viernes, 30 de mayo de 2025

El Mercader de Herat

Su estrategia de vendedor era tan irresistible, que me siguió los pasos por medio mundo.
 

Por James Michener


UNA VEZ viajé a la antigua ciudad de Herat, en Afganistán, y me alojé en un hotel que en otro tiempo había sido una mezquita y cuyos pisos eran de tierra. Apenas instalado, entró en mi habitación un hombre muy delgado, de negra cabellera, un tanto larga, y una sonrisa imborrable. De inmediato comenzó a arrojar al suelo 20 o 30 de las alfombras persas más encantadoras que jamás había visto.
Los diseños, por sí mismos, eran milagrosos: urdimbres intrincadas de símbolos coránicos enmarcados de grecas geométricas que hacían bailar los ojos. Y sus colores eran una auténtica delicia: rojos, amarillos, verdes y azules oscuros de una calidad radiante.
Supuse que se trataba de uno de los servicios que ofrecía el hotel, pero entonces el hombre me tendió un pedazo de papel donde estaba escrito a lápiz: Muhammad Zaqir, Mercader de Alfombras, Herat.
—¡No, no! —protesté—. ¡No quiero comprar alfombras!
—Yo dejarlas aquí —respondió sin dejar de sonreír—. Usted estudiarlas y aprender a que le gusten.
Antes de que pudiera renovar mis protestas, el hombre ya se alejaba con su camello.

Aquella noche regresó a mi habitación, alumbrada por la luz vacilante de una lámpara.
—¿Haber visto alfombras más bellas? —me preguntó—. Aquella ser de un amigo que vive en Mashlad; esas dos ser de Bukhara, y esta, de Samarkanda.

Volvió a la mañana siguiente, poco antes del mediodía. 
—Michener-sahib. ¿Un nombre alemán? —me preguntó.
Le expliqué mi procedencia, y entonces dijo:
—Tres, cuatro, quizás cinco de mis alfombras verse preciosas en su casa de Pensilvania.
—Mire, no necesito ni quiero alfombras para mi casa.
—¿No verse bien las alfombras en Pensilvania? —replicó.
Con la punta del pie apartó las que se habían quedado encima, a fin de revelar las desbordantes maravillas de las demás.
—Es grande, blanca y dorada, gustar a usted. Seiscientos dólares —prosiguió.
Al advertir mi asombro, se dio maña para tapar la grande con otras de menor tamaño.
—¡Ah, Michener-sahib! Usted debe tener buen ojo —dijo—. Esa ser de China. Ser de seda y lana; mirar los finos nudos.
Acto seguido me dio una conferencia sobre el arte de tejer alfombras: disertó sobre diseños, sobre variedades de nudos y sobre colores deslumbrantes. Era fascinante oírlo.

El tercer día, mientras bebíamos té, fue echando por tierra, una tras otras, todas mis objeciones:
—¿No poder llevarlas? Yo enviarlas. Salir en camello; en Karachi subir al barco; en tren salir de Nueva York; y luego en camión, hasta su casa en Pensilvania.
Me enseñó una libreta con las direcciones, en muchas partes del mundo, de compradores de sus alfombras. Su mercancía procedía de sitios tan remotos como Mashhad en Irán, o Bukhara, en Uzbekistán.
Al parecer, Muhammad Zaqir viajaba mucho con su camello de carga. 
En la libreta, a un lado de las direcciones de envío, estaban pegadas cartas en la que los clientes declaraban que las alfombras habían llegado a sus manos.
—Michener-sahib, yo dar precio especial. Yo dejar estas cuatro alfombras en 450 dólares. Nunca volver a encontrar ganga igual.
—No tengo dólares.
Al oír esto, Muhammad enumeró con rapidez las divisas que podía aceptar en sus transacciones: moneda británica, india, iraní, pakistaní, afgana…
—Amigo Muhammad —lo interrumpí—, no tengo dinero de ninguna clase.
—Yo saber, yo saber —gimió—. Pero usted ser honrado y yo aceptar su cheque personal.
Afligido, repuse:
—No tengo ni un solo cheque en blanco.
—Yo creerle —aseguró Muhammad—. Entonces, dibujar uno.
Me tendió una hoja de papel ordinario y, por primera vez en mi vida, dibujé un cheque. Se lo entregué, y a continuación Muhammad Zaqir enrolló las cuatro alfombras que yo había comprado, montó en su camello y se marchó.

De regreso en mi casa de Pensilvania, empecé a recibir dos clases de cartas. La primera era más o menos del siguiente tenor:
Soy su agente de embarques de Estambul. Recientemente llegó un carguero procedente de Karachi, con un paquete grande dirigido a usted. Cuando reciba su cheque por 19.50 dólares norteamericanos le remitiré el paquete.

Durante tres años recibí un flujo ininterrumpido de cartas procedentes de Karachi, de Estambul, de Trieste y de Marsella. Invariablemente solicitaban una suma inferior a 20 dólares, de manera que me inclinaba a pensar: Puesto que ya he invertido tanto en esto, bien podría arriesgar un poco más.

La segunda clase de cartas eran parecidas a esta: 
Soy el embajador de Italia en Kabul.
Hace poco estuve en Herat, donde un mercader de alfombras me mostró ese extraño cheque que usted le dio. Me preguntó si se lo pagarían cuando deseara hacerlo efectivo, y yo le aseguré que no habría inconveniente. A mi vez, le pregunté por qué no lo había presentado todavía para su cobro, y contestó: “Michener-sahib ser un hombre famoso. Yo mostrar su cheque a gente como usted, y vender muchas alfombras”.


Recibí cartas de viajantes de comercio franceses, de exploradores ingleses, de comerciantes indios, de toda la variedad imaginable de personas que acudieron a la ex  mezquita de Herat.

Un día, llegaron las alfombras, como me había prometido Muhammad Zaqir, junto con una cantidad tal de documentos de embarque que por sí mismos podían figura en la colección de un museo. Al cabo de cinco años, el cheque que yo había dibujado y que había servido como propaganda llegó al banco, y este pagó su importe.

Aprecio mucho mis magníficas alfombras y estoy muy contento de tenerlas; pero quizás  disfruto más mis recuerdos del honrado mercader que durante cuatro días hizo gala de ingenio para persuadirme a comprarlas.


Condensado  de “The World Is My Home: A Memoir”, © 1992 por James A. Michener. Publicado por Random House, Inc., de Nueva York, Nueva York.

Revista Selecciones del Reader’s Digest, Tomo CIV, N° 624, Año 52, Noviembre de 1992, páginas 111-113, Reader’s Digest Latinoamérica, S.A., Coral Gables, Florida, Estados Unidos


Notas
Greca: Adorno consistente en una faja más o menos ancha en que se repite la misma combinación de elementos decorativos, y especialmente la compuesta por líneas que forman ángulos rectos. DLE. RAE

Sahib: Señor, amo. Se usaba especialmente entre los habitantes nativos de la India colonial cuando se dirigían o hablaban de un europeo de algún estatus social u oficial. Diccionario Merriam-Webster

Tenor: Contenido literal de un escrito u oración
A tenor, a este tenor: Locución adverbial.-  Por el mismo estilo, de la misma manera. DLE. RAE

Karachi: Ciudad más poblada, y centro financiero y portuario de Pakistán. Wikipedia

Trieste: Ciudad en el norte de Italia, a orillas del Mar Adriático.

Kabul: Ciudad más poblada y capital de Afganistán.

jueves, 29 de mayo de 2025

La oscura influencia en América Latina de la bananera de EE.UU. United Fruit Company y su heredera Chiquita Brands

 


Por Santiago Vanegas
BBC News Mundo

 

"Esta nota fue publicada en junio de 2024 y la republicamos a raíz de la declaración del estado de emergencia por parte del gobierno de Panamá en la provincia donde Chiquita despidió a 5.000 trabajadores".

El fallo del lunes 10 de junio contra Chiquita Brands por su responsabilidad en ocho asesinatos cometidos por paramilitares en Colombia no es el primer caso en el que se relaciona a la empresa con episodios violentos en países latinoamericanos.

El veredicto a favor de las víctimas al que llegó un tribunal de Florida es la conclusión de uno de los cientos de casos que enfrenta la compañía en la justicia estadounidense.

En 2007, la empresa ya había reconocido ante las autoridades de Estados Unidos que le pagó US$1,7 millones al grupo paramilitar de derecha Autodefensas Unidas de Colombia y tuvo que pagar una multa de US$25 millones.

Chiquita argumenta que comenzó a hacer los pagos luego de que el líder de las AUC en aquel momento, Carlos Castaño, insinuara que el personal y las propiedades de la empresa podrían sufrir daños si no entregaban el dinero.

La empresa expresó en un comunicado tras el veredicto de esta semana que la situación en Colombia fue "trágica para muchos, incluidos los directamente afectados por la violencia allí, y nuestros pensamientos permanecen con ellos y sus familias".

"Sin embargo, eso no cambia nuestra creencia de que no hay base legal para estas reclamaciones", añadió.

BBC Mundo contactó a la empresa para recabar más información, pero no recibió respuesta.

Los pagos a grupos paramilitares en Colombia, país cuya justicia no ha condenado a la empresa, son solo una de las sombras que oscurecen la larga historia de la compañía.

Chiquita Brands es heredera de la United Fruit Company, que operó en Centroamérica desde finales del siglo XIX.

 

Un innovador mercado

Chiquita Brands es la heredera de la United Fruit Company, una empresa fundada en 1899 que cambió el mundo con su modelo de producción de banano e influyó en la política y la economía de varios países latinoamericanos al punto de que se les empezó a llamar "repúblicas bananeras".

Su negocio consiste, desde hace más de 100 años, en llevar bananos frescos desde los países productores, que son necesariamente tropicales, a las mesas de los consumidores de todo el mundo.

En palabras de Peter Chapman, autor del libro Bananas: How the United Fruit Company Shaped the World ("Bananos: Cómo la United Fruit Company moldeó el mundo"), la empresa fue la primera de las multinacionales modernas.

Supuso pues un paso clave en la historia del capitalismo.

Antes de ser un producto de consumo masivo, el banano era una fruta exótica atractiva por su sabor dulce.

 

La United Fruit Company construyó una red de enormes plantaciones que iba desde Guatemala hasta Colombia (pasando por Honduras, El Salvador, Belice, Nicaragua, Costa Rica y Panamá) e incluía islas del Caribe como Cuba y Jamaica.

Su capacidad para operar en muchos casos superaba a la de los gobiernos de esos países.

"Podía usar su tecnología, su experticia, para operar en áreas donde otros no podían ir", le dice Chapman a BBC Mundo.

Como empleadora de miles de personas, dueña de miles de hectáreas de tierra y aliada cuando lo requería del gobierno estadounidense, la United Fruit Company podía influir en generar estabilidad o inestabilidad.

Décadas antes de financiar paramilitares, la empresa jugó un papel central en la llamada masacre de las bananeras de 1928, también en Colombia, y en el golpe de Estado de Guatemala de 1954.

Aunque atravesó una fuerte crisis a mediados de los 70, la sobrevivió cambiando de dueños y en la actualidad, Chiquita Brands vende toneladas de bananos con stickers azules en los supermercados del mundo.

 

Los inicios

Antes de convertirse en un magnate bananero, Minor Keith, fundador de United Fruit Company, era un empresario de ferrocarriles.

"Solo se interesó en los bananos cuando se dio cuenta de que los trabajadores jamaiquinos que había llevado a Costa Rica para construir el ferrocarril habían traído consigo una producción a pequeña escala de bananos para alimentarse", cuenta el periodista y escritor Peter Chapman.

"Entonces, Keith, que estaba en problemas financieros para construir el ferrocarril, pensó que podía vender bananos en Estados Unidos".

Desde 1873, comenzó a experimentar con la producción y el transporte de bananos.

Para entonces, hacer que un banano llegara desde Costa Rica hasta Nueva York antes de que se pudriera era una proeza. No existían siquiera los barcos con refrigerador.

"Era un lujo esta fruta dulce que sabía tan bien, venía de muy lejos y podías tener todo el año", explica Chapman.

Keith "empezó a usar la producción y distribución de banano como una forma de respaldar su gran proyecto de construir un ferrocarril en Costa Rica", y empezó a hacerlo a gran escala.

En 1899, se fusionó con otra empresa que dominaba el negocio del banano en Jamaica, y así nació la United Fruit Company.

Keith fue un magnate de los ferrocarriles que se convirtió en uno de los fundadores de la United Fruit Company 

 

Las repúblicas bananeras

Cuando se dio cuenta de que podía ganar dinero con los bananos, Keith empezó a negociar con el gobierno de Costa Rica para que le diera terrenos baldíos alejados del centro de poder a cambio de impulsar avances tecnológicos y en infraestructura en esas zonas, describe Chapman.

Así nació su modelo de funcionamiento que luego expandió por los demás países de Centroamérica y parte de la costa atlántica de Colombia.

"De repente, la compañía terminó acumulando un poder considerable y se convirtió casi que en un gobierno autónomo. A pesar de que estaba haciendo cosas que el gobierno encontraba muy útiles, era casi un estado dentro de un estado", le explica Chapman a BBC Mundo.

30 años después, según escribió la historiadora Catherine LeGrand en el libro "Nueva Historia de Colombia", la United Fruit Company poseía más de 1 millón de hectáreas, había construido más de 2.400 kilómetros de ferrocarril y contaba con 90 barcos de vapor, conocidos como la Gran Flota Blanca, que transportaban bananos a Estados Unidos y Europa.

"Las exportaciones de banano llegaron a los 65 millones de racimos al año", según dice LeGrand en su libro.

Tenía un monopolio casi total del mercado del deseado fruto.

Ese poder económico abrió la puerta a que la empresa influyera en el poder político.

"Había mucho espacio para la corrupción en el sentido de que siempre podían sobornar a la autoridad central, o podían favorecer un candidato presidencial por encima de otro y tenían el dinero y los recursos para llegar al centro del poder", señala Chapman, quien fue corresponsal de la BBC y The Guardian en Centroamérica y el Caribe.

Es decir, la empresa solía tener influencia y una relación amistosa con el gobierno, y cuando no, lo podía cambiar según sus intereses, como pasó en el golpe de Estado en Guatemala en 1954 del que hablamos más adelante.

La United Fruit Company fue pionera en instalar refrigeradores en sus barcos, lo cual facilitaba conservar la frescura de los bananos.

La United Fruit Company era "la representante por excelencia del imperialismo estadounidense en América Latina", pues tenía "al gobierno local en el bolsillo, controlaba la economía local de los países donde operaba y explotaba duramente a los trabajadores de las plantaciones", escribió el historiador Marcelo Bucheli en un artículo de la revista The Business History Review.

De esta situación se hicieron eco en sus letras autores como Miguel Ángel Asturias y Gabriel García Márquez.

Algunas de las llamadas "repúblicas bananeras" ni siquiera eran grandes productoras de banano, dice Chapman.

No era una gran industria en Nicaragua o El Salvador, por ejemplo. Pero también allí el sistema político estaba corrompido en la época por poderosas fuerzas externas.

Y, añade Chapman, no hay que olvidar que el banano en el mundo angloparlante es visto como una broma o algo tonto, así que "república bananera" es un término peyorativo.

En todo caso, la United Fruit Company llevó ferrocarriles y servicios que antes no tenían a zonas remotas de Centroamérica.

"Por ejemplo, el único ferrocarril que existió en Honduras por mucho tiempo fue el que construyó la United Fruit Company y que proveía a la zona alrededor de sus plantaciones en la lejana costa atlántica", narra Chapman.

Pero estos beneficios solo llegaban cuando y donde le convenían a la empresa.

Chapman cuenta, por ejemplo, que en Honduras la empresa le pedía periódicamente al gobierno más tierras para cultivar banano a cambio de continuar el ferrocarril hasta Tegucigalpa, pero luego nunca cumplió con ese trato porque en la zona de Tegucigalpa no había plantaciones.

"La compañía proveía cuando le era conveniente. Y cuando no, había confusión y disputas", le dice Chapman a BBC Mundo.

 

La masacre de las bananeras

Los líderes de la huelga de las bananeras de 1928 en Colombia reclamaban un contrato directo y mejores condiciones de salubridad en sus viviendas.

 

Las condiciones de trabajo en las plantaciones de la United Fruit Company eran precarias.

Aunque la empresa ofrecía una oportunidad de empleo como pocas para miles de campesinos, y en algunos casos ofreció salarios altos para atraer mano de obra, no contrataba a sus trabajadores directamente, sino a través de terceros.

Además, a los empleados les pagaba por día y no siempre había trabajo para todos. Muchos se terminaban endeudando con la misma empresa y las condiciones de salubridad en las que vivían en las plantaciones eran pésimas.

"No tenían ventilación, agua potable, duchas o retretes", relató la historiadora Catherine LeGrand.

En Colombia, los trabajadores hicieron huelgas en 1910, 1918 y 1924. Pero la de 1928 tuvo otra magnitud.

"El 12 de noviembre de 1928 estalló una gran huelga en la zona bananera de Santa Marta, una huelga masiva jamás vista en Colombia. Más de 25.000 trabajadores de las plantaciones se negaron a cortar los bananos", según documentó LeGrand.

Durante un mes, se paró por completo la producción y exportación de banano mientras los trabajadores le pedían a la empresa sentarse a negociar una serie de peticiones.

La United Fruit Company resolvió apelar al gobierno conservador de la época y éste respondió poniéndose del lado de la empresa.

Primero envió tres batallones a las plantaciones, encarceló decenas de huelguistas y finalmente vino la masacre.

"La huelga terminó con un baño de sangre: en la noche del 5 de diciembre, soldados colombianos dispararon sobre una reunión pacífica de millares de huelguistas, matando e hiriendo a muchos", escribió LeGrand en el libro "Nueva Historia de Colombia".

Un documento enviado por la embajada de Estados Unidos en Bogotá al secretario de Estado de la época registró: "Tengo el honor de reportar que el representante de la United Fruit Company en Bogotá me dijo ayer que el número total de obreros en huelga muertos por el ejército colombiano superó los mil".

 

El golpe de Estado en Guatemala de 1954

Los golpistas de 1954 alegaban que el presidente Jacobo Árbenz era comunista.

 

25 años después, la injerencia de United Fruit Company en la política latinoamericana llegó más lejos que nunca: la CIA orquestó un golpe de Estado militar contra el entonces presidente de Guatemala, Jacobo Árbenz, para proteger los intereses de la compañía bananera.

De acuerdo con documentos oficiales desclasificados, se trató de una operación encubierta bautizada internamente en la CIA como PBSUCCESS.

"La situación era que United Fruit Company se había acostumbrado a trabajar con gobiernos centrales que eran complacientes, y llegó un nuevo régimen liberal, el gobierno de Árbenz, un militar", explica Chapman.

"El gobierno les dijo: 'Miren, ustedes tienen un desmesurado y extraordinario excedente de tierra y Guatemala tiene un gran exceso de campesinos sin tierra'".

Según Catherine LeGrand, para 1930 la empresa usaba poco más del 5% de tierra que poseía en toda la región para cultivar banano.

Árbenz logró aprobar un decreto que le permitía expropiar tierras ociosas, y empezó a llevar a cabo su reforma agraria quitándole tierra a la United Fruit Company para dársela a los campesinos.

En Estados Unidos, era la época del Macartismo, en la que se perseguía ferozmente a las personas que eran sospechosas de ser comunistas.

"La United Fruit Company era muy amiga de la gente del gobierno republicano de la época (el de Dwight Eisenhower). Los hermanos John Foster Dulles, secretario de Estado, y Alan Dulles, director de la CIA, habían sido anteriormente abogados de la United Fruit Company", agrega.

La compañía aprovechó esa cercanía para denunciar ante Washington al gobierno de Árbenz de ser comunistas alineados con la Unión Soviética.

Hasta el reciente triunfo de Bernardo Arévalo, Árbenz había sido el presidente más progresista en ganar unas elecciones en Guatemala.

Las autoridades estadounidenses desplegaron, entonces, una operación que incluyó bombardeos para derrocar a la fuerza al presidente Árbenz y poner en su reemplazo a Carlos Castillo Armas, un militar que estaba exiliado en Honduras.

El nuevo gobierno ilegalizó el Partido Guatemalteco del Trabajo, las asociaciones y sindicatos. Las tierras que habían sido repartidas fueron devueltas a la United Fruit Company.

Esa colaboración entre la empresa y la CIA se dio también en otros momentos, como cuando, según reveló un alto funcionario años después, la empresa prestó algunos de sus barcos para la invasión de la bahía de Cochinos en Cuba que buscaba derrocar a Fidel Castro en 1961.

 

Chiquita Brands y los pagos a paramilitares

Durante los 70, la compañía que había sido por décadas la punta de lanza del capitalismo multinacional entró en una crisis de tal magnitud que Eli M. Black, quien era su presidente, se suicidó lanzándose desde su oficina en un rascacielos de Manhattan.

"El golpe de Estado de Guatemala condujo en alguna medida a su caída", le dice Peter Chapman a BBC Mundo.

Según Chapman, ciertos hombres en el corazón del poder estadounidense empezaron a defender, luego del derrocamiento de Árbenz, que "la United Fruit Company les estaba dando razones a la gente para ser comunistas" en vez de atajar el comunismo.

La compañía empezó a perder la reputación que tenía.

Y al tiempo, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá se unieron en un intento de formar un cartel de países exportadores de banano con el fin de lograr un mayor poder de negociación con la United Fruit Company.

Dice Chapman que después de la muerte de Black, se supo que había intentado sobornar al gobierno militar de Honduras.

"Había calculado que, en el momento de necesidad que vivía el país tras el huracán Fifi de 1974, un pequeño incentivo de US$1 millón y cuarto podría animarles a sacar a Honduras del cartel bananero que le había declarado la guerra a la United Fruit Company", explica el autor en su libro "Bananos: Cómo la United Fruit Company moldeó el mundo".

La empresa perdió el monopolio y empezó a operar más discretamente.

En 1990, la empresa fue rebautizada como Chiquita Brands International.

Chiquita era la marca que llevaban décadas poniendo en sus bananos.

Según reconoció ante las autoridades estadounidenses, Chiquita Brands les pagó US$1,7 millones a las AUC entre 1997 y 2004.

 

Poco después vinieron los pagos que hizo la empresa a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) por los que el jurado concluyó el pasado lunes que la empresa fue responsable de ocho asesinatos. Se hicieron entre 1997 y 2004.

Según el Informe de la Comisión de la Verdad de Colombia, los pagos "eran revisados y aprobados por altos ejecutivos de la compañía" y Chiquita "sabía de la naturaleza violenta de dicha organización".

A pesar de las sombras, Chiquita dice ser "la marca de bananos preferida de los consumidores".

Según Pitchbook, tiene unos 18.000 empleados y su actual sede principal se encuentra en Suiza.

A 125 años de su fundación, es una compañía a la que se le reconoce por haber marcado definitivamente la historia económica del mundo, pero también por haber usado su poder en ocasiones para nutrir la violencia en América Latina, como concluyó esta semana el tribunal de Florida. 

Miss Chiquita Banana es un personaje que ha identificado desde hace décadas a la marca.


Fuente: United Fruit y Chiquita Brands

 

martes, 27 de mayo de 2025

Colección Biblioteca Científica Salvat

Salvat Editores

1985-1989

Entre 1993 y 1995 se volvió a publicar la colección en tapa dura con algunos cambios en los títulos y la numeración.

Publicación original: 30 de mayo de 2016

Revisión 2025
Colección completa


1. Paul Davies. El Universo desbocado. Del Big Bang a la catástrofe final
2. Dianne Fossey. Gorilas en la niebla. Trece años viviendo entre gorilas
3. Dieter Zimmer. Dormir y soñar. La mitad nocturna de nuestras vidas
4. Paul Davies. Superfuerza
5. M. Hoagland. Las raíces de la vida
6. Stefan M. Gergely. Microelectrónica
7. Robert Jastrow. El telar mágico. El cerebro humano y la computadora
8. James S. Tefril. De los átomos a los quarks
9. Richard Dawkins. El gen egoísta
10. Nigel Calder. ¡Que viene el cometa!
11. Jean-Marie Pelt.  Las Plantas. «Amores y civilizaciones» vegetales
12. Paul Davies. La Frontera del infinito. De los agujeros negros a los confines del Universo
13. Alan Charig. La verdadera historia de los dinosaurios
14. Martin Gardner. Izquierda y derecha en el cosmos. Simetría y asimetría frente a la teoría de la inversión del tiempo
15. Bernard Campbell. Ecología humana. La posición del hombre en la naturaleza
16. Hazel Rossotti. Introducción a la química
17. Erhard Keppler.  Sol, lunas y planetas
18. Marvin Harris. Caníbales y reyes. Los orígenes de la cultura
19. Niko Tinbergen. Naturalistas curiosos
20. John Gribbin. En busca del gato de Schrodinger. La fascinante historia de la mecánica cuántica
21. Anthony Smith. La mente I
22. Anthony Smith. La mente II
23. Jane Goodall. En la senda del hombre. Vida y costumbres de los chimpancés
24. Albert Einstein y Leopold Infeld. La evolución de la física
25. John Boslough. El universo de Stephen Hawking
26. René Dubos. Un dios interior. El hombre del futuro como parte de un mundo natural
27. Christopher Jargocki. Rompecabezas y paradojas científicas
28. Paul Davies. Otros mundos. El Espacio y el Universo cuántico
29. Michael Shallis. El ídolo de silicio. La «revolución» de la informática y sus implicaciones sociales
30. Eberhard Weismann. Los rituales amorosos. Un aspecto fundamental en la comunicación de los animales
31. James S.Trefil. El momento de la creación. Del Big Bang hasta el Universo actual
32. Peter Laurie. Informática para todos
33. Heribert Schmid. Cómo se comunican los animales
34. Rudolf Kippenhahn. Cien mil millones de soles. Estructura y evolución de las estrellas
35. Paul de Kruif. Cazadores de microbios
36. Paul Davies. Dios y la nueva física
37. Basil Booth y Frank Fitch. La Inestable Tierra. Pasado, presente y futuro de las catástrofes naturales
38. Brian Leith. El Legado de Darwin
39. James S. Trefil. El Panorama inesperado. La naturaleza vista por un físico
40. Hermann Haken. Fórmulas de éxito en la Naturaleza. Sinergética: la doctrina dela acción de conjunto
41. Martin Gardner. El escarabajo sagrado I. Y otros grandes ensayos sobre la ciencia
42. Martin Gardner. El escarabajo sagrado II. Y otros grandes ensayos sobre la ciencia
43. Wolfgang Schwoerbel. Evolución. Teorías de la evolución de la vida
44. Mariano Medina. Iniciación a la meteorología
45. Martin Gardner. La explosión de la relatividad
46. Dorothy Vitaliano. Leyendas de la Tierra
47. François Jacob. La lógica de lo viviente
48. John Gribbin. Génesis. Los orígenes del hombre y del Universo
49. Martin Gardner. Miscelánea Matemática
50. John Gribbin. La Tierra en movimiento
51. Arthur Koestler. Los sonámbulos I. El origen y desarrollo de la cosmología
52. Arthur Koestler. Los sonámbulos II. El origen y desarrollo de la cosmología
53. John Gribbin. En busca de la Doble Hélice. La evolución de la biología molecular
54. P. W. Atkins. La creación
55. Peter S. Stevens. Patrones y pautas en la naturaleza
56. Paul Davies. El Universo accidental
57. Karl von Frisch. Doce pequeños huéspedes. Vida y costumbres de unas criaturas «insoportables»
58. John Gribbin. El clima futuro
59. Jonathan Winson. Cerebro y Psique
60.  Gerald Feinberg. Claves Ciertas: Física Cuántica
61. David P. Barash. El Envejecimiento
62. Hugo Steinhaus. Instantáneas Matemáticas
63. Irenaüs Eibl-Eibesfeldt. Amor y Odio: Historia natural del comportamiento humano
64. Roger Lewin. Evolución humana
65. Richard Morris: Las flechas del tiempo:  una visión científica del tiempo
66. Eric Chaisson. El Amanecer cósmico: Orígenes de la materia y la vida
67. Steve Prentis. Biotecnología: Una nueva revolución industrial
68. Alwyn McKay. La Construcción de la Era Atómica
69. Irenaüs Eibl-Eibesfeldt. Guerray Paz: Una visión de la etología
70.  E. Kasner y J. Newman. Matemáticas e Imaginación (I)
71. E. Kasner y J. Newman. Matemáticas e Imaginación (II)
72. Carsten Bresch. La Vida, un estadio intermedio
73. George Gamow. Biografía de la Física
74. J. Hecht y D. Teresi. El Rayo Laser
75. Richard Alexander. Darwinismo y Asuntos humanos
76. Rudy Rucker. La cuarta dimensión
77. David Attenborough. El Planeta Viviente
78. Rudolf Kippenhahn. Luz del Confín del Universo: El Universo y sus inicios
79. Organización Mundial de la Salad. Los Alimentos y la Salud
80. Pierre Radvanyi y Monique Bordry. La Radiactividad artificial
81.  George Breuer. El Aire en peligro
82. Robert Shapiro. Orígenes: lo que sabemos sobre el origen de la vida
83. Luis Daufí. La Enfermedad Hoy
84. Paul Davies. En busca de las ondas de gravitación
85. James D. Watson: La Doble Hélice: Un relato autobiográfico del descubrimiento del ADN
86. Umberto Colombo y Giuseppe Turani. El segundo Planeta:  el problema del aumento de la población mundial
87. Gunther S. Stent. Las Paradojas del Progreso
88. Daniel Coleman y Jonathan Freedman. Los Secretos de la Psicología
89. Hans Hass. Del pez al hombre: en torno a la evolución
90. Evry Schatzman. Los niños de Urania
91. Michael Ruse. Tomándose a Darwin en serio
92. David P. Barash. La liebre y la tortuga: Cultura, biología y naturaleza humana
93. Francisco J. Ayala. La naturaleza inacabada
94. David Bodanis. Los secretos de una casa: El mundo oculto del hogar
95. B.F. Skinner. Más allá de la libertad y la dignidad: Un profundo estudio del hombre y la sociedad
96. Academia Norteamericana de Ciencias. Física Nuclear
97. P.H. Ehrlich y A.H. Ehrlich. Extinción (I): La desaparición de las especies vivientes en el planeta
98. P.H. Ehrlich y A.H. Ehrlich. Extinción (II)
99. Helen E. Fisher. El contrato sexual: La evolución de la conducta humana
100. Fred I. Dretske. Conocimiento e Información










Misterios de Agatha Christie

Más leída que cualquier otro escritor inglés, confundió al mundo con sus magistrales novelas policíacas Y ella misma fue siempre un enigma.

 



 

Por Virginia Kelly

Advertencia: El artículo da algunos detalles importantes de alguna de las novelas de Agatha Christie, pero si no te importa leer eso, entonces adelante, vas por tu cuenta y riesgo.

 

EN OCTUBRE DE 1976 los conocedores de la literatura policíaca volvían ansiosamente las páginas de una nueva novela que despertaba en ellos un interés especial y cierta aprensión. No sólo era el último libro de Agatha Christie que veía la luz (la novela de misterio titulada Sleeping Murder)*; también corrían rumores de que en ella la inquisitiva Miss Marple, uno de los detectives más admirados de toda la historia de la novelística policíaca, encontraba la horma de su zapato y perdía la vida.

Afortunadamente, como notaron con alivio los críticos, esta pista de Agatha Christie en particular (como tantas otras entretejidas ingeniosamente en la trama de sus novelas) resultó falsa. La autora que en Curtain*(obra publicada en 1975) no había vacilado en matar a Hércules Poirot, el detective inventado también por ella y tan famoso como Miss Marple, permite que esta supere todos los peligros y salga triunfante y con vida de su nueva aventura.

H.R. Keating, crítico del Times de Londres, comentó con alegría la supervivencia de Miss Marple y, refiriéndose a la novela de que tratamos, escribió entusiasmado: “es de la mejor cepa de Christie, de lectura maravillosamente fácil y que no deja de intrigar un instante al lector. ¿Cómo consigue la autora tal cosa? Sabiendo escoger siempre el momento justo para producir el efecto deseado. Algo en el que nunca yerra”.

Pero Agatha Christie, que en 1971 recibió el título de Dama de la Orden del Imperio Británico, nunca dejó de ser modesta al considerar sus éxitos. Incluso quiso restar valor a su prodigiosa producción, llamándose a sí misma “máquina de hacer embutidos”.

Al morir, el 12 de enero de 1976, a la edad de 85 años, la suma sacerdotisa de la literatura policíaca tenía en su haber 110 títulos (66 de ellos novelas policíacas), de los cuales se estima que se han vendido más de 350  millones de ejemplares. Su obra se ha traducido a 157 idiomas.

Sus cuentos y novelas han inspirado 15 películas y se han representado 17 de sus piezas teatrales. The Mousetrap (“La Ratonera”) es la obra de teatro que ha permanecido en cartel más tiempo que ninguna otra en el mundo, pues habiéndose estrenado en Londres hace más de 24 años, todavía se sigue representando allí con gran éxito.

La película Murder on the Orient Express (“Asesinato en el Expreso de Oriente”), basada en una novela de Christie, constituyó una de las diez atracciones de taquilla de 1975. Y en la semana en que murió la escritora, su novela Curtain encabezaba las listas de los libros más vendidos en ambos lados del Atlántico.

Se calcula que Agatha Christie ganó con sus novelas unos 10 millones de libras esterlinas en total*. Según opinión común, ganó más dinero que cualquier otro escritor de lengua inglesa, y cualquier otro idioma en la historia. Antes de que publicara Sleeping Murder, los derechos para su edición en rústica en Estados Unidos se vendieron por la cantidad sin precedentes de 500.000 libras esterlinas.

Agatha Miller nació en Torquay (en el condado inglés de Devon) y creció en un hogar acomodado, de padre norteamericano y madre inglesa, cuya original opinión era que asistir a la escuela no era conveniente para los ojos y el cerebro de los niños.

Los padres asumieron su instrucción y la niña leía mucho, especialmente novelas románticas y las aventuras de Sherlock Holmes, que influyeron en sus obras, como ella lo reconocía francamente.
Un día, hallándose enferma la niña, su madre le aconsejó que se entretuviera escribiendo un cuento.
Así comenzó a componer una serie de narraciones de  “persistente melancolía, en las cuales la mayoría de los personajes moría”.

En 1915, durante la Primera Guerra Mundial, su hermana mayor le apostó a que no era capaz de “escribir una buena novela policíaca”. Agatha aceptó el reto. Por entonces estaba casada con Archibald Christie, oficial de la Real Fuerza Aérea, y trabajaba como voluntaria de la Cruz Roja en un hospital de Torquay. Varios refugiados belgas estaban alojados en la ciudad y lo que observó en ellos le inspiró el prototipo de Hércules Poirot, con su cabeza oval, mostacho engomado y relucientes zapatos de charol. Poirot solucionó el acertijo en la primera novela de la futura Dama Agatha: The Mysterious Affair of Styles (“El Misterioso Caso de Styles”). 

Por espacio de tres años los editores rechazaron el libro. Por fin se publicó en 1920, se vendieron menos de 2500 ejemplares y la autora ganó 25 libras esterlinas. Sólo después de la aparición, en 1926, de su séptimo libro The Murder of Roger Ackroyd (“El asesinato de Roger Ackroyd”) llegó Agatha a la fama. 

Por esos días vivía con su esposo y su hija Rosalind en Berkshire. Poco después su tranquila existencia comenzó a derrumbarse. Su madre murió y su esposo se enamoró de otra mujer.

Agatha desapareció. Localizaron su auto, abandonado, en un camino rural de la región, y durante diez días, miles de agentes policíacos y voluntarios la buscaron por toda Inglaterra. Guiándose por una información anónima recibida por teléfono, la policía encontró a la escritora en un hotel de Harrogate, donde se había registrado, inexplicablemente, con el nombre de la mujer con quien su esposo se casaría después. El suceso se comentó con grandes titulares y algunos escépticos dijeron que se trataba de un escándalo publicitario para vender The Murder of Roger Ackroyd.

Aunque confirmaron que había sufrido amnesia, Agatha Christie quedó hipersensible ante el asunto durante el resto de su vida. Sin embargo, aquel hecho dio a conocer su nombre en todo el país, y a la postre, se vendieron más de un millón de ejemplares del libro.

Agatha se divorció del coronel Christie dos años después, pero continuó usando este apellido como autora de novelas policíacas. En 1930 se casó con Max Mallowan, eminente arqueólogo que fue ennoblecido en 1968. Durante algunos años lo acompañó en sus expediciones arqueológicas por el Oriente Medio y le ayudó a fotografiar y clasificar utensilios. En un libro que publicó con el nombre de Agatha Christie Mallowan, Come, Tell Me How You Live (“Ven y dime cómo vives”) hizo un alegre relato de sus expediciones. También escribió cuentos y un libro de versos, y publicó varias novelas románticas con el seudónimo de Mary Westmacott.

Pero lo que ganó la celebridad a Agatha Christie fue el haber cultivado el arte de asesinar como tema de sus entretenidas historias.

En su preparación practicaba minuciosos estudios e investigaciones. Su trabajo como enfermera le permitió adquirir un conocimiento directo de los venenos. A veces las actividades arqueológicas de su esposo le proporcionaban el ambiente de sus novelas (Murder in Mesopotamia, Death on the Nile), e incluso localizó la acción de una (Death Comes as the End)* en Egipto en el año 2000 a. de J.C., para la cual hizo “inacabables indagaciones en torno a los pormenores de la vida diaria de la época”

Cierto lector escéptico viajó en el Expreso de Oriente, a través de Europa, sin otro fin que comprobar si Agatha Christie estaba en lo justo al referirse a los cambios de vía en Murder on the Orient Express. Y en efecto lo estaba.

Sus novelas de trama sólidamente construida (ideó algunas mientras estaba en el baño, mordisqueando una manzana, otras cuando limpiaba o cocinaba), le valieron el título de “Reina del laberinto”. Le gustaba desconcertar al lector, pero sostenía que nunca lo despistaba deliberadamente; sólo dejaba que perdiera la pista por sí mismo.

Por ejemplo, piden a un sospechoso de asesinato que ratifique una fecha. El hombre atraviesa la habitación para mirar de cerca un calendario. Al lector se le induce a pesan erróneamente que la fecha citada por el sospechoso es importante, pero la clave consiste en que el presunto culpable es demasiado miope para ver de un lado a otro del aposento.

Otra treta de Agatha Christie es la mirada sobre el hombro. Alguien mira al frente, por encima del hombro de otra persona, y lo que ve lo deja atónito. La escena se nos describe con todo detalle, de modo que sabemos exactamente qué personas y cosas se encuentran en el campo visual del personaje.
La clave reveladora se nos ofrece con tal llaneza que la perdemos en un mar de pistas falsas.
En una de sus tramas más ingeniosas, Dama Agatha desenmascara a una de las víctimas como el asesino. En otro caso, hace de su detective un homicida.

Tan magistral presdigitación literaria le conquistó la aprobación real. Cuanado la BBC le preguntó a la difunta reina María qué programa deseaba para su cumpleaños pidió un “radiodrama” de Agatha Christie. La autora lo escribió, le dio luego forma de cuento y, finalmente la de obra teatral de extensión corriente. Tituló a su obra The Mousetrap (“La ratonera”), por el “drama dentro de un drama” que hallamos en Hamlet de Shakespeare.

Dama Agatha nunca imaginó que esta obra tendría tanto éxito, pero los derechos de autor correspondientes, que ella había cedido a su nieto, han hecho rico a este.
Lo cierto es que la escritora cedió en vida sus derechos sobre otras muchas obras, con lo que evitó el pago de enormes impuestos sobre la herencia e hizo que su patrimonio, al morir ella, quedara reducido a unas 100.000 libras esterlinas.
Siendo ya de edad avanzada, anunció que escribía sólo un libro al año (que entregaba a su editor a tiempo para asegurar al público “a Christie for Christmas”) porque si escribía más, la mayor parte de las utilidades iría a parar al fisco.

Mujer tímida y retraída, que adoraba su jardín, dama Agatha, según la describía su representante literario, era  “una señora aristocrática chapada a la antigua”. Vivía como los asesinos de su imaginación, en un mundo de grandes casas de campo, donde las personas visten de etiqueta para la cena  y lamentan la desaparición de los buenos sirvientes de antes; donde la plata siempre está bien bruñida (de manera que muestre huellas digitales) y donde las jóvenes jamás pasean, sino que “corren con ligereza” por el césped, que está invariablemente segado (para mostrar huelas de pies).

En las páginas de Agatha Christie no encontrará el lector palabras obscenas ni implicaciones freudianas, y el erotismo en ellas no pasa de un casto beso. “No me gustan las muertes sucias. Ni me agrada tampoco la violencia”, insistía la escritora, aunque se comentaba que obtenía más provecho del asesinato que cualquier otra mujer desde Lucrecia Borgia*. “No sé nada de pistolas y revólveres, por lo cual suelo matar a mis personajes con un instrumento romo… o, mejor todavía, con venenos”.

Como despreciaba a los personajes que “andan golpeándose unos a otros por mero gusto”, hizo que su detective Hércules Poirot, hombre pulcro y de corta estatura, resolviera sus casos con ayuda de “las pequeñas células grises” de su cerebro. Poirot, impecablemente atildado, supremamente seguro de sí, que vivía sacudiéndose con un capirotazo alguna mota de polvo de la manga e intercalando en sus frases dos o tres palabras en un francés escolar, es probablemente el detective más famoso  de la literatura policíaca desde Sherlock Holmes.

Cuando Dama Agatha lo lanzó, lo describió como un famoso inquisidor belga que se había jubilado antes de la Primera Guerra Mundial. Según esto, tendría unos 120 años, cuando murió, en 1975, suceso literario que informó el diario Times de Nueva York, publicando una nota necrológica en primera plana.

La escritora reconocía que la popularidad de Poirot la tenía asombrada, puesto que no era “el tipo de detective privado que uno contrataría actualmente”. Pero no es difícil entender la atracción universal que ejerce Poirot,o, por ejemplo, la anciana detective Miss Marple personaje para el cual Dama Agatha se inspiró en su abuela y su tía abuela y apareció por primera vez en 1930, cuando solucionó el caso de Murder at the Vicarage (“Asesinato en la Vicaría”)*. Poirot y Miss Marple representan la lógica en un mundo ilógico. La virtud siempre triunfa; la maldad queda al descubierto.

La novela policíaca es profundamente moral. Agatha Christie tejió sus relatos durante más de medio siglo, enseñando una lección de responsabilidad moral: “Somos felices o desdichados por lo que llevamos dentro de nosotros mismos”.

Cuando murió la escritora, había vivido ya bastante tiempo para ver la frase “un Agatha Christie” convertida en sinónimo de novela policíaca. De todos los continentes se recibieron homenajes en abundancia. Se dijo que era una leyenda, que su nombre sobreviviría a la gran mayoría de sus contemporáneos, que era una magnífica fuente de entretenimiento. 

Quizá la mejor expresión de este homenaje fue el editorial de un periódico que terminaba así: “Agatha Christie proporcionó más placer que la mayoría de los restantes autores de libros”.
Y eso no es un logro cualquiera.



Revista Selecciones del Reader’s Digest, Tomo LXXIII, Año 37 Número 438, Mayo de 1977, págs. 63-68,  Reader’s Digest México, S.A. de C.V., Ciudad de México, México

Fuente de la foto: Agatha Christie


Notas
*Publicada como Un Crimen Dormido, en español

*Publicada como Telón, en español.

*Un aproximado de más de 63 millones de libras esterlina para 2024.

*Murder in Mesopotamia: Asesinato en Mesopotamia; Death on the Nile: Muerte en el Nilo (o Poirot en Egipto); Death Comes as the End: La venganza de Nofret, en español.

*Lucrecia Borgia: Hija de Rodrigo Borgia (más adelante papa Alejandro VI) y de Vannozza Cattanei. Hermana de César, juan y Jofré. (…) su familia representó como ninguna las políticas del maquiavelismo y la corrupción sexual comúnmente asociadas a los papados renacentistas. Wikipedia

Atildado: Pulcro, impecable, elegante, minucioso, arreglado, etc. DLE RAE

Capirotazo: Golpe que se da haciendo resbalar sobre el pulgar la uña de otro dedo. DLE RAE

Inquisidor: Investigador, detective, indagador, averiguador, examinador, inspector, etc. wordreference.com

*Murder at the Vicarage: Muerte en la Vicaría, en español.

La advertencia y las notas son mías 

 

Comentario: Iba a poner este título en enero cuando se conmemoraban los 49 años de la muerte de la autora pero por razones x no se pudo en ese mes..

Iré rescatando artículos interesantes sobre escritores, inventores, artistas, etc. y ponerlos en el blog mientras sea posible.

viernes, 23 de mayo de 2025

"Incluso cuando hayas perdido un hijo o a tu esposa, nada te exime de tu responsabilidad de ser feliz": Richard Ford

 

 
Richard Ford nació en Mississippi, Estados Unidos, en 1944.
 
 
Por Ayelén Oliva
BBC News Mundo@Centroamérica Cuenta
@ayelenoliva
 
 
A Richard Ford no le incomoda que lo definan como un escritor político, aunque Estados Unidos no sea más que el telón de fondo delante del cual se mueven los personajes de sus novelas.

"Todo lo que ocurre en la vida íntima, incluso a pequeña escala, refleja algo que sucede en la esfera pública", le dice a BBC Mundo desde Montana y adelanta que su próximo libro será un ensayo sobre la escritura política.

Nacido en Jackson, Mississippi, en 1944, Ford es una figura indiscutida de las letras, que integra la tradición de la gran novela americana del siglo XX. A través de sus historias, se dedica a encontrar cierta esperanza racional en el futuro en medio del declive lento de Estados Unidos.

Ganador del Pulitzer y el PEN/Faulkner a la Ficción por "El día de la Independencia" (1996) y del Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2016, ha publicado nueve novelas, un libro de memorias y varios cuentos. 

También ha sido profesor en el Williams College de Massachusetts y en las universidades de Princeton, Harvard, Northwestern y Michigan, además de ser miembro de la Academia Americana de las Artes y las Letras. 

Frank Bascombe, su emblemático personaje de ficción que hizo su aparición en "El periodista deportivo" (1986) y se ha convertido en mucho más que en el protagonista predilecto de sus novelas, se despide en su último libro "Sé mía" (2024).

BBC Mundo habló con Ford en el marco del festival Centroamérica Cuenta, que se realiza entre el 19 y el 24 de mayo en Guatemala.

 

Su última novela, "Sé mía", empieza pensando en la idea de la felicidad y termina de la misma manera, incluso en momentos de mucho dolor para el protagonista como puede ser la muerte de un hijo. ¿Por qué la felicidad?

Frank Bascombe, sobre todo después de la muerte de su hijo Paul, está mayor y se queda bastante solo. Por eso creo que, a pesar de todo, trata de encontrar la manera de ser feliz.

Ya hablando como Richard, y no como Frank, diría que de lo que se trata es de tener la obligación de buscar la manera de que cada día importe, incluso cuando hayas perdido mucho, como puede ser a un hijo, a tu esposa o no te lleves bien con tu hija.

Eso no te exime de tu responsabilidad, si es que decides asumirla, de ser feliz en este mundo.

¿Cree que a veces perdemos de vista esa búsqueda?

Bueno, al menos en Estados Unidos, se suponía que debíamos vivir en libertad la búsqueda de la felicidad, pero si miras a tu alrededor en estos días, en este país no ves tanta libertad ni tanta felicidad.

Entonces, hice lo que la ficción mejor sabe hacer: tomé la convención social y la di vuelta, para que la felicidad sea algo real que uno pueda alcanzar por uno mismo.

En lugar de andar siempre con una especie de angustia existencial sobre la vida –que es una actitud que uno siempre tiene al alcance de la mano y que es muy fácil de adoptar– quizá lo que deberíamos hacer es intentar ser felices.

No estúpidamente felices, sino consciente e intelectualmente felices, si es posible. Puede que sea imposible, no sé, pero en una novela, tienes la opción de ir en contra de las convenciones.

Su escritura tiene la habilidad poco usual de combinar una mirada crítica sobre el estado de las cosas y, a su vez, optimista. ¿Cómo trabaja ese registro?

Tanto en la literatura como en la vida, la felicidad y la tristeza, las dos caras del drama, van casi siempre de la mano. Y eso me parece que representa la expresión más plena de la vida.

A veces estamos tristes y a veces felices. A veces estamos tristes y reímos, a veces estamos contentos y lloramos. Estas cosas son las que crean un buen drama, porque realmente son estados que coexisten en nuestra vida cotidiana.

Hay una frase del escritor y crítico literario estadounidense Henry James que dice que no hay tema más humano que aquel que refleja, desde la confusión de la vida, la estrecha conexión entre la felicidad y la tristeza, entre las cosas que ayudan con las cosas que duelen.

Y eso me lo tomo muy literal porque creo que el drama, que es lo que impulsa una novela dramática, es más rico cuando logra combinar estas dos caras de maneras inesperadas.

 

En su última novela, así como en muchos de sus libros, Estados Unidos aparece como telón de fondo mientras en un primer plano se mueven los personajes en sus vidas íntimas. ¿Cómo cree que se relaciona la vida privada con lo que pasa allá afuera?

Bueno, actualmente estoy escribiendo un ensayo sobre la escritura política porque pienso que soy un escritor político, aunque no escriba sobre política directamente.

Creo que todo lo que ocurre en la vida íntima, incluso a pequeña escala, refleja algo que sucede en la esfera pública.

Si lees a Aristóteles, verás que siempre dice que el Estado –sea lo que sea eso– es un reflejo de la comunidad, de la vida íntima de quienes viven en un nivel imperceptible dentro de él.

Para mí es axiomático que lo que digo cuando hablo, aquello que me preocupa, aquello que amo se encontrará en gran medida en las altas esferas del Gobierno, de la política y de la diplomacia de este país.

Lo que intento es recordarle al lector que esta vida que vivimos en nuestras calles, en nuestros jardines y en nuestras casas tiene, en última instancia, una dimensión política.

Y la razón por la que quiero recordárselo es porque, de esa manera, podría prestarle más atención a su propio comportamiento y eso lo llevaría a entender por qué puede sentirse alejado de la política aunque no podrá estarlo por completo.

Porque lo que cada persona hace en su casa se refleja en la política.

 

La vida en los suburbios de Estados Unidos ocupa un lugar central en las novelas de Ford.

Ya en "Entre ellos", un libro de memorias bellísimo, usted puso a dialogar la idea de un Estados Unidos en decadencia que contrasta con la calidez de una pareja, el amor de una familia, como aquello que parece ser lo único que mantiene a las partes unidas...

Ese libro relata el momento en que vivía con mis padres en los dramáticos años 1950, que no se suelen pensar como una época dramática pero en el sur del país sí lo fueron en términos raciales.

Aquellas tensiones, las alegrías, las preocupaciones y los conflictos de esa sociedad nos afectaron también a pequeña escala, y pensé que sería mejor escribir sobre mis padres sin ir por estos grandes problemas sociales.

Pensé que sería mejor si lo hacía de esa manera, porque si intentaba contrastarlo con las tensiones de la historia, terminaría por vaciar y debilitaría lo que intentaba decir sobre ellos, sobre nosotros, que sobrevivimos juntos, como una pequeña entidad de tres, en una época complicada.

¿Es el mundo íntimo el lugar seguro en tiempos complicados?

Ese es el tema sobre el que estoy escribiendo el ensayo.

Me temo que la respuesta es sí y no: sí, a diario y a gran escala, pero no creo que podamos escapar de la política, en este momento, en Estados Unidos.

Estamos todos agotados, pero eventualmente, con el tiempo, el agotamiento tendrá que ser superado por un sentido de responsabilidad cívica.

Además, será que estoy viejo, pero me temo que las generaciones más jóvenes y hasta quizá incluso la mía si vivo mucho tiempo, tendrán que volver a involucrarse en la política.

 

Si uno mira Estados Unidos, así como otras partes del continente, parece haber una parte de la opinión pública y de la política que se recuesta en los dogmas, en los eslóganes, que va en contra al pensamiento crítico. ¿Le preocupa eso?

Aunque vivamos tiempos en que a los ciudadanos se les quiera quitar la responsabilidad del pensamiento, simplemente no podrán hacerlo. Eso nunca va a funcionar.

Puedes suprimirlo por un tiempo, castigarlo por un tiempo, pero la gente va a pensar. Finalmente, mirará lo que está frente a ellos y lo identificará.

No lo sé, pero es difícil para mí pensar que el impulso supresor perdure mucho tiempo.

Parece que si criticas algo de Estados Unidos, estás en contra de este país...

Eso no es nuevo. Ya se ha escuchado decir: "O estás con nosotros o contra nosotros". Bueno, lo siento, pero simplemente no es así: a veces puedo estar a favor, a veces en contra.

Yo estoy a favor de este país, a pesar de que este país tiene todo tipo de imperfecciones.

Tan solo tienes que ser lo suficientemente libre como para decir: "Me gusta este país. Creo que vale la pena preservarlo, pero necesita ayuda, necesita mejorar, necesita estar mejor".

A principios de 1990 usted fue muy crítico con lo que más tarde se llamó la "cultura de la cancelación" de los sectores de izquierda. ¿Por qué?

Hace solo unos años, algunos sectores de la izquierda intentaban suprimir el derecho de otros a expresarse. En otras palabras, era el mismo tipo de impulso represivo, de impulso desautorizado, que normalmente asociamos con la derecha.

A mí no me gusta eso. No me gusta cuando la gente dice que si no eres negro, no puedes escribir sobre gente negra. Ni me gusta cuando dices: si no eres gay, no puedes escribir sobre gente gay.

Mi opinión es que si estás fuera de un grupo, a veces puedes ver dentro de ese él con cierta claridad. No debes permitir que te silencien. 

"Quizá lo que deberíamos hacer es intentar ser felices. No estúpidamente felices, sino consciente e intelectualmente felices", dice Ford.

 

 ¿Cree que ahora vemos una respuesta conservadora bajo la consigna "anti-woke" a esas posturas liberales o de izquierda?

Ya no sé qué es lo woke.

Cuando surgió como expresión pensé que tenía muchas cosas buenas que decir. Y así lo era. No era otra cosa que una fuerza positiva que básicamente decía: "Despierten, miren a su alrededor".

Por ejemplo, si se están prohibiendo libros: "¡Despierten!".

Pero, por desgracia, como suele ocurrir en la izquierda, toda esa posición ha sido tomada por la gente de menor inteligencia.

En consecuencia, la derecha le robó la narrativa y se apoderó de lo que significaba la cultura progresista y le atribuyó todo tipo de cosas desagradables y malvadas, cuado lo que intentaba decir era: "Despierten. Presten atención".

Por estos días, escuchamos la idea del pasado como un "lugar mejor", algo que algunos autores han llamado "retrotopía", un anhelo de vuelta al pasado...

Por eso es importante el pensamiento crítico. Hay que mirar al pasado para ver qué ocurría realmente.

Por ejemplo, la Guerra Civil sucedió por la esclavitud. Esa es la verdad. Ahora podemos escuchar decir que en verdad era por la economía pero no, era por la esclavitud. Por eso, hay que pensar por uno mismo.

Yo no creo que el futuro sea menos atractivo que el pasado.

Por último, usted ha dicho que su último libro es la despedida de Frank Bascombe, personaje que protagonizó gran parte de sus novelas. Además del ensayo sobre la escritura política, ¿cuáles son sus próximos pasos?

Mira, poco después de publicar "Sé mía", me tomé un largo tiempo libre, algo que suelo hacer pero esta vez me ha llevado más tiempo del habitual.

Así que, si vivo lo suficiente, me gustaría escribir una novelita cómica porque creo que todos necesitamos aprender a reír de nuevo.

 

Fuente: Richard Ford