Ediciones Picazo
1966-1978
Lo de los dos títulos en el número 26 así figuran publicados.
1. The Gordons. Jugada por el poder
2. Carlos de Arce Robledo. Donde el amor cambia de nombre
3. Charles Webb. El Graduado
4. Manuel Cañete. Un día, un hombre
5. Alfred de Musset. La confesión de un hijo del siglo
6. Diego Moreno. Sin trompetas ni tambores
7. Allen R. Dodd. El cazador de empleos
8. Torcuato Miguel. Los extraños peregrinos de Hamburgo
9. Michael A. Musmanno. El infierno negro (huelgas, minería de carbón, años de 1920)
10. Carlos de Arce Robledo. La borrachera de los olvidados
11. Peter Tompkins. Un Espía en Roma
12. Alfonso Martínez-Mena. Las alimañas
13. Grace Halsell. Yo fui negra (racismo, discriminación, Estados Unidos, años 60)
14. Fernando Santos Rivero. Horas antes de mi muerte
15. Gabriel Juliá Andreu. Pedro
16. George William Rae. Los Don de la Mafia
17. Torcuato Miguel. La increíble pesadilla
18. María Fagyas. La quinta mujer
20. Dimitri A. Fúrmanof. Tchapayef
22. Louis Honing. Sólo para leer, después destruir
23. Grace Halsell. Sexo negro/blanco
24. William Makepeace Thackeray. Las Aventuras de Barry Lyndon
26. Bill Ballinger. El Corso
26. Gregorio Javier. Después de nunca
27. John O'Hara. Una Historia de Fladelfia
28. Robert Travers. El apartamento de la calle K
30. Francisco Gonzáles Ledesma. Los Napoleones
La Flecha Negra - Siglo XV
Colecciones literarias y temas variados
martes, 26 de agosto de 2025
Colección Élite
lunes, 25 de agosto de 2025
La Familia como Avasallador Típico
Algunos Avasalladores Típicos
Una vez que haya acomodado sus perspectivas de forma que encajen con sus aptitudes reales, tendrá que aprestarse a tratar con los sojuzgadores dispuestos a impedir que cumpla usted sus objetivos. Aunque es posible que usted se deje avasallar virtualmente por cualquiera, en un estamento social determinado, algunos factores de nuestra cultura son fastidiosos de manera particular. Las seis categorías de dictadores que se reseñan a continuación figurarán reiteradamente en los ejemplos que se incluyen en el resto del libro, del mismo modo, poco más o menos, en que los problemas relacionados con ellos surgirán en su propia existencia cotidiana.
LA FAMILIA
En una reciente conferencia, pedí a las ochocientas personas que constituían el auditorio que relacionasen las cinco situaciones más corrientes en que se consideraban víctimas de atropello. Recibí cuatro mil ejemplos de situación típica de víctima. El ochenta y tres por ciento estaban relacionados con la familia de las víctimas. Imagínese, algo así como el ochenta y tres por ciento de las arbitrariedades que sufre usted pueden deberse a la ineficacia en el trato con los miembros de su familia que acaban por dominarle o manipularle.
¡Y sin duda usted hace lo mismo con ellos!
Las típicas coacciones familiares que se citaban eran: verse obligado a visitar parientes, efectuar llamadas telefónicas, llevar en el coche a alguien, aguantar a padres molestos, hijos incordiantes, verse postergado por los demás, quedar convertido en prácticamente un criado, no ser respetado o apreciado por otros miembros de la familia, perder el tiempo con desagradecidos, carecer de intimidad por culpa de las expectativas familiares, etcétera, etcétera.
Aunque la célula de la familia es ciertamente la piedra angular del desarrollo social, la institución principal en la que se enseñan valores y actitudes, es también la institución donde se expresa y aprende la mayor hostilidad, tensión y depresión. Si visita usted un establecimiento mental y habla con los pacientes, comprobará que todos o casi todos ellos tienen dificultades en el trato con los miembros de sus respectivas familias. No fueron vecinos, patronos, profesores o amigos las personas que crearon problemas de relación a los perturbados, hasta el punto de que hubo que hospitalizarlos. Casi siempre fueron miembros de la familia.
He aquí un brillante pasaje del último libro de Sheldon B. Kopp, If You Meet The Buddha on The Road, Kill Him! The Pilgrimage of Psychoterapy Patients (Si encuentras a Buda en el camino, ¡mátalo! La peregrinación de los pacientes de la psicoterapia):
Desconcertó enormemente a los demás miembros de la familia de Don Quijote y de su comunidad enterarse de que el hombre había optado por creer en sí mismo. Se mostraron desdeñosos hacia su deseo de cumplir el sueño que albergaba. No relacionaron el principio de locura del caballero con el aburrimiento mortal de la monótona existencia en aquel ambiente de mojigatería beata. La remilgada sobrina, el ama conocedora de lo más conveniente para cada uno, el obtuso barbero y el ampuloso cura, todos sabían que la lectura de aquellos libros perniciosos que llenaron la debilitada cabeza de don Quijote, atiborrándola de ideas absurdas, fue la causa de su desequilibrio mental.
Kopp traza luego una analogía entre Don Quijote, entrado en años, y la influencia de las familias modernas sobre personas seriamente perturbadas.
Su hogar me recuerda el seno de las familias de donde a veces salen jóvenes esquizofrénicos. Tales familias ofrecen a menudo apariencia de estabilidad hipernormal y bondad moralista. En realidad, lo que ocurre es que han desarrollado un sistema elaboradamente sutil de indicaciones para advertir a cualquier miembro que inconscientemente esté a punto de hacer algo espontáneo, algo que pueda romper el precario equilibrio familiar y dejar al descubierto la hipocresía de su supercontrolada pseudo-estabilidad.
Su familia puede constituir una parte inmensamente provechosa de su vida, y lo será si usted obra en el momento idóneo. Pero la otra cara de la moneda puede resultar un desastre. Si permite que su familia (o familias) empuñen las riendas de usted, pueden tirar de ellas tan fuerte, a veces en distintas direcciones, que le destrozarán.
Eludir la condición de víctima le obligará a aplicar las directrices que propugna este libro, del modo más específico, a los miembros de su familia. Tiene usted que ponerse en su sitio, pararles los pies a los miembros de su familia que creen que usted les pertenece, a quienes usted se considera obligado a defender simplemente a causa de un parentesco sanguíneo o quienes se consideran con DERECHO a decirle cómo debe regir su vida, sólo porque son sus deudos.
No estoy alentando la insurrección dentro de la familia, sino apremiándole a que se esfuerce al máximo para aplicar normas de redimido, poniendo todo su empeño al tratar con las personas que serán las menos receptivas a su independencia, o sea, sus allegados: esposa, antigua esposa, hijos, padres, abuelos, parientes políticos y familiares d de todas clases, desde tíos y primos hasta miembros adoptivos de la familia. Este amplio grupo de deudos será el que ponga verdaderamente a prueba la postura ante la vida de ente liberado de la condición de víctima y si sale triunfante aquí, el resto será coser y cantar. Las familias resultan tan duras de pelar, porque en la mayoría de los casos sus miembros consideran que se pertenecen recíprocamente, como si hubiesen invertido los ahorros de su vida unos en otros, igual que si se tratara de otras tantas acciones o valores… lo que les permite emplear el veredicto de CULPABLE cuando llega el momento de ocuparse de miembros insubordinados que se convierten en «malas inversiones». Si permite que su familia le tiranice, ándese con cien ojos para comprobar si utilizan o no el concepto de culpabilidad a fin de que se mantenga dentro del orden y siga «el mismo camino que siguen los demás».
A lo largo de este libro se dan numerosos ejemplos de eficaz condición de antivíctima familiar. Debe armarse usted de la resolución de no permitir que los demás le posean, si va a enseñar a su familia la forma en que quiere que le traten. Créalo o no, al final captarán el mensaje, empezarán a dejarle en paz y, lo que es más sorprendente, le respetarán por su declaración de independencia. Pero antes, querido amigo, procure estar sobre aviso, porque le advierto que intentarán todos los trucos imaginables para conseguir que usted siga siendo víctima de ellos. (…)
Trampa de comparación corriente
La comparación incesante con los hermanos produce mayor número de personas de vida adulta desasosegada que cualquier otro de los demás sistemas de parangón.
Los niños no pueden desarrollar sentido de la individualidad y de la propia valía cuando se espera de ellos que sean igual que los otros miembros de la familia. Cada persona es un ente único y como tal hay que tratarla.
Dr. Wayne Dyer, Evite Ser Utilizado, traducción de Manuel Bartolomé López, Ediciones Grijalbo, 1989, págs 39-43, 129, 131
Notas
El título puesto sale en base de lo que dice el mismo texto citado.
Los otros avasalladores aparte de la familia que menciona Dyer en el mismo libro son: el trabajo, figuras con autoridad y profesionales, la burocracia, los empleados del mundo y uno mismo.
Más adelante pondré lo que dice el autor sobre la familia y el vivir aferrado al pasado.
Algunas negritas y cursivas son mías.
Quién fue realmente el rey Midas y de dónde salió la leyenda de que convertía en oro todo lo que tocaba
Al abrazar a su hija, el rey Midas se dio cuenta del error que había cometido al pedir su deseo (Ilustración de 1893 de un libro para niños de Nathaniel Hawthorne).
Por Bella Falk
BBC Travel *
Quienes visitan Turquía siempre quedan cautivados por sus magníficos sitios históricos.
Desde las imponentes columnas de la Biblioteca de Celso en Éfeso hasta las colosales cabezas del monte Nemrut, el país casi se hunde bajo el peso de su esplendor histórico.
Pero hay una ciudad antigua (recientemente coronada como el vigésimo sitio del Patrimonio Mundial de la Unesco de Turquía) que anuncia su importancia con mucha menos fanfarria.
Su nombre es Gordio, la antigua capital del reino de Frigia de la Edad del Hierro, y tiene al menos 4.500 años.
Situada a unos 90 kilómetros al suroeste de Ankara, en una llanura árida y azotada por el viento, Gordio parece más una cantera o el cráter colapsado de un volcán extinto que una ciudad que alguna vez fue poderosa.
Un enorme montículo, los restos enterrados de una ciudadela de 135.000 m², se eleva suavemente desde el paisaje circundante con un camino arenoso que conduce a la cima.
Desde allí, puedes mirar hacia las excavaciones abiertas y distinguir los contornos de las paredes derrumbadas, marcando las huellas de antiguas mansiones y almacenes como el plano de un agente inmobiliario.
Al otro lado del horizonte, docenas de montículos más pequeños salpican los campos como gigantescas madrigueras de topos prehistóricas.
Sólo la monumental puerta, rodeada por enormes muros de piedra de 10 metros de altura, da alguna indicación de que alguna vez fue la capital de uno de los reinos más grandes de la Edad del Hierro.
"Mucha gente no ha oído hablar de los frigios, pero aproximadamente entre los siglos IX y VII a.C. dominaron Asia Menor, lo que hoy es Turquía", explicó Brian Rose, profesor de Arqueología de la Universidad de Pensilvania, que ha dirigido excavaciones en Gordión desde 2007.
"Gordio se encuentra en la intersección de las principales rutas comerciales de este a oeste: al este estaban los imperios de Asiria, Babilonia y los hititas, y al oeste, Grecia y Lidia. Los frigios pudieron aprovechar esta ubicación estratégica y se hicieron ricos y poderosos".
Pero si bien el nombre Frigia puede no resultarte familiar, hay una persona asociada con esta ciudad que muchos pueden reconocer.
Los arqueólogos creen que Gordio fue gobernado por el legendario rey Midas, "el hombre del toque dorado".
En el histórico y antiguo valle, la Ciudad de Midas en Yazılıkaya, tiene casas y estructuras excavadas en las rocas.
Núcleo de verdad
El de Midas es un cuento con moraleja tradicional: el rey le hizo un favor al dios Dioniso y a cambio se le concedió un deseo.
En lugar de desear algo útil, el codicioso monarca pidió que todo lo que tocara se convirtiera en oro.
Inmediatamente se dio cuenta de su error: la comida se solidificó antes de que pudiera comerla, y cuando abrazó a su hija, ella se convirtió en una estatua.
La moraleja de la historia es bien conocida: ten cuidado con lo que deseas.
"La historia no es literalmente cierta", señaló la profesora Lynn Roller de la Universidad Davis de California, que ha estudiado a Gordio desde 1979.
"Pero muchos mitos tienen un núcleo de precisión histórica, aunque se distorsionan a medida que se vuelven a contar a lo largo de los siglos".
Pero, ¿quién fue Midas y de dónde viene la idea del "toque dorado"?
Para separar la realidad de la ficción, los arqueólogos primero tuvieron que demostrar que el rey Midas era una persona real.
La forma más sencilla de hacerlo era consultando textos antiguos.
"Un rey frigio llamado Midas se menciona en varias fuentes antiguas, incluidos los anales del gobernante asirio Sargón II", explicó Roller.
"Los asirios lo consideraban un rey poderoso y un rival importante en sus esfuerzos por expandir su territorio durante el siglo VIII a.C.".
Se pueden encontrar más pruebas de la existencia de Midas a unas dos horas al oeste de Gordio, en un lugar llamado Yazılıkaya, más comúnmente conocido como "Ciudad Midas".
Rara vez visitado por turistas, es un sitio de espectacular belleza en la cima de una colina donde las formaciones volcánicas sobresalen del paisaje.
Está plagado de cuevas y tumbas antiguas, y escaleras de 3.000 años de antigüedad conducen a túneles con eco tallados a mano en roca sólida.
En la parte superior, una inscripción en frigio antiguo dice: "Ates […] ha dedicado [esto] a Midas, líder del ejército y gobernante".
Prueba, escrita en piedra, de que Midas era un rey real, lo suficientemente importante como para que el poderoso señor local Ates le dedicara su templo.
"Dado que Midas era un rey poderoso, es muy probable que esté enterrado en algún lugar de Gordio", dijo Rose.
"Encontrar su tumba sería un descubrimiento de enorme importancia. Y el lugar obvio para buscar era uno de los montículos que rodean la ciudad".
Sorpresa
Más de 125 túmulos rodean Gordio y datan del siglo IX al VI a.C.
Esos gigantescos movimientos de tierra, que parecen montículos alienígenas en un paisaje que de otro modo sería llano, fueron construidos para proteger las tumbas de personas importantes de los ladrones de tumbas, de forma muy similar a las pirámides egipcias.
El más grande, un pico empinado ahora cubierto de maleza y hierba amarilla, tiene 53 metros de altura, lo que lo convierte en el segundo túmulo más grande de Turquía.
Los expertos estiman que se necesitaron 1.000 personas y hasta dos años para construirlo.
"Los primeros arqueólogos lo llamaron 'Montículo de Midas' porque pensaban que Midas debía estar enterrado en su interior. Pero no lo sabían con certeza", dijo Rose.
"Tuvieron que ser increíblemente cuidadosos cuando lo excavaron porque no es más que un gran montón de tierra compactada. Si lo haces mal, todo puede derrumbarse encima de ti".
En 1957, trabajando con un equipo de mineros del carbón turcos, los expertos excavaron cuidadosamente un túnel en el montículo.
En el interior, encontraron una gran cámara funeraria construida con troncos de pino y enebro, perfectamente conservada dentro de su capullo hermético durante casi 3.000 años.
Hoy en día, los visitantes pueden seguir ese mismo túnel de excavación hasta lo profundo del montículo para visitar la tumba, el edificio de madera más antiguo que aún se conserva en el mundo .
Es tan frágil que ahora está sostenida por vigas y protegida por una valla de metal, pero eso no implica que no te quedes con la boca abierta al ver esa antigua estructura que estuvo escondida bajo tierra durante tanto tiempo, como una Pompeya turca, pero casi 800 años más antigua.
El ocupante de la tumba era un hombre de unos 60 años, acostado en una cama y rodeado de tinajas de bronce, cuencos y cántaros decorados, muebles de madera tallada, fragmentos de telas finas y otras ofrendas preciosas acordes con el entierro de un rey.
¿Pero era Midas?
A principios de la primera década de este milenio, los arqueólogos de Gordio recurrieron a la dendrocronología (datación de anillos de árboles) en busca de respuestas.
Pero cuando analizaron los troncos utilizados para construir la cámara funeraria, se encontraron con un problema.
"La madera data de alrededor del año 740 a.C., pero según los registros asirios, Midas todavía estaba vivo en el año 709 a.C., 31 años después", reveló Rose.
"Esta tumba no puede pertenecer a Midas".
Entonces, ¿quién es el hombre en la tumba?
Por el fastuoso entierro es claramente un rey, pero ¿cuál?
Un nudo legendario
La fecha de su muerte sólo puede significar una cosa.
"Probablemente murió el año en que Midas llegó al poder", dijo Rose.
"Entonces, estamos bastante seguros de que debe ser el padre de Midas, Gordías".
Como su hijo, Gordías también es legendario.
La historia cuenta que cuando el rey anterior murió sin heredero, la gente del pueblo pidió ayuda al oráculo.
Declaró que el próximo hombre que entrara en la ciudad conduciendo un carruaje de bueyes debería ser nombrado rey.
Momentos después, Gordías, un granjero, llegó a la ciudad. Fue coronado y el nombre de la ciudad fue cambiado a Gordio en su honor.
La leyenda decía que cualquier hombre que pudiera desatar el nudo gobernaría Asia.
A lo largo de los años, muchas personas lo intentaron, pero todos fracasaron.
"No hemos encontrado ninguna evidencia de un carruaje o un nudo", dijo Rose.
"Pero varios historiadores de la antigua Grecia informan que en 333 a.C. Alejandro el Grande vino aquí en su camino para derrotar al ejército persa.
"Cuando se enfrentó al nudo, simplemente desenvainó su espada y lo cortó.
"Por eso, creemos que el nudo realmente existió. Y más tarde Alejandro conquistó grandes zonas de Asia, cumpliendo la profecía".
Pero ¿qué pasa con el "toque dorado"? ¿De dónde surge esta idea?
Sorprendentemente, los arqueólogos no han encontrado mucho oro entre los 40.000 artefactos descubiertos hasta ahora en Gordio: algunas joyas, algunas monedas de oro y una talla de una esfinge exquisitamente dorada.
Si había oro en la ciudad, es posible que haya sido saqueado a lo largo de los siglos, o tal vez todavía esté escondido dentro de los 85 túmulos aún por excavar.
Pero los arqueólogos tienen otra teoría sobre el origen del mito.
"Creemos que es una metáfora", explicó Roller.
"Bajo el gobierno de Midas, Gordio se volvió rica y poderosa. La historia se convirtió en una metáfora de una persona de gran riqueza.
"Hasta hoy en día, cuando decimos que alguien tiene el 'toque dorado' nos referimos a una persona que logra riqueza o éxito con facilidad.
"El rey Midas parece haber tenido ese don".
domingo, 24 de agosto de 2025
Joseph Lister, el cirujano que tuvo la brillante idea de desinfectarse las manos (e inspiró a los creadores de Listerine y Johnson & Johnson)
BBC News Mundo*
Ya el médico húngaro Ignaz Semmelweis se había dado un duro golpe contra esa pared en la década de 1840 tras implementar un sistema de lavado de manos para reducir la mortalidad en las salas de maternidad.
Esto último lo logró de una manera espectacular.
En abril de 1847 instaló una cuenca llena de solución de cal clorada en una salas obstétricas del Hospital General de Viena, Austria, y comenzó a salvar vidas de mujeres con tres simples palabras: "lávese las manos".
En cuestión de un mes, las tasas de mortalidad se redujeron de un 18,3% a 2%.
Si los resultados de esa experiencia y las que siguieron hubieran convencido a todos sus colegas de los méritos de su teoría, quizás aquello de lavarse las manos se habría extendido más allá del campo de la obstetricia.
Pero no fue así.
Semmelweis terminó confinado en un manicomio pues sus pares pensaron que su obsesiva insistencia en el lavado de las manos era una locura.
La ciencia tendría que avanzar más antes de que la higiene se empezara a considerar indispensable para la salud, dentro y fuera de los hospitales.
Peligro de muerte
Ese mismo abril de 1847, en el University College Hospital de Londres, John Phillips Potter, un joven experto en Anatomía, se arañó un nudillo durante la disección de un cadáver infectado.
No le prestó mucha atención, pero la infección se propagó inexorablemente y, tres semanas después, murió de septicemia.
"Las víctimas de la disección deben ocupar un lugar distinguido entre los mártires de la ciencia y el conocimiento", comentó la revista médica The Lancet.
"Podemos salvar a nuestros artesanos de las minas y los telares y las ruedas de muchos de los peligros incidentes a sus llamamientos, pero nuestro arte no ha podido, hasta ahora, liberar a nuestros propios trabajadores de este veneno destructivo".
Entre la multitud que asistió al entierro estaba Joseph Lister, uno de los estudiantes de Medicina a los que Potter había instruido.
En 1847 Lister tenía 20 años, una licenciatura en Arte, y estaba estudiando Medicina. Pero tuvo que suspender sus estudios por un año pues, tras enfermarse de viruela, cayó en una depresión.
Lister había crecido en un ambiente en el que la vida de los organismos más pequeños estaba muy presente.
Su padre, Joseph Jackson, además de ser un próspero mercader de vino, dedicaba su tiempo libre a la investigación y había inventado la lente acromática, que transformó al microscopio de ser un juguete científico a herramienta de descubrimiento.
Algunos de esos organismos pequeños que los microscopios estaban poniendo en evidencia habían matado a su instructor, y también, como confirmaría luego, a millones de personas en los hospitales de todo el mundo.
La situación era tan desesperada que llevó al doctor James Y. Simpson, uno de los cirujanos que contribuyó a la introducción de la anestesia, a afirmar que "un hombre acostado en la mesa de operaciones en uno de nuestros hospitales quirúrgicos está expuesto a más posibilidades de muerte que un soldado inglés en el campo de batalla de Waterloo".
Ese Waterloo
Efectivamente, en las salas quirúrgicas y de recuperación, las infecciones se propagaban de paciente a paciente como incendios forestales.
Ningún cirujano podía estar seguro de que su paciente sobreviviría tras una intervención.
La tasa de mortalidad por operaciones quirúrgicas mayores o amputación de extremidades llegaba a rondar el 40%, y a alcanzar el 60% en hospitales franceses.
Incluso las operaciones más simples conllevaban un alto riesgo de muerte por infección.
De hecho, las infecciones en los hospitales eran tan comunes que el fenómeno llegó a tener dos nombres: fiebre de sala y hospitalismo (este último aún se usa, pero para describir otro problema).
Se culpó a los hospitales por esto, y se habló mucho de cerrarlos y de que los pacientes fueran atendidos en casa.
Pero aunque hubiera algo de razón en ello, sin encontrar la causa no se podía encontrar una solución realmente efectiva.
Y esa causa era todo un misterio: había teorías pero la ciencia médica seguía desconcertada por las infecciones persistentes que mantenían las tasas de mortalidad obstinadamente altas.
Escudo contra microbios
Lister, quien tras graduarse de médico se enamoró de la cirugía y se fue a trabajar a Edimburgo, Escocia, sufría al ver cómo muchos de sus pacientes desarrollaban complicaciones posoperatorias serias o incluso fatales.
En 1855, le mostró una herida que se estaba curando sin supurarse a Batty Tuke, en ese entonces el psiquiatra más influyente de Escocia, y le dijo: "El objetivo principal de mi vida es descubrir cómo conseguir este resultado en todas las heridas".
Más tarde, como Profesor Regius de Cirugía y a cargo de las salas de operaciones en la Universidad de Glasgow, el problema estaba constantemente presente, en su día a día y en su mente.
Desde hacía años había notado una marcada diferencia en el resultado entre fracturas simples, cuando la piel quedaba intacta, y fracturas compuestas, en las que la superficie de la piel se rompía y a menudo terminaban en "gangrena hospitalaria" y amputación.
Pasteur aportó la teoría para lo que Lister puso en práctica. Ambos eran venerados por reducir enfermedades e infecciones. Aquí Lister (subiendo los escalones) felicita a Pasteur en su 70º cumpleaños, París, 1892.
Un día estaba charlando con un colega, el profesor Thomas Anderson, y este mencionó que en Francia el famoso químico Louis Pasteur había demostrado que si fluidos susceptibles a la fermentación y la putrefacción se mantenían libres de contacto con el aire, se mantenían frescos.
Más relevante aún, el biólogo francés había revelado que la leche se agriaba y el jugo de uva se fermentaba debido al crecimiento y la acción de diminutas partículas vivas (microbios) que podían transportarse en el aire.
A Lister se le ocurrió de inmediato probar si al interponer un escudo antiséptico entre una herida -como las que quedaban tras una operación- y el entorno, se podían prevenir las complicaciones sépticas.
Era 1865 y poco después de esa afortunada conversación, un niño de Glasgow de 11 años de edad contribuyó involuntariamente a hacer historia.
El nacimiento del método
Se llamaba James Greenlees y lo había atropellado un carruaje en la calle, así que lo llevaron a la sala de emergencias de la Glasgow Royal Infirmary.
El niño tenía una fractura compuesta -la pesadilla de los cirujanos- en la pierna izquierda.
Lister decidió experimentar.
Había pensado que para matar a los microbios podía usar un químico; después de todo, las sustancias "antisépticas" habían sido utilizadas desde tiempos inmemoriales.
Optó por una sustancia que solía usarse para limpiar el alcantarillado en la ciudad de Carlisle y estaba disponible como una solución de ácido carbólico al 5%.
Dispuso que las manos, la ropa, los instrumentos quirúrgicos y las heridas debían lavarse con ese químico.
Al terminar la operación, aplicó un vendaje bañado en ácido carbólico y, crucialmente, ordenó que el apósito fuera renovado varias veces a medida que pasaban los días.
Joseph Lister dirigiendo el uso de ácido carbólico en aerosol en una de sus primeras intervenciones quirúrgicas antisépticas, circa 1865.
La herida comenzó a formar costras y sanar. Después de seis semanas, Greenlees fue dado de alta, completamente recuperado.
Fue el primer éxito de Lister con esta técnica.
Un olor nauseabundo
Quizás te sorprenda que algo tan sencillo -y hoy en día obvio- fuera tan revolucionario.
Pero es que hasta entonces los cirujanos reutilizaban vendajes o dejaban las heridas sin protección.
De hecho, la higiene en los hospitales era deplorable.
Había trapos viejos, esponjas e instrumentos sucios esparcidos por la sala de operaciones.
Los doctores, practicantes y auxiliares circulaban libremente entre los pacientes vivos que trataban y los muertos que diseccionaban o a los que les hacían la autopsia.
En el aire flotaba siempre un inquietante olor ligeramente nauseabundo de putrefacción que se aferraba a la ropa del personal y los pacientes.
Los cirujanos rara vez limpiaban el equipo quirúrgico ni se lavaban las manos antes de las operaciones.
Lister durante su ronda de pacientes en el Hospital Real de Glasgow, circa 1867 cuando anunció que sus pacientes llevaban 9 meses sin sepsis.
A pesar de sus incontrovertibles pruebas, las observaciones de Semmelweiss no habían tenido ningún impacto en las autoridades médicas conservadoras de la época.
Trágicamente, el día después de que Lister probó con éxito el tratamiento antiséptico en el niño en Glasgow, Semmelweis murió, precisamente de una infección quirúrgica en Budapest, Hungría.
Lister no supo del trabajo de Semmelweis hasta 1883; cuando se enteró de los detalles lo declaró su precursor.
Para ese entonces, la esterilización de instrumentos y el lavado de manos se practicaban ampliamente, a pesar de la resistencia inicial de muchos eminentes cirujanos.
Un antes y un después
Tras tratar 11 casos como el de Greenlees, de los cuales nueve se curaron sin infección, el 16 de marzo de 1867 Lister publicó en The Lancet un artículo titulado "Un nuevo método para tratar fracturas compuestas".
Marcó el nacimiento de la cirugía moderna, según el eminente doctor e historiador Zachary Cope (1881-1974).
Lister describió los resultados positivos para sus pacientes: extremidades "que sin duda habrían estado condenadas a amputación" debido a la probabilidad de infección "pueden conservarse con la confianza de obtener los mejores resultados".
Y eso, que ya de por sí era invaluable, apenas era el principio.
Por temor a las infecciones y sus estragos, los cirujanos casi nunca se arriesgaban a hacer operaciones que involucraran hacer incisiones, ni siquiera a drenar abscesos.
Con su método, los abscesos podían drenarse; las incisiones, sanarse, y los hospitales, tornarse en lugares más saludables.
"Como parece no haber dudas sobre la causa de este cambio, la importancia del hecho difícilmente puede exagerarse", escribió Cope.
El primer barón Lister, pionero de la cirugía antiséptica, retratado en 1900, marcó una enorme diferencia estableciendo un hábito que ahora nos parece obvio.
Con todo y eso, al principio, el enfoque antiséptico de Lister tuvo una recepción mixta que iba desde la aclamación hasta la feroz oposición, esta última particularmente en Reino Unido y Estados Unidos.
Pero Lister se mantuvo firme, perfeccionando su método constantemente, y para 1871 su régimen antiséptico había ganado tal aceptación que la reina Victoria lo convocó para extirparle un tumor del brazo.
Con el tiempo, fue nombrado cirujano personal de la reina y honrado con un título nobiliario.
Su método se extendió por toda Europa a lo largo de la década de 1870.
En 1876, el infatigable Lister cruzó el océano para llevar sus técnicas pioneras a Estados Unidos, logrando no sólo que las adoptaran sino inspirando a otros a crear productos que siguen siendo familiares.
Uno de los asistentes a una de sus conferencias en EE.UU. fue el doctor Joseph Joshua Lawrence, quien desarrollaría una fórmula de un antiséptico para múltiples usos.
Lo nombró en honor al hombre que lo inspiró: Listerine.
Otro asistente a la misma conferencia, Robert Wood Johnson, se sintió igualmente inspirado y con sus dos hermanos creó una empresa para fabricar los primeros apósitos y suturas quirúrgicas estériles producidos en masa según los métodos de Lister.
Esa empresa era Johnson & Johnson.
Para 1890, el mundo entero había aceptado la gran innovación de Lister, y los microbios que causaban la sepsis habían sido identificados y cultivados.
A fines de esa década, los métodos antisépticos de Lister llevaron a una cirugía aséptica y a la introducción de instrumentos estériles en quirófanos.
En 1898 el uso de guantes de goma y el lavado de manos del cirujano eran de rigor.
A finales de siglo, los cirujanos realizaban regularmente más tipos y cantidades de operaciones internas exitosas.
Además de haber sido el primero en aplicar los principios de Pasteur a los humanos, Lister hizo varias otras contribuciones a la ciencia médica, desde aislar por primera vez bacterias en cultivo puro (Bacillus lactis) hasta ser pionero en el uso de catgut y tubos de goma para el drenaje de heridas, entre otras.
Sin embargo, es recordado primordialmente como el innovador que revolucionó la historia de la cirugía, dividiéndola en dos eras: la que vino antes y la que vino después de él.
* Este artículo fue publicado originalmente en BBC Mundo en 2020.
Fuente: Joseph Lister el cirujano
sábado, 23 de agosto de 2025
El intenso asedio al que Alejandro Magno sometió a Gaza y su cruel venganza contra el comandante enemigo
Pero en su camino se interponía "Gaza, una ciudad de importancia considerable", como la describió el grecorromano Flavio Arriano en su "Anábasis de Alejandro Magno", en el siglo II d.C.
Y es que ciertamente Gaza ha sido muy importante durante gran parte de su larga historia, a menudo por razones muy distintas a las que hoy mantienen la atención en esa franja que Israel invadió tras los ataques de Hamas del 7 de octubre de 2023, punto de partida de un conflicto que ha cobrado al menos 62.000 vidas, según el Ministerio de Salud del territorio.
En esa época, como apunta Arriano, no sólo estaba en un valle que era un oasis de vida rodeado de desiertos, sino que era "la última ciudad construida según se va de Fenicia a Egipto".
Es decir que era el primer o último lugar acogedor antes o después de internarse en el inhospitable desierto del Sinaí, dependiendo de la dirección de viaje entre Asia y África por los imperios del Levante Mediterráneo.
Por su valor estratégico, cambiaba de manos constantemente.
Cuando, por ejemplo, en el siglo XII a.C. los filisteos se la quitaron a los egipcios tras 300 años de ocupación, se convirtió en un importante centro de la Pentápolis filistea (liga de cinco ciudades).
Fue ahí donde estuvo preso el bíblico héroe Sansón después de que Dalila, sobornada por los líderes filisteos, le cortara el pelo, y donde murió al derribar el templo del dios Dagón.
"¡Muera yo junto con los filisteos!": últimas palabras de Sansón en Gaza. (Obra de Cornelis Massys, 1549).
Después de los filisteos, estuvo bajo el dominio del rey israelita David y de los asirios, egipcios y babilonios, hasta que, en el siglo VI a.C., fue capturada por Ciro el Grande, fundador del primer Imperio persa.
Y ese era el imperio que Alejandro Magno se había propuesto derrotar desde su ascensión al trono en 336 a.C.
"Imposible"
Cuando Alejandro Magno se encontró frente al elevado montículo en el que descansaba Gaza y se enfrentó al reto de burlar el seguro muro que protegía todo su perímetro, ya llevaba más de dos años en su conquista de Asia.
Había cruzado el Helesponto en 334 a.C. comandando un ejército de unos 30.000 soldados de infantería y más de 5.000 jinetes, y desde entonces había acumulado una cadena de victorias.
La más reciente había sido espectacular: en julio de 332 a.C. bloqueó y asedió a Tiro, la ciudad-estado fenicia más importante y base naval persa, durante siete meses, hasta que logró doblegarla, a pesar de que se encontraba en una isla y sus murallas llegaban hasta el mar.
Noticias de la dureza del castigo tras esa batalla le allanó el camino al rey macedonio hacia Egipto, en el que no encontró oposición... hasta que llegó a Gaza.
Estaba gobernada por un eunuco llamado Betis (o Batis), comandante del Imperio persa, quien, en vez de rendirse ante el invencible Alejandro, requirió "los servicios de unos mercenarios árabes, y se abasteció abundantemente de trigo para un largo asedio", relata Arriano, "confiando en que (Gaza) no podía nunca ser tomada por la fuerza".
Esa fue también la opinión de aquellos a los que Alejandro les encargó construir lo necesario para asaltar la ciudad, quienes le dijeron que "resultaba imposible tomar aquellos muros por la fuerza, debido a la gran altura del montículo".
Sin embargo, para Alejandro, "un éxito contra todo pronóstico tendría un enorme impacto disuasorio sobre sus enemigos".
Además, "el no conquistarla sería motivo de vergonzoso descrédito ante los griegos y el propio (rey persa) Darío".
Presagio
Asedio de Gaza por Alejandro Magno. Grabado de 1899, coloreado.
Decidido, Alejandro mandó levantar un terraplén para poder poner las máquinas de asalto a la altura de las murallas, y mandó a traer los equipos que había usado en Tiro.
Pero cuando estaba por ofrecer un sacrificio a los dioses, "un pájaro carroñero que revoloteaba por encima del altar dejó caer sobre su cabeza una piedra que entre su par de garras llevaba".
Consultó a su adivino predilecto sobre qué presagiaba tal acontecimiento, y la respuesta fue: "conseguirás tomar la ciudad, pero tú deberás tener una extrema precaución en el día de hoy".
Obedeció... por un rato.
Apenas los enemigos atacaron a los macedonios desde su privilegiada posición en la altura, salió a defenderlos, con éxito, pero fue herido en un hombro.
A pesar de que la herida era grave, se alegró pensando que si esa parte del presagio se había cumplido, ocurriría lo mismo con la otra: la ciudad caería.
Así fue. Esa misión juzgada imposible resultó no serlo.
Las murallas de la ciudad finalmente cedieron; partes fueron destrozadas a golpes, otras se hundieron luego de que la tierra que las sostenía fuera extraída.
Tras unos 100 días de lucha, batallón tras batallón de conquistadores entraron en la ciudad y fueron abriéndole el paso a todo el ejército.
"Los de Gaza, incluso cuando ya su ciudad estaba en manos del enemigo, continuaron resistiendo hasta morir todos, luchando cada uno en el puesto que les había sido asignado", relata Arriano.
Las pérdidas humanas fueron grandes, de lado y lado.
"En aquel combate perecieron cerca de 10.000 persas y árabes, pero tampoco para los macedonios la victoria fue incruenta", señaló, en su "Historiae Alexandri Magni" (Historia de Alejandro Magno) el autor romano Quintus Curtius Rufus.
Furia
Página iluminada de "Historiae Alexandri Magni" (Historia de Alejandro Magno de Macedonia), de Quintus Curtius Rufus, manuscrito en latín.
Quien sí sobrevivió a la batalla fue el comandante de Gaza, según Curtius, cuya obra es una fuente importante sobre la vida de Alejandro Magno, aunque varios estudiosos la consideran más como una novela histórica basada en algunas fuentes fidedignas.
Cuenta que "Betis combatió valientemente y, acribillado de heridas, fue abandonado por los suyos; no por ello, sin embargo, luchó con menos ardor a pesar de que las armas se le resbalaban de las manos, tintas como estaban en su propia sangre y en la sangre del enemigo".
Pero su fin fue cruento.
"Cuando lo trajeron, Alejandro, joven como era, se dejó llevar de una alegría insolente, él que en otras ocasiones había admirado el valor incluso en el enemigo.
"'No morirás como has querido', dijo, 'sino que vas a tener que padecer todo lo que puede inventarse contra un enemigo'.
"Betis, mirando al rey con rostro no sólo impertérrito sino incluso altivo, no despegó los labios ante sus amenazas.
"A la vista de ello, Alejandro dijo: '¿No ves cómo persiste, terco, en no hablar? ¿Acaso se arrodilló? ¿Acaso pronunció una palabra de súplica?
"'Yo doblegaré, sin embargo, su silencio y, si no puedo hacer otra cosa, al menos quebrantaré su mutismo con sus gemidos'.
"Después su ira se trocó en rabia, pues ya por entonces su nueva fortuna se veía influida por las costumbres extranjeras.
"A Betis se le atravesó con unas correas los talones cuando todavía respiraba y, atado a un carro, fue arrastrado por unos caballos alrededor de la ciudad, vanagloriándose el rey de que, al infligir al enemigo un tal castigo, había imitado a Aquiles del que él descendía".
¿Y después?
Alejandro Magno creó un imperio que se extendía por tres continentes y cubría alrededor de dos millones de kilómetros cuadrados.
Pues el biógrafo y filósofo griego del siglo I, Plutarco, quien al principio de su "Vida de Alejandro" señaló que "muchas veces un hecho de un momento, un dicho agudo y una niñería sirven más para pintar un carácter que batallas en que mueren millares de hombres, numerosos ejércitos y sitios de ciudades".
Tras esa victoria en Gaza, además de enviarle grandes cantidades del botín "a Olimpíade, a Cleopatra y a sus amigos", Alejandro despachó también un regalo a Leónidas, quien había sido su tutor cuando era adolescente.
En esa época, un día Leónidas lo había visto arrojando olíbano (o franquincienso) al fuego del altar a manos llenas, y le había dicho:
"Cuando conquistes las tierras que producen esos aromas, podrás quemarlos en tal abundancia; por ahora, usa con moderación lo que tienes".
Alejandro no lo olvidó, así que ese regalo que le mandó desde Gaza iba con una nota:
"Te envío mirra e olíbano en abundancia, para que dejes de ser tacaño con los dioses".
En Gaza, relata Arriano, "Alejandro tomó como esclavos a las mujeres y sus hijos, repobló la ciudad con gente de los pueblos vecinos y se sirvió de ella como fortaleza para la guerra".
Y siguió su camino a Egipto, donde fue recibido con los brazos abiertos.
A los 25 años de edad, el ya rey de Macedonia, hegemón de Grecia y faraón de Egipto se convirtió en Gran rey de Media y Persia.
viernes, 22 de agosto de 2025
Colección Libros Alcotán
Libros de Aventuras
Plaza & Janés
1956-1959
Publicación original del listado: 7 de junio de 2010.
1. Max Brand. Destry
2. W. Somerset Maugham. El Velo Pintado
3. Ernest Haycox. Union Pacific
4. André Demaison. La Nueva Arca de Noé
5. C.S. Forester. El Capitán Hornblower de la Marina Real
6. C.S. Forester. Un Buque de Línea
7. P.W. Rainier. Fuego Verde
8. P.C. Wren. Simbad el Soldado
9. C.S. Forester. Banderas al Aire
10. Louis Bromfield. La Gran Pradera
11. James Oliver Curwood. La Vuelta al Paraíso
12. Jack London. La Expedición del Pirata
13. C.S. Forester. El Comodoro, vuelve el Inolvidable Hornblower
14. Jack London. La Muchacha de la Casa Grande
15. C.S. Forester. El Regreso de Hornblower
16. Henri Vernes. La Galera Hundida. Una Aventura de Bob Morane
17. Baronesa de Orczy. El Águila de Bronce
18. John Dickon Carr. La Desposada de Newgate
19. Jacques Rémy. T.K.X. no contesta
20. Julio Verne. La Vuelta al Mundo en 80 Días
21. Davy Crockett. Davy Crockett: las memorias del fabuloso personaje del Oeste americano
23. Jack London. Aurora Espléndida
24. Julio Verne. Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino
25. Julio Verne. El Nautilus (2da parte de Veinte Mil Leguas...)
26. Henri Vernes. Siguiendo la Pista de Fawcett. Una Aventura de Bob Morane
27. W.R. Burnett. Hoguera de Odios
28. Jack London. Aventura
29. Henri Vernes. El Sultán de Jarawak. Una Aventura de Bob Morane
30. PC. Wren. La Serpiente y la Espada
31. Rudyard Kipling. El Collar Sagrado
33. Henri Vernes. La Garra de Fuego. Una Aventura de Bob Morane
34. A.E.W. Mason. La Hija del Bucanero
35. Pierre Frondaine. Port-Arthur
36. Julio Verne. De la Tierra a la Luna
37. Julio Verne. Viaje Alrededor de la Luna (o Alrededor de la Luna. Continuación del anterior)
38. Joseph Peyré. El Escuadrón Blanco
39. P.C. Wren. Uniforme de Gloria
40. Rudyard Kipling. Nuevos Cuentos de las Colinas
41. Henri Vernes. Los Creadores de Desiertos. Una Aventura de Bob Morane
42. Ernest Haycox. La Calle de los Conflictos
43. Rudyard Kipling. Stalky & Cía
44. Jackson Gregory. La Senda Solitaria
45. Henri Vernes. La Herencia del Filibustero. Una Aventura de Bob Morane
46. P.C. Wren. Los Héroes del Desierto
47. Richard Hughes. Peligro en el Mar
48. Henri Vernes. Pánico en el Cielo. Una Aventura de Bob Morane
49. Rudyard Kipling. Puck (Puck de la Colina de Pook; Puck, el de la Colina o Puck, El Duende de la Colina)
50. Joseph Conrad. Un Tifón
51. Henri Vernes. El Valle de los Brontosaurios. Una Aventura de Bob Morane
52. Rudyard Kipling. Nuevas Historias de Puck
53. Henry Vernes. Oasis K" no responde
54. Joseph Conrad. Mañana
55. Max Brand. Silvertrip
56. Max Brand. El Golpe de Silvertrip
57. Max Brand. El Triunfo de Silvertrip
58. Niven Busch. Las Furias
59. Rosemary Taylor. Rancho Alegre
60. Della Gould Emmons. Sacajawea
61. Philip MacDonald. La Patrulla Perdida (Patrol)
62. Ernest Haycox. Sangre en la Pradera
63. Rudyard Kipling. La Litera Fantástica
64. H.G. Wells. Los Primeros Hombres en la Luna
65. Ernest Haycox. La Trompeta de la Frontera
66. H.G. Wells. La Guerra de los Mundos
67. Kenneth Roberts. El Capitán Cautela
68. Rudyard Kipling. Límites y Horizontes
69. H.G. Wells. El Alimento de los Dioses
70. Ernest Haycox. Rastro de Humo
71. Max Brand. Cara de Jugador de Poker
72. Rudyard Kipling. Mar y Tierra
73. Max Brand. La Trampa contra Silvertrip
74. Stephen Crane. La Insignia Roja del Valor
75. Jaime Bustos Mandiola. Las Mascotas de la Tahití-Nui
Continuará