Una caricatura aparecida en el suplemento El Otorongo del diario Perú21:
Un hombre vestido con una chompa que decía: Los Beatles, está leyendo el periódico y su hijo le pregunta:
-Papá, ¿que es la Unión Europea?
-Es un grupo de países reunidos para orquestar una economía de progreso.
-¿Y el Brexit?
-Su Yoko Ono.
Fuente:
http://blogs.peru21.pe/elotorongo/2016/07/el-otorongo-n-540.html
sábado, 30 de julio de 2016
¿Es tu cerebro masculino o femenino?
Por BBC Wonder
Hay quienes te dirían que los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus
Aunque los comportamientos típicos femeninos y
masculinos efectivamente se reproducen en nuestra vida cotidiana,
numerosos estudios han demostrado ningún género tiene una mejor aptitud para una u otra tarea cognitiva.
Entonces,
¿será que las diferencias entre hombres y mujeres nacen con nosotros,
derivadas de la cognición de nuestro cerebro, o son comportamientos
aprendidos?
¿Qué hay en un cerebro?
Si bien es cierto que las diferencias cognitivas entre hombres y
mujeres son mínimas, hay diferencias en la forma en que responden a la
enfermedad y el tratamiento.
- Derrames
Los hombres son menos propensos a tener derrames fatales.
Los derrames afectan a las mujeres con más severidad que a los hombres, particularmente después de la menopausia.
Las células cerebrales de las mujeres mueren más rápido tras un derrame debido a los cambios hormonales.
- La enfermedad de Alzheimer
Las mujeres de 60 años y más tienen el doble de probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que los hombres.
La
investigación sobre las diferencias en el cerebro entre los géneros
podría cambiar la forma en que tratamos las enfermedades de Huntington,
de Alzheimer y trastornos psiquiátricos como el bipolar.
- El dolor
Los hombres y las mujeres experimentan dolor de manera diferente.
Las mujeres experimentan más dolor durante sus vidas, al sufrir por ejemplo 40% más dolor por osteoporosis que los hombres.
Eso puede alterar la manera en la que tratamos el dolor.
- Heridas en la cabeza
Las mujeres se recuperan de lesiones en la cabeza más rápido debido a los altos niveles de progesterona.
Un estudio con ratas de 2010 mostró que la hormona menstrual progesterona mejoraba las posibilidades de supervivencia.
¿El Tamaño Importa?
Un
estudio de 2014 de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, confirmó
que el cerebro promedio de los hombres es 10% más grande que el de las
mujeres.
Pero más grande no significa necesariamente mejor.
Es sorpresivamente difícil vincular las diferencias en el comportamiento con la anatomía", le dice a la BBC la anatomista Alice Roberts, mientras observa una bandeja con cerebros humanos.
"Hay
mucho debate sobre los cerebros de ambos géneros pero hay una cosa en
la que todo el mundo está de acuerdo: los cerebros de los hombres
tienden a ser más grandes que los de las mujeres".
No obstante,
señala, no podemos olvidar que hay una enorme variedad entre los
cerebros de ambos géneros, de manera que no es raro encontrar femeninos
grandes y masculinos pequeños.
Y, a pesar de esa diferencia de 10% en promedio, los científicos no han encontrado ninguna diferencia en los niveles de inteligencia.
En pruebas de coeficiente intelectual, los hombres y las mujeres obtienen más o menos las mismas calificaciones.
"Además de las diferencias de tamaño, se ha dicho que hay diferencias en las estructuras en el interior del cerebro", explica Roberts.
"Una
de ellas es la conexión entre el sistema y las hormonas, la parte del
cerebro que se comunica con los testículos y los ovarios. Pero eso no se
ha podido demostrar".
"Otra área que algunos sospechan puede ser
distinta es el hipocampo, que está vinculado a la memoria. Tiende a ser
más grande en los cerebros de las mujeres. Pero en las pruebas de
memoria, tampoco se ha encontrado ningún vínculo... ninguna diferencia".
"Así que aunque
podemos ver algunas diferencias en la estructura, eso no se traduce
necesariamente en diferencias obvias en el comportamiento", concluye la anatomista.
Por Vìas Diferentes
Entonces, ¿cuál es la causa de las diferencias entre el cerebro promedio de los hombres y mujeres?
Un equipo de científicos en Filadelfia (EE.UU.), dirigidos por el Dr.
Verma Ragini, mapeó las conexiones neurológicas en el cerebro de los
hombres y las mujeres.
Encontraron diferencias de género en los patrones de conexión o "vías" entre los dos hemisferios del cerebro.
Las mujeres muestran vías más fuertes entre los hemisferios derecho e izquierdo de sus cerebros.
Las vías en los hombres conectan el frente y la parte posterior del cerebro.
El equipo observó que esta divergencia no existe en los niños, sólo se desarrolla en la adolescencia.
¿Naturaleza o Crianza?
Puede ser tentador pensar que los cerebros de los dos sexos están "integrados" de diferentes maneras.
Pero el cerebro es muy plástico, y se desarrolla en respuesta a cómo se usa.
Es
por ello que cualquier diferencia en las conexiones podría surgir
debido a factores sociales y culturales, incluidos los estereotipos de
género.
Es probable que los niños y los hombres puedan desarrollar mejores
habilidades espaciales, ya que siempre se les ha animado a hacer
deporte.
Las mujeres pueden ser mejores para ponerse en el lugar de otros y ayudar, porque eso es lo que la sociedad espera de ellas.
A pesar de que es fascinante poder trazar la arquitectura del cerebro vivo, la verdad es que las diferencias entre los cerebros masculinos y femeninos son muy pocas y pequeñas.
Fuente:
jueves, 21 de julio de 2016
Sí es posible vencer la depresión
¿Se siente a la altura del suelo?
Levante el ánimo y entérese:
Sí es posible vencer la depresión
Por William Thomas Buckley
Levante el ánimo y entérese:
Sí es posible vencer la depresión
Por William Thomas Buckley
La Depresión Psíquica –cuyos síntomas pueden variar desde insomnio, fatiga y falta de concentración hasta parálisis emocional y pensamientos suicidas- siempre se ha considerado una enfermedad de los años medios o finales de la vida humana; pero los médicos están informando ahora que entre la gente joven ha aumentado en forma considerable y sorprendente el número de casos.
¿Por qué está presentándose la depresión psíquica a edad más temprana y con mayor frecuencia? Nadie conoce la causa exacta, pero el doctor Robert Hirschfeld, jefe de investigación de Trastornos del Estado de Ánimo, Angustia y Personalidad del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos señala los extraordinarios cambios sociales que han ocurrido en los últimos 20 años. Entre estos figuran la modificación de los papeles sociales del hombre y de la mujer, la incorporación masiva de la mujer a la fuerza de trabajo y la aceleración d la movilidad en el ámbito geográfico, que separa a las personas del apoyo de sus familiares y amigos.
Los expertos advierten que la “depresión clínica”, que puede ser muy grave, requiere de la atención de un médico o psicólogo especializados en el tratamiento de este trastorno. Si su estado de ánimo deprimido persiste alternadamente un día sí y un día no, semana tras semana, o si empeora hasta convertirse en negro desánimo, debe usted acudir a ver a su médico.
Pero también es posible que se ayude a sí mismo. He aquí cinco enfoques, recomendados por reconocidos especialistas en la materia:
1. Haga algo constructivo. La depresión se nutre de la inercia, y la acción es su enemigo natural, asevera el psiquiatra David Burns, del Centro Médico Presbiteriano de Filadelfia. Cuanto menos haga usted, menos deseará hacer. Para combatir la inercia –aconseja este experto-, escriba un plan de acción diario: desde que se levante hasta que apague la luz para dormir. Incluya en su lista de acción todo lo que piense hacer, hasta la ducha y las comidas, porque si de veras se siente profundamente deprimido, incluso las pequeñas tareas pueden parecerle enormes. Divida la actividades complejas en pequeños pasos; así le parecerán más factibles.
Si aún la elaboración del plan le resulta un proyecto imposible, siga el consejo del doctor Burns, en el sentido que la acción, a menudo, debe preceder a la motivación, lo cual significa que no debe usted esperar a tener ganas de empezar a actuar, pues mientras la persona esté deprimida, quizá nunca se decida a actuar. En vez de esperar a tener ganas de hacer algo, conviene “cebar la bomba” dando un pequeño paso para empezar a actuar.
2. Ayude a alguien. El altruismo está ganando rápida aceptación entre los médicos como un magnífico método para ayudarse a sí mismo a mejorar la salud mental. El trabajo voluntario, el servicio a la comunidad, o un gesto de buen vecino, como hacer las compras para un anciano recluido en casa, pueden ejercer en el ánimo efecto terapéutico.
“Así se da uno cuenta de que tiene compasión y entiende a los demás”, afirma la reverenda Florence Pett, quien, como ministra de la Iglesia Colegiada Marble, de la ciudad de Nueva York, trabaja con voluntarios. “Se dice uno: Puedo hacer algo; no soy inútil. Además, como aislarse del trato con la gente es una causa importante de depresión, el contacto humano se convierte en elemento curativo.
3. Programe su alegría. Muchas personas deprimidas se privan de los pasatiempos que más les gustan, lo cual empeora su situación. Para enderezar la vida, incluya en su agenda de cada día actividades placenteras. Haga vida social; sobre todo acuda a reuniones con amigos; proyecte actividades que le den la sensación de ser competente, como dominar una nueva habilidad; programe también eventos placenteros, tales como salir a cenar a un restaurante o ir a ver una película.
También trate de sonreír. Muchas investigaciones demuestran que la conducta da forma a nuestras emociones, explica el psicólogo James Laird, de la Universidad Clark, en Massachussets. Si se siente usted triste, no adopte una postura desgarbada; siéntese erguido; no arrastre los pies al andar; camine con garbo; y no frunza el entrecejo; sonría. Aun el mero intento de tener un porte dinámico puede subirle el ánimo. “Las acciones que acompañan a sentirse feliz –las expresiones faciales, las posturas, los movimientos corporales- pueden hacer que se sienta usted feliz”, explica Laird.
4. Haga ejercicio con regularidad. Sharon, casada, y madre de dos hijos, corre regularmente para combatir la depresión. “Si corro, empiezo a sentirme bien, aunque sea por la única razón de que estoy logrando algo”, asegura. “Por más desanimada que me sienta antes de correr, después me siento mejor”.
Los científicos piensan que el ejercicio aeróbico –actividades como la marcha a paso vivo, correr, nadar y montar en bicicleta- quizá induzca mayor confianza en uno mismo, mejore la sensación de bienestar y sea vigorizante. Por otra parte, en la medida en que nos ayudan relajarnos, estas actividades pueden disminuir la tensión y la angustia que coadyuvan la depresión.
5. Ilumine el día. Ángela, escritora de éxito, siempre había procurado vivir en lugares bien iluminados, hasta que en un invierno tuvo que trabajar en un sitio con poca luz. Se sentía letárgica y no podía terminar un libro que se había propuesto escribir. Ángela sufría de “trastorno afectivo estacional”, una depresión por sensibilidad a la falta de luz en que las bajas repentinas en el estado de ánimo coinciden con los meses de oscuridad del invierno.
Las investigaciones han demostrado que la exposición a la luz –solar o artificial- puede contribuir a superar la depresión estacional, que afecta a un número relativamente pequeño de personas. Especialistas como el psiquiatra Norman Rosenthal, del Instituto Nacional de Salud Mental, han demostrado que pueden ayudar dispositivos luminosos especiales, pero que estos no deben usarse sin la supervisión de un médico. Usted puede aumentar la luminosidad de su hogar creando un ambiente interior más alegre. Y al elegir una actividad diurna, como caminar o correr, puede aprovechar la luz natural.
Antes de embarcarse en la autoterapia por lo que sospecha usted es una leve depresión, acuda a que le hagan un reconocimiento general para cerciorarse de que goza usted de buena salud. A continuación, fíjese una meta de dos semanas. Si para entonces todavía no se siente bien, o se siente peor, o si en cualquier momento tiene pensamientos suicidas, hable con su médico. Y no eche en saco roto este sabio consejo del doctor David Burns: “La decisión de ayudarse a sí mismo es la clave para sentirse mejor”.
Fuente:
Revista Selecciones del Reader’s Digest, Tomo C, Número 596, Julio de 1990, Reader’s Digest Latinoamérica, págs 109-111
Nota: Hay información más reciente sobre la depresión que está disponible pero me pareció interesante este artículo y por eso quise compartirlo en el blog.
En la Hora más Oscura
Por Robert O’Brien
Parecía como si todos los males se hubieran dado cita para llegar al
mismo tiempo. Una reducción de gastos en el diario en que trabajaba me dejó
cesante en momentos en que mi familia necesitaba más de mi ayuda. Andaba yo
buscando empleo inútilmente cuando el padre de Mary cayó enfermo de gravedad.
Tendría ella que permanecer a su lado por tiempo indefinido, consagrada a
cuidarlo. Semanas antes nos sonreía la vida; habíamos estado haciendo planes
para nuestra boda. ¿Ahora? Ahora nos hallábamos frente al desastre.
Invierno en la tierra… y también en nuestros corazones.
Multitud de veces me había tocado enterarme de los infortunios ajenos.
En mi calidad de reportero debía tomar nota de casos como la pérdida del
empleo, la enfermedad repentina, el accidente grave, que dejaban atribulada a
una familia hasta entonces dichosa. Mi oficio era escribir acerca de esos
casos… impersonalmente. Pero este caso me hería en lo más vivo:el atribulado
era yo mismo.
Al final de una tarde plomiza y desapacible, bien abrigado con un
grueso jersey, salí de casa y llamé a Mary por teléfono desde la botica de la
esquina.
-Salgamos a dar una vuelta y a respirar al aire libre-le dije.
-Vayamos a la playa-propuso Mary-. No sé por qué siento deseos de ver
el mar.
Al poco rato se hundían nuestras pisadas en la arena de la playa
envuelta en las últimas claridades del atardecer. Las olas claras y frías se
estrellaban en la orilla con tumultuoso hervor. Detrás de ellas iba
extendiéndose la bruma.
Sentados en un madero que el oleaje había dejado en seco, empezamos a
hablar. A nuestra espalda, más allá del alto malecón, se veía el paseo por el
que no transitaba un alma. Estábamos solos en el mundo… solos con nuestras
penas.
-Todo tiene arreglo en esta vida -me dijo Mary tomando mi mano entre
las suyas-. Podemos trabajar y esperar hasta que cambie la suerte.
Trataba de mostrarse valerosa y confiada. Sacudí tristemente la
cabeza, consciente de que debíamos arrostrar la realidad, y le dije:
-Las cosas no siempre se resuelven a la medida de nuestros deseos.
Cuando la vida se revuelve contra uno, no hay modo de cambiar su curso. He
visto fracasar a muchos. Nosotros no somos distintos. La vida no hace
excepciones con nadie.
Me quedé mirándola. Tenía la vista perdida en la arena y el semblante
velado de tristeza.
-Mary –seguí diciéndole- estamos en un callejón sin salida. Empeñarnos
en seguir como vamos será hundirnos juntos. Tu padre no puede valerse sin ti.
Yo no tengo con qué mantenerte. Tú tienes que quedarte y yo debo irme. Sí, debo
marcharme a buscar trabajo donde lo haya. Tal vez será mejor que trates de
olvidarme.
Ella calló. En realidad, nada había que decir.
En la helada brisa nocturna flotó la voz lamentosa de una sirena de
nieblas. El frío era cada vez más intenso. Mary empezó a tiritar. Nos levantamos
y echamos a andar por la playa desierta, oprimidos de silencio y pesadumbre los
corazones.
-¡Mira!
Miré hacia donde señalaba Mary. Al principio vi solamente la perezosa
sucesión de las olas. Luego distinguí algo. Parecía un madero, juguete del mar.
Sin embargo, Mary y yo sentimos que no era eso. Echamos a correr. El agua nos
penetraba de su frialdad al arremolinársenos en las rodillas, en la cintura. Al
fin llegamos. Era una mujer. Estaba completamente vestida. La agarramos cada
uno por un brazo.
-¡Déjenme!-dijo tratando de soltarse- ¿Déjenme!
Forcejeamos con ella en medio
de la oscuridad y la niebla, entorpecidos nuestros movimientos por el oleaje y
lo empapada que teníamos la ropa. Logramos al cabo ganar un sitio donde el agua
era poco profunda. Entonces se desmadejó la mujer y quedó hincada de rodillas.
Era bien parecida y no representaba arriba de 25 años. El bolso de
mano flotaba cerca de ella, sujeto al brazo por la larga correa del asa.
La mujer levantó la cabeza y nos miró. Tenía hundidos y apagados los
ojos, sin color las mejillas. Un temblor le agitaba los hombros endebles. Las
olas rompían en torno nuestro y trataban de arrastrarnos; la arena nos
restregaba los tobillos.
Medio en vilo, medio arrastrándonos, sacamos a la mujer a la playa. A pocos
metros de la orilla se nos escurrió de entre las manos. Arrodillándonos de
espaldas al viento, le frotamos enérgicamente las piernas y los brazos. Empezó
a respirar lenta y entrecortadamente.
-Voy a pedir auxilio-dije.
-Corre-contestó Mary.
A un kilómetro del malecón había un merendero. El viejo de blanco
delantal que estaba ocupado en hacer café me miró de hito en hito. Debía de ser
curiosa mi facha con la ropa chorreando agua. Fui al teléfono y llamé a la
policía. Cuando iba marcharme se me acercó el viejo.
-Aquí tiene-dijo entregándome una jarra de humeante café y unos vasos
de papel. Rehusó con un ademán el pago.
Tropezando aquí y allá en la arenosa playa envuelta en la oscuridad
corrí hacia Mary. Quería hallarme a su lado cuanto antes, en el caso que la
mujer falleciese.
-Aún tiene pulso-dijo Mary.
-Ya viene la policía.
Viendo que la mujer era incapaz de tomar ni un sorbo de café, seguimos
friccionándole piernas y brazos. Nos pareció que era lo único que podíamos
hacer por ella. En la sombra nocturna resonaba distante, lento y avasallador el
ritmo del mar.
A poco rasgó la niebla el haz de un reflector que desde el malecón
recorría la playa. Apenas nos enfocó permaneció fijo en nosotros. Llegaron
corriendo dos policías.
Uno de ellos examinó el contenido del bolso de mano. Un billete de 20
dólares. Un pase de automovilista. A la luz de la linterna leyó: «Judith Snow, edad
28 años».
La mujer estaba ahora completamente inmóvil. Era imposible notar si
respiraba o no.
-Creo que ha muerto-me dijo uno de los policías.
-No. Todavía se le siente el pulso-dijo Mary.
Rasgó el aire la sirena de una ambulancia. Surgieron de la niebla dos
camilleros que corrían hacia nosotros. Rápida y suavemente colocaron a la mujer
en la camilla. Vimos dibujarse sobre nuestras cabezas varios rostros a los que
servía de fondo el telón de la niebla. Allá arriba, en el borde del malecón, un
grupo de gente miraba hacia la playa como miran al redondel los espectadores de
un circo.
Triste era la procesión que formábamos al subir por la rampa del
malecón los camilleros, los policías, Mary y yo. Al salir de la rampa nos
envolvió en fugaz y cegadora claridad el fogonazo de la bombilla de un
fotógrafo de periódico que estaba acechando nuestra llegada. Los camilleros
deslizaron cuidadosamente a la mujer en el interior de la ambulancia, que acto
seguido se alejó a toda velocidad.
Mary y yo tomamos asiento en el auto patrullero de la policía. Uno de
los agente apuntó nuestros nombres y direcciones. Le contamos lo que había
dicho Judith Snow y cómo habíamos tratado de salvarla. El agente se nos quedó
mirando desde la penumbra del fondo del coche. Era joven, y su rostro cobró una
expresión preocupada cuando nos dijo:
-Si tardan ustedes unos minutos más, habría muerto sin remedio. ¿Qué
tal se siente uno al saber que ha salvado una vida?
Mary me estrechó la mano y no dijo nada. Yo tampoco hallé nada que
decir.
Esa misma noche, a hora bastante avanzada telefoneamos al hospital. En
mis andanzas nocturnas de reportero había hecho muchas llamadas parecidas; pero
esta vez no se trataba de una llamada de rutina.
-¿Quién habla?-preguntó con sequedad la enfermera.
Le di nuestros nombres y agregué:
-Somos los que salvamos a la señorita Snow en la playa del malecón.
El tono de la enfermera se hizo cordial al decirme:
-La señorita Snow no se ha repuesto aún de su estado de postración
nerviosa, pero hay en ella voluntad de vivir… y vivirá.
Al otro día por la tarde recibimos una carta por correo expreso. Venía
dirigida a Mary y a mí.La letra era clara y firme.
«Me sentía completamente sola en el mundo, y lo veía todo negro, y me
dio miedo -decía la carta-. Ignoro por qué Dios se apiadó de mí. Él me hizo ver
anoche que no estaba tan sola ni tan abandonada. Para mí será siempre un
milagro de Dios que ustedes acertaran a estar por esos lados… dos personas
extrañas, y sin embargo, dos amigos.
«Nunca volveré a sentirme sola en el mundo. Ahora sé que Dios ilumina
con su presencia el lugar más oscuro y más solitario de la Tierra. Les estoy
muy agradecida a ustedes y doy gracias a Dios, que por mediación de ustedes me
ha dado una nueva vida y un mundo nuevo. Judith Snow».
Mientras Mary y yo leíamos la carta cruzaban por mi imaginación el
viejo del merendero con su espontánea caridad; el joven policía con su cariñosa
preocupación; los camilleros con su diligente solicitud; la enfermera con su
voz afectuosa… y Judith Snow. Todos, personas extrañas; pero todos seres
humanos; todos prójimos nuestros.
Ante un mundo que súbitamente aparecía a nuestros ojos acogedor y
cordial, Mary y yo hallamos respuesta a la pregunta: ¿Qué tal se siente uno al
saber que ha salvado una vida? Porque si a Judith Snow se le había deparado en
la hora más negra de su existencia una nueva vida y un mundo nuevo, a nosotros
se nos deparó también igual beneficio.
Nunca más volvimos ni volveremos a sentirnos abandonados y solos en el
mundo. Una fe renovadas nos ha dado la fuerza necesaria para transformar las
dificultades en fuente de estímulos vitales. Gracias a los solícitos cuidados
de su hija, el padre de Mary mejoró en forma tal que dejó pasmados a los
médicos. Para la primavera estaba en franca convalecencia. En cuanto a mí, la
pérdida del empleo fue en realidad una fortuna: me libró de haberme pasado la
vida vegetando. Al enfrentarme a la necesidad de abrirme paso en un nuevo
campo, empecé a ganar en breve lo suficiente para sostener un hogar.
Una tarde de junio, al retirarnos Mary y yo del altar después de haber
recibido la bendición nupcial, nuestros corazones rebosaban de gratitud.
-Gracias -murmuré al oído de Mary.
-Gracias -murmuró ella sonriendo.
Alimentamos la esperanza de que Judith Snow haya podido oírnos, sea
cual sea el lugar donde se encuentre.
Fuente:
Revista Selecciones del Reader’s Digest, Enero de 1954, tomo XXVII, N°
158, págs. 44-48, Selecciones del Reader’s Digest, S.A., La Habana, Cuba
domingo, 10 de julio de 2016
Ideas por aquí y por allá.
-Los libros malos sirven para que uno se dé cuenta en qué no debe gastar su tiempo y su dinero.
-Una persona demasiado caprichosa es la personificación de una epidemia.
-La belleza vive peleada con la cultura porque a la primera no le interesa educarse más y prefiere seguir en su dora... gris mediocridad..
-Ya que existen los congresos (parlamentos) no hay tanta necesidad de ir a los circos para ver a más payasos y animales.
-La gente estúpida vive falsamente contenta en su propia imbecilidad.
-Muchos de los mal llamados "intelectuales" (sarta de culturetas) son como la mermelada: cualquiera se sirve de ellos mostrando la chequera o la billetera.
La incoherencia es su divisa.
-Algunas conversaciones son tan insoportables porque parece que nos están tomando un examen de conocimientos.
-La mujer es el único ser que puede aguantar 3 ó 4 o más horas en la peluquería o en las tiendas sin aburrirse.
-El maquillaje exagerado es el disfraz de alguien que podría haber fracasado en la escuela de payasos.
- Y el no arreglarse en nada demuestra que o se tiene la autoestima por los suelos o porque se ha caído en fanatismos brutos, idiotas y machistas.
-La música de ahora hace extrañar y oír más la que se hizo antes.
-El celoso hace ridiculeces en cualquier reunión y cree que nadie se ha dado cuenta de sus gestos infelices..
-Hay ignorantes que se creen tan cultos que no se dan cuenta de las barbaridades que dicen o cometen.
-La educación son 12 años tan inútiles porque hay que volver a aprender casi todo lo demás antes de ingresar a la Universidad, y muchos salen de allí más bestias que los animales.
-Fobia a la lectura : la pandemia del siglo XXI.
Un "aplauso" para los gobiernos fanáticos del plan educativo del Gran Hermano basado en pan y circo para las masas: varios países son los más ignorantes del mundo con nuestra maravillosa crisis global.
Felicidades.
-¿Qué dices, Orwell?
-Diría: Si viviera ahora preferiría morir antes que ver mis pesadillas representadas en vivo y en directo y a todo color.
-No se pierdan las próximas estupideces de los ricos y/o famosos: vienen cada vez peores.
-La gente se escandaliza hipócritamente de cosas que son tan comunes desde la antigüedad: borracheras, adulterios, drogadicción y demás lacras humanas.
-El chismoso es tan cretino que se molesta porque la gente de la que habla mal no lo saluda.
-En la lotería de la vida me tocó ser vecino de una sarta de necios chismosos cobardes que insultan a otros por prejuicios, y por mi salud a gran parte de ellos los evito como la peste que son: abuelos estúpidos, padres imbéciles que crían a sus hijos de tal manera para volverlos unos grandísimos idiotas.
Y en todas partes lo mismo.