Si usted no les explica, otros lo harán… antes de lo que usted cree.
Por la Dra Joyce Brothers
Una atractiva maestra universitaria, de 30 y tantos años y divorciada, se había hecho el propósito, cuando se casó, de esperar un tiempo antes de tener hijos. Pero no tardó en quedar embarazada. Seis meses después del nacimiento del primer hijo volvió a embarazarse, y renunció a su empleo. Concibió por tercera vez, y entonces le dijo a su esposo: “¡Basta de relaciones sexuales!” Él a su vez, le dijo adiós.
–Por mi ignorancia en lo relativo a la sexualidad, se arruinó mi vida –me confió ella–. No quiero que mis hijos terminen como yo, solos y pasando estrecheces para criar a su familia.
–¿Ha hablado ustedes con ellos sobre sexualidad? –le pregunté.
–No –respondió–. Son muy pequeños. Además, no me siento preparada para hacerlo.
Ciertamente, es un tópico que puede intimidar. Con frecuencia, a los padres de familia les resulta embarazoso conversar sobre la sexualidad con sus hijos. A veces consideran que no conocen bien el asunto, o creen que los chicos ya lo saben todo. Otros temen “llenarles de ideas la cabeza”. Como me dijo una madre: “Si les explico de qué se trata, querrán probarlo”.
En realidad ocurre lo contrario. Algunos estudiosos muestran que los padres pueden retrasar el momento en que sus hijos se involucren en actividades sexuales dándoles información sobre el tema, pues al hacerlos elimina una fuerte motivación: la curiosidad. El conocimiento les proporciona también una visión realista de los riesgos y las responsabilidades.
Recuerde que, si usted no conversa sobre la sexualidad con ellos, otros lo harán. Ciertas encuestas han mostrado que la mayoría de los menores varones reciben de otros muchachos las primeras noticias al respecto.
Puedo garantizarle que usted está mejor informado que los compañeros de juegos de sus hijos. Por lo tanto, le aconsejo que preste especial atención a la educación sexual de su familia. A continuación encontrará seis recomendaciones sobre la manera de abordar la cuestión.
1. Enseñe con el Ejemplo. Los niños aprenden cosas sobre la sexualidad y la moral observando las actitudes y el comportamiento de sus padres. El ejemplo de una relación cariñosa y solícita es el mensaje más poderoso sobre la sexualidad que podemos transmitirles. Es importante que los padres estén conscientes de que, en su condición de modelos para sus hijos, no sólo importa lo que dicen, sino más aun lo que hacen.
2. Pinte un Panorama Optimista. Hemos exagerado con las historias de terror que les contamos a los niños. Es verdad que existe una conexión entre la sexualidad y las enfermedades venéreas, el SIDA, las adolescentes embarazadas, las violaciones, la pornografía y el abuso sexual de menores. Y, por supuesto, debemos advertir a nuestros hijos de estos peligros. Pero a veces olvidamos que el sexo, bien llevado, es algo bueno y maravilloso.
No hay razón para alarmarse ante las preguntas de los pequeños. No debemos gritarles ni decirles que son “malos” si vemos que se tocan, por ejemplo. La masturbación no los volverá locos. En cambio, el sentimiento de culpa o de vergüenza puede afectarles de manera negativa.
Se supone que la sexualidad es una forma de expresar amor. También, que es una fuente de placer. Debemos hablarles a nuestros hijos acerca del gozo y la plenitud que conlleva el deseo de tener relaciones sexuales con la persona amada, aquella con la que estamos comprometidos para toda la vida.
3. Comience la Educación de los Niños en Edades Tempranas. Muchas personas creen que la educación sexual consiste en llevar aparte a un adolescente para “decirle la verdad”. Esta es precisamente la forma errónea de manejar el asunto. La gran revelación puede resultar embarazosa y desagradable, y no suele satisfacer las necesidades de los chicos. La educación sexual debe ser un flujo continuo de información, iniciado desde la infancia temprana.
El mejor momento para comenzar es entre los tres y los cinco años de edad. Déjese guiar por la curiosidad natural de sus hijos. Trate el descubrimiento de sus genitales de la misma manera que el de los dedos de los pies y de las manos, y utilice términos adecuados.
Si habla de estas cosas con sus hijos cuando aún son más pequeños, le resultará más fácil tratar el tema de las relaciones sexuales cuando lleguen a los 15 o los 18 años. De ese modo, usted habrá preparado el terreno para que no haya vergüenza, y sus hijos habrán aprendido a acudir a usted para resolver sus dudas.
Los chiquillos necesitan sentirse en libertad de hablar con sus padres acerca de la sexualidad mucho antes de la adolescencia, porque son seres sexuales antes de llegar a esa etapa.
Un joven padre se quedó desconcertado cuando su hijo de ocho años de repente decidió que ya no se bañaría con él. En cuanto salía de la ducha, se apresuraba a ajustarse una toalla a la cintura.
Un día en el que ambos estaban recogiendo naranjas, el niño empezó a rechazar las más pequeñas con expresión de desdén:
–Demasiado chicas; no sirven –decía.
El padre comprendió que al chico le preocupaba el tamaño de su pene y de sus testículos. Entonces juntó su mano con la de su hijo, y le habló así:
–Mira, mi mano es mucho más grande que la tuya. Pero yo ya dejé de crecer. Incluso antes de que tú termines de hacerlo, tu mano quizás sea más grande que la mía. Todo tu cuerpo podría ser mayor que el mío.
–¿De verdad? –preguntó el niño sonriendo.
El padre asintió y continuó:
–Pero no importa cuánto crezcas; yo siempre pensaré que mi tamaño está bien para mí. El de todo mi cuerpo. Y tu tamaño estará bien para ti.
4. Tranquilícese. Usted ha conversado con sus hijos sobre infinidad de cuestiones en las que no es ningún experto, y no le ha preocupado la profundidad de sus conocimientos. La actitud es lo que cuenta. Mantenga la disposición a discutir cualquier tema con sus hijos.
Un embarazo en la familia puede ser motivo para que un chiquillo haga preguntas hasta conseguir que se le explique todo lo relacionado con la existencia y el nacimiento de un bebé. Si un pequeño de cuatro años pregunta por qué una recién nacida no tiene “pipí”, usted puede explicarle que las vías urinarias de las niñas están en el interior de su cuerpo, mientras que las de los niños se encuentran en el pene. Señale también que las diferencias no son defectos y que ninguna de las dos formas es mejor o peor que la otra.
5. Tome en Serio los Sentimientos de sus Hijos. Las inquietudes y los temores de estos pueden parecerles irracionales, e incluso tontos, pero para ellos son reales y no hay que menospreciarlos. Si usted ridiculiza las preguntas que le hacen diciendo, por ejemplo: “Eso sólo pueden saber los chicos mayores”, entonces estará cortando la comunicación.
Entre los seis y los 12 años de edad, alrededor del 90 por ciento de los niños entablan una estrecha relación con alguien del sexo opuesto. Este “amor infantil” no es sexual, pero constituye una práctica para el enamoramiento en épocas posteriores. Y si usted no lo toma en serio, el chico desconfiará de sus consejos en el futuro, cuando sea muy importante que los escuche.
Cuando un hijo suyo llega de la escuela con un dibujo, usted lo elogia y lo pega en la puerta del refrigerador. Muestre por las amistades del niño o de la niña la misma consideración que concede a sus obras de arte.
6. Sea Chapado a la Antigua. Muchos padres vacilan en conversar con sus hijos sobre la sexualidad porque piensan que sus ideas son anticuadas. Y hay matrimonios que permiten que sus hijos tengan relaciones sexuales en casa porque consideran que es mejor que lo hagan ahí que en algún otro lado. Eso es absurdo. Los chicos que conocen los límites fijados por sus padres acaban haciendo suyos esos límites, aunque aparenten que los rechazan, mientras que los jóvenes que suelen meterse en líos son aquellos que no conocieron ninguna limitación.
Y aun quienes superan indemnes los años de la adolescencia pueden encontrarse con que su ignorancia en torno a la sexualidad estropea su felicidad conyugal, como le ocurrió a la maestra universitaria.
Siempre señalo que tener relaciones sexuales demasiado pronto resulta igualmente perjudicial para los chicos que para las chicas. Si un muchacho las tiene antes de completar su maduración, después tiende a explotar a las muchachas, a utilizarlas para obtener placer y “anotarse una conquista más”. Cuando crecen y se casan, a muchos de esos jóvenes les resulta difícil unir las ideas de sexualidad y amor.
Aún hay personas que creen, pese a todas las pruebas en contra, que la ignorancia sobre la sexualidad no puede dañar a los niños y por ese motivo no tratan el tema con ellos.
El conocimiento de que la experiencia sexual imprudente encierra peligros para la felicidad y la salud, e incluso para la vida, puede disuadir a los jóvenes de tener relaciones sexuales prematuras. Y también el convencimiento de que esperar el momento adecuado y a la persona idónea puede hacer de la intimidad sexual uno de los placeres más grandes y duraderos de la vida.
Revista Selecciones del Reader’s Digest, Tomo CV, Número 627, Año 53, Febrero de 1993, págs. 27-30, Reader’s Digest Latinoamérica, S.A., Coral Gables, Florida, Estados Unido
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No ponga datos personales porque Internet no es tan confiable y por seguridad tendremos que borrarlos. No conteste en temas muy viejos salvo en los de las colecciones y en los más recientes.