sábado, 23 de agosto de 2025

El intenso asedio al que Alejandro Magno sometió a Gaza y su cruel venganza contra el comandante enemigo

 
Hace 2.355 años, Alejandro Magno sitió la ciudad de Gaza.
 
Por Dalia Ventura
BBC News Mundo
 
 
En 332 a.C, Alejandro III de Macedonia tenía su mirada de conquistador puesta en Egipto.

Pero en su camino se interponía "Gaza, una ciudad de importancia considerable", como la describió el grecorromano Flavio Arriano en su "Anábasis de Alejandro Magno", en el siglo II d.C.

Y es que ciertamente Gaza ha sido muy importante durante gran parte de su larga historia, a menudo por razones muy distintas a las que hoy mantienen la atención en esa franja que Israel invadió tras los ataques de Hamas del 7 de octubre de 2023, punto de partida de un conflicto que ha cobrado al menos 62.000 vidas, según el Ministerio de Salud del territorio.

En esa época, como apunta Arriano, no sólo estaba en un valle que era un oasis de vida rodeado de desiertos, sino que era "la última ciudad construida según se va de Fenicia a Egipto".

Es decir que era el primer o último lugar acogedor antes o después de internarse en el inhospitable desierto del Sinaí, dependiendo de la dirección de viaje entre Asia y África por los imperios del Levante Mediterráneo.

Por su valor estratégico, cambiaba de manos constantemente.

Cuando, por ejemplo, en el siglo XII a.C. los filisteos se la quitaron a los egipcios tras 300 años de ocupación, se convirtió en un importante centro de la Pentápolis filistea (liga de cinco ciudades).

Fue ahí donde estuvo preso el bíblico héroe Sansón después de que Dalila, sobornada por los líderes filisteos, le cortara el pelo, y donde murió al derribar el templo del dios Dagón.

"¡Muera yo junto con los filisteos!": últimas palabras de Sansón en Gaza. (Obra de Cornelis Massys, 1549).

 

Después de los filisteos, estuvo bajo el dominio del rey israelita David y de los asirios, egipcios y babilonios, hasta que, en el siglo VI a.C., fue capturada por Ciro el Grande, fundador del primer Imperio persa.

Y ese era el imperio que Alejandro Magno se había propuesto derrotar desde su ascensión al trono en 336 a.C.

 

"Imposible"

Cuando Alejandro Magno se encontró frente al elevado montículo en el que descansaba Gaza y se enfrentó al reto de burlar el seguro muro que protegía todo su perímetro, ya llevaba más de dos años en su conquista de Asia.

Había cruzado el Helesponto en 334 a.C. comandando un ejército de unos 30.000 soldados de infantería y más de 5.000 jinetes, y desde entonces había acumulado una cadena de victorias.

La más reciente había sido espectacular: en julio de 332 a.C. bloqueó y asedió a Tiro, la ciudad-estado fenicia más importante y base naval persa, durante siete meses, hasta que logró doblegarla, a pesar de que se encontraba en una isla y sus murallas llegaban hasta el mar.

Noticias de la dureza del castigo tras esa batalla le allanó el camino al rey macedonio hacia Egipto, en el que no encontró oposición... hasta que llegó a Gaza.

Estaba gobernada por un eunuco llamado Betis (o Batis), comandante del Imperio persa, quien, en vez de rendirse ante el invencible Alejandro, requirió "los servicios de unos mercenarios árabes, y se abasteció abundantemente de trigo para un largo asedio", relata Arriano, "confiando en que (Gaza) no podía nunca ser tomada por la fuerza".

Esa fue también la opinión de aquellos a los que Alejandro les encargó construir lo necesario para asaltar la ciudad, quienes le dijeron que "resultaba imposible tomar aquellos muros por la fuerza, debido a la gran altura del montículo".

Sin embargo, para Alejandro, "un éxito contra todo pronóstico tendría un enorme impacto disuasorio sobre sus enemigos".

Además, "el no conquistarla sería motivo de vergonzoso descrédito ante los griegos y el propio (rey persa) Darío".

 

Presagio

 

Asedio de Gaza por Alejandro Magno. Grabado de 1899, coloreado.

 

Decidido, Alejandro mandó levantar un terraplén para poder poner las máquinas de asalto a la altura de las murallas, y mandó a traer los equipos que había usado en Tiro.

Pero cuando estaba por ofrecer un sacrificio a los dioses, "un pájaro carroñero que revoloteaba por encima del altar dejó caer sobre su cabeza una piedra que entre su par de garras llevaba".

Consultó a su adivino predilecto sobre qué presagiaba tal acontecimiento, y la respuesta fue: "conseguirás tomar la ciudad, pero tú deberás tener una extrema precaución en el día de hoy".

Obedeció... por un rato.

Apenas los enemigos atacaron a los macedonios desde su privilegiada posición en la altura, salió a defenderlos, con éxito, pero fue herido en un hombro.

A pesar de que la herida era grave, se alegró pensando que si esa parte del presagio se había cumplido, ocurriría lo mismo con la otra: la ciudad caería.

Así fue. Esa misión juzgada imposible resultó no serlo.

Las murallas de la ciudad finalmente cedieron; partes fueron destrozadas a golpes, otras se hundieron luego de que la tierra que las sostenía fuera extraída.

Tras unos 100 días de lucha, batallón tras batallón de conquistadores entraron en la ciudad y fueron abriéndole el paso a todo el ejército.

"Los de Gaza, incluso cuando ya su ciudad estaba en manos del enemigo, continuaron resistiendo hasta morir todos, luchando cada uno en el puesto que les había sido asignado", relata Arriano.

Las pérdidas humanas fueron grandes, de lado y lado.

"En aquel combate perecieron cerca de 10.000 persas y árabes, pero tampoco para los macedonios la victoria fue incruenta", señaló, en su "Historiae Alexandri Magni" (Historia de Alejandro Magno) el autor romano Quintus Curtius Rufus.

 

Furia

Página iluminada de "Historiae Alexandri Magni" (Historia de Alejandro Magno de Macedonia), de Quintus Curtius Rufus, manuscrito en latín.

 

Quien sí sobrevivió a la batalla fue el comandante de Gaza, según Curtius, cuya obra es una fuente importante sobre la vida de Alejandro Magno, aunque varios estudiosos la consideran más como una novela histórica basada en algunas fuentes fidedignas.

Cuenta que "Betis combatió valientemente y, acribillado de heridas, fue abandonado por los suyos; no por ello, sin embargo, luchó con menos ardor a pesar de que las armas se le resbalaban de las manos, tintas como estaban en su propia sangre y en la sangre del enemigo".

Pero su fin fue cruento.

"Cuando lo trajeron, Alejandro, joven como era, se dejó llevar de una alegría insolente, él que en otras ocasiones había admirado el valor incluso en el enemigo.

"'No morirás como has querido', dijo, 'sino que vas a tener que padecer todo lo que puede inventarse contra un enemigo'.

"Betis, mirando al rey con rostro no sólo impertérrito sino incluso altivo, no despegó los labios ante sus amenazas.

"A la vista de ello, Alejandro dijo: '¿No ves cómo persiste, terco, en no hablar? ¿Acaso se arrodilló? ¿Acaso pronunció una palabra de súplica?

"'Yo doblegaré, sin embargo, su silencio y, si no puedo hacer otra cosa, al menos quebrantaré su mutismo con sus gemidos'.

"Después su ira se trocó en rabia, pues ya por entonces su nueva fortuna se veía influida por las costumbres extranjeras.

"A Betis se le atravesó con unas correas los talones cuando todavía respiraba y, atado a un carro, fue arrastrado por unos caballos alrededor de la ciudad, vanagloriándose el rey de que, al infligir al enemigo un tal castigo, había imitado a Aquiles del que él descendía".

 

¿Y después?

Alejandro Magno creó un imperio que se extendía por tres continentes y cubría alrededor de dos millones de kilómetros cuadrados. 

 

Pues el biógrafo y filósofo griego del siglo I, Plutarco, quien al principio de su "Vida de Alejandro" señaló que "muchas veces un hecho de un momento, un dicho agudo y una niñería sirven más para pintar un carácter que batallas en que mueren millares de hombres, numerosos ejércitos y sitios de ciudades".

Tras esa victoria en Gaza, además de enviarle grandes cantidades del botín "a Olimpíade, a Cleopatra y a sus amigos", Alejandro despachó también un regalo a Leónidas, quien había sido su tutor cuando era adolescente.

En esa época, un día Leónidas lo había visto arrojando olíbano (o franquincienso) al fuego del altar a manos llenas, y le había dicho:

"Cuando conquistes las tierras que producen esos aromas, podrás quemarlos en tal abundancia; por ahora, usa con moderación lo que tienes".

Alejandro no lo olvidó, así que ese regalo que le mandó desde Gaza iba con una nota:

"Te envío mirra e olíbano en abundancia, para que dejes de ser tacaño con los dioses".

En Gaza, relata Arriano, "Alejandro tomó como esclavos a las mujeres y sus hijos, repobló la ciudad con gente de los pueblos vecinos y se sirvió de ella como fortaleza para la guerra".

Y siguió su camino a Egipto, donde fue recibido con los brazos abiertos.

A los 25 años de edad, el ya rey de Macedonia, hegemón de Grecia y faraón de Egipto se convirtió en Gran rey de Media y Persia.

 

El intenso asedio al que Alejandro Magno sometió a Gaza 

 

viernes, 22 de agosto de 2025

Colección Libros Alcotán

Libros de Aventuras

Plaza & Janés

1956-1959

 

Publicación original del listado: 7 de junio de 2010. 



1. Max Brand. Destry
2. W. Somerset Maugham. El Velo Pintado
3. Ernest Haycox. Union Pacific
4. André Demaison. La Nueva Arca de Noé
5. C.S. Forester. El Capitán Hornblower de la Marina Real
6. C.S. Forester. Un Buque de Línea
7. P.W. Rainier. Fuego Verde
8. P.C. Wren. Simbad el Soldado
9. C.S. Forester. Banderas al Aire
10. Louis Bromfield. La Gran Pradera
11. James Oliver Curwood. La Vuelta al Paraíso
12. Jack London. La Expedición del Pirata
13. C.S. Forester. El Comodoro, vuelve el Inolvidable Hornblower
14. Jack London. La Muchacha de la Casa Grande
15. C.S. Forester. El Regreso de Hornblower
16. Henri Vernes. La Galera Hundida. Una Aventura de Bob Morane
17. Baronesa de Orczy. El Águila de Bronce
18. John Dickon Carr. La Desposada de Newgate
19. Jacques Rémy. T.K.X. no contesta
20. Julio Verne. La Vuelta al Mundo en 80 Días
21. Davy Crockett. Davy Crockett: las memorias del fabuloso personaje del Oeste americano
23. Jack London. Aurora Espléndida
24. Julio Verne. Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino
25. Julio Verne. El Nautilus (2da parte de Veinte Mil Leguas...)
26. Henri Vernes. Siguiendo la Pista de Fawcett. Una Aventura de Bob Morane
27. W.R. Burnett. Hoguera de Odios
28. Jack London. Aventura
29. Henri Vernes. El Sultán de Jarawak. Una Aventura de Bob Morane
30. PC. Wren. La Serpiente y la Espada
31. Rudyard Kipling. El Collar Sagrado
33. Henri Vernes. La Garra de Fuego. Una Aventura de Bob Morane
34. A.E.W. Mason. La Hija del Bucanero
35. Pierre Frondaine. Port-Arthur
36. Julio Verne. De la Tierra a la Luna
37. Julio Verne. Viaje Alrededor de la Luna (o Alrededor de la Luna. Continuación del anterior)
38. Joseph Peyré. El Escuadrón Blanco
39. P.C. Wren. Uniforme de Gloria
40. Rudyard Kipling. Nuevos Cuentos de las Colinas
41. Henri Vernes. Los Creadores de Desiertos. Una Aventura de Bob Morane
42. Ernest Haycox. La Calle de los Conflictos
43. Rudyard Kipling. Stalky & Cía
44. Jackson Gregory. La Senda Solitaria
45. Henri Vernes. La Herencia del Filibustero. Una Aventura de Bob Morane
46. P.C. Wren. Los Héroes del Desierto
47. Richard Hughes. Peligro en el Mar
48. Henri Vernes. Pánico en el Cielo. Una Aventura de Bob Morane
49. Rudyard Kipling. Puck (Puck de la Colina de Pook; Puck, el de la Colina o Puck, El Duende de la Colina)
50. Joseph Conrad. Un Tifón
51. Henri Vernes. El Valle de los Brontosaurios. Una Aventura de Bob Morane
52. Rudyard Kipling. Nuevas Historias de Puck
53. Henry Vernes. Oasis K" no responde
54. Joseph Conrad. Mañana
55. Max Brand. Silvertrip
56. Max Brand. El Golpe de Silvertrip
57. Max Brand. El Triunfo de Silvertrip
58. Niven Busch. Las Furias
59. Rosemary Taylor. Rancho Alegre
60. Della Gould Emmons. Sacajawea
61. Philip MacDonald. La Patrulla Perdida (Patrol)
62. Ernest Haycox. Sangre en la Pradera
63. Rudyard Kipling. La Litera Fantástica
64. H.G. Wells. Los Primeros Hombres en la Luna
65. Ernest Haycox. La Trompeta de la Frontera
66. H.G. Wells. La Guerra de los Mundos
67. Kenneth Roberts. El Capitán Cautela
68. Rudyard Kipling. Límites y Horizontes
69. H.G. Wells. El Alimento de los Dioses
70. Ernest Haycox. Rastro de Humo
71. Max Brand. Cara de Jugador de Poker
72. Rudyard Kipling. Mar y Tierra
73. Max Brand. La Trampa contra Silvertrip
74. Stephen Crane. La Insignia Roja del Valor
75. Jaime Bustos Mandiola. Las Mascotas de la Tahití-Nui



Continuará


jueves, 21 de agosto de 2025

Como habérselas con gente grosera

Por Robert McGarvey


FALTABA POCO para que comenzara el partido cuando sonó el teléfono de la oficina de Lou Piniella, manager del equipo de beisbol de los Rojos de Cincinnati. Piniella tomó el auricular.
―!Ojalá que pierdan esta noche! ―rugió una voz que el hombre conocía muy bien.

No era uno de sus rivales, sino la dueña de los Rojos, Marge Schott.
Este tipo de llamadas se habían convertido en gajes del oficio para Lou Piniella. Pero el manager no era la única víctima de la señora Schott, quien trataba con la misma desconsideración a cuantos trabajaban en la organización de los Rojos. Siempre que quería tomar el ascensor, se ponía a dar manotazos y puntapiés contra la puerta para apresurar al ascensorista. Además, dejaba que su perro San Bernardo anduviera suelto por el campo de juego mientras el equipo hacía ejercicios de calentamiento antes de un partido. El animal solía hacer sus necesidades en el campo, y a veces en la caseta del equipo. La señora Schott desdeñaba olímpicamente las protestas de los jugadores. 
—Que se den por satisfechos de que no tengo un caballo —decía.

La rotación en los niveles ejecutivos era constante. Después de haber trabajado tres años para Marge Schott y los Rojos, Piniella rechazó un contrato que, según dijo, le habría redituado 1 millón de dólares, y dejó el equipo al terminar la temporada de 1992.
―Para mí fue una cuestión de amor propio ―le explicó Piniella a un reportero.

Pero llegó el día en que Marge Schott las pagó todas juntas. Después de que los medios de comunicación difundieran sus arbitrariedades (entre ellas, el uso de expresiones racistas), el Consejo Ejecutivo de las Ligas Mayores de Beisbol la suspendió por un año y le impuso una multa de 25,000 dólares. Además le prohibió llevar a su perro al campo de juego de los Rojos.
Las personas groseras (aquellas que ofenden a los demás con sus palabras o con sus actos) se encuentran en todas partes. Pueden ser jefes, compañeros de trabajo, dependientes de tiendas, vecinos y hasta familiares. Casi todos cometemos alguna falta de consideración cuando pasamos por momentos de estrés, pero la gente verdaderamente grosera es muy distinta. “Cuando se muestran insolentes, lo hacen con el ánimo de causar dolor”, afirma el psicoterapeuta Alan Loy McGinnis, autor de Bringing Out the Best in People (Como hacer que aflore lo mejor de los demás).

Si usted se topa con una persona que pretende intimidarlo no se cruce de brazos. “La pasividad no hace más que aumentar la saña del agresor”, advierte el asesor de negocios Rick Kirschner. “La gente hostil anda en busca de víctimas. Para meterla en cintura demuestre seguridad en sí mismo”.

“Lo cortés no quita lo valiente”, señala Judith Martin, columnista sobre temas de urbanidad. “Podemos evitar cortésmente que atropellen nuestros derechos; y en la mayoría de los casos, así es como debemos proceder”.
Sin embargo, pocas personas saben cómo hacerlo. He aquí cinco estrategias que le ayudarán a salir airoso de sus encuentros con gente grosera:

 
Aborde al agresor de frente
 
Woody Godbold, presidente de una empresa de cajas metálicas y equipo de refrigeración para aparatos electrónicos, tenía un cliente muy importante que era muy desconsiderado. Solía acosar a los empleados por teléfono para exigirles rebajas en precios que ya había aceptado, o para que hicieran caso omiso de los planes de producción con tal de surtir sus pedidos antes que los otros.
Si lo contrariaban, los insultaba y los amenazaba con hacer que los despidieran. En consecuencia, la moral del personal empezó a decaer.

Como Godbold no quería perder esa cuenta, buscó una solución. Designó a un vicepresidente para que fuera el único representante de la empresa ante el comprador; todas las llamadas telefónicas del cliente deberían transferirse sólo a él. Luego le dio instrucciones precisas: 
―Dígale que nos agrada tenerlo entre nuestros clientes, pero que no vamos a tolerar sus desplantes. Seguiremos ofreciéndole los mejores precios y el mejor servicio que podamos. Si eso no le basta, tendrá que buscarse otro proveedor.
La táctica dio resultado. Al combinar la deferencia (designando a un vicepresidente para atender al comprador) con la firmeza, Godbold hizo que el cliente se sintiera seguro de su importancia, y a la vez le señaló los límites de su conducta a los que debía atenerse.
Godbold recomienda que se asegure uno de que el comportamiento descortés es una costumbre y no un hecho aislado. Después hable francamente con el agresor: explíquele en qué falta ha incurrido, las consecuencias que sus actos le han acarreado a usted, y los cambios que espera de él.
Si estas medidas fallan, puede usted llevar el asunto más lejos. Casi todo el mundo tiene un jefe; si la persona grosera no corrige su actitud, acuda al superior.

 
Sea diplomático
 
La confrontación directa es un recurso valioso, pero existen estrategias más útiles. La esencia de la diplomacia consiste en brindar al adversario la oportunidad de transigir sin que se sienta humillado.
Judith Martin ofrece el siguiente ejemplo: “Supongamos que aguardo mi turno en la caja de un supermercado, y un cliente se mete delante de mí. Podría quedarme como si nada, pero eso me produciría resentimiento. Podría poner el grito en el cielo, pero la otra persona quizá reaccione de igual manera. Así pues, la mejor opción es decirle: ‛Disculpe: el final de la cola está allá atrás’”.
Esta amable reconvención indicará que usted está molesto y la vez dará pie para que el desconsiderado rectifique su actitud sin sentirse avergonzado. No obstante, si el individuo persiste en su conducta, más vale olvidar el asunto.
A veces la persona agresiva no pretende hacer daño, pero aun si tiene malas intenciones la diplomacia puede ser de utilidad, afirma el asesor psicológico Jay Carter, autor de Nasty People (Gente Desagradable). Dice Carter: “Por ejemplo, si me entero de que un compañero de trabajo ha hecho algún comentario desfavorable con respecto a mí, me dirijo a él de inmediato y le pregunto: ‛¿Hice algo que te molestara , o es sólo que hoy estás de mal humor?’
Mi objetivo es darle la oportunidad de recapacitar sobre las consecuencias de su actitud”.

 
Tenga sentido del humor
 
Si se usa con delicadeza, el humor puede desarmar incluso a la gente más malévola. En cierta ocasión, Gilda Carle, especialista en técnicas de comunicación, se puso a discutir con un hombre por un espacio de estacionamiento. Cuando este comenzó a proferir palabras soeces, ella lo interrumpió preguntándole: 
―¿Sabe su madre qué tipo de lenguaje usa usted?
El hombre, de unos 60 años de edad, se quedó callado, y la riña terminó. “Hasta esbozó una sonrisa”, añade Gilda, quien se quedó con el lugar de estacionamiento.
El sarcasmo siempre es contraproducente (no hace más que acalorar los ánimos), pero un comentario gracioso a propósito de la situación puede dar magníficos resultados.

 
Desista
 
Cuando Lynne Farris obtuvo un empleo en el departamento de mercadotecnia de una empresa de productos para automóvil, se dio cuenta de que en cada junta el presidente escogía a uno de los agentes como blanco de sus ataques.
—¡Es usted un cretino! Esto no es lo que yo quería. ¿Ni siquiera se acuerda de lo que le pedí? ―le decía.
La víctima era distinta en cada ocasión pero siempre había una.
Finalmente le llegó el turno a Lynne. Al enviar un fax, borró por accidente una lista de los números a los que se había llamado ese día.
Cuando el presidente se dio cuenta, perdió los estribos y empezó a lanzarle una diatriba a la mujer. Entonces Lynne dio media vuelta y se metió en su despacho. Después de respirar profundamente, comprendió lo que tenía que hacer. Volvió a donde estaba su jefe y le dijo: 
—No me agrada que me hablen de ese modo…
—¡Pues si no le gusta, puede irse! —la interrumpió él.
—Muy bien, renuncio.
Aunque Lynne tardó seis meses en conseguir otro empleo, no se arrepintió de su decisión. “Mi jefe no habría cambiado jamás”, dice.
“Para conservar mi dignidad, no me quedaba más que marcharme”.
“Si todos los recursos le han fallado, sálgase de la situación”, aconseja el psicólogo Robert Bramson. Renunciar a un empleo (o salirse de una tienda sin haber comprado lo que se deseaba) es una medida extrema, pero no hay que descartarla.

 
Sea indulgente

En ciertos casos la mejor alternativa consiste en sobrellevar la situación con paciencia. 
Al rabino Harold Kushner, autor de When Bad Things Happen To Good People (Cuando a la gente buena le pasan cosas malas), las parejas que van a casarse le preguntan si deben invitar a la boda a hermanos o padres desconsiderados. “Yo les digo que en alguien tiene que caber la bondad, y que les abran la puerta.
Los otros podrán optar por cerrarla o trasponer el umbral. A veces lo único que necesitan es que se les tienda un puente”.

ES ALENTADOR saber que la gente grosera con frecuencia recibe su merecido. En el mundo de los negocios, generalmente sucede que las personas acometedoras prosperan, mientras que los jefes arbitrarios caen en desgracia tarde o temprano.
Armado de paciencia y de una estrategia, usted triunfará sobre sus adversarios insolentes, dondequiera que los encuentre.


Revista Selecciones del Reader’s Digest, Julio de 1994, Tomo CVIII, N° 644, págs. 117-120, Reader’s Digest Latinoamérica, S.A., Coral Gables, Florida, Estados Unidos


Notas

La multa no fue de 25,000 como dice el texto sino de 250,000 dólares en 1993 (aproximadamente unos 558 mil dólares en 2025).

Meter a alguien en cintura.- Someterlo a unas normas de conducta acordes con lo que se considera correcto. DLE RAE

Diatriba.- Discurso o escrito acre y violento contra alguien o algo. Sinónimos: invectiva, filípica, libelo, sátira, ataque, brulote. DLE RAE

Más adelante pondré otro artículo sobre qué hacer con los vecinos problemáticos.
 
 
Comentario
 
En unos casos se puede hablar, en otros hay que desistir.
 
Como dijo Wayne Dyer en Evite ser  Utilizado: en ciertos momentos hay que renunciar a la lógica, olvidarse de discutir, usar alguna estrategia y seguir adelante.
 
Eso de querer siempre ganar una discusión es buenísimo escrito en el papel pero pésimo para los nervios... y el bolsillo.
 
Cuando las personas groseras son tan irrazonables discutir con ellas es perder el tiempo y debemos darnos cuenta de que no se discute con la pared
 
La necesidad es importante pero en un sitio horrible e insoportable no se puede trabajar bien, altera los nervios, te deprime, agota, produces menos, cometes errores, los jefes critican y gritan hasta por insignificancias (hasta cuando estás ayudando), etc., lo que provoca que quien trabaja se sienta frustrado, aburrido, amargado, sin apoyo, sin ganas de ir a trabajar y demás hierbas (amargas), entonces a uno no queda otra que renunciar e irse. 
Ya habrá otro trabajo en algún lado.
 
Cuando veía esa conducta de los jefes me preguntaba: ¿Cómo serán con sus parientes?
Era tan obvia la respuesta cuando ocurría algo y miraba como maltrataban  terriblemente a sus hijos y a otros parientes frente a los demás y no les importaba en lo más mínimo hacer esa escena tan vergonzosa.
  
 
Si hacen problemas en una tienda u otro negocio lo mejor es salirse de ahí.
 
A X lo trataron mal en una librería y en un restaurante a los que no volvió a ir nunca más y transcurrido un tiempo esos locales cerraron.
 
Con vecinos o parientes tan problemáticos lo más recomendable sería establecer estrategias, plantear límites y si es necesario el pedir ayuda a otros como asesoría, y en algunos casos extremos hay que considerar el mantener la distancia. 

 
 
 

martes, 19 de agosto de 2025

Anecdotario IX

Anotación en 1982, en el diario del crítico y ensayista John Bailey:
Bruce Richmond acaba de contarme un hermoso relato sobre Walter de la Mare, quien por fin está recuperándose rápidamente de la prolongada enfermedad que durante tres semanas lo tuvo a las puertas de la muerte. Un día, mientras estaba grave, su hija más pequeña, al marcharse, le ofreció:
—¿Puedo traerte alguna cosa?, ¿frutas o flores?

A lo que el enfermo pudo apenas contestar, con voz débil, pero de manera característica en él:
—No, no, querida; para frutas es demasiado tarde; y para flores, demasiado pronto.


 

El compositor Rudolf Friml encendió su radio un día y se estremeció al oírla la melodía de su más grande éxito musical, Rose-Marie, como fondo de un anuncio de cerveza. Furioso, llamó a su representante y le gritó:
—¿Has oído que están usando mi canción para vender cerveza?
—Maestro, estaba esperando para darle la sorpresa —le dijo el representante—. Hice un trato y te pagarán cincuenta mil dólares anuales por los derechos.

Luego de un instante de silencio Friml murmuró complacido:

—Tiene una deliciosa melodía comercial, ¿verdad?


 

Durante mi primer año en la universidad trabajé en un restaurante especializado en carnes. Un día llegó un cliente de edad madura y mostró un notorio interés en mí. Cuando terminó su café, le pregunté si quería que le llenara otra vez la taza; me miró de pies a cabeza y contestó:
—No, ¡pero cómo me gustaría lo que acompaña al café!

—Aquí tiene. ¡Que lo disfrute! — y le di dos sobres de crema sintética para café.
 

 

Eran escasos los buenos programas en la televisión, y mi marido optó al fin por ver un documental. Presenciamos que dos grillos libraban una feroz batalla para obtener los favores de una hembra. Luego, el macho victorioso se apareó con la cortejada.

—Así es la televisión —comentó mi esposo—. ¡En todo lo que se ve, no hay más que sexo y violencia!



¿Por qué?

Cuando le preguntaron al industrial norteamericano Henry Ford por qué iba a las oficinas de los ejecutivos de su empresa en vez de hacerlos venir a la de él, confesó: “He descubierto que puedo salir de sus oficinas con más rapidez que la que puedo conseguir para que salgan de la mía”



-“Uno de mis motivos para no beber”, decía la extinta política inglesa lady Astor, “es que me gusta saber cuando estoy pasando un buen rato”.



Un productor de Hollywood explica por qué tiene en su escritorio una pecera: “Me encanta ver que alguien abra la boca y no pida aumento”.



 

Definiciones que no están en el diccionario

Banquero: Persona que presta su paraguas cuando el sol está brillando, y quiere que se lo devuelvan en cuanto empieza a llover —Mark Twain

Coqueta: Muchacha que después de conocernos a nosotros prefiere a otro.

Hospital: Lugar de reunión de los amigos del paciente, donde comentan con él sus propios malestares.

Pesimista: Persona que por fin llega a la tierra que mana leche y miel, y sólo ve calorías y colesterol.

Burócrata: Hombre que transforma en problema cada solución.


 

¿Cuán burócrata puede llegar a ser la gente?
El vigilante de un templo impidió la entrada a un fiel descalzo, arguyendo que sólo podían entrar quienes se quitaran el calzado a la entrada del templo. El pobre fiel tuvo que pedirle prestado sus zapatos a un amigo para quitárselos ante el vigilante, que sólo así le permitió entrar. —The Hindu (Madrás, India)



Comedia Estudiantil
Nosotros tomábamos notas mientras el profesor de anatomía disertaba sobre la transmisión de estímulos entre las células nerviosas. De pronto, preguntó:

—¿Podrían decirme como se comunican estas células entre sí?

Luego se quedó esperando a que alguien explicara el fenómeno de la neurotransmisión. Se oyeron algunos murmullos, y al fin un estudiante aventuró:

—¿Con teléfonos celulares?


Un amigo y yo asistimos a la exhibición de la película Hamlet en la universidad. A mí me encantó la belleza del lenguaje, y me dio gusto comprobar que las obras de Shakespeare seguían conservando su fuerza y su verdad.
Mientras salíamos del cine, me pregunté si el resto del público habría apreciado la película tanto como yo. En eso oí que un muchacho se volvía hacia su amigo y le decía:

—¡Cuántas frases famosas dijeron en la película!, ¿verdad?

 

Mis amigas siempre están bromeando por mi falta de habilidades culinarias y domésticas. Una tarde, al volver a casa luego de trabajar, percibí un leve olor a gas y llamé enseguida a la compañía gasera. Poco después llegó un reparador y comenzó a revisar la cocina.
Le informé que no había usado mi horno en dos años y medio. Con expresión de enorme sorpresa, el hombre abrió la puerta del horno e iluminó el interior con su linterna de mano. Luego dijo:

—En más de 26 años que llevo trabajando en la compañía, ¡jamás había visto telarañas en un horno!



“EJERCICIO” es una palabra tan ofensiva en mi familia, que tan sólo de pensarla corro a lavarme la boca con chocolate —Leonore Fleischer



 

Hay dos

... cosas que preocupan a la gente: una es que la situación nunca vuelva a la normalidad; la otra, que haya vuelto. — Funnny, Funny World

... tipos de personas: los ilusos que arrojan monedas a la fuente, y los realistas que las sacan — George Ludcke

... clases de secretos: los que no vale la pena callar, y los que valen tanto la pena que no se pueden callar — Ron Dentinger

... tipos de estadísticas: las que se investigan y las que se inventan —Rex Stout 

 

 

Complaciente
Mis amigos George y Louise se jubilaron y se fueron a vivir a un pueblecito de Arizona. El cumpleaños de Louise se acercaba y George le preguntó qué quería de regalo.
—Bueno—respondió ella en broma —, no estaría mal un Rolls-Royce.
Muy de mañana, el día de su cumpleaños, Louise oyó ruidos extraños en su jardín. Se dirigió de puntillas a la puerta, se asomó y vio dos burros atados a la verja, cada uno con un letrero colgado del pescuezo. Uno decía “Rolls”, y el otro “Royce”.



Durante una lección de gramática el maestro, colega mío, escribió esta oración en el pizarrón: “El bote de basura huele mal”. Como iba a seguir usando el mismo ejemplo en otras clases, no lo borró. Al tercer día, el conserje lo abordó y le dijo:
—Ya hice todo lo posible por limpiar su bote de basura. Y a mí no me parece que huela mal.
Esa tarde, mi amigo dejó escrita otra oración en el pizarrón: “La camioneta azul que está en el estacionamiento necesita una lavada”.



Gajes del Oficio
En mis días de estudiante, tuve un empleo de medio tiempo en una librería. Cierta vez llegó una clienta que deseaba devolver un libro. Le pregunté su nombre, su dirección y otros datos que debía asentar en la nota de reembolso. Por fin llegamos a la última pregunta:
—¿Motivo de la devolución?
Su respuesta fue contundente:
—No me gustó el desenlace.



Dulce y Romántico

Después de 30 años de matrimonio, me asombré cuando mi esposo dijo:
—Me gustaría ver el álbum fotográfico de nuestra boda.
¡Qué dulce y romántico!, pensé, mientras sacaba el álbum.
—Gracias —dijo—. Quiero mostrarles a los muchachos el Studebaker Hawk rojo que conducía yo en aquel tiempo.



Buenos son los viejos libros, pues solamente los buenos llegan a viejos. — Constancio C. Vigil



Urgencia sobre Ruedas
Una mujer dio a luz en un taxi, de camino al hospital donde trabajo. Le pregunté al asustado taxista cuánto había tardado el niño en llorar.
—Como dos cuadras —me contestó.



Algunos tormentos son físicos; otros, mentales; pero lo más completos son los dentales — Ogden Nash



Con toda razón
El siguiente diálogo tuvo lugar en un juzgado de lo familiar:
Pregunta: “¿Qué fue lo primero que le dijo su esposo al despertar esa mañana?”
Respuesta: “Me dijo: ‘¿Dónde estoy, Cathy?’”
Pregunta: “¿Y por qué le molestó eso a usted?”
Respuesta: “¡Porque me llamo Susan!”



Trabajaba yo como enfermera en un hospital de Los Ángeles. Un día trajeron en ambulancia a un hombre que venía acompañado de su esposa y una vecina.
—Estoy preocupada por mi esposo —oí decir a la mujer —. Acabamos de mudarnos aquí y no sé nada acerca de este hospital.
—No te preocupes —le dijo la vecina—. Los médicos y enfermeras son excelentes. ¡Si lo sabré yo! Aquí es donde murió mi esposo.



Modestia Aparte

Estaba yo hojeando un libro en la sección de psicología en una importante librería. A poca distancia de mí, dos hombres discutían sobre los diversos títulos expuestos, y sus comentarios acerca de la mayoría eran muy críticos. Lleno de curiosidad, les pedí su opinión sobre el libro que tenía en mis manos.
—Es una síntesis excelente —dijo uno.
—¿De veras? —repuse—. ¿Ya lo leyó?
—No, señor. Yo lo escribí.



Expertos en Árboles
Preocupado porque un árbol de mi jardín rezumaba savia, acudí a la oficina del Servicio Forestal. Después de explicar el problema a un empleado, se fue al fondo de la oficina y preguntó en voz alta:
—¿Alguien sabe de árboles?



Cierto día, en la tienda de víveres donde yo trabajaba, llegó hasta el local un cliente asiduo en una flamante camioneta de carga. Cuando entró a hacer sus compras, lo felicité por su adquisición.
—Gracias —repuso—. Es el regalo de aniversario que le compré a mi esposa.
—¡Qué marido tan considerado es usted! —le dije—. Y ella ¿le compró algo también?
—Sí —respondió el hombre—. Una sala nueva.



Un hombre no recordaba la contraseña en su PC. Desesperado daba vueltas y más vueltas hasta que el fin la recordó.
La contraseña era: Idiota.


Nota: En próximos artículos pondré la bibliografía básica porque en los primeros con anécdotas olvidé colocar ese detalle.

Por qué Penélope no terminó con Ulises y otras historias que Homero no te contó de la Guerra de Troya

 

Por Matías Zibell
BBC News Mundo

 

La Odisea está de moda… al menos en la gran pantalla.

El atribulado viaje de Ulises (también llamado Odiseo) a Ítaca, su isla, luego de haber peleado con los otros héroes griegos en Troya, llegó al cine el año pasado y volverá al cine el año próximo.

En 2024 Uberto Pasolini estrenó The Return (El Regreso) con Ralph Fiennes en el papel de Ulises. En 2026 Christopher Nolan, tras su Oscar en Oppenheimer, estrenará The Odyssey (La Odisea) con Matt Damon en la piel del protagonista principal.

El poema épico atribuido a Homero, el mayor poeta de la Grecia Antigua, sigue vigente casi 3.000 años después de su composición porque lo tiene todo: el viaje del héroe, los obstáculos imprevistos (dioses adversos, cíclopes, sirenas), el regreso a su patria del que debió partir…

Y, como le gusta a Hollywood, tiene un final feliz, con un rencuentro amoroso entre Ulises y Penélope, su mujer, quien lo ha esperado fielmente por 20 años tejiendo (y destejiendo) con denuedo mientras rechazaba a todos sus pretendientes.

Ulises, en los 10 años que ha batallado contra Troya y en los otros 10 que tarda en volver a Ítaca, no ha sido tan fiel. En el camino ha conocido a la ninfa Calipso y a la diosa/hechicera Circe.

Pero Homero hace ojos ciegos a estos deslices y lo lleva igual al hogar, donde lo esperan su mujer, su hijo Telémaco y hasta su perro Argos, que muere de emoción por ver a su amo.

Ulises se convirtió en el modelo del exiliado que quiere regresar a su tierra y Penélope en el ejemplo de la mujer que espera incondicional.

 

Hasta aquí todo parece perfecto -la casa, la mujer, el hijo y el perro- pero como en toda odisea no todo es lo que parece. La primera revelación que debemos hacer es que Homero no fue el único que habló de Troya, en general, y de Ulises en particular.

La segunda es que otro poeta cuenta un final mucho más trágico del héroe: en esta versión alternativa, Ulises muere en manos de un hijo que había tenido con Circe, Telégono, quien al matarlo no sabía que era su padre (cualquier similitud con Edipo -quizás- no sea coincidencia).

Si este giro trágico no fuera suficiente, hay una vuelta de guion aún más absurda: Penélope, la mujer de Ulises, se une románticamente con este hijo y asesino de su esposo, mientras que su propio hijo -Telémaco- hace lo mismo con Circe, la madre de Telégono. Y todos se vuelven eternos.

¿Por qué la saga de Ulises terminó con este final de telenovela latinoamericana, quiénes son los otros poetas que escribieron sobre Troya y qué pensaría Homero de estas versiones alternativas? Si es una odisa para ti vivir sin estas respuestas, sigue leyendo.

 

Homero, el más grande pero no el único

La Odisea es el segundo poema épico atribuido a Homero. El primero es La Ilíada, cuyo argumento central es el conflicto entre griegos y troyanos donde, además de Ulises, aparecen Aquiles y Agamenón, entre los aqueos (griegos), y Héctor y Paris, entre los defensores de Troya.

Pero existen algunos problemas con Homero. Para empezar no sabemos a ciencia cierta si existió. En caso de haber existido y de haber escrito La Íliada y La Odisea, no hay certeza de cuándo lo hizo (se estima que pudo haber sido entre el siglo VIII y VII antes de Cristo).

Tampoco tenemos idea de dónde nació (varias islas y ciudades se atribuyeron ser su lugar de origen como Chios, Ios y Esmirna) ni si efectivamente fue ciego como creían muchos griegos en la Antigüedad.

En su libro "Homer and his Iliad" (Homero y su Ilíada), Robin Lane Fox dice que estos mismos griegos no habrían dudado jamás de la existencia de Homero, pero el autor británico señala que ya en 1664 el clérigo francés François Hédelin comenzó a preguntarse si el nombre no fue inventado, "lo que permitió agrupar varios poemas de autoría desconocida bajo un nombre ficticio".

En la Antigua Grecia se consideraba que la habilidad para recitar de los más grandes poetas orales podía venir de su condición de ciegos. Además, en varios pasajes mitológicos Zeus premió a algunos ciegos con grandes talentos.

 

Para Lane Fox, Homero existió, y se diferenció de todos los otros poetas griegos por muchas razones, una de ellas es que fue el primero en centrarse en un conflicto y desarrollarlo a través de un hilo narrativo:

"La trama tiene un inicio, un desarrollo y un desenlace claramente definidos. Este hecho es importante, ya que otros poemas heroicos extensos, incluyendo algunos compuestos en griego, son muy diferentes. Se componen de una sucesión de episodios que transcurren libremente uno tras otro".

Como indica Alan H. Sommerstein en el libro "The Greek Epic Cycle and its Ancient Reception" (El Ciclo Épico griego y su recepción en la Antigüedad), el mismo Aristóteles en su tratado La Poética elogió a Homero por escoger en La Ilíada no toda la historia de la guerra, sino solo una parte de ella (el conflicto entre Aquiles y Agamenón, el líder de la expedición griega).

Pero aunque desde la Antigüedad Homero destacó como el poeta más laureado, Lane Fox nos dice que no fue el único que relató la historia de Troya y esto queda claro desde el comienzo de La Ilíada…

 

El Ciclo Épico

Homero comienza La Ilíada en el décimo año de la guerra sin ninguna introducción al conflicto entre griegos y troyanos ni un repaso de los nueve años anteriores, cuenta Lane Fox:

"Evidentemente, Homero sabía que se dirigía a personas familiarizadas con las historias generales de Troya y sus héroes: presenta a Agamenón llamándolo únicamente 'hijo de Atreo' y se refiere a Patroclo, el amado de Aquiles, solo como 'hijo de Menoitio' la primera vez que lo menciona".

Según Martin L West, en su libro "The Epic Cycle. A Commentary on the Lost Troy Epics" (El Ciclo Épico. Un comentario sobre las épicas perdidas de Troya), "poemas sobre la guerra de Troya quizás comenzaron a ser compuestos en el siglo XII a.C".

Otros relatos que circularon en ese período o poco después fueron la leyenda de Jason y los argonautas, así como canciones sobre las hazañas de Hércules y poemas sobre la guerra en la ciudad griega de Tebas (lo que hoy sería una suerte de Universo Marvel). Todos de forma oral.

"Lo normal es que hubiera habido, como hubo, distintos narradores, poetas, aedos, que componían sus poemas sobre esos temas míticos. Los mitos se transmiten de una manera popular. Esos poetas le dan forma métrica y los hacen memorables", le dice a BBC Mundo Carlos García Gual, catedrático emérito de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Real Academia Española.

 

 
Tras su caída, Troya fue saqueada por los griegos que la dejaron arrasada. 
 
 
Además de La Ilíada y La Odisea, existen otros seis poemas dedicados a la Guerra de Troya: Cypria, Etiópida, La Pequeña Ilíada, Ilou Persis, Nostoi y Telegonía. Ninguno llegó completo hasta nuestros días sino fragmentados en sumarios y resúmenes elaborados mucho tiempo después de su composición.

Durante varios siglos, el material vinculado a Troya se atribuía a Homero hasta que Heródoto, el primer historiador, escribe en el siglo V a.C sus sospechas de que Cypria no había sido compuesta por este poeta "sino por alguien más".

Desde ese momento, y gradualmente, la denominación de "Ciclo Épico" se convirtió en una suerte de sinónimo del material no homérico. ¿Pero qué cuentan estos poemas que Homero no contó?

 

El origen de la guerra

Como dice Lane Fox, de los 10 años que dura la Guerra de Troya, Homero se enfocó solo en 50 días en La Ilíada. De los otros 10 años que tardó Ulises en volver a Ítaca, 42 días son relatados por el poeta de La Odisea.

Mucho de los hechos más importantes de la Guerra de Troya son apenas contados en La Ilìada, como la muerte de Aquiles o la derrota de esa ciudad amurallada. Aquí Homero ni siquiera menciona al Caballo de Troya, la estratagema de madera utilizada por los griegos para colarse por esas murallas.

Algunos de estos momentos son adelantados por Homero en su primer poema y otros son relatados en retrospectiva en La Odisea, porque además del hilo narrativo, el poeta habría creado -según Robin Lane Fox- los avances y los retrocesos en la trama:

"Con ingenio, utilizó dos recursos: flashbacks del pasado y anticipos del futuro. Es posible que incluso los haya inventado".

 

Entonces, muchos de los poemas del ciclo épico llenan los espacios que deja en blanco Homero o apenas menciona.

Cypria, por ejemplo, explora el origen del conflicto: Zeus, la mayor divinidad en el panteón de los dioses griegos, está preocupado por el peso que provoca sobre la Tierra la superpoblación y no encuentra mejor forma de resolver la cuestión que la guerra.

A esto le sigue una suerte de concurso de talentos entre tres diosas -Hera, Atenea y Afrodita- en el que el juez, el príncipe troyano Paris, favorece a esta última, quien lo recompensa con el amor de Helena.

Pero Helena ya está casada, es la mujer del rey de Esparta, Menelao, hermano de Agamenón, y esto provoca la invasión griega a Troya para recuperarla.

Este poema termina justo con los hechos inmediatamente anteriores al inicio de La Ilíada. El próximo, Etiópida, comienza justo cuando termina el poema atribuido a Homero, y se enfoca en la muerte de Aquiles por culpa de su famoso -y fallido- talón.

La Pequeña Ilíada, por su parte, cuenta las consecuencias de la muerte del principal héroe de la guerra y explica el origen y la construcción del caballo de madera, que tiene un lugar relevante en Iliou Persis, poema exclusivamente dedicado al saqueo de Troya.

Nostoi, por su parte, relata el regreso de todos los héroes griegos tras el fin de la guerra, todos menos Ulises, que es el protagonista de La Odisea y el que concibió al Caballo de Troya.

Pero, ¿cómo terminó el héroe más astuto de toda la saga muerto por su propio hijo?

Además del conflicto entre Aquiles y Agamenón, La Ilíada relata la pelea entre el héroe griego y su rival troyano más famoso: Héctor.

 

Una odisea que termina mal

Las historias no homéricas han sido atribuidas a muchos autores y no hay certidumbre de quién las escribió. Se dice que algunos de ellos trataron de homenajear a Homero, otros de imitarlo.

Tampoco está claro si hubo una intención de rellenar los huecos en la trama de Troya que Homero ignoró o no profundizó o si, siglos después, los estudiosos que recopilaron estas historias las editaron para que cumplieran esa función.

Lo que sí sabemos es que el autor de Telegonía, el último poema del Ciclo Épico, no quiso completar datos de la trama de Ulises no incluidos en La Odisea sino continuarla donde Homero la había dejado.

 

En La Odisea, Ulises no solo recupera a Penélope sino que mata a todos los pretendientes de su mujer.

 

El poema, atribuido a Eugammon de Cirene, está dividido en dos partes. La primera lleva a Ulises a la tierra de los tesprotos, donde se casa con Calidice, su reina. Tras la muerte de ella, el héroe regresa a Ítaca donde un extranjero está alterando el orden de su isla.

Ese extranjero es Telégono, un hijo que Ulises tuvo con la diosa y hechicera Circe durante su accidentado regreso de Troya (La Odisea jamás menciona que ambos hayan tenido un hijo).

Telégono ha llegado a Ítaca buscando a su padre, pero al encontrarse con Ulises lo mata con una lanza con la punta envenenada que le ha dado Circe, sin saber que se trata de su progenitor.

Luego viaja a la isla de su madre, con el cadáver de su padre, acompañado por Penélope y Telémaco, a quienes Circe concede la inmortalidad. Y al mejor estilo de un reality show de bodas en Las Vegas, la viuda de Ulises termina con el hijo de su amante y la hechizera con el hijo de Penélope.

Para García Gual, este final "indica un espíritu novelesco bastante alejado de la fiereza heroica que uno supone antigua. Hay algo de romanticismo novelesco de querer acabar esta historia de una manera tan extraña desde el punto de vista de lo que sería el heroísmo tradicional".

Aurora Luque, poeta y Doctora en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca, añade que para cuando aparece la Telegonía, el género épico ya estaba agotado y las hazañas de los héroes han dejado de conmover.

"Ya está apareciendo la novela con sus pequeños problemas sentimentales. La novela griega es muy novelera, en el sentido más frívolo del término: amores extravagantes, hijos perdidos, amantes que se buscan y se pierden… Todo se simplifica y pierde grandeza y hondura", le dice a BBC Mundo y concluye:

"La Telegonía es, pues, tal disparate que merece una sonrisa y poco más, no así otros poemas del Ciclo Épico como las Ciprias o la Etiópida, donde aparece Pentesilea, la reina de las Amazonas, y surge un amor efímero intensísimo con Aquiles mientras intentan darse muerte". 

Aunque la antigua ciudad de Wilusa, citada por los Hititas, ha sido identificada como Troya, no hay evidencia de que esta urbe haya sido arrasada por una guerra.

 

Sin embargo, para Jonathan Burgess, en su libro "The Tradition of the Trojan War in Homer and the Epic Cycle" (La tradición de la Guerra de Troya en Homero y el Ciclo Épico), estos fragmentos eróticos y románticos como el de Aquiles y Pentesilea o el matrimonio multitudinario al final de la Telegonía son uno de los aspectos que han provocado las críticas a los poemas no homéricos como reflejo del mal gusto de épocas posteriores.

Pero Burgess recuerda que de estos poemas solo nos han llegado fragmentos y se pregunta qué hubiera pasado si La Ilíada o La Odisea hubiesen corrido la misma suerte:

"Se podría añadir que un resumen de los poemas homéricos podría exponerlos a las mismas acusaciones formuladas contra el Ciclo (Épico)", opina.

Y ahora solo nos queda responder otra especulación: qué hubiera pensado Homero de todo esto. 

 

Homero y la muerte

Aunque no deja de ser especulación, hay una forma de imaginar lo que pensaría Homero de finales como el de la Telegonía y otros aspectos del Ciclo Épico: analizar qué incluyó en sus poemas y, muy especialmente, qué descartó.

Un elemento que se repite en los poemas del Ciclo Épico es la inmortalidad. Lo vemos cuando Circe se la concede a su hijo Telégono, a su nueva mujer, Penélope, y al hijo de esta con Ulises, Telémaco. Pero también en Etiópida, donde Thetis, la madre de Aquiles, le concede la vida eterna en la isla de Leuke.

En cambio, el Aquiles de Homero baja al Hades, la tierra de los muertos, como todos los héroes caídos en Troya. Allí lo encuentra Ulises, en el Canto XI, de la Odisea, y le dice que no debe añorar por la existencia perdida ahora que reina entre los muertos, a lo que Aquiles responde:

"No intentes consolarme de la muerte, noble Odiseo. Preferiría estar sobre la tierra y servir en casa de un hombre pobre, aunque no tuviera gran hacienda, que ser el soberano de todos los cadáveres".

Y no hay que olvidar que en La Odisea, el mismo Ulises rechazó la inmortalidad que le ofrecía Calipso para así poder regresar con Penélope en Ítaca.

El destino de todos los héroes homéricos fue el mismo, el Hades, la tierra de los muertos donde Caronte, el remero, trasladaba las almas de héroes y humanos por igual.

 

Para la académica Margalit Finkelberg, "nada puede ser más ajeno al espíritu de los poemas homéricos que la inmortalización póstuma".

"Como resultado, el tema de la inmortalidad, omnipresente tanto en el Ciclo como en la tradición hesiódica, se transforma en Homero en el de la experiencia heroica como metáfora de la condición de la mortalidad, con todas sus contradicciones", concluye Finkelberg.

O como le dice Aurora Luque a BBC Mundo: "La homérica es una épica que cuestiona a la propia razón de ser de la épica. Lo humano -el dolor, la añoranza de la paz, la fragilidad- lo recorre todo".

Entonces, es de suponer que Homero no habría estado muy de acuerdo con un Aquiles pasando su jubilación en una isla paradisíaca o una boda donde los novios viven, literalmente, felices para siempre... 

 

Fuente:  Por qué Penélope no terminó con Ulises y otras historias que Homero no te contó


lunes, 18 de agosto de 2025

Qué es la proyección de Mercator y por qué los países de África quieren que se deje de usar para elaborar los mapamundis

 La proyección de Mercator muestra al continente africano más pequeño de lo que en realidad es.

 

Por Santiago Vanegas
BBC News Mundo

 

La Unión Africana, la organización que reúne a todos los Estados africanos, se unió este lunes a una campaña para que se deje de utilizar la proyección de Mercator para los mapamundis.

La campaña, denominada Correct The Map ("Corrijan el mapa"), busca evitar que los gobiernos, las organizaciones, las escuelas y las empresas representen en sus mapas al continente africano más pequeño de lo que realmente es.

"Podría parecer que es solo un mapa, pero realmente no lo es", le dijo a la agencia Reuters la vicepresidenta de la Comisión de la Unión Africana, Selma Malika Haddadi.

La proyección de Mercator, inventada en el siglo XVI por el cartógrafo europeo Gerardus Mercator, muestra más grandes los territorios más cercanos a los polos, como Norteamérica y Europa, con respecto a aquellos que se ubican cerca de la línea del Ecuador, como África y Sudamérica.

Esta fue la solución que Mercator encontró a un problema matemático: representar en una superficie plana un planeta esférico.

La campaña Correct The Map promueve adoptar una proyección que se conoce como Equal Earth, que refleja con mayor precisión el tamaño de los continentes.

Los mapamundis que siguen la proyección de Mercator son los que usan por defecto aplicaciones como Google Maps, y son posiblemente los que más han configurado nuestra imagen mental del planeta.

"Durante más de 450 años, hemos basado nuestra comprensión de África y del mundo en un mapa que es erróneo", se lee en el sitio web de Correct The Map.

El movimiento defiende que la distorsión en el tamaño de los continentes en el mapa se trata de un problema de "poder y percepción".

La directora ejecutiva de Africa No Filter, una de las organizaciones detrás de la campaña, ha calificado la proyección de Mercator como "la mayor campaña de desinformación". 

 

Un problema matemático

Resulta matemáticamente imposible proyectar de manera exacta una superficie curva como la de la Tierra sobre una plana, como un papel o una pantalla.

Por eso, todos los planos de la superficie terrestre están necesariamente distorsionados. Dependiendo de la técnica que se utilice para crearlos, el tamaño, la forma y la ubicación de los continentes cambia.

Los cartógrafos desde hace siglos son conscientes de ese problema y lo solucionan según el uso que le quieran dar al mapa.

Mercator hizo su famosa proyección, que se convirtió en la más popular de la historia, pensando en una necesidad específica: la navegación.

Y consiguió que, usando su mapamundi, un navegante supiera en qué dirección debía ir según la brújula para llegar de un punto a otro.

El problema que tiene la proyección de Mercator es que exagera el tamaño de los países a medida que estos se alejan de la línea del Ecuador.

Esto ocurre porque es una proyección cilíndrica, que presenta los meridianos como líneas paralelas equidistantes.

Los meridianos en realidad son líneas que se encuentran en los polos; es decir, la distancia entre ellas va disminuyendo a medida que se alejan del Ecuador.

La distorsión que caracteriza a la proyección de Mercator hace que, por ejemplo, se vean de tamaño similar Groenlandia y África, cuando en realidad el continente es unas 14 veces más grande.

Brasil, por su parte, es cinco veces más grande que Alaska, aunque en el mapa parezcan de dimensiones parecidas.

 
Este mapamundi, que usa la proyección de Mercator, muestra a Groenlandia de un tamaño similar a África. En realidad el continente tiene un área 14 veces mayor.