martes, 7 de octubre de 2025

Edmond Locard, detective sin par

 


 

El Sherlock Holmes francés que puso la ciencia al servicio de la justicia y llegó así  a ser uno de los padres de la moderna criminología 


Por François Corre


CIERTO DÍA del año 1915, un sacerdote se presentó en la Sección de Criptología del Ministerio de la Guerra francés, en París, a ofrecer una clave ideada por él. Tenía gran afición a la literatura, explicó, y la criptografía era su pasatiempo predilecto. Había trabajado durante cuatro años en la elaboración de su clave y creía que ningún especialista en la materia podría descifrarla. Informó al funcionario encargado de la sección que había cifrado un texto famoso de la literatura francesa y que se lo dejaba hasta el día siguiente, para que los especialistas juzgaran el trabajo.

Un teniente de reserva, de 38 años de edad, aceptó inmediatamente la prueba que se lo proponía. Su experiencia le permitió ver en seguida que aquella cifra parecía ser realmente impenetrable y, por tanto, decidió enfocar el problema de otro modo: “¿Qué famoso texto   que hubiera elegido el sacerdote?” se preguntó. Sin duda sería un pasaje que fuera muy familiar para él. Muy probablemente una de las fábulas de La Fontaine. Les deux Pigeons (Los dos pichones) podía muy bien ser una obra predilecta de aquel hombre y su extensión era poco más o menos la misma que la del texto cifrado.
El teniente corrió a la ventana.
El sacerdote bajaba los escalones de la entrada del edificio cuando lo llamó:
—¡Un momento, padre! —¡Deux pigeons s’aimaient d’amour tendre! (Dos pichones se amaban tiernamente).
Durante un momento, el sacerdote quedó estupefacto y luego se sentó pesadamente en el segundo escalón, totalmente abatido.

Hombre universal

El funcionario que había resuelto el enigma con tan asombrosa rapidez era el Dr. Edmond Locard, director del Laboratorio Científico de la Policía de Lyon y uno de los padres de la moderna criminología.  Era un hombre universal, que no sólo tenía interés, por la investigación de los delitos, sino también por la grafología, la música, el arte, la filatelia, las matemáticas, la botánica y, sobre todo, la gente.

Innumerables veces, valiéndose de sus vastos y variados conocimientos, había sorprendido y descubierto a algún criminal.
Una vez, habiéndose encontrado en Mont d’Or, montañas situadas no lejos de Lyon, el cadáver de un ingeniero asesinado, Locard fue a examinar el lugar del crimen. No había huellas digitales en el arma usada por el asesino, ni, al parecer, se halló la más ligera pista cerca del cadáver. Al día siguiente, cuando iba a su oficina en el Palacio de Justicia, Locard pasó por la habitación donde se hallaban reunidos los vagabundos arrestados la noche anterior. De pronto, se detuvo. Había observado en la manga de uno de ellos una espora minúscula de una rara especie de diente de león, especie que creía, según había visto, cerca del cadáver del hombre asesinado. Además, en la chaqueta del vagabundo aparecía una mancha oscura. Analizada esta última por encargo de Locard, resultó ser sangre del mismo tipo que la de la víctima. Al interrogarlo, el vagabundo no pudo resistir y confesó su crimen.

Antes que el profesor Locard profesase la criminología, nada en su vida indicaba que llegaría a ser uno de los más eminentes especialistas en esta ciencia. 
Nació Locard en Saint-Chamond (Loira) en 1877, en el seno de una familia rica y culta.
Hasta los 33 años de edad no ejerció ninguna profesión. Su padre le aconsejó que estudiara medicina y él se hizo médico. Por otra parte, su madre sostenía que nadie podía ser un auténtico hombre de mundo sin educación legal, de forma que Locard se graduó también en leyes. Leía mucho y sus lecturas comprendían gran variedad de asuntos. 
Llegó a hablar bien cinco idiomas extranjeros y aprendió a leer once, entre ellos el hebreo y el sánscrito.

Como Locard gustaba de contar después con frecuencia, fue un aguacero tormentoso lo que decidió el curso de su vida. Paseaba un día por Lyon con el Dr. Jean Alexandre Lacassagne, uno de sus profesores en la facultad de medicina y famoso perito en medicina legal, cuando un súbito aguacero les obligó a los dos a guarecerse en un portal. Lacassagne, que detestaba perder el tiempo, sacó de su cartera una revista argentina de criminología y pidió a Locard que le tradujera un artículo que trataba de los criminales consuetudinarios. A Locard le pareció tan interesante el asunto, que en ese mismo momento decidió cuál había de ser la tarea de toda su vida.

Comenzó a devorar decenas de obras de criminología y buscó relacionarse con los más distinguidos especialistas conocidos entonces. 
Viajó a Alemania, Bélgica, Holanda y Gran Bretaña para estudiar nuevos métodos, y pronto comenzó a dar conferencias sobre esta novísima ciencia, la criminología, en sociedades y en agrupaciones cívicas.
Finalmente, a fin de utilizar de modo práctico sus vastos conocimientos, fue a ver a Henri Cacaud, jefe de la policía regional de Lyon. En ninguna parte del mundo, le dijo Locard, se perseguía e identificaba a los criminales como se debía hacer.
Cierto que en varios países había peritos y cada uno de ellos lograba excelentes resultados en su propio campo, pero en ninguna parte existía un equipo permanente de científicos y técnicos dedicados a emplear todos los recursos de la ciencia para descubrir a los malhechores.
Si Cacaud estaba dispuesto a ayudarle, él, Locard, establecería en Lyon el primer laboratorio criminológico del mundo.

Obra de un precursor

Locard se mostró persuasivo, y Cacaud accedió a permitirle que intentara la realización de su proyecto. El jefe puso a su disposición dos desvanes del Palacio de Justicia y le asignó como ayudantes a dos agentes.
El 10 de enero de 1910 comenzó a funcionar el Laboratorio Científico de Policía. Desde el principio Locard estableció una estricta regla, que ha llegado a ser un principio de la investigación policíaca: Hasta que no lleguen los especialistas del laboratorio, no se debe tocar nada en el lugar del crimen.
Locard explicaba con frecuencia: “Es imposible que alguien ejecute algún acto, especialmente con la intensidad propia de un acto criminal, sin dejar huella o rastro en el lugar del crimen”.

Descubriendo y analizando estas huellas o rastros, Locard habría de resolver un número de misterios increíblemente grande.

Por supuesto, las huellas más valiosas son las que deja el cuerpo del criminal, sobre todo sus huellas digitales. Peo en 1910, pocos eran los funcionarios de la policía que creía en la dactiloscopia (o sea el examen de tales huellas). Locard utilizó este método, en forma impresionante, en uno de sus primeros casos.
En el lugar de un robo, en la calle Ravat, en Lyon, descubrió huellas digitales en un vaso azul.
La policía arrestó después a un sospechoso cuyas huellas digitales eran idénticas a las encontradas en el vaso, pero el hombre tenía una coartada perfecta y testigos que lo respaldaban. Hasta entonces, los tribunales habían dado más valor a los testimonios que a las huellas digitales. Esta vez, la formidable precisión de Locard convenció a los jueces. Por primera vez en Europa un hombre era enviado  a prisión no habiendo más pruebas de su delito que huellas digitales. La moderna policía había logrado una victoria decisiva.

Sin embargo, con mucha frecuencia las huellas digitales encontradas en el lugar del crimen son imperfectas o se hallan medio borradas y, por tanto, no sirven para identificación por los procedimientos ordinarios. Locard estudió la distribución de los poros en la superficie palmar de los dedos de la mano y comprobó que formaban figuras características, identificables incluso en el fragmento más diminuto de una huella dactilar.  Esta nueva técnica, a la que él denominó “poroscopia”, le permitió resolver uno de sus casos más divertidos.

Una noche Locard fue a un salón de baile frecuentado por el hampa de Lyon. Allí se topó con un ladrón bien conocido, apodado “Bébert”, quien comenzó a burlarse de los métodos “científicos” de Locard y se jactó de que podía cometer un robo sin dejar la huella más leve.
Pocos días después, una casa, no lejos de la residencia de Locard, recibió la “visita” de un extraño ladrón que vació en el suelo el contenido de todos los cajones, pero sólo se llevó un anillo. 

Locard, sospechando que Bébert estaba cumpliendo el reto que le había lanzado, redobló sus esfuerzos, pero no pudo encontrar nada. Por fin, al cabo de varios días, descubrió en el alféizar de una ventana una bolita de sebo endurecido, poco mayor que la cabeza de un alfiler, en la que había un fragmento de huella digital. Examinada al microscopio, la figura característica formada por los poros resultó idéntica a la que aparecía guardada en el archivo de la policía. El ladrón había cometido el error de quitarse los guantes para encender una vela, le cayó cera en el índice de la mano izquierda, la cera se le desprendió y cayó en la base de la ventana. Locard le puso a Bébert la prueba ante los ojos, y el ladrón, estupefacto, reconoció que Locard había sido más listo que él.

Siguiendo el rastro

Locard logró algunos de sus éxitos más sensacionales como perito en grafología. Dedicó un largo tratado a cierta categoría especial de falsificación: la que se ejecuta cuando una persona guía, a veces por la fuerza, la mano de otra, por lo general la de una persona enferma o moribunda, lo que suele a hacer con el fin de lograr de este modo una herencia.
Locard intervino como investigador en docenas de casos. En uno de ellos, una mujer murió súbitamente seis meses después de casarse, habiendo nombrado como heredero universal a su esposo. La policía se enteró de que, si bien la hacienda propia de la difunta era modesta, pocos días antes de su muerte había recibido, de una amiga íntima suya, una gran herencia. El testamento de la amiga estaba trazado con letra clara y mano firme, pero el de su heredera aparecía escrito con débiles y vacilantes garrapatos.

Un minucioso examen del testamento de la amiga permitió a Locard descubrir que era una falsificación: se habían recortado las palabras de varios documentos manuscritos, las habían pegado en el debido orden, las fotografiaron y, por último, las litografiaron en papel legal. Luego, cuando examinaba con luz ultravioleta el testamento de la difunta esposa, Locard observó unos rasgos casi imperceptibles (letras al parecer) en una esquina de la hoja. 
Con un tratamiento químico, pudo descifrar aquellos rasgos, que formaban estas palabras: “Fui asesinada por mi esposo”.

A la vista de esta prueba, el acusado confesó que había falsificado el primer testamento con palabras recortadas de cartas recibidas por su esposa de la amiga de esta y luego había forzado a su mujer, que estaba ya enferma, a hacer testamento en su favor, para lo cual le había guiado la mano. Sin saberlo él, la difunta había usado una horquilla para poner en el documento una desesperada denuncia final.

La imaginación y la brillante capacidad analítica de Locard hicieron de él un perito en criptografía.
En agosto de 1914, en vísperas de la batalla del Marne, Locard formaba parte del equipo que logró descifrar una clave vital del Ejército alemán. Todos los días, en la torre Eiffel, el servicio francés de información secreta interceptaba las emisiones que intercambiaban el cuartel general alemán, en Coblenza (Renania), y las tropas alemanas que estaban en el frente.
A pesar de todos sus esfuerzos los especialistas franceses no lograban descifrar los despachos. Pero, un día captaron una emisión sin cifrar que los alemanes enviaban del frente a Coblenza: “Was ist Circourt?” (¿Qué es Circourt?) Evidentemente, el cuerpo militar que preguntaba esto había recibido antes orden de Coblenza de dirigirse a la aldea de Circourt, en los Vosgos, y no la había entendido. Locard, que tenía un juego completo de los mapas militares alemanes, vio que esta aldea de Circourt estaba identificada en estos como Xivry-C.

Media hora después, Coblenza envió la respuesta en clave. Los criptógrafos franceses comprendían que esta comunicación tenía que incluir las palabras Xivry-C. Basándose en esto y trabajando activamente por espacio de varias horas, fueron capaces de descifrar la clave usada por los alemanes en el frente occidental.
Hasta 1921, tres años después del armisticio, no se enteraron los alemanes de esta hazaña que quizá cambió decisivamente el curso de la guerra.

Sin dinero, pero sin par

El interés de Locard no quedaba limitado, en modo alguno, a la investigación policíaca. Como musicógrafo, pocos le superaban, y durante la mayor parte de su vida escribió una sección acerca de la música en un periódico de su ciudad. En 1917, asistiendo a una representación de Carmen en el teatro de la Metropolitan Opera de Nueva York, le susurró a su vecino, Justin Godard, subsecretario del Ministerio de Sanidad pública francés: 
―Juraría que el oboísta es de Lyon.
Godard se quedó mirando a Locard, boquiabierto.
―No es posible que usted sepa eso ―replicó.
En el entreacto fueron los dos a ver al oboísta, quien les dijo que había nacido en un suburbio de Lyon.
―¿Cómo es posible que usted lo supiera? ―le preguntó Godard a su amigo.
Locard le explicó que en la forma de tocar del oboísta había reconocido la sonoridad y la técnica respiratoria características de los que habían aprendido a tocar instrumentos de viento en el conservatorio de Lyon.

Lyon sentía tanto afecto por Locard como este por su ciudad. Durante años, uno de los más populares programas de la radio de Lyon fue una charla semanal de ocho minutos improvisada por Locard. La asombrosa variedad de sus conocimientos y su aptitud para improvisar le permitían tratar innumerables asuntos, tanto del judo como de Berlioz, lo mismo de sellos de correo raros como de setas. Un minuto antes de que terminara su tiempo, su secretaria le hacía una señal desde la cabina de control, y él siempre se las arreglaba para terminar con una notable anécdota o con un detalle de ingenio que concluía exactamente al segundo.

Locard empleaba gran parte de su tiempo libre en dar caminatas por el campo, buscando plantas raras. Pero en días de trabajo llegaba a su oficina a las 7 de la mañana y a veces permanecía en ella hasta bien entrada la noche. Además de ejercer su profesión y desempeñar muchas actividades cívicas, se dio tiempo para escribir unos 30 libros, entre ellos, un Tratado de Criminología, en siete volúmenes, que todavía sigue siendo el texto clásico para la policía científica de todo el mundo.

Al morir, el 4 de mayo de 1966, el Dr. Edmond Locard, poseedor de 22 condecoraciones francesas y extranjeras, criminólogo científico, autor y promotor cívico, casi no tenía dinero. Sus varios trabajos de investigación le costaron casi toda la fortuna que había heredado de su familia, y para pagarse sus gastos en los últimos años de su vida tuvo que vender, uno tras otro, los valiosos sellos de correo de su gran colección. Se había negado siempre, durante su larga carrera, a convertirse en funcionario, prefiriendo trabajar por contrato, y rechazó una pensión para así conservar plenamente su independencia personal.
Para mantener un cuerpo competente de especialistas, incrementaba él, a su propia costa, los bajos sueldos que el gobierno pagaba a sus ayudantes. Cuando a los cuerpos municipales de policía criminológica se les integró en un solo cuerpo nacional, en 1942, llegaron funcionarios al laboratorio de Lyon para hacer el inventario de todo el equipo que pasaba a pertenecer al Estado y fue bien poco lo que allí encontraron: dos sillas con asiento de esparto y un mechero Bunsen.
Locard, deseoso de mantener su autonomía en el mayor grado posible, había comprado con su propio dinero todo lo demás.

En la actualidad el laboratorio fundado por él sigue funcionado activamente. Ahora hay cientos de laboratorios semejantes esparcidos por todo el mundo, y los revolucionarios procedimientos ideados en un desván del Palacio de Justicia de Lyon, han llegado a ser parte del trabajo corriente en la investigación policíaca. Locard puso a la ciencia al servicio de la justicia y al mismo tiempo ganó en su especialidad fama mundial.
Pero fue más que un perito en criminología. Como ha dicho el novelista Alexandre Arnoux: 
“Era hombre de singular personalidad, el hombre de más diversas actividades y el más completo que la Providencia nos haya puesto en el camino”.
 

Condensado de “The Criminologist” (Noviembre 1968) © 1968 por The Forensic Publishing Company


Revista Selecciones del Reader’s Digest, Tomo LIX, N° 352, Marzo de 1970, págs. 92-98, Reader’s Digest México, S.A. de C.V., México, México

 

Notas

El retrato de Locard aparece en la página como se ve, y la foto es mía. No hubo modo de ponerla de otra forma.

La negrita sobre la regla de Locard de no tocar nada en la escena del crimen es de mi parte. 

Guarecerse.- Refugiarse en alguna parte para librarse de un daño o peligro, o de las inclemencias del tiempo.
Sinónimos: refugiarse, cobijarse, resguardarse, ampararse, acogerse, albergarse, protegerse, etc.

Coartada.-  
1. Argumento de inculpabilidad de un reo por hallarse en el momento del crimen en otro lugar.
Sinónimo: defensa.

2. Pretexto, disculpa.
Sinónimos: disculpa, estratagema, excusa, justificación, pretexto, subterfugio.

Garrapato.- Rasgo caprichoso e irregular hecho con la pluma.
Sinónimos: garabato, pintarrajo, borrón, chafarrinada, chafarrinón.

2.Letras o rasgos mal trazados con la pluma.

Litografía.-
1.Arte de dibujar o grabar en piedra preparada al efecto, para reproducir, mediante impresión, lo dibujado o grabado.
2. Ejemplar obtenido por el procedimiento de la litografía.
Sinónimo: impresión

Horquilla.- Pieza metálica o de otro material, que se emplea para sujetar el pelo.
Sinónimos: pasador, rascamoño, gancho, ondulín.

Musicógrafo.- Persona que se dedica a escribir obras acerca de la música.
Sinónimo. musicólogo.

Seta.- Cualquier especie de hongo, comestible o no, con forma de sombrilla, sostenida por un pedicelo.
Sinónimos: hongo, callampa. DLE RAE

Vosgos.- Departamento situado en el noreste de Francia.

domingo, 5 de octubre de 2025

Colección El Libro de Bolsillo

Esta colección pertenece a Alianza Editorial que la ha venido publicando desde 1966 hasta el presente.

En lo relacionado con ciencia ficción, fantasía y terror en esta colección lo pueden ver en La Tercera Fundación y en Términus Trántor.

Ha variado la numeración de los libros editados más recientemente.

En lo básico esta selección de entre más de 1800 títulos mayormente tiene que ver con las obras en prosa de las secciones Literatura, Clásicos y Humanidades de la colección, que a la vez tuvo/tiene una serie de subcolecciones dedicadas a varios autores.
Los títulos relacionados con lo policial y el espionaje y algunos otros van resaltados en azul.

Muchos libros se pueden ubicar publicados por otras editoriales.

Publicación original del listado: 24 de septiembre de 2009

 

En Revisión 2025


 

2. Fernando Vela. Mozart
3. Raymond Aron. Ensayo sobre las Libertades
4. Franz Kafka. La Metamorfosis
5. François Guizot. Historia de la Civilización en Europa
7. Pío Baroja. Cuentos
8. Clarín (Leopoldo Alas). La Regenta. Volumen doble
9. Tor Andrae. Mahoma
11. Hans Roger Madol. Godoy
12. Julio Caro Baroja. Las Brujas y su Mundo
14.Varios autores. Experiencia de la Vida
19. Sigmund Freud. Psicopatología de la Vida Cotidiana
20. Josef y Karel Capek. R.U.R./El Juego de los Insectos
21. Clarín (Leopoldo Alas). Su Único Hijo
22. Marcel Proust. Por el Camino de Swann, 1
23. Martin Gardner. Izquierda y Derecha en el Cosmos
26. Lope de Vega. El Duque de Viseo
27. Miguel de Unamuno. San Manuel Bueno, Mártir/Cómo se hace una Novela
28. Henry Focillon. El Año Mil
29. José de Espronceda. El Diablo Mundo/El Estudiante de Salamanca/Poesía
30. Jean Rostand. El Hombre
31. Julián Marías. Meditaciones sobre la Sociedad Española
33. Marcel Proust. A la Sombra de las Muchachas en Flor, 2. Volumen doble
38. Luigi Pirandello. El Difunto Matías Pascal
40. Marcel Proust. El Mundo de Guermantes, 3. Volumen doble
42. Emilia Pardo Bazán. Los Pazos de Ulloa
43. Benito Pérez Gáldos. Amadeo I
44. Herman Hesse. El Lobo Estepario
46. Miguel de Ferdinandy. Historia de Hungría
49. Antonio Peña y Goñi. España, desde la Ópera a la Zarzuela
50. Pío Baroja. El Árbol de la Ciencia
52. Isabel Colegate. Estatuas en un Jardín
53. Pedro Laín Entralgo. Entre Nosotros
54. Macfarlane Burnet. Historia de las Enfermedades Infecciosas
56. Jenofonte. Recuerdo de Sócrates/Apología/Simposio
58. Dmitri Chizhevski. Historia del Espíritu Ruso I
59. Dmitri Chizhevski. Historia del Espíritu Ruso II
60. Miguel Delibes. La Partida
62. Sigmund Freud. Ensayos sobre la Vida Sexual y la Neurosis
63. Mariano José de Larra. En este País y otros Artículos
64. Stendhal. Lucien Leuwen. Volumen doble
65. T.S. Eliot. Criticar al Crítico y otros Escritos
66. Francisco Ruiz Ramón. Historia del Teatro Español. Voumen doble
67. André Gide. Isabel
68. Juan Díaz del Moral. Historia de las Agitaciones Campesinas Andaluzas. Volumen doble
69. Fereydoun Hoveyda. Historia de la Novela Policíaca
70. Alfonso R. Castelao. Cosas/Los Dos de Siempre
71. Max Weber. El Político y el Científico
73. José Luis Pinillos (Parmeno). Las Águilas
75. Fred Hoyle. Galaxias, Núcleos y Quásars
76. Robert Donington. Los Instrumentos de Música
79. Pedro Salinas. El Defensor
80. Antonio Banfi. Vida de Galileo
81. José Ortega y Gasset. La Redención de las Provincias
82. Sigmund Freud. Introducción al Psicoanálisis. Volumen doble
83. Gáspar Melchor de Jovellanos. Diarios
85. Marcel Proust. Sodoma y Gomorra, 4. Volumen doble
86. Paul Válery. El Cementerio Submarino
88. Benito Pérez Gáldos. Las Novelas de Torquemada (4 novelas en un solo tomo)
89. Alonso de Contreras. Vida del Capitán Alonso de Contreras
92. Dashiell Hammett. Cosecha Roja
93. Pedro Calderón de la Barca. Tragedias, 1. Volumen doble
94. John Wain. El Mundo Vivo de Shakespeare
95. Herman Hesse. Bajo las Ruedas
96. Sigmund Freud. La Histeria
98. Benito Pérez Gáldos. La Desheredada
100. Pío Baroja. Las Ciudades
102. Tennesse Williams. Piezas Cortas
103. Bertold Brecht. Poemas y Canciones
104. José Martí. En los Estados Unidos
105. Marcel Proust. La Prisionera, 5. Volumen doble
106. Evgueni Evtushenko. Entre la Ciudad Sí y la Ciudad No
107. Melchor Fernández Almagro. Historia Política de España Contemporánea, 1, 1868-85. Volumen doble
108. Dashiell Hammett. La Llave de Cristal
109. María de Zayas. Novelas Ejemplares y Amorosas
110. F. Scott Fitzgerald. A Este Lado del Paraíso
113. Benito Pérez Gáldos. Tormento
114. Julio Caro Baroja. El Señor Inquisidor y otras Vidas por Oficio
117. Melchor Fernández Almagro. Historia Política de España Contemporánea, 2, 1885-97. Volumen doble
118. Sherwood Anderson. Winesburg, Ohio
120. Melchor Fernández Almagro. Historia Política de España Contemporánea, 3, 1897-1902. Volumen doble
121. Daniel P. Mannix y Malcolm Cowley. Historia de la Trata de Negros
122. Fernán Caballero. Elia
123. Hans Egon Holthusen. Rainer Maria Rilke
125. Jean Lacouture. Ho Chi Minh
126. Erskine Caldwell. A la Sombra del Campanario
127. Ignacio Aldecoa. Santa Olaja de Acero y otras Historias
128. Antonio Flores. La Sociedad de 1850
129. Stendhal. Lamiel
130. George A. Miller. Introducción a la Psicología. Volumen doble
132. Marcel Proust. La Fugitiva, 6
133. Cesare de Becaria. De los Delitos y de las Penas
134. Edward H. Carr. Estudios sobre la Revolución
135. Ramón J. Sender. Mr. Witt en el Cantón
136. Fernando Chueca Goitia. Breve Historia del Urbanismo
138. Herman Hesse. Demian
139. Fernand Braudel. La Historia y las Ciencias Sociales
140. Carmen Martín Gaite. El Balneario
141. Louis-Ferdinand Céline. Semmelweis
142. Lope de Vega. Novelas a Marcia Leonarda
143. Miguel Delibes. La Primavera de Praga
144. Ignazio Silone. Vino y Pan
145. Pablo de Azcárate. La Guerra del 98
146. Juan Antonio de Zunzunegui. Esa Oscura Desbandada
147. Stendhal. Del Amor/José Ortega y Gasset. Amor en Stendhal. Volumen doble
148. Robert Scarpit. La Revolución del Libro
150. Azorín. Política y Literatura (Fantasía y Devaneos)
151. Iván Pavlov. Fisiología y Psicología
152. Pedro Calderón de la Barca. Tragedias, 2. Volumen doble
154. Yuri Kazakov. El Mar Blanco
155. Carl G. Jung. Los Complejos y el Inconsciente. Volumen doble
157. Eduardo Rincón. Coplas Satíricas y Dramáticas de la Edad Media
158. Dashiell Hammett. El Halcón Maltés
159. Guillermo Díaz-Plaja. El Oficio de Escribir
160. Ramón Solís. El Cádiz de las Cortes. La vida en la ciudad en los años 1810 a 1813. Volumen doble
162. Sigmund Freud. El Chiste
164. Miguel Delibes. Viejas Historias de Castilla la Vieja
165. Marcel Proust. El Tiempo Recobrado, 7. Volumen doble
166. Manuel Halcón. Recuerdos de Fernando Villalón
167. Thomas Mann. Relato de mi Vida
170. Antonio Alcalá Galiano. Literatura Española Siglo XIX
171. Ramón J. Sender. Tres Ejemplos de Amor y una Teoría
172. Sigmund Freud. Autobiografía
173. Joan Martorell. Tirant lo Blanch I. Volumen doble
174. Joan Martorell. Tirant lo Blanch II. Volumen doble
177. Ramón Pérez de Ayala. Las Novelas de Urbano y Simona
179. Heinrich Böll et al. Los Diez Mandamientos (Narraciones Ejemplares)
180. Román Oyarzún. Historia del Carlismo
185. Gaspar Gómez de La Serna. Goya y su España
189. Juan Benet. Nunca llegarás a Nada
191. Heinrich Von Kleist. La Marquesa de O... y otros Cuentos
192. Tulio Halperin Donghi. Historia Contemoporánea de América Latina
193. Sigmund Freud. Psicología de las Masas
195. C.P. Snow. Nueve Hombres del Siglo XX
200. Fernando de Rojas. La Celestina
204. Pedro Calderón de la Barca. Tragedias, 3. Volumen doble
205. Julián Marías. India, Israel
206. José Lezama Lima. La Expresión Americana
207. Roger Bastide. Las Américas Negras
208. Christopher Tugendhat. Petróleo: el Mayor Negocio del Mundo
209. Carlos Arniches. El Santo de la Isidra/El Amigo Melquíades/Los Caciques
211. Jorge Guillén. Lenguaje y Poesía
214. Gabriel Miró. Nuestro Padre San Daniel/El Obispo Leproso
216. Josep M. Castellet y Joaquim Molas (sel.). Ocho Siglos de Poesía Catalana/Vuit Segles de Poesia Catalana. Antología Bilingüe
217. Anthony Storr. La Agresividad Humana
219. Federico García Lorca. Prosa
220. Germán Bleiberg. Antología de la Literatura Española, tomo I: del Siglo XI al XVII. Volumen doble
221. Emmanuel Carballo. Narrativa Mexicana de Hoy
223. Carl Th. Dreyer. Juana de Arco/Dies Irae/Algunos Apuntes sobre el Estilo Cinematográfico
224. Sigmund Freud. Psicoanálisis del Arte
225. Benito Jerónimo Feijoo. Teatro Crítico Universal/Cartas Eruditas y Curiosas. Antología
226. Ramón Gómez de la Serna. Nuevas Páginas de mi Vida
231. Paulino Garragori. Sobre la Voluntad en Ortega
232. Ramón Muntaner. Crónica. Historia Medieval, Aragón
238. Pierre Francastel. Historia de la Pintura Francesa. Volumen doble
239. Pedro Salinas. Literatura Española siglo XX
240. Domingo F. Sarmiento. Facundo
242. Manuel Halcón. Monólogo de una Mujer Fría
243. Stendhal. Rojo y Negro. Volumen doble
244. H. Montgomery Watt. Historia de la España Islámica
245. Robert Lekachman. La Era de Keynes
246. Alberto Moravia. Agostino/La Desobediencia
247. Arnold Toynbee. Estudio de la Historia, 1 (Compendio I/IV). Volumen doble
248. Arnold Toynbee. Estudio de la Historia, 2 (Compendio V/VIII). Volumen doble
249. Arnold Toynbee. Estudio de la Historia, 3 (Compendio IX/XIII). Volumen doble
250. Jorge Guillén. Obra Poética (Antología)
254. George Borrow. La Biblia en España
259. Italo Svevo. Corto Viaje Sentimental
261. Guillermo De Torre. Nuevas Direcciones de la Crítica Literaria
262. Jules Vallès. El Niño
264. Graham Greene. El Americano Impasible
276. Lewis Carroll. Alicia en el País de las Maravillas
277. Edgar Allan Poe. Cuentos 1 (L. 5506)
278. Edgar Allan Poe. Cuentos 2 (L. 5507)
291. Dashiell Hammett. El Hombre Delgado
297. Franz Kafka. El Castillo
301. Benito Pérez Gáldos. Trafalgar
304. Par Lagerkvist. Barrabás
309. Jorge Luis Borges. El Aleph
312. Albert Camus. El Extranjero
314. André Gide. Corydon
320. Jorge Luis Borges. Ficciones
338. Jorge Luis Borges. Historia de la Eternidad
341. Edgar Allan Poe. Narración de Arthur Gordon Pym
342. Ramón María del Valle-Inclán. El Ruedo Ibérico: Viva mi Dueño
348. Antoine de Saint-Exupéry. El Principito
353. Jorge Luis Borges. Historia Universal de la Infamia
368. Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares (sel.). Los Mejores Cuentos Policiales 1
376. Isaak E. Babel. Cuentos de Odessa y otros Relatos
384. Edgar Allan Poe. Eureka
390. Liam O'Flaherty. Insurrección
399. Franz Kafka. La Condena
405. Albert Camus. El Estado de Sitio
408. Jose García Mercadal (sel.). Viajes por España
413. Miguel Ángel Asturias. Hombres de Maíz
426. Pío Baroja. La Feria de los Discretos
434. Joyce Cary. La Boca del Caballo
436. Ignacio Aldecoa. Cuentos Completos I
437. Ignacio Aldecoa. Cuentos Completos II
455. Lewis Carroll. Alicia a través del Espejo
457. Clarín. Cuentos Morales
464. Edgar Allan Poe. Ensayos y Críticas
468. William Golding. El dios escorpión/Clonc Clonc/El Enviado Especial
482. Hans Christian Andersen. La Sombra y otros Cuentos
483. Teófanes Egido. Sátiras Políticas de la España Moderna
494. Américo Castro. Cervantes y los Casticismos Castellanos
513. Voltaire. Cándido y otros Cuentos
514. C.M. Bowra. La Atenas de Pericles
522. Franz Kafka. Cartas a Milena
536. Darie Novaceau (sel.). Narrativa Rumana Contemporánea
548. James Joyce. Dublineses
553. Arturo Uslar Pietri. La Otra América
577. T.E. Lawrence. El Troquel
583. Luis Cernuda. Antología Poética
587. James Joyce. Escritos Críticos
600. Benito Pérez Gáldos. Tristana
602. Antonio Machado. Poesía
604. Jorge Luis Borges. Otras Inquisiciones
608. Julio Verne. Los Quinientos Millones de la Begum
615. Julio Cortázar. Los Relatos, 1: Ritos
616. Flora Davis. La Comunicación No Verbal
618. Klaus Birkenhauer. Beckett
624. Julio Cortázar. Los Relatos, 2: Juegos
628. Jorge Luis Borges. Evaristo Carriego
631. Julio Cortázar. Los Relatos, 3: Pasajes
639. Julio Verne. La Vuelta al Mundo en Ochenta Días
641. Miguel de Unamuno. Antología Poética
642 Charles Dickens. Papeles Póstumos del Club Pickwick 1
643.
Charles Dickens. Papeles Póstumos del Club Pickwick 2
644. Charles Dickens. Papeles Póstumos del Club Pickwick 3
647. Vicente Alexaindre. Antología Poética
649. Juan Benet. Cuentos completos 1
650. Juan Benet. Cuentos completos 2
654. Herman Hesse. Obsesión: Escritos Autobiográficos
655. Miguel Hernández. Poemas Sociales, de Guerra y de Muerte
657. Hans Jurgen Eysenck. Psicología, Hechos y Palabrería
659. Dashiell Hammett. El Agente de la Continental
662. Jorge Luis Borges. El Libro de Arena
670. Dashiell Hammett. Cosecha Roja
671. Dashiell Hammett. La Llave de Cristal
672. Dashiell Hammett. El Halcón Maltés
673. Jack London. El Silencio Blanco y otros Cuentos.
674. Dashiell Hammett. El Hombre Delgado
675. Jseús Fernández Santos. Cuentos completos
677. Hermann Hesse. Cuentos 1
678. Hermann Hesse. Cuentos 2
691. Robert Graves. Yo Claudio
692. Robert Graves. Claudio el dios y su esposa Mesalina
698. James Joyce. Retrato del Artista Adolescente
700. Mario Vargas Llosa. Los Jefes/Los Cachorros
700. Raymond Chandler. El Sueño Eterno
701. Raymond Chandler. La Hermana Pequeña
702. Dashiell Hammett. La Maldición de los Dain
702. Raymond Chandler. Adios Muñeca
704. Raymond Chandler. El Largo Adios
705. Raymond Chandler. La Ventana Alta (o La Ventana Siniestra)
706. R.L. Stevenson. El Dr. Jeckyll y Mr. Hyde
708. Antón Chejov. El Pabellón nº 6
712. Dámaso Alonso. Antología Poética
722. Julio Verne
. Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino I
723. Julio Verne. Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino II
737. Mariano José de Larra. Antología Fugaz
738. Jorge Luis Borges. Literaturas germánicas medievales
739. Gustavo Adolfo Bécquer. Rimas y otros poemas
742. Luis de Góngora. Romances
745. Gustavo Adolfo Bécquer. Leyendas
749. Alejandro Dumas. Los Tres Mosqueteros I
750. Alejandro Dumas. Los Tres Mosqueteros II
759. Rafael Alberti. Antología poética
761. Víctor Hugo. Nuestra Señora de París 1
762. Víctor Hugo. Nuestra Señora de París 2
767. William Shakespeare. El rey Lear
768. Isaac Asimov. El Cercano Oriente (Historia Universal Asimov)
777. Fedor Dostoievski. El Jugador
780. R.L. Stevenson. La Isla del Tesoro
782. Carolos García Gual. Antología de la poesía lírica griega (Siglos VII-IV a.C.)
784. Isaac Asimov. La Tierra de Canaán
790. Rafael Alberti. Prosas
794. Isaac Asimov. Los Egipcios
795. William Shakespeare. Macbeth
798. José Hernández. Martín Fierro
799. Isaac Asimov. Momentos Estelares de la Ciencia
805. Jorge Luis Borges. Antología poética 1923-1977
809. Emilio Salgari. Los Tigres de Mompracem
810. Isaac Asimov. Los Griegos
859. Gerald Durrell. Encuentros con Animales
819. Graham Greene. Nuestro Hombre en La Habana
822. Isaac Asimov. La República Romana
823. Rafael Alberti. Marinero en tierra
824. Molière. Tartufo/Don Juan
833. Ignacio Aldecoa. Parte de una historia
635. José María Arguedas. Los Ríos Profundos
837. León Felipe. Prosas
838. José Eustaquio Rivera. La Vorágine
840. Jorge Campos. Introducción a Pío Baroja
842. Rafael Alberti. Cal y canto
844. Isaac Asimov. El Imperio Romano
845. Lope deVega. Peribáñez/Fuenteovejuna
860. Ross MacDonald. La Mirada del Adiós
874. Emile Zola. El Vientre de París. Los Rougon Macquart
888. Juan Valera. Juanita la Larga
890. Patricia Highsmith. Ese Dulce Mal
909. Gerald Durrell. Atrápame ese Mono
910. Albert Camus. La Caída
924. Patricia Highsmith. La Celda de Cristal
940. Rabindranth Tagore. El Cartero del Rey/El Asceta/El Rey y la Reina
950. Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares (sel.). Los Mejores Cuentos Policiales 2
955. Carlos García Gual. Historia del Rey Arturo y de los Nobles y Errantes Caballeros de la Tabla Redonda
961. Francisco de Quevedo. Los Sueños
977. Benito Pérez Gáldos. Doña Perfecta
985. Benito Pérez Gáldos. Marianela
990. Arturo Uslar Pietri. Las Lanzas Coloradas
1000. Miguel de Cervantes Saavedra. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha I
1001. Miguel de Cervantes Saavedra. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha II
1108. Arthur Conan Doyle. Estudio en Escarlata
1122. Cornell Woolrich. La Muerte y la Ciudad
1128. Julio Cortázar. Los Relatos, 4: Ahí y Ahora
1156. Graham Greene. El Agente Confidencial
1158. Fernando Pessoa. El Banquero Anarquista y otros Cuentos de Raciocinio
1162. Cornell Woolrich. Las Garras de la Noche
1189. Miguel de Unamuno. Niebla
1204. Cornell Woolrich. Los Sanguinarios y los Atrapados
1209. Ross MacDonald. Dinero Negro
1241. Cornell Woolrich. En el Crepúsculo
1242. R.L. Stevenson. El Dinamitero
1256. G.K. Chesterton. El Hombre que era Jueves
1260. Miguel de Unamuno. Abel Sánchez
1301. Llorenç Vollialonga. Muerte de Dama (La Muerte de una Dama)
1332. G.K. Chesterton. El Candor del Padre Brown
1396. G.K. Chesterton. La Sagacidad del Padre Brown (La Sabiduría del Padre Brown)
1418. R.L. Stevenson. El Club de los Suicidas/El Diamante del Rajá
1457. Dashiell Hammett. Una Mujer en la Oscuridad
1500. Pablo Neruda. Veinte Poemasde Amor y una Canción Desesperada
1501. Julián Marías. Cervantes Clave Española
1519. Joseph Conrad. Nostromo
1507. Ross MacDonald. La Piscina de los Ahogados (La Piscina Mortal)
1524. Aamin Malouf. León El Africano
1
529. Arthur Conan Doyle. El Sabueso de los Baskerville
1585. Jose Miguel Oviedo (sel.). Antología Crítica del Cuento Hispanoamericano del siglo XX
1656. Joseph Conrad. El Agente Secreto
1717. R.L. Stevenson. El Weir de Hermiston
1762. Alonso Zamora Vicente. Historias de Viva Voz


Continuará