rutina, y cuando repites y repites te hartas. No me vas a decir que No te ha pasado lo mismo en tu trabajo.
El siguiente año me quedé sin trabajo porque ya no me llamaron del espantoso colegio.

Perdí meses y nada de nada de encontrar algún trabajo.
Si había o hay algo quieren pagarte una miseria y explotarte. Ni que fuera uno tan masoquista para permitir eso.
Y lo chocante es que existe gente que permite que la traten peor que al ganado.
A veces hay que entender esto porque como dicen: la necesidad tiene cara de hereje.

No me quedo otra y me puse a vender libros lo que he hecho hasta hace poco.
Otro día hablaré del negocio libresco y sus bemoles.

Pasé así el 2004 y el 2005 hasta que en marzo del 2006 un ex-compañero de clases en la universidad me busco y propuso dictar clases de Lenguaje y Razonamiento Verbal en la academia preuniversitaria que había fundado.

Para los lectores que no son peruanos y entiendan esto: cuando digo academia preuniversitaria me refiero a una institución en donde se refuerza los conocimientos académicos de los estudiantes que van a dar el examen de admisión-postular- en alguna universidad.
Sino fuera por la tremenda crisis educativa no deberían existir las academias preuniversitarias. Sin embargo, el nivel de la mayoría de los alumnos que terminan el colegio es tan bajo que de todas maneras tienen que matricularse en una academia preuniversitaria. Casi nadie da el examen de admisión si antes no ha estado un tiempo estudiando en una academia.

No soy de la especialidad de literatura sino de historia, así que para enseñar me puse al día. Cuando tienes una buena base como estudiante y lector en la llamada cultura general, actualizarse en otros cursos como en los de letras es fácil y rápido.

La educación preuniversitaria también tiene su rutina pero no te sientes tan ahuesado, anquilosado, como si te puede ocurrir con la primaria o la secundaria.
Los alumnos vienen con todos los problemas de colegio y se tiene una mayor libertad con los métodos de enseñanza.
Claro, se exigen ciertos temas básicos pero uno puede hacerlo como mejor le parezca de acuerdo a su criterio. Como ya dije antes, el alumno ahora es tu cliente y debes demostrarle que sobresales en tu especialidad, que te has comido una biblioteca, que sabes enseñar, que tienes métodos.

Porque en las academias el clientelismo es y está más fuerte que nunca... Si No cumples las expectativas entonces los alumnos se van de la academia o tú estás fuera.

Te Exigen que Demuestres que Vales como Profesor... aunque muchos alumnos No Estudien.

Es un Dilema Hamletiano: Ser o No Ser

Porque No Serlo te lleva al Infierno del Desempleo


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