jueves, 14 de octubre de 2021

Colección Novelas de Suspenso

Editorial La Montaña Mágica, Bogotá, Colombia.

1985-1987

 

2. Robert Bloch. Psicosis

3. Henry Charrière. Papillon

4. Arthur Hailey. Traficantes de Dinero

5. Michael Crichton. El Gran Robo del Tren 

6. Ira Levin. Los Niños del Brasil

7. Thomas Harris. Domingo Negro

9. Edgar Allan Poe. La Caída de la Casa Usher

10. Paul Gallico. La Aventura del Poseidón

11. Ross MacDonald. El Caso Galton

12. Robin Cook. La Esfinge

13. Joseph Dimona. Nido de Águilas 

14. Arthur Hailey. El Apagón

15. Mary Shelley. Frankenstein 

16. Giorgio Scerbanenco. Muerte en la Escuela. 

17. Ian Fleming. Operación Trueno

18. William Irish. La Novia vestía de Negro

19. H. G. Wells. El Hombre Invisible

20. Daphne Du Maurier. Los Pájaros

21. Arthur Conan Doyle. Sherlock Holmes no ha Muerto

22. John Le Carré. El Espejo de los Espías

23. Ed McBain. El Atracador

24. W.R. Burnett. La Jungla de Asfalto

25. Sebastien Japrisot. El Tren de la Muerte

26. Ian Fleming. Sólo se Vive Dos veces

27. S.A. Steeman. El Asesino vive en el 21

28. G.K. Chesterton. El Candor del Padre Brown

30. Nicholas Blake. La Bestia debe morir

31. W.R. Burnett. El Pequeño César

32.Arthur La Bern. Frenesí

33.  Ross MacDonald. La Mirada del Adiós

35. Ian Fleming. Moonraker

36. Arthur Conan Doyle. Memorias de Sherlock Holmes

37. Leslie Charteris. El Santo en Nueva York

38. Richard Matheson. Soy Leyenda

39. Cornell Woolrich. La Ventana Indiscreta

40. Erle Stanley Gardner. Perry Mason y el Caso de la Viuda Peligrosa



Continuará

martes, 12 de octubre de 2021

El Malillero

Por Federico Elguera

 

No voy a tratar de aquel, que sentado detrás de una mesa corta el revesino, da capote y pasa la noche sobajando cartas.

Siga el jugador descamisándose y peinando el naipe, que eso a los demás no importa nada.

El malillero que hace daño, el perro del hortelano que no come ni deja comer, el centinela de vista, el lego del convento, el buitre, el leopardo, la pantera, la hiena, el monstruo que bloquea las expansiones del corazón e incomunica a dos seres que se quieren, es el malillero de quien voy a ocuparme; es e l tipo que aniquila, que envenena, que revienta y que mata la humanidad amante.

Ayer encontré en Mercaderes a mi primo Antonio.

Antuco, le dije, ¿Cómo estás? ¿Qué es de tu vida?
―¿Cómo he de estar? Me repuso. ¡Maldiciendo de mi estrella!
―¿Acaso una desgracia de familia?
―¡No, hombre!
―¿Has perdido en las carreras?
―¡Qué carreras!
―El sastre tal vez, no ha terminado tu vestido de mono para el baile de…
―¡No hay tal!
―¡Vamos! ¡Ya caigo! ¿Cuestión de amores?
―¡Justo!
―Pues cuenta lo que te pasa.
―Imagínate, que Luisa…. aquella… la de los ojos negros
―Ya
―Pues me ama. Después de mil trabajos consigo una cita para anoche en su casa, y a las 7 en punto subo la escalera. Llego, toco, ella me recibe con los brazos abiertos; y cuando me disponía a sellar sus  labios con un dulce beso, siéntese ruido. Luisa me rechaza violentamente, se abre la puerta y aparece…
―¿Quién?
―¿Quién había de ser?  ¡Un malillero!
―¿Un malillero?
―Sí.  Un sujeto estudiosamente tímido y romántico, de sonrisa fingida y maneras  ridículas. ¡Su presencia me dejó extático!

Saludó con la más exquisita cortesía; me fue presentado, le apreté la mano y tomamos nuestras posiciones: él sentado junto a mí en el sofá, y Luisa frente a los dos, en una butaca.

Cruzamos una mirada entre los tres, chispeante y expresiva la de ella, tierna y estúpida la de él, terrible y amenazadora la mía.

Luisa y yo enmudecimos, pero él habló y dijo:
―Fresca está la noche.
―Sí, frescos  estamos, le repuse yo.

Luisa dejó deslizar una sonrisa y con cierta naturalidad nos preguntó:

―¿Qué hay de nuevo?
―Nada, me apresuré a contestarle, más que con ánimo de decir verdad, con el propósito de impedir la conversación que tal pregunta podía suscitar.

Saqué cigarrillos, invité a fumar al monstruo mi vecino, y previo el permiso de estilo, fumamos.

Ninguno de los tres hablaba, Luisa y yo porque no queríamos; él, porque no tenía qué decir ni quien le contestara.

Pasado un cuarto de hora, volví a sacar cigarros, y  fumamos  nuevamente.

El silencio era sepulcral, interrumpido a ratos por el ruido que producían los resortes del sofá, cada vez que yo cambiaba de posición, y por el que Luisa hacía, con un abanico que tenía en las manos.

Después  de media hora, ella dirigió la palabra al visitante.

―¿Sabe usted hacer gallitos?
―Supe hacerlos con gracia, cuando niño contestó él.

Yo reventaba de coraje. Cada minuto que transcurría me hacía elaborar un litro de bilis; cada palabra que escuchaba, me causaba el efecto de una puñalada.

Tenía verde el corazón, verdes los ojos y lo veía todo verde. Me había metamorfoseado en un burro venenoso y me temía a mí mismo.

Aniquilado estaba de despecho y de ira considerando todo lo que me costaba esta cita, y la manera como se perdía.

Luisa debía emprender viaje al día siguiente, es decir hoy. Me había pues reservado el último momento, para que recibiera sus caricias. A la diez  y media debía yo retirarme ineludiblemente y sonaron las nueve.

¡Mi situación era espantosa!

Me sentía fatigado y desfalleciente, cual militar que fuga del campo del honor.

Sacaba el reloj, no para mirar las horas ni contar los minutos ni los segundos, sino para desahogarme con la tapa, que víctima de mis dedos, sonaba como un fulminante y para decir de ese modo a mi vecino: ¡Váyase usted! ¡Pero nada!  El impertérrito amigo no levantaba el sitio.

Hablar me era imposible, pensar difícil, y no podía combinar un plan, para salir del majadero.

Había agotado sin éxito, cuanto recurso es políticamente dable emplear: el silencio, el reloj, la mirada, la tos, el cigarro, el semblante, la posición, ¡todo!

Por último, a las 10 me decidí.
―Luisa, dije, parece que está usted fatigada. Mañana debe usted embarcarse y nuestra larga visita es importuna.
―No, respondió ella secamente, comprendiendo la intención que mis palabras envolvían-
―Sí, insistí yo. ¡Debemos  irnos!
Saqué mi reloj, y exclamé horrorizado:
―¡Las diez!

Me levanté  del sofá, púseme el sobretodo, cogí el sombrero y haciendo a Luisa una guiñada para que comprendiera que me ″iba con él, para regresar solo y aprovechar la media hora que nos quedaba″, me despedí de ella. Pasé a dar el frente al amigo de la casa, y con mucha naturalidad, le dije:

―¿Nos iremos?

Él consultó su cronómetro, movió pausadamente la cabeza en señal de duda, y en prueba de resolución me alargó la mano diciendo:

―Me quedo media hora más.


_______
Federico Elguera nació en Lima en 1860 y falleció en 1928. Fue abogado, político y diplomático. Colaboró en diversas publicaciones con el seudónimo de “Barón de Keef”.  Publicó F + F: Letrillas por Federico Elguera y Federico Blume, Marionetas  y El Barón de Keef en Lima.

Varios autores, Antología  del Cuento. Lima en la Narración Peruana, Presentación y Selección de Elías Taxa Cuádroz,  Editorial Continental- Kontinental Verlag, Lima, Perú, 1967, págs. 21-25


Malillero.- Adj. Perú. Entremetido que frustra un plan. Malillero

adj. Perú. Entremetido que frustra un plan.

Fuente: https://www.definiciones-de.com/Definicion/de/malillero.php © Definiciones-de.com
adj. Perú. Entremetido que frustra un plan.

Fuente: https://www.definiciones-de.com/Definicion/de/malillero.php © Definiciones-de.com
adj. Perú. Entremetido que frustra un plan.

Fuente: https://www.definiciones-de.com/Definicion/de/malillero.php © Definiciones-de.com

lunes, 11 de octubre de 2021

Robert Frost. Un Poeta al Relámpago

Por Manuel Jesús Orbegozo



En la Corpac 

Frost baja del avión que lo trae de Sao Paulo. Llega con un grueso abrigo al brazo. Se quita el sombrero y saluda. Le contesta la Embajada Norteamericana, los relámpagos fotográficos, el sol crepuscular y el frío.
―¿Hace frío? —pregunta Frost.
—Sí, mucho frío.
Entonces, Frost, se pone el abrigo. “Hace rato que lo estaba cargando por gusto” —dice—, ensayando su primera satisfacción.
Mientras arregla sus papeles ante la indiferencia aduanera, se le pregunta:
―¿Qué tal la Conferencia de Escritores Interamericanos?
—No me gustan las Conferencias que desembocan en política —satiriza él.

Frost quiere seguir conversando con los periodistas, pero una bellísima dama se interpone. Frost se mete dentro de un “Cadillac”, y se hunde en el corazón de la ciudad.

  

En la Conferencia de Prensa

De arranque Frost llegó tarde. Para Faulkner y Frost, “time no es money”, para ambos: “escribir es dinero”.
Frost llega con su cara de sabueso rastreador de poesía en los troncos de árboles, en los agujeros de las hormigas, en los mugidos de las vacas, en los ras ras ras de las guadañas.

―¿Quiénes fueron sus maestros, Maestro?
—Virgilio.
“Sigue talando con una pesada hacha por cuenta propia en el bosque de Virgilio” —dice lejanamente un crítico.
—¿Qué opina de los poetas de su generación?
―Reservo mis opiniones porque todos son mis amigos.
—Bueno, pero ¿qué dice del mejor poeta, de Ezra Pound?
—¿Usted cree que es el mejor poeta?

En la cabeza se inicia una competencia: Whitman, ganando; Vincent Benét, alcanzando,; más atrás, más poetas. Y llegaron. Bíblicamente, muchos son los llamados, pocos los escogidos.

—¿Usted cree que la poesía debe ser social?
—La poesía debe ser esencial.
—¿Es partidario de la poesía abstracta?
—La poesía no puede dejar de ser abstracta, relativamente.
Un fotógrafo pregunta:
—¿Qué es un poeta, Sr. Frost?
—Un poeta no es un borracho como todos creen.
Levantan la cabeza Paul Verlaine, Rubén Darío, cien más  y Martínez  Luján que recita: “Mientras lloren las viñas, yo beberé sus lágrimas”.
Por todos los caminos queremos llegar a Roma.

―¿Usted ha leído a Paul Eluard?
—Muy poco leo traducciones, yo sólo leo en inglés y en latín.
—Entonces usted no puede dar razón de la literatura universal.
―¿He dicho tanto?
Otra vez el crítico que nos fustiga: “Frost no cree como Sandburg en la eficacia de la rebelión contra los prejuicios y las formas sociales injustas ―no profetiza ni fustiga― acepta todo con resignación. Es un clásico el que continúa ”.
—¿La guerra no se acabará jamás?
—Cuando el agua se acabe.
(Yo conozco un método de acabar con las guerras —dice Osorio y Gallardo: Acabar con los ejércitos)
—Faulkner ha dicho que los norteamericanos no piensan ni les interesa la literatura, ¿Qué opina sobre esto, poeta Frost?
—Yo me pregunto, entonces, ¿cómo vende sus libros?
Rubén Darío, César Vallejo, Pablo Neruda, Ciro Alegría, Rómulo Gallegos se nos quedan en la punta de la lengua, porque Frost no conoce mayormente literatura de Latinoamérica.



Recital en la ANEA

Suárez Miraval hace la presentación. “Sólo dos  veces he oído mencionar mi nombre” ―dice Frost―. Brown Prado lee unas regulares traducciones de “Departmental” en el que habla sobre una hormiga a la que conoció.

Los norteamericanos e ingleses que asisten están como en un cocktail de gustos. Porque Frost es un Bernard Shaw de la poesía, un viejo poeta que se ríe como un fauno de la vida desde el alto sitial donde ahora se encuentra. Permanece de pie, cuarenta minutos. Por debajo de la mesa le aguaitamos bambolearse sobre sus zapatos N° 49, como si estuviera llevando un compás interior. La luz le platina los cabellos peinados al natural.
Intercala diez anécdotas por cada poema. “Una vez un catedrático me preguntó por qué en uno de mis poemas hago hablar a un caballo. ‘Pasémosle la pregunta a un ranchero –dice Frost–. El ranchero contesta:   Sí, los caballos hacen preguntas  y mejores que la mayoría de los catedráticos’”

Risa. Los jóvenes intelectuales que han asistido están en Babia, pero ensayan risas de conejo. “El Decano de los Poeta de América” agradece con una venia profunda, mientras los aplausos dan por clausurada su visita a Lima.


Reportaje aparecido en Cultura Peruana N° 74

Manuel Jesús Orbegozo, Reportajes, Editorial Ausonia, Lima, Perú, 1958, págs. 137- 142


Nota: He puesto los tres reportajes de Manuel Jesús Orbegozo sobre Faulkner, Hemingway y Frost, porque hay una conexión, una coherencia entre ellos la que lleva a una mejor comprensión de los textos.  B.A.


domingo, 10 de octubre de 2021

Ernest Hemingway. El Merlín que nunca “Picó”

Por Manuel Jesús Orbegozo

Ese día Hemingway no “picó”.
Sé positivamente que el viejo Ernest fue tras mi anzuelo, pero no “picó” porque la “carnada” no estuvo bien preparada  y porque él es un “sota” de merlín. Hemingway que vive por la boca, no podía morir como un pez.
La “carnada” decía lo siguiente:


                                                                                                                            

                                                                                                 

                                 Talara, 14 de abril de 1956


Sr. Ernest Hemingway

Presente.

De mi admiración:

He venido expresamente a esta ciudad para presentarle el saludo de mi país, agrupado en el “Círculo de Escritores del Perú”, y a la vez, invitarle a visitar la Capital de la República y el Cuzco, Capital Arqueológica de América.
El “Círculo de Escritores del Perú” aprovechará de esta oportunidad para inaugurar en Lima, un homenaje público de admiración a su talento merecedor, últimamente, del Premio Nobel de Literatura, un busto suyo, del escultor Ccosi Salas.
Los detalles de su viaje a Lima y del homenaje lo ultimaremos personalmente.

         
                                           De usted, atto y S. S.
                                                                          Manuel Jesús Orbegozo



Hemingway me miró de pies a cabeza en un dos por tres y sonrió. Infló sus carrillos de conejo y volvió a sonreír. Todo fue sonrisas. Me extendió la mano luego de pasarse la caña de pescar a la izquierda. Eran las cinco de la tarde y acababa de desembarcar en su segundo da de pesca en Cabo Blanco.
Hemingway se devoraba la “carnada” con los ojos, pero no se animaba a   “picar”. Le brincaba el corazón ante la carta. Gozaba con la invitación. Pero dudaba. A lo mejor se acordaría de Juan José de Soiza que hizo lo mismo para entrevistar a Clemenceau y no “picó.”
Se me escabulló de las manos como un pez. Mary Hemingway me decía al siguiente día:  “Hemingway iría al Cuzco  y a Lima, pero le tiene más miedo a los homenajes que a los tigres”.
En el fondo, yo lo había arruinado todo.



El Viejo Santiago Traicionado

“Al calamar hay que comerlo en su tinta” dijo en su diario el periodista Jorge Donayre. Y así fue. A Hemingway “nos lo comimos en su tinta”
Yo fui  con Hemingway a alta mar. Me embarqué sin que se diera cuenta, en la lancha “Pescadores Dos” a la que subí de “pavo”.  A la que subí con un portaviandas, y donde tuve que esconderme en un W.C. pero de lujo.
Hemingway iba de pie en la cubierta de la “Miss Texas” del Club Cabo Blanco. Iba mirando el horizonte.  Con su “jockey” metido hasta las orejas y su “short” que permitía verle las largas y poderosas piernas de andarín. Llevaba los brazos al aire como unas banderas, mostrando una musculatura de leñador. Bajó después de una hora y se puso a jugar con su caña de pescar.
—Total, esa es la vida, Ernest Hemingway: Juegos, jugar…

Jugar a atrapar un pez después de una hora de espera o de lucha.O al  revés. Porque esa es su vida.
Juego de azar. Tirar el anzuelo y ponerse a esperar como un chino. La lancha cabriolea con un interminable “pega cortada” con el mar. Detrás viene un pez de mentira y otro de verdad. Un pez grande y un pequeño. Cumpliendo cada cual con esa ley casi bíblica de que el pez grande se comerá al chico.
Allí iba Hemingway jugándole sucio al merlín que quería pescar para su película. Porque la carnada era un pez de metal.  Yo lo vi. Era un pez brillante, nuevecito. Hemingway quedaba mal. No les jugaba limpio a los peces.
Hemingway se movía lentamente. Cuando llegó al aeropuerto, un compañero dijo que parecía un oso polar.  No se  equivocó. Así se movía en la lancha.  Y no por no poderlo hacer a la velocidad de un balazo o de un “upper-cut” sino porque él es así. Recordé la opinión de un escritor y le dije a propósito, con el pensamiento:
―Usted es frívolo, Mr. Hemingway.
―No ―protestó el — recuerde la obviedad de los movimientos de los animales. Los animales pueden ser obvios pero no ridículos ni frívolos.

Eran las tres. Ocho horas estábamos ya en el ejercicio. Hemingway se escurrió dentro de la lancha, aburrido o arrepentido de estar traicionando al personaje de su “Viejo y el Mar”. Porque el viejo Santiago estaba solo con su pez y su inmensidad. Y Hemingway no. Hemingway estaba acompañado, en una lancha de lujo y con amigos. Con su whiskey, sus sandwiches de jamón y huevo duro. Él no estaba solo. Pensaría en el viejo Santiago y su mar y debió sentir remordimiento. Debió aburrirse con la compañía de los demás.
Por eso se metió de cabeza en la lanchita feroz.



¿Hemingway es Esnobista?

Desde la “Pescadores Dos” se veía el rostro del viejo Ernest. El sol era un herrero que atizaba sobre la tez del escritor. De repente se alegró a fondo. Cada metro de cordel  que halaba hacía cambiar en gesto a la tripulación. Todo se apagó como un volcán, cuando RufinoTumee,Capitán, gritó: “No es merlín, sino jibia“
Mary Hemingway, obscureció, también su  alegría  gigante. Hace diez años que es su mujer. Contó: “Nos conocimos en Londres, cuando él y yo éramos corresponsales de guerra. Solíamos conversar mucho de la vida, metidos en unos pesadísimos capotes militares, mientras la neblina se empecinaba en tumbar el  ‘Big Ben’.  Nos  enamoramos a primera vista. En 1945 nos separamos para reunirnos en Cuba“. ”Es la cuarta y última mujer” dijo por su parte el novelista.
―¿Hemingway es humano por naturaleza o por snob?
―La mujer de “Papá” como le llaman al viejo Ernest, cariñosamente, no se molestó por la pregunta. Cuando recibió el Premio Nobel, dicen que dijo que Sandburg era más llamado a recibirlo. Hemingway entregó al chofer y a todos sus servidores diez sueldos de gratificación.
―¿Y a usted, señora?
―Me ofreció una escopeta que esperamos comprarla en París, y un cheque de dos mil dólares.
—¿Y todavía tienen dinero?
La pregunta estuvo de más. Mary Hemingway repitió las palabras que su marido dijo dos días antes:  ”Ya no nos queda nada“.



La Mujer de Hemingway 

Hubo un momento en que Mary Hemingway volvió rapidísimamente la cabeza y me sorprendió contemplándola. Yo me escondí detrás del humo de su cigarrillo para no caer in fraganti.
Estaba desde mucho rato atrás  con una sonrisa de cuarto creciente, mientras en la otra lancha, su marido tiraba del cordel y estaba feliz. Cuando Hemingway no sacó nada, su sonrisa en creciente se convirtió en menguante. Su alegría, en efecto, estaba en función de la de él. Era una confirmación de lo que dos días atrás me dijo en el campo de aviación. Cuando le pregunté si se casó con el novelista o con el hombre. “Me casé con el hombre al que amo y no con el novelista al que admiro“.
Eran las tres y ya me moría de hambre. Mi hambre reclamaba desde el desayuno. Cuando ella me invitó a almorzar, yo volé. Comí sándwiches de jamón con queso.  Una pasta amarilla que no me gustó. Y cerveza. Para finalizar me dio una servilletita de papel que yo agradecí con risa a media agua.
Después, Mary Hemingway con su pantalón pescador y sus piernas nadando en aceite de almendras, con su blusa marinera y su sombrero de Catacaos, volvió a hablar del novelista. Relató sus aventuras en el África con accidentes  y todo, en los que casi pierden la vida. Habló de su afición a las corridas de toros y a la amistad con Dominguín.
Allí supe de Hemingway, desde la hora en que se levanta hasta las películas que ve, de su gusto por el “chifa” hasta su desinterés por saber de Faulkner, etc. Allí supe de su odio a la guerra y de cuantos whiskeys por día sabe beber. Allí supe mucho. 

 

Cómo Escribir Una Novela

A Hemingway, el día que llegó a Talara, se le pregunto:
―¿Es usted capaz de dar una receta para escribir una novela?
Él contestó:
—Hay que vivir y hay que inventar.
—¿Cómo inventar?
—Inventar sobre lo que se ha vivido. Hay que escribir las propias experiencias  y agregarles un poco de fantasía.
—De acuerdo a este concepto, ¿cuánto hay de realidad y cuánto de fantasía en sus obras; por ejemplo, en “Por Quién Doblan las Campanas”?
—Estuve en la Guerra Civil Española como Corresponsal, desde que comenzó hasta que terminó. La conclusión puede sacarla usted mismo.
Hubo oportunidad para que el viejo novelista se pusiera pensativo y triste. Para que pensara  en el Gary Cooper izquierdista y repitiera aquello de “La muerte de todo ser me disminuye, porque soy una parte de la humanidad.  Por eso no me gusta preguntar Por quién Doblan las Campanas”.
Y en seguida se sintió como que exclamaba:
―¡Están doblando por ti!



La Muerte es una Ramera

Después le pregunté por “El Viejo y el Mar”. Él respondió:
―Lo escribí en 80 días. Lo pensé 13 años ¿Está conforme?
―Lo que quiere decir que…
—Primero hay que vivir y luego escribir sobre una verdad profunda, que eso tiene más valor que la literatura misma.
—¿Cuál será su próxima aventura?
—No sé, las aventuras vienen a buscarme.
—¿Usted es republicano o demócrata?
―Ni lo uno ni lo otro. Mis antepasados fueron políticos, yo no. Mi abuelo era un “fregado”. Fue un republicano que nunca se sentó a la mesa con un demócrata.”
Esa mañana el cielo de Talara estaba ligeramente nublado. Por algo en un rincón del cielo aparecía un pedazo de arco iris. Había frío. Alguien relacionó la hora con “cortar la mañana”. Entonces a sabiendas, se le preguntó si le gustaba el trago. Claro que dijo que sí.
―¿Y no le hace daño?
—Nunca me ha hecho daño. Además, los periodistas aguantamos cosas peores.
A propósito:
―Como periodista ¿cuál ha sido su mejor noticia?
―La Liberación de París. Yo iba en el ejército de Patton.
Hemingway no escamoteaba ninguna pregunta. Al conminársele a que haga la descripción de Hemingway, contestó:
—Hace muchos años que no me miro al espejo.
Y de sopetón:
―¿Y la muerte?
—Es una prostituta más ―dijo con arte el viejo novelista.
En el minuto fatal, en el último minuto que estaba con nosotros, Hemingway fue genial. Al preguntarle por cuál era el mayor éxito de su vida, expresó rotundamente y filosóficamente:
Durar
Luego se fue. 

 

La Botella de Pisco

Se fue en la camioneta manejada por Plater. Se perdió en la perspectiva de un caminito rural. Iba ansioso. Quería estar pronto con el merlín de su célebre obra.
Esa misma mañana, mientras los dados saltaban  sobre una mesita única del único Hotel de Talara donde hay que hacer grandes esfuerzos para creer que se está en un retazo de la patria, acordamos los periodistas que viajamos desde Lima a entrevistar al famoso escritor norteamericano regalarle una botella de pisco. “Venga la botella” dijimos y nos encaminamos a dársela. Sobre la etiqueta escribí: “Mientras lloren las uvas, yo beberé sus lágrimas”. Y más al pie al lado de un enorme merlín que dibujó Donayre, escribí a 18 puntos: “A Ernest Hemingway, de sus admiradores y noveles colegas peruanos”. Y firmamos.

A las dos de la tarde llegamos al local del Club de Pesca de Cabo Blanco. Lujoso local hecho sólo para ricos. Llegamos  guiados  por una fila de colas de merlín, puestas en unas picotas. Cuando alcanzamos la explanada del Club, la alegría con que Plater festejaba a Hemingway, se fue de narices. Diría: “Me arruinaron”. Hemingway al contrario nos recibió muy feliz.
Cuando tuvo la botella en sus manos, leyó la inscripción y dijo: “Yo beberé estás lágrimas y después guardaré la botella”. Posó para unas fotos y luego bajó al mar. Se perdió en el océano. Iba feliz.

La mujer del campeón de pesca Kid Farrington, que días después en el Hotel Crillón me dijo que a Hemingway le habían dado una fama exagerada de borracho, iba con él. A la Farrington  le contesté que la historia se encargará de juzgarlo y por último, que Hemingway puede darse los lujos que quiere.



Un Criollo “Viejo Santiago”

Mientras tanto los periodistas nos acercamos a Cabo Blanco. Cabo Blanco es una caleta que está entre la amenaza del mar y al amparo de un cerro terroso. Cabo Blanco es un símbolo de un puertito mísero. Corchos redondos flotando en un mar de atarrayas al pie de casas de horcones y totora. Unos, dos, cien pescadores bronceados de un sol cincuenta de estatura. Dueños del mar más que de la tierra conversando en grupos de a ocho. Tumes y Querebalus  zurciendo sus redes. Y un pescador con cinco cervezas en la cabeza preguntando por quién irá a ser el nuevo Presidente, mientras un chancho hociqueaba la calle real y un gallinazo miraba cincuenta metros a la redonda.

Allí, en la caleta de Cabo Blanco, había un “viejo Santiago”. Un setentón y un muchacho de quince años que jalaban a esa hora crepuscular una red interminable.
Nada pescó esa  vez  aquel viejo. Iban también para 84  los días que el mar le jugaba una mala pasada. Pero es una historia muy común, peruana, demasiado vulgar para inmortalizarla en una obra.



Había Una Vez 

Esa segunda tarde Hemingway desembarcó sin cobrar su codiciado merlín. Él no había pescado nada. Yo tampoco. Mi “carnada” y la suya, no habían surtido efecto.  Ambos  parecíamos derrotados, pero no. La esperanza quedaba pendiente.

Hemingway atravesó el muelle. Dos pescadores levantaron la cabeza y lo miraron como a un gringo más, como a un turista más de los que llegan a Cabo Blanco a llevarse mil kilos de un solo anzuelazo.

Casi al final del muelle dos perros se estaban sacando el alma. Peleaban por sus cosas. Fue allí donde Hemingway se paró. Impasible. Abstraído. ÉL, que había visto pelear a los hombres, se detuvo para ver pelear a los perros. Estuvo, como en la Guerra Civil Española, desde el principio hasta el fin.
―¿Cuál es la receta para escribir una novela?
—Hay que vivir y hay que inventar.
―¿Cómo inventar?
―Inventar sobre lo que se ha vivido. Hay que escribir sobre las propias experiencias  y agregarles un poco de fantasía.
Entonces, pareció como que Hemingway comenzó una nueva obra: “Había una vez, dos perros… etc.”



Manuel Jesús Orbegozo, Reportajes, Editorial Ausonia, Lima, Perú, 1958, págs. 87-99


sábado, 9 de octubre de 2021

William Faulkner. Uno de la “Generación Perdida”

 

 Por Manuel Jesús Orbegozo

 

Decabeza de chihuancocalificó José Sabogal a William Faulkner, después de largo rato en que el gran pintor nacional trató de encontrarle un parecido ornitológico a tan eminente escritor. Se lo dijo en voz baja, tan baja que yo fui el único que lo oí. Si Faulkner lo hubiera oído, seguramente no se habría molestado, porque Faulkner tiene un alto concepto de la libertad de expresión y de las bromas. Después, Sabogal amplió su filiación. Dijo que la cabeza de Faulkner, pequeña, de ojos vivaces, pero poderosos, longeva, aguda, parecía la cabeza de un ave audaz. La idea patrocinada por el maestro pintor fue aprobada por unanimidad.

  

Conferencia De Prensa y De La Otra

Ese día, William Faulkner se encontraba de paso a Sao Paulo. Iba a participar en el Congreso de Escritores al que acudía como invitado de honor. La conferencia de prensa fue a las cuatro, en el Hotel Bolívar, donde Faulkner tuvo que afrontar a tanto flash como preguntas le hicieron los periodistas.

“The Public Affairs Office of the United States Information Services”, había invitado a un  “informal gathering and small cocktail (1), que debía realizarse también el Hotel Bolívar, a las siete de la noche. A esa hora todos soltaban los maoscardones de su conversación en torno a la obra del discutido escritor. Aquí profanaban el  “Santuario”, allá alababan “Absalón, Absalón ”, allí daban jaque mate a “Gambito de Caballo”.

Faulkner —¿dijimos ya que tiene gran sentido del humor?se burló de ese refrancito sajón de “time is money”, porque él llegó a las 7.20 de la noche. Lo curioso es que nadie advirtió su ingreso. Parecía un hombre más de los tantos extranjeros que equivocadamente se meten a donde no los los llaman. Vestía de gris, corbata michi y cabellera de invierno riguroso.

(1) Traducción: La Oficina de Asuntos Públicos del Servicio de Información de los Estados Unidos... un encuentro informal y pequeño cóctel. 

 

Bellísímamente 

Faulkner en su asiento central no se sabía si era el juez Dukinfield (2) o algún atormentado asesino de sus novelas. Fumaba en pipa y parecía salir el humo de una chimenea de casita rural.

Las flechas del interrogatorio comenzaron a venir de la izquierda. Preguntas con punta y romas. Preguntas a quemarropa a las que Faulkner contestaba con pasmosa inmutabilidad. A veces hacía un gesto que le obligaba a formar una serie de arruguitas en las comisuras de sus ojos que como afluentes iban a desembocar a una gran “pata de gallo”, que le daba mayor exquisitez a su mirada de inquisidor.

Hablando en Calvario —y esto sin ofender a nadieFaulkner era el Cristo. Los dos de los lados eran Carlos E. Zavaleta y Oswaldo Brown Prado. Más a la periferia estaba la bella secretaria Patricia Sloan, quien lucía una sortija y un cuello de divina orfebrería. Ojos bellísimos, boca de seduccción. Bella, bellísimamente descortés, porque cuando me encontraba abismado escuchando al escritor norteamericano, ella me haló con una señal finísimamente, como con hilo de carrete:

 —¿Quién es usted?

 —Periodista, señorita

—La conferencia de prensa terminó a las cuatro. Esta es reunión de intelectuales.

Hice mutis de su presencia, pero no de la reunión. 

Cometí el pecado de no hacerle caso, a despecho de la vergüenza que pasé de verme desalojado diplomáticamente. Como en una noria comencé a moler a cada momento la palabra relacionada con la intelectualidad. ¿Intelectuales? Aparte de cuatro o cinco, ¿cuáles eran los intelectuales que asistían a la reunión? ¿Es que la señorita Sloan ignora el movimiento intelectual de mi país?

(2) Personaje del cuento Humo, que figura dentro de Gambito de Caballo, recopilación de relatos de corte policíaco de Faulkner.

 

 “Traduce, Pues, Traduce”

Los que servían de intérpretes en la reunión eran el novelista Carlos E. Zavaleta, propugnador (3) de Faulkner  y Oswaldo Brown Bravo. Faulkner estaba a merced de dos lenguas que en sentido directo eran diestra la una y siniestra la otra. Zavaleta traducía a los pocos asistentes a la conversación de Faulkner. Brown Prado, no. Por eso en un momento, Zavaleta le dijo al otro traductor:

—Traduce, pues, traduce...

Instantes después, ante un descuido de Zavaleta que acaparó la conversación, Brown Prado se cobró cuando dirigiéndose a Zavaleta le dijo:

—Traduce, pues, traduce... —ante el regocijo de su propio corazón.

(3) Propugnador: Promotor, patrocinador, difusor, etc.

 

Arte Social 

En la conferencia de prensa, Faulkner dio respuesta a una serie de preguntas con gigantesca habilidad, con ingenio, con sutileza. Se le preguntó desde si era comunista  (—No, soy demócrata como todos los de Mississippi), hasta si es cierto que usted bebe mucho
(—Sí, bebo, gracias), conversación que apareció en todos los diarios. Lo que se olvidaron de consignar fue su respuesta sobre si el arte es deber social o no.

 —No —contestó en efecto, Faulkner— su principal misión es crear algo emocionante y bello, es presentar algo que no se conocía. Lo social o mensaje es puramente incidental.

Allá él. 

 

Los Poetas  “Tough”

—¿Cree que Ezra Pound ha hecho algo por la poesía? —recuerdo que se le preguntó.

—No —fue su respuesta—.Creo que Ezra Pound sólo ha hecho algo por la poesía de Ezra Pound. 

—¿Cuál es su opinión sobre la poesía actual de los Estados Unidos?

Es mala. Este tiempo no es propicio para la poesía.

 Faulkner se refirió luego a una clase de poetas “tough”(4), que puede enfrentarse a esta época y hacer poesía.

—La mayoría de los poetas está escribiendo en prosa.

 (4) Tough: Duro, en inglés. 

Por los datos debe referirse posiblemente a los escritores estadounidenses de la época que formaron parte de la llamada Generación Beat.

 

Faulkner No Es Hombre de Letras 

—¿Qué opina sobre el artículo de “Life”, sobre usted, Mr. Faulkner?
—No lo he leído.
(El que menos murmuró con los ojos. El que menos pensó en la pedantería, la modestia, la ficción, la mentira o la realidad)

—¿Cómo, Mr. Faulkner?
—Tengo tras cosas más interesantes que leer.
Faulkner contestaba a contrabote, lentamente, pero sin titubear, fumando su pipa y mirando profundamente. Sin cambiar su posición de sentado, cruzada su pierna corta sobre el lado derecho.
—Cuando los críticos escriben mal de usted, ¿qué hace?
—Nunca me han importado los críticos. Yo no soy hombre de letras, soy un campesino.



Los Norteamericanos No Piensan

Mientras discutían acaloradamente Cristina Gálvez y una señora gorda de salud, sobre un problema de arte, Faulkner confesaba que él no usaba una máquina de escribir. Sus artículos los hacía a mano.


Luego se le preguntó:
—¿Mencken
(5) ha influenciado en el pensar del pueblo norteamericano?
—No, porque el pueblo norteamericano no piensa. Ellos son buenos, quieren contribuir al progreso de los otros pueblos, pero sólo saben regalar y regalar. Son incapaces de pensar.
—¿Cree que la acción del pueblo norteamericano es un escape para no pensar?
—Sí, saltan sobre el pensar como sobre las vallas y se arrojan desmesuradamente a actuar, al dinamismo. El pueblo peruano o brasileño piensa más
—¿Y la mujer?
—Siempre fuma —advirtió graciosamente el ilustre visitante que en ese instante fue asediado por la mirada de protesta de la bella Miss Sloan.

(5) H. L. Mencken (1880-1956). Periodista, ensayista y crítico cultural estadounidense.

 
Detesto la Discriminación

Un intelectual, émulo de Martín Adán (6) en el sentido de aquel también bebe, le interrogó:

—¿Cuál es, en realidad, su propuesta para que termine para siempre la discriminación racial que sufren los negros en el Sur de su país?
—Propongo que los estados del sur se gobiernen solos, que no soporten la intervención del Gobierno Federal.


Y calló. Por su mente probablemente pasaban en cinematográfica forma los recuerdos de “expiación” de los hombres de brea. También a nosotros nos pasaba lo mismo, fuimos capaces hasta de repetir los versos de Stephen Vincent Benét:

Y en todas partes
una tierra negra se estremece, un viento sopla sobre la tierra negra
Un viento sopla en caras negras, contra manos
rugosas contraídas sobre el azadón, anudadas con reumatismo
en espaldas ancianas que se curvan sobre el algodón.
El viento de frescura, el viento del júbilo


pero nos arrepentimos.

Por último, hubo una pregunta necesaria y definitiva:
—¿Qué piensa sobre la discriminación?
La detesto.

 (6) Martín Adán. Seudónimo de Rafael de la Fuente Benavides (1908-1985), poeta y narrador peruano.

 

Ciro Alegría

Mientras salía de un cargamontón (7)  que le habían hecho los asistentes sobre los hombres de su generación, de la famosa “Generación Perdida”, se le preguntó si cuando él escribe piensa en el lector. Dijo que no.

—Yo soy mi único lector…

Se le preguntó si había leído “Ulises” antes de escribir su libro Santuario”, con el cual hay similitud. Dijo que no. Cuando lo pregunté si había leído a Ciro Alegría, también dijo que no. (Otros ojos se expandieron de admiración por su incultura que poco a poco se refrescó, cuando pensamos mucho que a lo mejor Ciro Alegría tampoco ha leído a Faulkner).

(7) Cargamontón: Perú. Acoso a alguien entre varias personas. RAE


La Guerra

 —¿La humanidad de hoy ha mejorado, Mr. Faulkner?
—Sí, notablemente, en relación con la de hace cien años. Ahora hay que soportar más frío y hay buenos libros por 25 centavos. Sólo las estupideces, la ambición, la locura y las tonterías continúan.

Recordando su estada en Europa, exactamente después de la primera y segunda imbecilidad humana, se le preguntó:
—¿Qué diferencia notó usted entre la Europa de 1914 y la de 1947?
—Exactamente la de una guerra—respondió sutilmente.
Al inquirírsele si pensaba que la guerra estaba destinada a desaparecer, el notable escritor manifestó que no.



Su Abuelo Ignorante

Cuando Faulkner contó que su abuelo tomó parte activa en la Guerra de Secesión de los Estados Unidos, alguien le preguntó:
—¿Cómo, su abuelo no fue escritor?
—No —contestó violentamente Faulkner—. Mi abuelo fue un ignorante.

 

Zavaleta, El Propugnador

Zavaleta, que ese día llevaba consigo dos ejemplares de “La Batalla” (8), que todavía estaban frescos de tinta de imprenta, y que días antes me dijera que Faulkner sólo tenía el valor de ser un revolucionario y un artífice de la técnica, se alejó del eminente escritor, lo suficiente como para acercarnos hasta la oreja menuda de Faulkner para decirle:
—Usted sabe, Mr. Faulkner, que quien está a su lado es uno de los que más lo atacan.

Faulkner hizo un giro de cabeza para contemplar a su propugnador, luego volvió para contestarnos sonriendo:
—Sí lo sé, esta mañana hemos discutido bastante.

(8) La Batalla: Colección de relatos, aparecida en 1954, del escritor peruano Carlos E. Zavaleta (1928-2011) .

 
Desapariciones

Cerca ya de las nueve de la noche, la bella Patricia estaba desesperada por Faulkner. Faulkner, no. Parecía que él estaba contento. Total, no sé quién dio por terminada la reunión. Faulkner desapareció del escenario sin despedirse.
También desaparecieron de la mesita dos libros de Faulkner pertenecientes a Zavaleta, que llevó toda la bibliografía para darle ambiente a la reunión. Zavaleta se echó a jugar a la gallina ciega buscando sus libros. Dos eran los que le faltaban. (El otro, no sé quién se lo llevó).


Manuel Jesús Orbegozo, Reportajes, Editorial Ausonia, Lima, Perú, 1958, págs 67-75


Las notas añadidas son mías. B.A.

Sobre la llamada  Generación Perdida véase aquí:

 Generación Perdida

Colección Círculo Rojo

 Editorial Bruguera

1960-1968

Algunos de los libros han tenido diversas ediciones en Bruguera o con otros sellos editoriales..

 Indicamos algún detalle del contenido de los libros.

 

—Burton B. Turkus y Sid Feder. Crimen S.A.  Mafia, asesinatos

 —Frederic Sondern, Jr. La Mafia

 —Alan Hynd. Antología del Crimen

 —Andrew Tully. T-Men. Sobre el Departamento del Tesoro de Estados Unidos y sus agentes

 —Alan Hynd. El Mundo del Delito

 —Johan Von Kremer. El Libro Negro del Crimen

 —Clinton H. Anderson. Hollywood es mi Reino. Memorias, policía de Beverly Hills

 —John H. Lyle. Los Años sin Ley. Chicago, Ley Seca, Al Capone

 —Johan Von Kremer. El Libro Negro del Castigo

 —Arthur H. Lewis. Séptimo Infierno. Criminalística

 —Walter Hagen. Operación Bernhard. Falsificación de billetes, Segunda Guerra Mundial

 —Bob Considine. El Robo del Siglo

 —Rupert Furneaux. Interviene Scotland Yard. Famosos casos criminales

 —C.V. Hearn. Patrulla Especial. Misiones, Policía Miltar, Segunda Guerra Mundial

 —Marcel Sicot. Interpol. Policía Internacional

 —Henry Jacob Anslinger y Will Oursler. Los Asesinos. Crimen, tráfico de drogas

 —Yseult Bridges. Delitos de Sangre. Crímenes paralelos

 —Baughman Robinson.Servicio Secreto. Servicio encargado de proteger al presidente y a otros funcionarios del gobierno estadounidense, las embajadas extranjeras, etc.

 —Andrew Tully. CIA. Agencia de inteligencia de EstadosUnidos

 —Roland Villeneuve. Venenos y Envenenadores

 —Ladislas Farago. Secreto de Estado. Historia del Espionaje en la Segunda Guerra Mundial

 —Sanche de Gramont. La Guerra Secreta. Espionaje Internacional

 —Jacques Delarue. La Gestapo. Policía secreta de la Alemania nazi

 —Jerry D. Lewis. Cruzada contra el Crimen. Casos que han hecho historia

 —John L. McClellan. Crimen sin Castigo. Gangsterismo, investigación policial

 —Carlos de Arce. Tribunal de la Muerte. Casos célebres españoles

 —Rupert Furneaux. Famosos Casos Criminales

 —Gerald Luisi y Charles Samuels. Como Atrapar 5.000 ladrones. Memorias de un detective

—John Goodwin. Cosecha Negra. Casos enigmáticos

—Kurt Singer (seleccción). Meridianos del Crimen. 30 casos famosos

 —Edmund Pearson. Obras Maestras del Asesinato. Selección de textos de novelas de misterio por Gerald Gross.

 —William Peirce Randel. El Ku Klux Klan. Un Siglo de Infamia. Historia, Estados Unidos, racismo

 —Sam Waagenar. El Asesinato de Mata Hari. Biografía, Espionaje, Historia, Primera Guerra Mundial

 —Fred J. Cook. El FBI Desconocido

 —Edward D. Radin. Los Inocentes. Los condenados por crímenes que no cometieron

 —Bern Ruland. Negocios sin Piedad

 —Max Pierre Schaeffer. Mujeres ante el Verdugo. Relatos sobre mujeres condenadas.



miércoles, 6 de octubre de 2021

Los hallazgos del mayor estudio sobre ejercicio y estado físico jamás realizado

Redacción

BBC News Mundo

 

 
Hacer ejercicios intensos es más eficiente que dedicar más horas a hacer ejercicios leves.


Los beneficios de la actividad física son ampliamente conocidos por la ciencia. Sin embargo, la relación entre los diferentes tipos de ejercicio (más ligero, más intenso, aeróbico o no) y la mejora en la condición física aún no se comprenden completamente.

Para ahondar en este conocimiento, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston (EE.UU.) realizaron un gran estudio con más de 2.000 participantes, el mayor jamás hecho con el objetivo de comprender esta relación.

El buen estado físico tiene una gran influencia en la salud y está asociado con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular.

Publicado en el European Heart Journal, el estudio encontró que el ejercicio intenso mejora el estado físico más que la actividad física ligera, como caminar 10.000 pasos diarios (distribuidos a lo largo de la jornada).

El ejercicio intenso es tres veces más efectivo para mejorar el estado físico que simplemente caminar y 14 veces más efectivo que simplemente disminuir la inactividad diaria (como levantarse para cambiar de canal de televisión, subir escaleras en lugar del ascensor, etc.).

La conclusión puede parecer obvia, pero de hecho hay una serie de detalles que han sido indagados a profundidad por la investigación, realizada y dirigida por el equipo del profesor de cardiología de la Universidad de Boston, Matthew Nayor.

Por ejemplo, ¿puede una persona que pasa todo el día sentada en la oficina compensar este tiempo sedentario haciendo ejercicio más intensamente después del trabajo? ¿Cómo se compara la salud de esta persona con la de alguien que tiene un trabajo donde hay más actividad física pero no hay ejercicio más allá de eso?

También había incertidumbre acerca de si la cantidad de pasos dados por día (contados con contadores de pasos) realmente hacía alguna diferencia en la condición física. La conclusión es que sí lo hacen en todos los géneros, grupos de edad y condiciones de salud, lo que confirma que mantener la actividad durante todo el período el día es beneficioso para todos.

Los investigadores también encontraron que las personas que tienen un número de pasos por día más alto que el promedio y que se ejercitan más intensamente durante un período corto también tienen un estado físico por encima del promedio, independientemente del tiempo que hayan estado sentados.

En otras palabras, aparentemente es posible compensar el daño causado por un estilo de vida sedentario a lo largo del día con un aumento de la actividad física y del ejercicio en otros momentos.

La investigación también indagó sobre cómo el cuerpo responde a diferentes intensidades de actividad física durante el inicio, la mitad y el punto máximo de un ejercicio.

Los investigadores ya esperaban encontrar entre los resultados el hecho de que el ejercicio más intenso promueve una mejora en el rendimiento durante la actividad máxima.

Pero también encontraron que el ejercicio de alta intensidad también es más beneficioso que caminar a paso ligero para mejorar la capacidad del cuerpo para comenzar y mantener niveles más bajos de actividad.

Según Nayor, quien dirigió la investigación, otra pregunta fue cuáles son los impactos de los hábitos pasados relacionados con la salud física y el nivel de bienestar de una persona en el presente.

"Descubrimos que los participantes con altas tasas de actividad al principio, pero bajos niveles de actividad unos 8 años después, tenían niveles equivalentes de aptitud física. Esto sugiere que quizás haya un 'efecto memoria' de actividades físicas pasadas que se reflejan en el actual índice de aptitud física", dice Nayor en un artículo sobre la investigación publicado por la Universidad de Boston y el Foro Económico Mundial.

  

La Importancia de las Actividades Físicas Ligeras 

Matthew Nayor señala que si bien la conclusión es que las actividades más intensas son mejores para el acondicionamiento físico, esto no significa que las actividades ligeras sean innecesarias.

"Nuestro estudio confirmó que la actividad ligera también mejora el estado físico. Y esto es especialmente importante para las personas mayores o para las personas que tienen condiciones médicas que les impiden realizar actividades más intensas", dice en el artículo.

Agrega que si su objetivo es mejorar su estado físico, resulta tres veces más efectivo hacer al menos un ejercicio más moderado o intenso que simplemente ser una persona que camina mucho, por ejemplo.

Contar los pasos que se dan durante el día no es tan efectivo como el ejercicio intenso, pero es mejor que no hacer nada.

 

Ejercicio Intenso

Los investigadores utilizaron definiciones establecidas en otros estudios como base para su trabajo reciente. Según esos parámetros, caminar entre 60 y 99 pasos por minuto es un ejercicio ligero, caminar entre 100 y 129 pasos por minuto es moderado y por encima de 130 pasos por minuto es intenso.

Sin embargo, en el artículo publicado por la Universidad de Boston, Nayor señala que es posible que la velocidad deba ser mayor en las personas más jóvenes.

La US Fitness Guide recomienda entre 2:30 horas y 5 horas de ejercicio moderado por semana y entre las 1:15 horas y 2:30 horas de ejercicio intenso en el mismo período.

 

Fuente:

Ejercicio y Estado Físico 

sábado, 2 de octubre de 2021

La Increíble Historia del "Rey perdido de Francia" cuyo ADN resolvió un misterio de 200 años

Redacción

BBC News Mundo

 

         Un grabado de Luis Carlos, hijo de Luis XVI de Francia y María Antonieta en la Torre del Temple.

 

Cuando el rey Luis XVI de Francia y su esposa la reina Maria Antonieta fueron decapitados en 1793 en el apogeo de la Revolución Francesa, no se imaginaban el destino que le deparaba a uno de sus descendientes.

Poco antes de ser guillotinada como su esposo, María Antonieta fue abruptamente separada de su hijo Luis Carlos, Delfín de Francia.

Para algunos, Luis Carlos era el heredero real, el último hijo varón que le quedaban a los desafortunados monarcas.

Fue así como el Delfín pasó a llamarse Luis XVII para algunos.

Pero la convulsionada Francia de finales del siglo XVIII era el último lugar donde un rey hubiese querido estar. La monarquía había sido abolida para dar paso oficialmente a una república en septiembre de 1792.

Eso invalidaba los planes de María Antonieta, quien pese a su desdicha ansiaba que su hijo gobernase el país algún día.

Pero para los revolucionarios, un posible heredero real significaba una amenaza que podía echar por la borda todos los planes de la revolución.

Así que el Delfín fue encerrado en la Torre del Temple, una fortaleza medieval que funcionó como prisión de la familia real en sus últimos días.

Se dice que Luis Carlos sufrió enormemente en la prisión, donde tenía poco o ningún contacto con otras personas.

También fue sometido a situaciones de crueldad indescriptibles.

Hubo rumores que decían que sus cuidadores lo obligaban a beber alcohol, decir obscenidades y cantar La Marsellesa.

Pero otros rumores, aun más inverosímiles, decían que alguien había logrado colarse en la prisión, pasar desapercibido por entre más de un centenar de guardias, cambiar al príncipe por otro niño, y escapar con Luis Carlos.

 

Mito y Ciencia  

Por más de 200 años, la vida y -especialmente- el final de Luis Carlos era todo un acertijo: ¿había muerto en realidad en una prisión parisina tal como anunciaron los revolucionarios en 1795? ¿O había escapado de su cárcel y burlado la muerte como algunos aseguraban?

Y si había logrado escapar, ¿era posible que la dinastía borbónica hubiese logrado sobrevivir? ¿Tendría Francia un Delfín desaparecido?

La historia del "rey perdido" de Francia se convirtió en todo un mito. Y en los años posteriores a la revolución, hubo más de uno que aseguraba ser el real Delfín, el mismísimo heredero de Luis XVI y María Antonieta en vida.

Por supuesto, era algo que no se podía corroborar fácilmente.

Así que científicos se dieron a la tarea de buscar el ADN de Luis Carlos y compararlo con el de algún familiar.

"El hecho de que esto podría darnos respuestas que hemos buscado por siglos fue de hecho un desafío para mí al que no podía decir que no", dice Jean-Jacques Cassiman, profesor de genética humana consultado por la BBC y quien estuvo a cargo de la investigación.

El estudio fue realizado por dos universidades: la Universidad de Lovaina de Bélgica y la Universidad de Muenster de Alemania.

Fue en el 2000 cuando Cassiman recibió las muestras de ADN para desentrañar de una vez por todas la historia real de Luis Carlos. Pero tuvieron que pasar varios años para llegar a una conclusión.


Un NiñoValiente

En 1789, Francia pasaba por momentos convulsos. La angustia económica conllevó a la convocatoria de los Estados Generales para hacer frente a la crisis.

La creación de una Asamblea Constituyente, a la cual la nobleza se negaba, marcó el inicio de la Revolución Francesa, uno de los períodos de Europa más estudiados en la historia.

Pero fue la toma de La Bastilla el 14 de julo de 1789 lo que cambió el panorama político de Europa para siempre. La caída de la fortaleza a manos de los revolucionarios marcaba simbólicamente la caída del antiguo régimen.

En el Palacio de Versalles, Luis XVI y María Antonieta tenían problemas adicionales. Su hijo Luis José, heredero al trono, había fallecido de tuberculosis a la edad de los siete años.

Eso convertía al pequeño Luis Carlos, de apenas cuatro años, en el Delfín de Francia.

 

Habría estado destinado a convertirse en rey de no haber sido porque una turba sacó a la familia real de las comodidades del palacio para trasladarla al Palacio de las Tullerías.

Los reyes ya no representaban a la monarquía absoluta sino que serían parte de la monarquía constitucional que se quería instaurar en el país.

"La multitud enojada tenía palos y picos y amenazaban a la reina de muerte. De hecho, Luis Carlos, su hijo menor, quien tenía cuatro años en aquel entonces, fue increíblemente valiente. Se asomó por la ventana y gritó: "perdonen a mi madre", relata Deborah Cary, autora de "The lost King of France" ("El Rey perdido de Francia").

Pero María Antonieta era el foco de la furia de la multitud. Era apenas una adolescente cuando llegó de Austria en los años setenta del siglo XVIII para casarse con Luis XVI.

"Su vida se convirtió en una especie de torbellino de diversión, bailes y fiestas. Y luego empezó a acumular más diamantes y más diamantes. Y se dedicó al juego", dice Cary.

"Tenía la ropa más fabulosa, y una peluquera parisina que podía hacer que su cabello tuviera un metro de altura. Quiero decir, fue bastante extravagante".

Mientras tantos, la gente ordinaria de Francia estaba literalmente muriéndose de hambre.

Cuando la familia real protagonizó un asombroso intento de fuga, no hizo más que empeorar el panorama.

 En 1792, el Rey fue oficialmente arrestado y él y su familia fueron hechos prisioneros en el Templo. Luis XVI fue guillotinado el 21 de enero de 1793.

María Antonieta corrió el mismo destino el 16 de octubre del mismo año.

Pero los revolucionarios no tocaron al pequeño Luis Carlos, quien tenía ocho años cuando su padre fue ejecutado y se convirtió en el potencial heredero.

Abandonado en una prisión, el Delfín hablaba y caminaba poco, tenía la barriga hinchada por la desnutrición y el cuerpo cubierto de llagas. Había dejado de ser el niño hermoso que alguna vez estuvo destinado a comandar a una nación.

Sus carceleros anunciaron su muerte el 8 de junio de 1795 cuando tenía 10 años. Su cuerpo fue enterrado en una fosa común en el cementerio de Sainte-Marguerite sin mayor ceremonia, lo que alimentó las teorías de que el cuerpo que se encontraba allí no correspondía al del verdadero Delfín.

 

Los Múltiples Delfines  

Pero no todo el cuerpo de Luis Carlos fue directo a la tumba. Durante la autopsia, el médico se quedó con su corazón con el propósito de hacérselo llegar a los miembros de la dinastía borbónica que aún quedaban.

El corazón fue conservado en alcohol por varios años. Y después de muchas idas y venidas y algunos robos, fue depositado en una urna de cristal y puesto en la basílica de los Reyes de Francia.

Mientras tanto, el misterio del Delfín desaparecido era todo furor que inspiraba las historias más inverosímiles.

ncluso el escritor Mark Twain se basó en la historia para su famosa novela "Las aventuras de Huckleberry Finn", donde uno de los personajes se presenta como el "rey perdido de Francia".

Con la Restauración Borbónica en 1814, hubo más de un centenar de personas que aseguraban ser el heredero real de la dinastía.

No todos ellos provenían de Francia. Ya que la revolución sacudió toda Europa y los rumores se expandieron por todo el mundo, hubo falsos pretendientes que provenían de países como Inglaterra e Italia y de algunos de lugares tan lejanos como Estados Unidos.

El más famoso fue Karl Wilhelm Naundorff, un relojero prusiano que logró convencer a aquellos que conocieron al verdadero Luis Carlos en vida de que él era el auténtico Delfín.

Los falsos delfines le escribían incluso cartas a María Teresa de Francia, Duquesa Consorte de Angulema y hermana de Luis Carlos. Fue, entre todos los descendientes de Luis XVI y María Antonieta, la única que sobrevivió y llegó a edad adulta.

Ninguno de los supuestos delfines logró comprobar la veracidad de sus historias. Y el misterio de Luis Carlos quedó en el olvido con el paso del tiempo.

 

El Corazón Perdido 

Fue el doctor Philippe-Jean Pelletan quien le extrajo el corazón a Luis Carlos durante la autopsia al momento de su muerte. Lo conservó en su casa e intentó años después regresárselo a los miembros de la dinastía borbónica.

El corazón fue secándose con el paso del tiempo. Además, fue robado y pasado de mano en mano en múltiples ocasiones por los siguientes dos siglos hasta que terminó en la Basílica de Saint-Denis en París.

En el 2000, los científicos se dispusieron a desentrañar todo el entuerto histórico.

Los científicos belgas utilizaron técnicas modernas para obtener el material genético. La idea era realizar pruebas en un trozo del corazón y comparar el ADN con el de María Antonieta.

Pero era más fácil decirlo que hacerlo.

"Allí no hay emociones porque de lo contrario cometerás errores. Trabajamos en una campana especial, una donde había flujo de aire para evitar la contaminación con otro ADN", explica Cassiman.

"Tuvimos que cortar el corazón con una pequeña sierra. Dos piezas, una para nosotros y otra para el colega alemán".

Luego vino un desafío aún más complicado, encontrar el ADN de María Antonieta.

El gran avance se produjo cuando los investigadores encontraron un collar que fue propiedad de la madre de María Antonieta, María Teresa I de Austria, una emperatriz que había tenido 16 hijos.

La emperatriz había guardado una especie de cadena como recuerdo de sus hijos.

En esa cadena había 16 pequeños medallones. Cada uno representaba a un niño y cada uno contenía un cabello de ese niño, incluido uno de María Antonieta.

Fue un hallazgo fantástico para los científicos.

Pero el profesor Cassiman quería más pruebas.

"Entonces buscamos a un descendiente que aún estuviera vivo y calificado. Y encontramos a la anterior reina de Rumania que todavía estaba viva", dice el científico.

Cassiman y el equipo analizaron su muestra de ADN y el de su hermano, quien también era descendiente en línea directa de la madre de María Antonieta.

Los resultados fueron concluyentes. El ADN del corazón del niño guardado en la cripta real francesa coincidía con el ADN de la antigua reina de Francia, lo que demostraba que el hijo de Luis XVI y María Antonieta sí murió en prisión.

Por ello, el ministerio de Cultura francés dio permiso para el entierro simbólico de Luis Carlos en la Basílica de Saint-Denis en 2004, poniendo punto final a la trágica historia del Delfín que nunca pudo gobernar.

 

Fuente:

Luis XVII

 

 

James Bond: cómo son realmente los Servicios Secretos Británicos

Por Frank Gardner

BBC News

 

Finalmente. Después de varias postergaciones provocadas por la pandemia y un repentino cambio de director, la esperada y más reciente película de James Bond llega a las pantallas. "Sin tiempo para morir" es la 25ta. producción de una película de Bond y la despedida de Daniel Craig como intérprete del galante espía.

Pero, ¿qué tanto se relaciona esa fantasía de Bond a lo que realmente sucede en la verdadera MI6, la agencia de espionaje exterior de Reino Unido, propiamente conocida como el Servicio Secreto de Inteligencia (SIS, por sus siglas en inglés)? Y, quizá más importante, ¿cuán relevante puede ser una agencia de espionaje en esta edad digital?

"Creo que la mayor diferencia", cuenta Sam (no es su nombre verdadero), "es que somos más colaboradoras que las personas en Bond. Muy raramente, si alguna vez, saldría a hacer algo sola, sin apoyo. Se trata de trabajo en equipo... siempre te rodea un equipo de seguridad".

Sam es una agente profesional de MI6 con una trayectoria en antiterrorismo, una de varios agentes de inteligencia en funciones a quienes les solicité reunirnos para una entrevista en anticipación del estreno de la película de Bond.

Bueno, entonces si no son Bond, ¿qué es exactamente lo que los verdaderos agentes de MI6 hacen, ya sea desde su base en la oficina central al lado del Támesis, en Londres, o en el exterior "en el campo de acción"?

"Hay una gran variedad de cargos que puedes asumir", dice Tara, que tampoco se llama así. "Está el manejo de agentes y reclutamiento, necesitamos expertos técnicos, tenemos equipos de comunicación, en el frente es más fuera de lo normal. Nunca hay nadie a solas. Se parece muy poco a la realidad de trabajar para SIS. Así que pienso que si alguien quisiera hacer eso se darían cuenta muy pronto durante el proceso de solicitud que esto no es para ellos".

¿Armados? ¿Los agentes de MI6 portan armas de fuego? La respuesta oficial es: "No lo podemos confirmar ni negar".

Pero otro agente de MI6 me contó: "La idea de un tipo entrando a golpes por todas partes del mundo acribillando gente es un absoluto anatema para nosotros. Alguien así ni siquiera lo dejaríamos entrar por la puerta".

Pero, si hacemos una pausa para considerar algunos de los sitios más peligrosos del mundo donde es más probable que los agentes de inteligencia británica operan, es difícil imaginar que si ellos mismos no andan armados, alguien muy cerca a ellos estará listo con todo el armamento y pendiente de ellos.

Estrictamente hablando, los empleados de MI6 no son agentes. Son funcionarios de inteligencia que, en la línea de combate, tratan de persuadir a los verdaderos agentes -los que podrían ser individuos bien ubicados, por ejemplo, dentro de una célula de plan de ataque de al Qaeda o un centro de investigación nuclear de un estado enemigo- a que roben secretos vitales para el Gobierno de Su Majestad.

Son los agentes los que toman los mayores riesgos todos los días, y es claro que MI6 hace grandes esfuerzos por proteger sus identidades y sus familias.

Así que, ¿qué tanto se acerca un supervisor de agentes al verdadero agente?, pregunto. ¿Pueden alguna vez entablar amistad?

"Hay una dependencia mutua", dice Tom, otro funcionario en servicio. "Eres responsable de la vida de otro, así que hablas de cosas que tal vez no quiera escuchar, podrías tener conversaciones difíciles, pero se trata de su seguridad".

"Las personas ponen sus vidas en riesgo para trabajar con nosotros", añade Tara. "Algunas no son tan arriesgadas. Pero hay una categoría de personas con las que tenemos el privilegio de trabajar que, si las descubren trabajando con nosotros, estarían en grave peligro. Podrían perder la vida, y eso lo tomamos muy en serio desde el primer momento en que interactuamos con esa persona". 

Mucho ha sucedido en el mundo real del espionaje en los pasados seis años desde la última película de Bond, "Spectre", en 2015. El autodenominado califato de Estado Islámico llegó y se fue, el acuerdo para contener las ambiciones nucleares de Irán está prácticamente deshecho y China está insinuando "recuperar" a Taiwán. Hay mucho para mantener ocupado a MI6.

Pero en una época en que casi toda acción que tomemos deja un huella digital, ¿todavía hay un lugar para un servicio de inteligencia humano a la antigua, con la larga tradición del arte de persuasión para que gente ayude a robar los secretos de otros?

"Si miras de un extremo a otro el ciclo de vida de la información que está siendo analizada", explica Emma (una vez más no es su nombre) una alta funcionaria técnica interna, "hay personas involucradas en cada paso del proceso. Y esas son las relaciones que estamos cultivando. Por supuesto que estamos tratando de aprovechar todas esas tecnología para apoyar a nuestros empleados de inteligencia en el campo".

Entonces, ¿hay un taller lleno de artilugios en lo profundo de la oficina central de MI6 en Londres? Aparentemente, sí.

"Es muy diferente a lo que vemos en la películas", afirma Emma. "Tengo un equipo de ingenieros mucho más numeroso trabajando para mí y entregando nuevas capacidades. Y, contrario a las películas, no todos usamos batas blancas y ni nos vemos ni hablamos como bichos informáticos. Pero, en cuanto a dispositivos, trabajamos muy de cerca con los funcionarios de inteligencia para saber qué necesitan".

Han pasado casi 60 años desde la primera película de James Bond, "Dr. No", en 1962, y otros diez antes de eso cuando el autor Ian Fleming creó el personaje ficticio después de trabajar para la inteligencia naval.

Desde entonces, el carácter del espionaje ha cambiado hasta el punto de ser irreconocible.

Actualmente, hay funcionarios en las altas esferas de MI6 que iniciaron sus carreras antes de que existieran los teléfonos móviles o internet, sin hablar de las redes sociales. Los archivos se guardaban en gabinetes de acero dentro de cajas fuertes. Todavía no se usaban los datos biométricos y, oficialmente, MI6 ni siquiera existía antes de 1994.

En ese entonces, era relativamente fácil introducir un agente de inteligencia encubierto a través de una frontera en un lugar hostil asumiendo una identidad falsa y algunas veces, literalmente, colocándose una barba falsa y unos anteojos. 

Es más difícil hoy en día -aunque no imposible. Como muestra está el equipo del Directorio Principal del Alto Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, GRU, que viajó sin contratiempo a Salisbury, Inglaterra, en 2018 para, según la policía metropolitana de Londres, tratar de asesinar a un exagente de la KGB, Sergei Skripal.

Hoy, la revolución digital, con todos sus datos biométricos, reconocimiento del iris, IA, cibernética, criptografía y computarización cuántica, ha hecho imprescindible la tecnología en el espionaje.

Pero la inteligencia humana siempre será indispensable, expresa Sir Alex Younger, que fue jefe de MI6 durante seis años hasta 2020. Su contraparte ficticia de la pantalla, M, interpretado por Ralph Fiennes en "Sin tiempo para morir", advierte proféticamente que, "el mundo se está armando más rápido de lo que podemos responder".

Eso es algo que claramente mantiene a las mujeres y los hombres de carne y hueso en MI6 presentándose en el trabajo.

 

Fuente:

Espionaje